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El verdor del aroma se percibe. Una niebla densa y fría cubre nuestras montañas. la nieve en estas latitudes imposible engalanar la cúspide selvática de nogales.
Un manto embellece sus laderas con la blancura del agua vespertina de un ocaso día. Es la niebla del invierno aromatizando una noche fría.
Un nuevo amanecer nos saluda con la calidez de un sol mañanero, que trata de entrar por las nubes y calentar nuestro lecho.
Sergio Antonio nov27/2018
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Poeta
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ESCRIBIÉNDOME REFLEJO..
Por ese no sé qué, que a nadie importa. cuando a la nada tengo esclava, en la sombra brillando invisible, el beso de plata en la nieve caliente, liberal, esquiva, tierna, juiciosa, juvenil, meteórica, merienda, jugosa, penetración, perseverante.
Escribiéndome reflejo.
Como en la sombra del polvo del humo, el sepulcro limpia la frente del higo, el suplicio decora la noche del hueco, y el verde deja de ser amarillo, como el gris queda de azul, en el rojo vestido de negro. ¡Oh, calor!. ¡Oh, color!. ¡Oh, dolor!.
Escribiéndome reflejo.
Umbría la noche en la serena torre, es quizás la voz postrera lanza, del aroma del recuerdo con la esperanza, en las llamas vivas sonrojadas, las promesas embriagantes del suspiro, caracol recato, y osadía cumplida, en el níveo bloque, que a cincel escribo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Por el ventanal de la vida se asoma la voz para confundirse con el trinar de los pájaros, que en solitario vuelo recorren los páramos del alma llevando sobre sus alas el peso de tanta indiferencia. Por este ventanal, tapiz de alegría, forjados sobre el cielo que no se ve, van quedando los recuerdos evocando los azules que bañaron aquella infancia lejana. Sentado frente al ventanal, sin prisa, con la calma de la despedida dibujada entre los labios y acariciando el tiempo con mis dedos, siento llegar la belleza del color que debo inventar, dejándome abrazar del aroma que me sabe a libertad. © Jpellicer
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Poeta
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AJARDINADAS AJASPAJAS
Son En los cabellos de sonrisas enroscadas. Flores. ¡Qué corren iluminados los clanes!. Clareando zoomórficos, emblemas fonéticos. Amores baladí, de los años pasión olvidada, en la mirada soñada, en las islas escarlatas, en el palacio de versos. Son Ajaspajas. ¡Por el viento pintado de verde!. Un horizonte salvaje. Un lenguaje perdido. Una perla virginal. Una caricia diferente. Ajardinada. Del sol. Recuerdos en las lunas sin sus noches vigilantes.
Ajaspajas. En las fuerzas híbridas de los mágicos plumajes, que corren sorpresivos rituales al encuentro de los confines cafés, en la interpretación primitiva de las aves fluidos sarcófagos gráciles, blandos, construyendo sueños con la noche, en la tapa de los planes sucesivos, en las huellas de las palabras invisibles dejando el secreto evidente lejano en las cumbres del aroma indistinto, por el sueño del último cuervo curvo calvo, en los cisnes unánimes del mármol por la maldad cobijados al contemplar escaso cualquier cielo, en las entrañas abrasadas brumas del empeño inútil prendido a una ventanilla en los ojos del ocaso del viento lastimero en el panorama inenarrable de la mente esclava implacable y redentora de la razón perdida por el hambre del bolsillo y el negocio del abuso.
Ajardinadas. ¡Plásticas!. Son Ajaspajas pétalos secos del eco perdido.
Cuando las paredes corren, por la sombra del silencio, que cada mariposa sueña, en los milímetros que vuelan, los débiles regalos del asombro, cuando corren al conjuro gris, del recuerdo sepultar boscoso, de la música que duerme, al mudar minúsculos los pasos, y reparar el tiempo doble, donde quedan ganas triples, en la voz de los arbustos. ¡Una vez nuez!. ¡Otra vez cruz!. Cada vez más. Más. Se oye al suspiro volar donde, corren y corren las paredes en la sombra, silencios los jardines verdaderos del vivir amando. Los mayúsculos detalles del sentir.
Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
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Poeta
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Eleco reseco
Con el vestido tendido del almendro. En la voz vespertina del arrullo. ¡Habla una helada noche!. La luna, tibia, bajo el ciprés. Sintiendo, al tiempo, en cada hoja.
De la raíz melodías nocturnas. De las ramas coros de flores. Del tallo, carnes, vegetales siderales.
Sintiendo Endomingarse Arsenales Esteparios Ósculos. ¡Eleco reseco quedó!. En La raíz de humedad enamorada. ¡Arido pelaje del estruendo!.
Rígida mejilla de una mueca. ¡Armazón de las tinieblas enrojecido!. ¡Eleco reseco quedó!.
Por El Balcón brumoso de una nube. Donde. ¡Están, desnudos, los instantes!. Instantes. Del olvido en la ceniza. Instantes sin fondo, interminables crepúsculos.
¡Eleco reseco!. Está. En las plazas indiferentes. Está. En los ejemplos prematuros. Está. En los iconos en llamas. Está. En las piedras deshabitadas.
¡Re-Se-Co-El-Eco!. Con El Crudo vestido de la espina. Con La Escritura de la calle sola. Con Los Marchitos aromas petrificados. En La Voz vespertina de los cristales. Donde. El descrucificarse agrieta más.
¡Las cuerdas amargas del silencio!. En La ¡Voz__De__La__Sequía__Vestida!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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