Y yo aquí, medianamente vivo, absolutamente solo en la hora muerta de la siesta muerta del pueblo muerto que siquiera despertará cuando yo muera con tal de no dejarme esperanzar.
Sin embargo decidí vivir aquí con estatismo de lagarto al sol y ocasional presencia, apenas, de alguna mata de ilusión reseca que pase rodando con el viento como pasan de mí las alegrías.
En las noches planeo dedicarme a cantinero del bar abandonado y embriagarme de fracasos nobles con mis espíritus de amores idos. O inaugurarme solitario crónico y apático escritor de endechas.
Una así, por ejemplo: quién dijo que nací para vivir acompañado. Soy cactus del desamor; espinas fuera y recóndito frescor, brazos al infinito diciendo: gracias señor por este solo y desértico lugar.
Y dormirme puteando el universo.
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Poeta
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