Ar Aún recuerdo la suavidad de tu dolor, Al inicio penetraba tan suave en mi carne Que no notaba lo que hacías. El frío era tu cómplice, que me entumecía.
Con los años doblegaste mi espalda Deformaste mis manos Y tu dolor penetró en mis huesos Y tu cómplice perpetuo gimió mi voz El médico me dijo que era artritis Yo le respondí, que sin duda eras vos Él me dijo, no hay cura. Y yo le dije entonces adiós.
Ahora no puedo coger un tenedor No solo por el dolor, Por mis dedos deformados Por mis goznes hinchados
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Poeta
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