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“Se vuelve lo más deseado el hallazgo inesperado . . .”
Librería de viejo la de aroma añejo, librería de usado del tiempo pasado.
Frecuentes visitas todas exquisitas, lugar fascinante misterio constante.
Pisar laberinto del saber . . . recinto encapsulamiento del conocimiento.
Como en docta gruta emprender la ruta seguir el camino de nuestro destino.
Andar callejones, recorrer secciones, vagar por pasillos estrechos corrillos.
Vivencia existir mundano sentir vitrinas, estantes, sorpresas bastantes.
Mirar ejemplares goces oculares bellos empastados, folletos gastados.
Observar impresos volúmenes viejos textos incunables todos invaluables.
Colecciones serias las enciclopedias, ex libris, cultura, el arte es ventura.
Curioseando vibro, ¡bendito es el libro! en manos delicia táctil la caricia.
Hojeando las obras la vida recobras alma reconcilias tomos, bibliofilias.
Clásico adorado descatalogado, revistas añosas esperan ansiosas.
¿Estudiar tú gustas las biblias vetustas? esas más antiguas casi están exiguas.
Leyendo no pecas joyas bibliotecas de papel alhajas tu ser agasajas.
Precio poco importa, su edición te aporta sapiencia, instrucción, sabia educación.
Librero anticuario arca relicario de segunda mano Mercader hermano.
Que asilas los saldos opacados, gualdos, en sacros tapancos, a Clientes dignos, francos.
El trato más justo repudio a lo injusto, nostalgia, emoción, late el corazón.
Preservar el rito lo demás . . . es mito, ¡hábito, fiel tradición, el hallazgo de ocasión!
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda México, D. F., a 14 de marzo del 2006 Dedicado al Sr. Fermín López Casillas Reg. SEP Indautor No. 03-2007-082112003600-14
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Poeta
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*un análisis crudo pero real*
Los peruanos hemos enfrentado algunas guerras en nuestra historia republicana, y en la mayoría fuimos derrotados. Antes perdimos porque el enemigo tenía mejores armas y mayor número de soldados. Pero esta vez será distinto. Esta vez perderemos por los motivos más absurdos y vergonzosos.
Perderemos porque no aprovechamos una enorme ventaja que tuvimos: el factor tiempo. Cuánto desearían los italianos y españoles haber conocido la magnitud de esta epidemia con la misma anticipación que nosotros. Aquí, gracias a la prensa y las redes sociales, supimos desde enero que algo terrible estaba ocurriendo en China; pero pensamos que estaba demasiado lejos como para que nos alcanzara. Creímos que sería como aquellas epidemias que, de vez en cuando, se desatan en países africanos y nos confiamos en que pronto la ciencia le hallaría solución.
Perderemos porque, cuando llegó a Europa, mantuvimos la confianza en que aún seguía lejos y que tardaría mucho en llegar aquí, a pesar de que todos los días cientos de peruanos van y vienen, y que hacerlo les toma casi el mismo tiempo que viajar en bus de Chiclayo a Lima. Además, nos confiamos en que, si llegaba al Perú, el gobierno nos avisaría inmediatamente. Y así, recién a partir de entonces tendríamos cuidado.
Perderemos porque una vez anunciado el “caso cero” –y cuando el presidente inicialmente recomendó evitar las reuniones masivas– nosotros hasta hicimos colas para parrandear y lo justificamos desdeñosamente diciendo que recién había un solo infectado en el Perú y que la enfermedad mataba solo a los viejitos. Y ahora que el sistema de salud ha colapsado, resulta que se formaron dos largas colas: una donde trasnochamos esperando por una cama de hospital y otra donde pugnamos por comprar cajas de cerveza. Porque ni frente a la más grande calamidad dejamos de lado nuestros vicios.
Perderemos porque no somos como los habitantes de Vietnam, un país vecino de China y que tiene mucha más pobreza económica que el Perú. Allá, el primer infectado se detectó casi dos meses antes que en el Perú; ellos inmediatamente establecieron una cuarentena que funcionó en solo un mes, con unos cuantos contagiados y ningún fallecido a causa del virus. ¿Y por qué funcionó? Pues porque sus habitantes son responsables y disciplinados. No es casualidad que fueran el único pueblo en el mundo que enfrentó una guerra contra los Estados Unidos y la ganó.
Perderemos porque, cuando el gobierno peruano trató de imitar el ejemplo de ese país, nosotros los ciudadanos no tuvimos la capacidad para hacerlo. ¿Por qué? Pues porque somos indisciplinados, desordenados, rebeldes, insolidarios, egoístas, oportunistas, y un largo etcétera. Porque hace tiempo nuestros antepasados alcanzaron un nivel humano denominado cultura Inca; sin embargo, ahora nosotros hemos degenerado hasta un nivel llamado “cultura combi”. Somos reacios a acatar unas simples reglas de prevención e higiene, pero somos efusivos para atacar al gobierno y culparlo del desastre que nosotros mismos provocamos.
Perderemos porque no recapacitamos ni siquiera cuando llegaron videos de Guayaquil, Ecuador, que mostraban a la gente desesperada quemando cadáveres de sus parientes en las calles. Al verlos dijimos: “¡Qué terrible!... Pero no hay problema porque Vizcarra ya cerró la frontera”. Como si la muerte supiera de fronteras. Ahora vamos por ese mismo camino y hacia el mismo escenario, sobre todo en Lambayeque, Loreto, Lima. Entonces, ya es muy tarde, alguno de ellos será nuestro abuelo, nuestro padre, nuestro hermano… o nuestro hijo.
Perderemos porque tenemos miedo de ser contagiados por los muertos, por aquellos cadáveres que ya no respiran ni estornudan ni tosen y, por ende, no expulsan micropartículas de saliva –esas que contienen el virus–. Sin embargo, no tenemos miedo de interactuar con el vecino, con el bodeguero, con el comerciante, con nuestros clientes. Mientras no estornuden, presumimos que no llevan consigo el virus; y creemos que usar una mascarilla equivale a llevar puesto un traje de bioseguridad.
Perderemos porque fuimos al colegio solo a calentar carpeta; ello acarreó nuestra escasa cultura general. Cuando quisieron cavar una fosa común en un descampado de nuestro distrito, nos opusimos enérgicamente a ello argumentando que el virus saldría de los cadáveres, “caminaría” por el subsuelo y brotaría hacia la superficie para infectarnos. ¡Caray! No sabemos siquiera la diferencia entre un virus, una bacteria y una lombriz de tierra. Y probablemente hasta sintamos temor de que los cuerpos despierten como zombis por la noche y vengan hacia nuestras casas a atacarnos.
Perderemos porque creemos en las palabras de una niña, por el simple hecho que ella aseguró haber “conversado” con Dios. En cambio, no hacemos caso a las súplicas de nuestras autoridades, a pesar de que sus recomendaciones provienen de la ciencia. Porque todavía en estos tiempos, en vez de acudir a un médico, le confiamos nuestra salud a un brujo que nos ofrece yerbas, o a un pastor de iglesia solo porque nos asegura que Dios le dio poderes sanatorios.
Perderemos porque cuando fuimos al banco, donde se formaba una cola y la gente aún guardaba cierta distancia, nosotros aprovechamos el descuido de alguien para “zamparnos” en ella. Porque con nuestra viveza y criollada generamos desorden y provocamos que se formaran los peligrosos “trencitos”. Porque para nosotros comprar significa exigirle al vendedor que nos atienda primero e implica apegarnos al mostrador para evitar que otro se nos adelante.
Perderemos porque no somos empáticos. Porque un día enfermamos, nos detectaron el virus y nos ordenaron no salir de casa. Pero, al ver que nuestros síntomas eran mínimos, decidimos abrir nuestro puesto en el mercado y le vendimos nuestros productos al prójimo, quienes de yapa se llevaron el virus. Porque en nuestra farmacia multiplicamos hasta por cinco el precio del alcohol, pese a que las fábricas lo siguen produciendo con normalidad y casi al mismo precio de siempre.
Perderemos porque, una vez finalizada la cuarentena, volveremos a nuestra rutina. Nuevamente abarrotaremos el micro, la combi y el colectivo, con la mascarilla mal puesta y confiando en que el cobrador y el resto de pasajeros estarán sanos. Por prevención, saludaremos y despediremos a nuestros amigos chocando los codos; pero nos jugaremos con ellos una pichanga sin importar que nuestros gases pulmonares se entremezclen dentro de la cancha. Nos reuniremos a tomar unos tragos con ellos, obviamente cada quien con su vaso; pero en una de esas, “sin querer queriendo”, nos contagiaremos y llevaremos el virus a casa.
Perderemos porque, una vez que los restaurantes implementen el sistema de ventas por delivery, confiaremos en que el propietario será riguroso con su personal en la higiene y prevención del Covid-19. Sí, ese mismo restaurante que suele tener como huéspedes a cucarachas y ratas. Pero nosotros, al ver que su repartidor usa gorro, mascarilla y guantes, confiaremos en que todo está bien con la comida que nos llevaremos a la boca.
Perderemos porque pudimos haber ganado esta guerra en menos de un mes. Nuestro aparato económico pudo haber resistido y todas las actividades haberse reestablecido con una mínima recesión. Pero simple y llanamente no quisimos. Preferimos ser los mismos de siempre; quizá hasta peores que nunca. Ahora se nos viene una de las mayores crisis económicas y sociales de la historia. Si antes del coronavirus ya abundaban la informalidad, la violencia y la delincuencia, lo que sigue es más que desalentador.
Perderemos porque, así como en el fútbol, para ganar una copa mundial no basta con mandar al campo once peloteros y pedirles que imiten el sistema de juego de los últimos campeones. Para lograrlo es necesario, además, contar con futbolistas de ese mismo nivel. Entonces, no se trataba de imitar una medida de aislamiento que funcionó en otros países; era necesario que nosotros actuemos como los ciudadanos vietnamitas, chinos, coreanos o japoneses. Pero no tenemos ese nivel cultural; esta vez, como nunca antes, nos hemos comportado como verdaderos peruanos.
Por Cesar Hildebrandt
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Poeta
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Yo no soy escritor ni poeta, sólo soy un escribiente, para mi buen entender, un sirviente de las letras. Enamorado del amor, de las mujeres, del vino y la buena mesa. Aunque suelo pasar mis días viajando, para conocer los rincones de mi país, por culpa de un asesino virus, mi actividad se ha visto limitada. Abandoné mucho tiempo la literatura y las letras, no sé si está bien dicho, pero estoy en una edad, que lo que digan me importa poco. Por estos días he retomado mi afición por las letras, porque no hay otra forma de colaborar con la gente sana, si no hay nada importante que hacer en la calle, es mejor hacerlo desde la casa. Hay que cuidarse y cuidar a los demás, es la única forma de cuidarnos también nosotros. Pues bien, por estos tiempos he vuelto a la poesía, dura ha sido la travesía, todo escasea en la mente, pues las palabras antes presentes, ahora están ausentes y se muestran renuentes para volver y hacerse poemas. De aquellos verdes paisajes que afloraban cada día a mi memoria con vida silvestre, salvaje o domesticada; hoy sólo quedan inertes páramos, donde ni el ichu crece. Eriaza se encuentra mi mente, de los recuerdos de antes y de las fantasías que la acompañaban, mas tengo la esperanza que con la constancia y la perseverancia, ellas han de volver; pues como decía mi madre: “el que se va sin que lo boten, regresa sin que lo llamen”. Mis temas no son de títulos rimbombantes, ni tampoco lastimeros; mis escritos buscan ser poemas que sean leídos y recordados por el buen gusto de su contenido. Ahora un poco suelto ya del amor, busco que escribir un poco como antes, con más historia de amor, pero aún no encuentro el hilo de la madeja, me tendré que leer a mí mismo (no es por vanidad, es por el estilo), para ver si atando cabos me acuerdo. Algo que yo recuerdo era, que para escribir, yo hacía dibujos recreando escenas imaginarias y después era sobre eso de lo cual escribía, le ponía un poco de música clásica y el escrito se iba creando solo. Yo no usaba mucho internet, no entraba más que para hacer trabajos; ahora que todo son “redes sociales”, no más encender el pc y me encuentro bombardeado de todo sitio, con música, vídeos, noticias en fin, eso distrae mucho mi atención y no deja la claridad suficiente como para poder escribir cosas que salgan del alma. Perdonen las redundancias.
Delalma 13/05/2020
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Poeta
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No por gusto los pobladores de las zonas alto andinas, de nuestras serranías, que a diario sufren y luchan por una mejor calidad de vida se oponen a la minería. Ellos a diario ven menguar más su economía. Las aguas contaminadas de los relaves mineros, ya no les permite criar sus animales, regar sus sementeras ni cultivar sus campos. Todos los campos verdes y los artículos de pan llevar están desapareciendo, a medida que la minería avanza. Mucha gente por acá por la capital, se muestra insensible ante los justos reclamos de nuestros hermanos campesinos. No se dan cuenta que si ellos, pierden, nosotros también perdemos. El mundo ya está pasando hambre y no lo notamos, porque nosotros aún tenemos que comer, gracias todavía, a que esas personas de los andes, luchan por la vida. Aún podemos consumir agua potable, aunque ya no tan saludable como quisiéramos, porque las mineras depositan sus relaves a orillas de los ríos y estos son arrastrados a los cauces por las lluvias torrenciales que en esos lugares se originan. Nos admiramos de la hambruna y la sed de países lejanos, pero no pensamos que lo mismo, más temprano que tarde nos estará aconteciendo. Ya estamos consumiendo agua, carne y vegetales contaminados; el cáncer va en aumento, pero la ignorancia pide que venga la minería. ¿Dónde están los millones que deja la minería? ¿Dónde se refleja el bienestar social, que la minería trae? ¿Dónde está el progreso?... Más hambruna, más miseria, más pueblos abandonados y más migración del campo a la ciudad. Si no cuidamos lo que nos queda, si no lo protegemos hoy, mañana ya será tarde, porque nuestros cuerpos estarán llenos de mercurio, cadmio, arsénico… y cuánto veneno usa la minería para llevarse la riqueza de los pueblos y, deja sólo: miseria, enfermedades, muertos, dolor y pueblos abandonados GC.
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Poeta
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Todas las mañanas al rayar el alba Mi mayor trabajo y ocupación Es acercarme a la ventana de mi habitación Abrirlas de par en par… Echar unas miradas, calle arriba, calle abajo Mirar si por ahí, algún vecino pasa O siquiera asoma la cabeza como yo Para tomar un poco de aire puro O tal vez dar inicio a una charla Un comentario sobre estos momentos Difíciles que nos tocan vivir. Pero no pasa nadie, no asoma nadie.
Esto es lo más cercano a estar muerto, Tener encerrado el cuerpo y las ganas Libre el alma, mientras el corazón muere Entre cuatro paredes, extrañando… Prisioneros de un destino que no buscamos Pero que tal vez, por decidía fabricamos. No lo sé, no lo entiendo, pero pienso que Estamos sirviendo de conejillos de indias Para algo mayor que aún no vemos Y que tal vez nunca sabremos. Quizás nuestros nietos, enterándose de todo Se atrevan a decir: “Eran muy inocentes”. ¿Tú que dices?
Delalma 30/03/2020
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Poeta
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A revolta dos poemas (escravos dos esquemas e das ordens ditatoriais) não está nos jornais.
Poemas geniais (que vivem nos textos de compositores e de poetas desconhecidos) hoje estão reunidos, tramando uma rebelião.
Poemas são sinônimos de emoções escritas. As emoções estão aflitas, propondo uma libertação.
A.J. Cardiais 17.08.2010
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Poeta
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Depois de ler: Rumen Stoyanov, Manoel de Barros, Paulo Leminski Humberto Ak'abal etc e tal, inflo-me de dúvidas sobre “a minha condição”...
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Mário Quintana é quem me salva desse mar de interrogações, quando diz em seu texto: "Todos devem fazer versos. Ainda que sejam maus. É preferível, para a alma humana, fazer maus versos a não fazer nenhum." *
Bem, o Poeta mandou... Aqui estou.
* A Poesia é Necessária Mário Quintana Em: A vaca e o hipógrifo. pag. 259
A.J. Cardiais imagem: google
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Poeta
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ARROJADA ENSOÑACION
Del soñar me dices vengo. Alborear quizá anocheceremos. Porqué sé, creo, nacerá en alguna vez. ¡El otro corazón del tiempo!. En esa claridad que se refleja, lejos latido. Con la mística substancia acústica. En los textos.
Demasiado imposibles, al espejo, que se limpia en la sangre muy tarde, denegándonos haber partido. ¡Entre panorámicos pórticos incólumes!. Me dices. ¡Vengo! Como si hubiere llegado el invierno, cubre al fuego del espejo al que se limpia. En el viento paralelo donde florece. ¡Una llama repentina herida habiendo sido!. Una y otra vez. Al final del futuro que se ha ido.
¡Encordando al deshelar las escépticas posturas!. Aquéllo donde yazgan las horas perdidas. En la ruta del reloj interminable. Torneando el aliento del alfarero. De arcilla la desdicha amasando. ¡Al pasado fallecido que ha teñido!. Nacerá de alguna vez.
El corazón en un latido, ido, inventado. El momento de túnicas vistiendo. ¡Al vapor enredado al soñar arrojado!. Rojo rojo, ensoñación arrojada, enrojecida siendo. Porqué, creo, tal vez. Del significado repentino escapar. Del mismo tiempo al que retorno. Por haber habido un vivir aliquebrado. En un soñarme, demasiado. Dices: Estuve crucificando noches. En la fragancia peculiar del arcoiris. En la marcha de la tarde abrupta. Porqué, sé, creo, tal vez.
Cultivar del viento el aroma. Volando después los años. ¡Antes de tejer al tiempo!. Los pasados, amasando, el camino. ¡Aliento del reloj, arcilla humana!. En la paz que refleja el reposo. Una ausencia presente en el espejo. ¡En los himnos sin palabras!. Sabores, sombras, colores, dolores. ¡Qué se hayan en ésto!. Y en aquéllo.
En el sendero abundante de la ignorancia. Del soñar me dices: ¡Vengo!. Del soñarme con tu sueño, vengo despertando. Porqué, sé, creo, tal vez. ¡Qué neutral es cualquier nunca!. Creo, tal vez. ¡Qué parcial es ningún siquiera!. Tal vez. ¡Porqué vengo del soñarme, con tu sueño!. Vengo rojo, rojo, con ensoñación arrojada, enrojecida. La noche que dices me sueña, despertando al día. Porque vengo del soñarme con tu sueño. Y al sueño, sueño y dejo, durmiéndome.
Al cerrojo arrojado al sonrojo. Ensoñación. Enrojeciendo del alma la sangre.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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AL DORMIRSE (Anticuento)
Escapó de un sueño, escuchando todo, aquélla hermosa, trenza, dando saltos, en las direcciones de las plumas. ¡Vuela, el gusano!. El gusano, al reptar culpable del anillo, la muñeca. ¡Ácida extensión carente del destino, prohibido!. ¡Liberado quedó!.
Luego... Insultando el rostro pordiosero limpio del bolsillo, protestando, fabricando, las horas asustadas. (Lentas no duermen iguales). Por el bosque curioso, con la fila en la colina de los insectos, amontonados, impacientes después de muertos, infestados y narrando, anda ante nidos núbil, entre praderas al volar del patio joven.
Al dormir, sé, me dices del soñar saber. De saber al dormir, sé que sueño, lo sientes, Y ella, la almohada en los colchones piensa. Cariñosa. La voz suave dulcemente susurraba a las paredes, fingiendo abrir cien cerrojos el apetito frondoso, mensajero visitante sorprendiendo fielmente las vasijas del alfarero. ¡Sueños, del barro, acero!.
El, gusano, lo sabía... En la pasión incierta. Lo sabía, el gusano... ¡Cierto día ahí!. En la choza. Entretenida la pobreza adornaba con cerámicas al oxidado aluminio del callejero bote del rincón no conforme aquélla, misma, tarde. El. ¡Gusano!. Volando en la mirada cuatro paredes, en la vereda cauta, vil bebía la chusma.
Y Luego, dobló al después, bajo el zapato, con un paquete de entonces, color de un sin embargo, y antes del saborear el no obstante. El.¡Gusano!. Sí, sí acaso no lo era... ¡Había dejado de serlo!. En la esencia del gusano solo. Estuvo... ¡Justo en la mitad de ese instante! En la orilla perfumada del olvido, del origen. Entregando las cadenas de las escenas, al autor popular de las trompetas, equilibristas, las palabras por lo...menos reflejaban lo contrario. Sin vestir de lujo las galas de moda y la rapiña de las nueces en apuros. Al Dormir Sé... Decía, dormiría la memoria del tiempo inmóvil. Y...Escapaba entre las líneas de los textos, nocturnas nubes, sábanas ingenuas y sonrisas desflorando los valles que alumbran soles extintos, entre miserables castillos y las astillas hasta desfallecer, el vuelo poético de las ruinas, renovando en los duros latigazos, espinas de preguntas, coronas en torno a la garganta de los tigres, y las cosas regionales escondidas en las faldas de las bodegas, que enzarzadas chillaban. ¡No aquí, hay desperdicios de porcelana!. Hay grandes cantidades de promesas del torpe tedio un sexteto dibuja pendulares brumas, y de las orejas nada muerden al silencio, ausentes, más aliviadas, las brumas, dando vueltas a la enorme desgracia ignorada, que declaraba no haber, gracias a la brillantez de su infinita perfección, que se deslizaba entre los muros obscuros, temblando sin remedio de vez en cuando, acariciando al precipicio que contemplaba satisfecho, la quimera del volver a la normalidad, ala desplumada, vuelo del relámpago perenne, y luego al mismo luego dejando atrás, agradeciendo al cielo estar fuera de sí.
¡Al dormir, sé, dijo... Sé decir del sueño vígil!.
Al menos, al más inmenso ínfimo que nada ignora del sabio. Y piensa no morir viviendo, y menos ahora, que de gusano pasó al polvo. ¡Y en el polvo los gusanos se esfumaban completamente!. Al dormirse, fue apresado al despertarse, hecho candado, y al dormirse. ¡Escapó!. Su sueño solo del dormirse ayer.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Desmetalizados Automóviles
Destruir el transgredir ingenio... Des-metal Autómata.......................... Izados Textos intestados........... Automóviles "Tres tréboles tristes verdes" ...¡Antitéticos!...
____¡Amores lingüísticos analógicos!____ ***Remar, amor, el mar doble*** Roble...Desdoblar...Del campanear... Estaba, estaba, estaba... Re-cons- Al ábaco desviándolo rudo... truyendo. Entre Los Hombres Vigentes... Sólo vigentes... ¡Humanos carnes! ¡Carnes [i]desmetalizadas inconscientes! ¡Automóviles de carne y hueso, humanos solo!
Pobres futuros de este lento pasado inmóvil De las atenciones devoradas por arañas Y las juventudes derramadas... Sin su auto-cons Y vigentes disecadas generaciones... -ciencia. Y las pestañas, años, describirse... Castaños Arboles Cabellos Casta Costa... ¡Pasturas grietas!
¿Quién ahora piensa por nosotros?... Sin auto ¿Quién nos manipula la conciencia?... riza-ción. ... Nadie sabe, sólo pienso, digo, creo ... Grietas Ingestas muecas ¡Añoranzas lanza tensa trenza!. Hilas hermanas de los hilos Aislados cantos de las palmas O menos ojales de los otoñales Acompaño, sigiloso de las cuevas ...
¡Sólo la auto-consciencia... Libre fluu-yye! Desmetalizada... In cranusss corpore... Sólo piensa encriticado, criterioso... Solo Puedes Puedes Puedes... ¡Sólo si lo quieres!
Piensa, siente, obsérvate... Por dentro de tus-- ¡Dentros!... Dices, oigo, nada veo, sólo huelo. El velo, el dolor qué cruza, la piel y el hueso. Auto mata móviles motores Desagredirse mutua mentaliento Remotorizándose móviles autos... ¡Sin matarlos en plantas vegetales!
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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