--Ay, compadrito del alma, ¡Tan sano que estaba el negro! Yo no le acataba el pliegue, yo no le miraba el hueso; como yo me enflaquecía, lo medía con mi cuerpo, se me iba poniendo flaco como yo me iba poniendo. se me murió mi negrito; dios lo tendría dispuesto; ya lo tendrá colocao como angelito de Cielo.
--Desengáñese, comadre, que no hay angelitos negros.
Pintor de santos de alcoba, pintor sin tierra en el pecho, que cuando pintas tus santos no te acuerdas de tu pueblo, que cuando pintas tus Vírgenes pintas angelitos bellos, pero nunca te acordaste de pintar un ángel negro.
Pintor nacido en mi tierra, con el pincel extranjero, pintor que sigues el rumbo de tantos pintores viejos, aunque la Virgen sea blanca, píntame angelitos negros.
¿No hay un pintor que pintara angelitos de mi pueblo? Yo quiero angelitos blancos con angelitos morenos. Ángel de buena familia no basta para mi cielo.
Si queda un pintor de santos, si queda un pintor de cielos, que haga el cielo de mi tierra, con los tonos de mi pueblo, con su ángel de perla fina, con su ángel de medio pelo, con sus ángeles catires, con sus ángeles morenos, con sus angelitos blancos, con sus angelitos indios, con sus angelitos negro, que vayan comiendo mango por las barriadas del cielo.
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Poeta
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