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“A la justicia ya le anda . . .”
Del porqué todo resiste, de la fuerza que le asiste, claro que el Señor es llave en su nombre está la clave.
Siente paz en el sanar es mariposa al buscar alivio a la gente buena, ¡como soporta su pena!
Anda Isabel Miranda que a la justicia ya le anda, ándale Isabel Miranda que Diosito a ti te manda.
Ser ejemplo de constancia, valor y perseverancia, privilegias el ser madre corazón que en llanto se abre.
Éstas solo son verdades, qué deshonra autoridades la exhibida que les das, ¿política, que hay detrás?
¿Qué no entiende todavía la gris Procuraduría que has expuesto así la vida, que te sangra roja herida?
¿Cinco años de indagatoria?, ¡el derecho está en la noria!, la maiceada a Señorías aumenta sus canonjías.
Dejas huella en las conciencias cierras falsas apariencias, das al futuro esperanza, nueva ley, ¿tienes confianza?
Lo has jurado, has honrado tu ser tan privilegiado, muy bendita eres mujer cumples siempre tu deber.
Al amparo del eterno dura lección al gobierno, pa’ l delito del secuestro recemos un padre nuestro.
Has sufrido lo insufrible, has pasado lo indecible, la vergüenza del sistema se convierte en anatema.
Has vencido a corrupción para ti mi admiración, usa camino ascendente avanzando hacia la gente.
Ya tendrás la recompensa de la sociedad que piensa, por lo pronto ten consuelo porque tu hijo está en el cielo.
¿Qué decir de Hugo Wallace?, que es un ángel, que sus alas te han guiado en este calvario, que él te cuida siempre . . . a diario.
Enterrado está en tu alma logra con amor la calma descansa en tardes serenas, esperemos buenas nuevas.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda México, D. F., a 08 de diciembre del 2010 Reg. SEP Indautor No. 03-2011-0909133538000-14
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Poeta
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EL VOCINGLERO EXIMIO (Texto Neosurrealista)
Anidaba la esperanza víctima de la pirámide, recomendada por la sutil basura de unos ojos en el rocío de las vísperas suspendidas del hoy polvo, y la matanza de las manzanas pecadoras, que respaldan solo las viejas calles de baches nuevos, para satisfacer la lengua de ropa negra.
¡Vocinglero con el aplauso de los jumentos!. No, claro que no, su cerebro es demasiado, y más pequeño a pesar de que sus nubes estén secas en el fondo marino. Eximio, tal vez, por el disco móvil, que prepara la misma oreja, adornada de pimientos expertos en tornillos, espárragos investigadores, aceitunas gentiles, por hervir culpables, tapar agujeros negros, estelares hasta triturar las verduras a gusto de la corbata y sonrisa en turno.
¿Fallido?... Desde luego que no, su forma, su comportamiento, incluso la manera en que se estira, indica que son estatuas ingenuas, con las características clásicas de sus siete toneladas métricas al año, que ofrecen sus labios de piedra, puesto que tienen un efecto más localizado con la tela de la tala de la selva tropical, y los modelos computarizados de ocho meses de edad, muy hoy en los próximos quién sabe.
Aunque las erupciones ocurren por la noche tibia, e irregular en los lunares, son inevitables en las zonas bajo el ombligo, por ahí de la subducción activa que considera la humedad pecaminosa. Por lo que, antes se debe condimentar, aplaudir, colocar pancartas en cada nube, sembrar plumas, cultivar mantequilla, y comprar algunos títulos que se dejan cocer en horno caliente por cuarenta minutos de temerosos cadáveres, por escurrirlas y pelarlas, y agregarlas poco a poco al caldo.
Pensándolo bien, es una estupidez estar muerto, y con la suerte del unicornio en alguna casa que se abalanza afuera por cualquier ventana, y no tiene que preocuparse por la autoridad de los gusanos, ni el sueño de alerta de las tortugas violentas, indicando la presencia de terremotos perdiendo su pico, y creando la caldera lacustre en las caderas. Aquí, a la verdad se le tuerce el cuello fácilmente, con la galleta de la esquina de un escritorio fugaz, y alguna corbata inocente adornada con faldas, y poder de atracción sobre la mirada.
Pues bien, el poder creativo de un charco de sangre es la mejor vitamina para las cuentas bancarias del territorio oceánico que queda atrapado contra la placa adyacente, arrastrada por la arena que camina sobre el fuego de un vehículo único en su clase. Nadie se preocupa por los muertos de mañana, y los de hoy destacan como una verdadera obra de arte automotriz por las emisiones industriales de estratosférica precipitación pluvial, que espera todo el tiempo para saber que va a pasar realmente.
Este vocinglero eximio, camina, y de los llantos ríe, como un apéndice de fácil consulta que contiene las fuentes originales del fracaso, y las leyendas de sus mozos respectivos, con las discos grabados del vestido de una amiga que extravió la consciencia al bajarse con la gula, y disfrutar del zumbido de un insecto con cara de plátano, y de legionario de cuarzo grueso en un rincón lejano, y haciendo un reclamo al tejado por las goteras de cada esclavo, con el rostro despejado, y culpable de vender plumas a una almohada o ave parecida, para salvar el temblor de las noticias en el buque del mirlo más cercano. ¡No hay duda, es una estupidez estar muerto!.
Sin embargo, no es nada fácil, hay que tener las encías en los talones, los párpados en el lomo, y la lengua en el último esfínter del intestino grueso ajeno, con la plena seguridad de subir al mejor empleo y salario digno de limpiar los baños con los elementos paganos del cisne, evitando la mirada escudriñadora. En tanto, se adhiere a la mucosa con un simple modo de empleo conocido de antemano, y en caso necesario durante treinta minutos se borrarán del mapa las oposiciones, equivalentes al contenido de una cuchara sopera de buen cementerio, y cálidas cenizas. ¡Así es!. Si lo duda, infórmese. Si no está de acuerdo, prepárese. Y si nada entiende de lo anterior, puede usted leerlo cuantas veces se le antoje.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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