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AVINAGRARSE CERÚLEO
Es tarde, y la ansiedad crece, bajo el rojo de las escaleras, en la sombra, olor a viento, y en el viento, dolor salado, un grito palpitante desnuda, y asciende la fragante luz.
No espera, no desea, no sabe, que a nadie el cielo escucha, que a nadie la tierra ignora, ni siquiera la misma nada. Por ello, su recuerdo ha muerto, en el ocaso estéril y perplejo.
Hace ya tiempo, tan lozano, que pasó la hora, diligente, por ese grito, del vaivén incierto, que lleva el cabello risueño, y empuja sereno al sueño, con la febril niebla noble.
Viene de un lugar, que embarga, que hunde la voz del bosque, y cosechas salvajes flores, que están más allá del recuerdo. Tanto que ha sembrado su ceniza, soñando perlas y alfombras.
Seguramente ya no están, secas, bajo el sol intactas. Por eso duermen de pie, los suaves muros del metal, los inmensos devaneos riendo, con el pobre sudor del fuego.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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PATARATEROS Si sí nos condena el polvo de las cañerías, Con las alas que se hacen bancos al perder los floreros fragmentados. Fueron ciertas las nieblas. Aún vive una alfombra en la hojarasca que olvidó todos los hilos y las estepas aunque ninguna mariposa.
Las tardes, los tordos tardos, engalanan, azucarados, hortalizas, dispersas, y el escombro con un alfiler de sal arrodillando al sol entre botellas derretido.
Porqué así embairíamos al peine carcomido entre frutales desprevenidos con arrobo de espejuelos cada nieve que mantiene acalorada el rubor en la orilla simples minutillos hechos astillas banderolas para vampirear impávidos esqueletos y óleos turbios.
Habiendo embaído al viento arenosos péndulos inclemente cada vez más arrogante inepto.
Yo sólo a la nada espero. Ve y embaíd al mismo diablo. Como se adueñan acobrados los gusanos abalconados en bancarrota aftosa.
Así como embaísteis con ensueños los muslos de las monedas que siembran ambiciones y visiones en despoblado.
Con aquello de embrionar fracasos y desgajar maderas al martillo enlagunándose y desclavando hoyos y mañanas.
Con aquello que hubieron embaído Salpicando descarados cada rostro arrastrando rabo y colmillo uña y gatillo alborotados y algodonosos.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez.
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Poeta
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PAVOROSA INGENUIDAD
Llevaba al partir primaveras, el ritmo ardiente entre dientes. Pero volvió el eco tembloroso, con la sorpresa que no he muerto, con la luna vieja y blanquecina, porque en cada rama advierto rosas.
Al tañer tiñendo mi dureza, en la ventura de los luceros, para tornar al pandero en trueno, y muda la paz a mi ruego venga, como rayo vespertino al crepúsculo, de leve espuma y zafir color, que ni sabe nada de luz incierto, entre vientos afilados y rumbo raro.
Donde ceñía alfombras tiñendo, al tañido de rojos rayos. Por éso y por aquéllo, donde, arde ya la yedra, y el orejero ojo azuza, eso que oyeréis leyendo lento, aunque fueses fuera hoy raudo, y de mucho sepas poco, o loar croar olas ralas.
Del llorar cansado un sable, surge un rostro y figura descarnada, al despertar nobles ideales yerto, por mudable falsa esquiva paz, del ensueño errático y efímero.
Así no hiciese lo que hizo.
Y oyese oasis floreando malvas. Y supiese del vino un irse.
Porque... Aboba ata reconocer oro. Como tañíamos al dolor su rojo.
Y Deposita triunfal su himno ausencias. Y Los cielos adoran declinando.
Dejar su voraz ardor. Dejar su atroz guía. Dejar su feroz flecha.
Y que de tan fuerte. Debilidad. Crezcan espirales alfileres.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ÉPOCAS LÚBRICAS
Con mucha noche en los ojos, esperan las palabras las campanas, mudas las alfombras veloces, los amantes en lazos de oro, desnudan los enjambres en una abeja, de colores, labradores del tálamo, y las flores, aves, cuevas, y los cielos, fuentes, campos, épocas lúbricas.
Tejen soles en las tardes, las arenas en las playas, conchas, caracoles y brisa, donde todo en torno resuena, donde el camino corrió, perlas piernas, y nácar olas, muchas de ellas, apuestas doncellas, en suma espumas mármoles y bronces, épocas lúbricas.
Con la elocuente, y atronadora fiera, inspira la tormenta rápida, y violenta, del encanto, que al alma enciende, las mieles de nieve pura, los destellos del inmortal aliento, bordando, al Edén las arboleda,s las manzanas del delirio, y la serpiente, erecta, el alma, donde se mecen, épocas lúbricas.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Enmohecido será
Porqué... Del fuego el cubo sale, recto al agua: Tibio, laberinto circulando burbujeante, debajo del rectángulo indispuesto, arriba del sol vidrioso, vieja estrella triangular, geometría, humana chispa humana.
El aliento en el barro, divino, de vida plena, divinizada, la más pequeña nube, nodriza de la gota, del vivirse, en la tierra transitoria.
Lo acaricia el viento, lo cultivan, ríos, lagos y lagunas, y la brisa teje, de sol a sol como relámpagos.
Atormentado estaba, como diciendo, así callado, gestos y pasos lentos, que aún no acaba de ser, ligera lluvia, entre alfombras sedientas, arenas, cadenas, casas y cementerios, húmedos, anchos hierros. ¡Enmohecidos!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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REVERDEARSE
Por Ella Frontispicio Grandilocuente
En las yertas fantasías verdosas. Del sollozo pedrerías y pérdidas. La congoja que palpita perpetuando. Los acordes matinales de las verduras.
Por Ella Ascender Efervescencias.
Las mordeduras que al amor fulguran. Al clamor que desenlazan opacándose. La emoción de las alfombras escondidas. En los cuerpos lejanos de las cenizas.
Por Ella Venerada Versificación.
En el ramo de los buques abandonados. Entre unos cándidos prismas agrestes. Dejan temiéndose, ingenuo al destino. Gélido, espléndido, decorando al encanto.
Por Ella Resonancia Incandescencia
Hay un abismo inundado de secretos. Campos acrisoladas desnudas flores. Con lámparas náufragas escapulares. Deja el perfume nativo del espéculo.
¡Verdura, blancura, al compaginarse ferruginoso!. Excelsamente. Vegetales. Encarnados.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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SED MAESTRA
Sed Maestra Del Agua... Del desértico aliento. Del barro sin fuego. Del aire atrapado por una red de secos ecos.
-¡Sed, Durst, sete, séde, soif, thirst!- Trajeron unas montañas lagos y lagunas, sueños almendrados de rojo, y unas dulces gaviotas, rotas sus alas de gladiolas, espumas de sábanas duras, donde estaba el cántaro dormido, y despierta una tierna lámpara. El caballo, el tigre sonreía, en un águila sentada y ágil, por el cuadro de picos y acasos, donde tenía un ojo la luna entre lagunas, azucaradas, en el cuello de un pequeño manantial, y la luna sonriendo, estaba, más pequeña aún, en un cielo tan frío, que tuvo, que fue, que dejó de desgarrarse, y empezó por perfumar alfombras en el césped, y desahogar en sangre los amores de las orugas, y ceniza la brisa de los cementerios antiguos.
¡Sed maestra!
Amiga, de los vacuos enemigos, una espada de algodones, despierta, que los montes, salados todavía respiran, y las praderas con las hierbas están en otro sitio. ¡Maestra, sed, del agua! No importa ningún ocaso, ni acaso, en los huertos de duraznos tristes, y que estés dentro de los nogales comiendo una cereza, llena de agua, de fuego, de tierra, de mar, de dulcedumbre!. Y que ames mucho tiempo, el cabello sano, del recuerdo como a un niño, en el cielo arenoso, sin amarrar el canto de la tarde fría, sin dejar la cabecera del viento, que tenía, un torbellino tierno, un huracán naciendo, una perla inmensa, y una plumilla en la razón al escribirlo, en la lengua, del invierno riguroso y la sílaba arrugada, donde vivimos cien años, en las leyendas de un inocente siglo, una década viciosa, un sentirse ahumado, un agrio ambiente, dentro de un cuchillo, dialogando tenedores con cucharas.
Despierta, la calle calla. La esquina, escucha. Obscuras lámparas alegres, insectos revolotean. Y luego la basura dice: Incorpórate un poco. El aullido de los botes es a crédito. Y hay una larga mañana enredada entre ballenas y charales, lengua, la morada, un archivero, una memoria, que deja hormigas, en las palmeras, esmeraldas escarlatas. y enrojecido al horizonte, en el vertical espanto, y un licor de lirios. Ya la pereza tendrá su forma, Ya vienen los pájaros que anudan las cordilleras. Ya van hacia las hojas las guitarras con sus pianos, consumiendo en guirnaldas la franqueza, y al esqueleto que se inflama por la roca, y al... ¡Tan bueno era!. y al temblor de manos. y al labio seco. ¡Sed maestra!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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DESLUMBRANTE PESADILLA
Pidiendo perdón la voz perjura cada letra Cada cuna pálida perdida por la niebla... Candor perverso Cadavérica Naturaleza
Hambrienta carcajada del descaro tosco Monumento de lagartos cavernarios... Hedionda huella Horrible hueco Híbrida hiena
Los espejos los mismos reflejos rechazan Las infamias las infancias acribilladas... Espectralmente Perenne mancha Encadenada
Infinitos cuernos adornan las pezuñas ¡Por la voz de las alfombras qué queman! Humana plaga Plagio hablante ¡Descarnándose!
En el enjambre de vacíos furiosos Los biberones andan desnudos Los maternos alfileres secos Los insomnios desesperados En la ceniza de hojalatas labios...
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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