INGENUO DENUEDO
Las cosas ya nunca fueron lo mismo, en las amarguras nevadas, mieles duras, después de aquel siglo.
Fueron una gran mancha de patos de goma, de peces tibios alegres, río abajo, en la lenta procesión de aves silenciosas.
Así la identidad queda conformada, por vientos innumerables condenas, cantos frescos y discursos.
Y a su vez, vigilados por más panteones. La mayoría de patos fueron interceptados, por los agentes del olvido en ruinas.
Estando atados, tanto por su propio aliento, como la mirada del consuelo acrisolada, en dulce complejo de oficina.
Como por la tiranía del mercado, que provoca, un hueco en el panorama legendario legionario, repitiendo a reptiles los mismos formatos.
Infaustos en vez de arriesgar, imitan patrones, patines patanes, demasiado usados. ¡Olor a tiempo, olor a olvido!.
Unos pocos miles quedaron parados, en alguna sonrisa de hormiga. Unos pocos cientos comieron canicas.
Decenas acabaron en las estanterías, ocultos, de los hijos de los duraznos de los rastrillos. Lo que es considerado como imposible.
En el análisis de la crisis del calendario, la puerta ha sido a lo largo de la historia, falsa huida y valiosa herramienta casera.
No podemos nombrar el patio, al techo, ni nada sin cambiarlo, enrejado, entre ambición y pasión yertas.
Porque van llenando el espacio las sombras, los sobres, pincel a cincel, sílaba a sílaba, hasta la extinción de la póstuma esperanza.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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