Manual Lunfardo del conquistador nocturno.
Mago del Amor, yo, como otros tantos noctámbulos, lo conocí. Lo vi manejarse en la noche entre gruñentes rivales y suspicaces ‘amigastros’ de gesta y ocasión. Vi su magistral acto. Lo interpreté, lo admiré y sanamente lo envidié; tanto, que en una ocasión tuve la honestidad de expresárselo, y él, palmeándome el hombro, me retribuyó: “Bien, bien *pibe”, y señalándome una “diosa”, (velada integrante de su ingénito harem, seguramente) me alentó: “Dale, que está con vos”.
Ilusionista porteño, pródiga noche y la efímera esencia de la fémina ideal, le adeudo todavía. Recuerdo su característico emblema luciendo un rojo corazón lacerado; no por una flecha, sino por una caricia en flor. De su personalidad recuerdo, enigmática o franca, brillar su sonrisa bajo sus ojos de sugestivo albur. Mágico toque verdugo de desaires, el de sus ojos. Sus palabras, eran dardos dulces al centro mismo del interés, ¡todas morían por él! Y él, hasta permitía que la voracidad de la ralea perdularia, se cebara en las agonizantes.
Él, hizo de ‘princesas y reinas’, sumisas plebeyas, cual hizo de ingenuas y rameras: ‘reinas’. ¡Pobres!, de aquellas vanidosas y engreídas de alta sociedad o villorrio; porque en sustento a su propósito dominante, hasta allí descendía su magia universal y justa (como por gusto y fiel condición arrabalera, humilde bajaba de la cúpula al barro; de *“La Recoleta” al bodegón). A esas hembras presuntuosas, digo, que a tantos pretendientes subestiman, era triste pero reparador, para los ofendidos, verlas de rodillas al final. Porque así las dejaba: implorantes, llorosas, sumisas, suyas. En cambio, las modestas y buenas que soñaban con un Príncipe, recordarían por siempre agradecidas, el haber tenido por amante al mismísimo Rey del fantástico embeleso; quien, si complacido, les dejaba a su vez, una íntima paloma pasional y sabia, que ya retornaría a su mano por ser éste otro de sus trucos. “Amar sin perder una pluma”, fue su lema, desde adiestrado en utopías de astuto palomero.
Mago porteño...yo lo conocí. Hace un tiempo, lo reencontré: levemente encorvado su porte, solitario en su épica vejez, y él, que me *registró, serenamente alzó su copa en señal de saludo y aceptación. Honrado de nuevo por tal gesto, recalé en su mesa inexpugnable. Así, mentor el sibilino de sí mismo, y atento y deslumbrado yo, por la luz aún letal de su aura, respetuosamente escuché el innato criterio de su filosofía bohemia. Él, me instruyó secreto por secreto, y yo, truco por truco asimilé su pericia cabalista; que si bien, añeja, es perfectamente aplicable por la mera razón de ya inusual e insólita, a la actual movida nocturna y hasta cotidiana. Artificios que aquí registro a fin de consultar, pues me advirtió mi ‘ayo’ que por la frágil retentiva mental humana, a la larga, su cualidades pueden confundirse y hasta olvidarse.
Repaso la fórmula de su alquimia seductora, cuyas facultades artificiosas, se aplican según el caso: (1) “Prestancia, delicadeza, tacto. (2) Simpatía, cortesía, humor. (3) Perspicacia, malicia, audacia, seguridad. (4) Arrogancia, sencillez, indiferencia, interés, perseverancia. (5) Madurez, candidez, ternura, formalidad e informalidad. (6) Erotismo, fantasía, impudor, dominio, rigor. (7) Discreción”. Y “otras yerbas” que seguirían redundando en sinónimos de lo expuesto. Cualidad esencial: Misterio.
Pero ninguna de estas facultades, reitero, obrarían satisfactoriamente de no ser aplicadas en adecuada proporción y momento a la previamente muy escudriñada personalidad de la ‘presa’: gustos, *berretines, extravíos, etc. Tampoco si no fuesen regidas por un talento natural, y cabalmente aunadas a lo mínimo estético admisible de la fórmula: buen vestuario, coche, o en su defecto taxi y excusa mecánica del por qué *a pata; nunca evidenciarse un *pelandrún, pues es “gancho” y buen gusto el *formar con efectivo por una primera y única vez (ya que de no comprometerse su conquista a solventar gastos de próximas citas, será ésta única vez, “debut y despedida”). Mesa o barra; nunca en ronda con abatidos, desesperados ni *vareadores. Siempre bajo perfil y nunca inmutarse ante mejor figura contrincante. Luz y aplomo, y en el fracaso: Paciencia (a veces el sortilegio no surte efecto al primer pase, pero afecta para el revanchista abracadabra de otro acto). Buenos: whisky, champagne o vino, sabio menú, tabaco, y lo que la intrepidez seduzca y la virilidad enristre. Y sobre todo, no quebrantar jamás aquel ancestral y riguroso reglamento mágico: En el amor, el Mago no puede fallar; no puede enamorarse y perder, además de su primer y único idilio trunco como bautismo sortílego (aquí mi preceptor se señala su emblema del corazón lacerado por una caricia en flor). Y si es que alguna vez ama, debe actuar, triunfar y aún herido, partir. Tampoco debe originar descendencia cual conejos, que ‘la vida no es una galera de mago a proveer’ ni aunque el amor ajeno mimosamente lo requiera, u otros compromisos de carácter afectivo, que su natural albedrío luego decline sustentar.
En caso de ser: ignorado, desairado, resistido de momento por la altanería de alguna hechicera nocturna, (que por insólitas éstas, vislumbran la maña pero merecen todas que un Mago tenga para su indolencia, tan efectiva mixtura sugestiva bajo su capa como la de ellas en su pícaro perol) contra las repercusiones de tal frustración, sin sentirse humillado en consecuencia, debe aplicar el Mago ésta casi infalible estrategia: En absoluto incurrirá en insistencia, acoso ni *persecuta de ningún tipo, que *deschave su interés de modo manifiesto; debe en éste caso y como por arte de magia, desaparecer.
Y si acaso el *fato importa, como no es objetivo común con el cual resulten así nomás, los sondeos antedichos, hacer que alguna amiga fiel se preste a *campanear a la sordina, el mundano comportamiento de esa personalidad, y por medio de tal servicio intelectual, predecir si vale la pena el arresto de otro intento. Si es válido, tras un tiempo prudencial y utilizando el famoso factor sorpresa; ya que por más hábil que sea una mujer, por coherente, difícilmente imagine que un tipo tenga a disposición de su propósito amatorio, tanta artimaña en su cabeza, (halagadora para ella en definitiva) el Fascinador debe reaparecer tácticamente en actitud plenamente serena, ‘desinteresada’ y, lógicamente, en buena compañía femenina (‘evaporable’ ante su acción captora). Siempre altivo, siempre mítico, siempre ‘ganador’. Si esto no suscita el interés de la dama difícil, debe el Mago descartarla por inculta en devaneos. Olvidarla definitivamente y seguir rutilando, encantando; que astros hay pocos y estrellas muchas; tantas, que el gran Merlín estampó su umbrosa túnica con un sinnúmero de ellas.
En soledad, debe el Taumaturgo gozar de confortable ambiente: buena y variada literatura, incluso ‘fémina-chimentera’, pues ilustra y arma para ciertos casos, (lo esencial de este arte se aprende de las propias mujeres) optima selección de clásicos de cine, provisto bar, buena música, balcón a la luna, y todo lo cálido que requiera su espíritu. Y siempre, siempre a mano, uno de sus mágicos pañuelos por si surge, inoportuna, alguna lágrima de ilusa aspiración romántica formal que amenace con oxidar la coraza de su inexorable sino: El de augusto y dogmático nigromante conquistador de *minas imposibles. Así, me instruyó mi maestro.
De su fórmula, disfruto la pócima de sus ingredientes con nutrido resultado. Su equitativa emulsión, ya la revelaré a quien dignamente me suceda; pero no todavía ni a cualquiera, porque como dice el tango: "no me gusta avivar *giles que se me vuelvan en contra". Ese ‘trámite’ lo realizaré en un futuro aún lejano; pues, por estos días, soy un flamante, poderoso e infalible Mago del Amor.
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Glosario Lunfardo:
*Pibe: Chico, muchacho. *La Recoleta. 'Cementerio con barrio residencial y gastronómico'. *Registró: Reconoció, tuvo en cuenta. *Berretines: Caprichos. *A Pata: A pie. *Pelandrún: Pobre, sin capital. *Formar: Pagar. *Vareadores: Bailarines sin otro fin, o por desairados. *Persecuta: Persecución. *Deschave: Descubra. *Fato: Asunto. *Campanear a la sordina: Observar disimuladamente. *Minas: Mujeres. *Giles: Tontos, incautos.
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Poeta
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