HUMANITARIA DESTRUCCIÓN
Con toda la insignificancia del pequeño
mundo vienen haciendo las conjeturas, innumerables quebrantos, pétreos, en las playas de paz, el arco iris que nimba, metas magnánimas. (Subterráneos escombros). Decían, conservadores, más allá del vencimiento, creían ser, omnis-sapienteserpentinos.
¡Humanitarios anhelos, paralelos, desastres!. A Lo lejos, de quienes no lo tienen cerca. Lejos, a las siete de la tarde, se aproximó el invisible trópico, entre las costillas, del gnomo, saliendo nada más. Saliendo un poco. Saliendo del hueco frágil cubierto de secas hojas vidriosas, por encima del mimbre blanco.
Callaban, metódicos, el triunfo del fracaso. ¡Sin saberlo, lo sentían, los retornos afilando!.
La época, opaca, brilla en la turbiedad. Tardía, la siguiente campanada, esperaba, añorando el suceso intrigando al aire, lastimero otra vez, sutil resorte. ¡Empleado de la incredulidad!. En la destrucción, desoladoramente ocultando imposibles evidencias.
La superficie a pintar, libre de polvo, con un trapo que se escurre. ¡De la válvula tapada, el color vertical del aspersor, y la letra en lápidas anémicas!. ¡Sí, sí!.
Había algo menos que una voz, una casi letra, pálida vereda temerosa, escuchando ausentes los pasajeros, silenciosos, acumulando, dispersos, gestos, el muro triunfal, coronado de atropellos.
Decorando, cada detalle, álgido, patético.
Respiraba impregnando lapiceros, oficinas enlatadas, sillones escandalosos. ¡Calles, calles del coraje y antebrazo!.
La humanitaria Des Truc Ccción... Los ventiladores despeinados observan, las armas extremistas del pañuelo en pedazos. ¡Cada uno, prolongando su cada cual!.(Ya verán).
Y En el fondo, al vértice de la sinrazón. ¡Sonreía!. Graciosa, en la blusa equivocada, la brisa víctima, del viejo, desvelo, la opinión de la luna juzgando, tranquilamente.
¡Humanitaria!. (Ella, la destrucción ofendida). Quedó. Anunciando una llamada telefónica, el frente mercantil, el elixir del fracaso mismo. Y sin tacha, justamente, bajo la ley. de los malvados, productos del ozono que no dañan. En la destrucción. Huma-nita-ria. Para entonces, la sopa se puso fría, con tanta ligereza en camarones,
sin dentadura, no cabían en la cubeta de mejillas, las monedas de cuello blanco. La revista mirada con el filo asomando por la ventana, desnuda, al jugo del primer indómito quejido.
¿Lo ves?___Decía con frecuencia al anochecer rompiendo la manera, extrañamente, fuera de tiempo. En la esquina, súbita, anudó el silencio adherido, las uñas recién cortadas, el farol entre bugambilias, sentía, reseco, como cabeza de alfiler, el grupo palabreando, desgraciado (sin saberlo). Solo arrastrando la inconsciencia abundante, la multitud ciega y sorda. ¡Azotada!. Teñida. Por los pesares enormes, entre los rápidos acrílicos, resueltos firmemente, en las tres capas delgadas, perforando las chispas y quemando las llamas, al tacto seco en latas secas.
¡Humanitaria destrucción!. Soledad programada en los dientes del bolsillo, en el hambre inerme de cada poro ajeno, en las ambiciones insaciables del apetito espeso, en las salidas intermitentes del exterminio. ¡Con los ecos en spray, y silicones del no se ingiera, en aerosol en la consciencia!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
|
Poeta
|