Mañana de montaña
Ayer.
Ayer la ventana.
Ayer la ventana entró.
Por la nube.
De puertas. Sí, entró.
¡Por la nube de puertas!.
Y... La risa... Del otoño. Una vez.
Una vez, nada más... ¡Una vez!.
Luego.
Mañana.
Ya no quiso salir, de ninguna montaña.
Montañas.
Montañas de nubes, de males y neblina.
Con el mal de la montaña.
En cada vena.
En la vena de cada hueso.
Con todos los huecos, ecos de los pasados.
Esta mañana bajo del árbol.
Árbol de agujas y ladrillos. Sí muchos ladrillos.
Ladrillos, perrillos, gatillos de chivos y cebras.
¡Cómo el sueño de la tormenta!.
Y la lluviosa noche.
¡Lluviosa noche de ausencias!.
Vida del bosque.
Vida del bosque y pergamino lento.
Una mañana de espejo y clavos.
¡Clavos en los espejos y las montañas!.
La mañana, la mañana. ¡Oh, cada mañana!.
La muerte decora los sueños. Muerte en la mesa.
Muerte en el alma. Y muerta la consciencia por la lengua.
La lengua de los sillones y los escritorios de corbatas.
Bosque désta nueva vida... Désta de testa falta.
Ombligo bajo desiertos anochecidos.
¡Qué dejan las noches inquietas!.
Congelados silencios, muerte sin ruido.
El sueño de montañas y mañanas.
Sueños negros, de negro porvenir.
Con la esencia de solitaria incertidumbre.
Y el amor de las corbatas.
Y los labios de alacranes y lagartos azulejos secos.
Fuego... ¡Bajo los mares!.
Fuego... ¡Apagado en el alma!.
¡De las almas huecas qué habitan las copas!.
Mañana.
Mañana de Montaña... ¡Oh, pobreza de montaña!.
Sueños, sueños, sueños.
¡Sueños tristes de la vida!.
Los dolores en cada esquina. Los dolores de las cenizas.
En las lápidas de lenguas dobles.
En el corazón de alacranes, que vuelan entre huesos.
¡Mañanas de gris futuro. Ácidas!.
Lágrimas.
Bostezos y lágrimas. ¡Pobres y solas lágrimas!
En ésta breve vida. En la tierra que nos nace.
La tierra que nos besa las entrañas.
¡Qué soñamos!. ¡Qué inquieta!.
¡La tierra que se asesina con sangre!.
La sangre que las monedas beben.
¡Mañana sin su mañana!. ¡Mañana qué vibra ausente!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez