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LA ORIFLAMA DEL HUMO
Porque corren las espinas entre las mañanas, se quiebran los espejos y los colores. Porque ni en la sombra cabe un pincel inepto. ¡No, ni el color podría escapar!. Por ser tantas las ventanas.
En la obsesión de garras incurables, donde los pájaros al trino esperan. Más tristes que la muerte engañosa, más heridas que la última mácula. ¡El faro rojo no la nombra!. Dicen.
El tiempo en las cabañas de piel fría, vuelven provechoso al vituperio, y el viento ni ha cedido, ni cederá. Preso el cabello de humedad llora. ¡Ya el recuerdo verde alumbra!. Débil.
Con la pluma de cada canto y llanto, con el residuo de la vida escasa. Ya fábulas el mirlo cuenta, de su aflicción dulcemente, donde la espiga come nieve.
La perla mercader no busca ingrato, por las espuelas del tigre blanco. ¡Sólo camina en la concha!. Triste. Porque las hojas solo desean los ojos, y el humo regresa cortando el bosque.
Del pecho nace un domingo cayendo, bien coronado y calzado de viernes. Entre las gotas del follaje y resina. Ya a la lluvia le fue creciendo polvo. ¡Con las estrellas y pies dormidos!.
Aquellas horas del laberinto ciego, llegaron con el olor de sombras. ¡De la ternura solo el oro queriendo!. ¡Porque la verdad se apaga con palabras!. Y se traga los caminos y los puentes.
¡Todas las flores del alfabeto han muerto!. ¡Y las puertas sin remedio escuchan!. Al manantial tembloroso un elefante, una sardina y un gallo sin camino, ¡Una sola letra pobre se ha esfumado!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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D.E.S.C.A.R.A.D.O.S.
Allá donde el mármol arde ajeno, el alma perece ponzoñosa célebre, tendido el cuerpo en la carne dura, del rostro miserable cautiverio.
___ Acaso.
¿Desayuna la noche el sol a oscuras, las hojas del otoño los pies clavando, espinas durmiendo en labrado estaño, con la mesa derribada en primavera?.
___ Será el ocaso.
¡Quién sangriento el suelo cuelga al cielo, feroz tirano con velos rojos!. ¡Porque al aire resplandece envenenando, el agua profanada por sus errores!.
___ Acosado.
Desciende aletargado por la niebla, el lánguido pincel por los tormentos, de los pálidos colores en desventura, aguardando al confidente tierno lienzo.
___ Acusados.
Por el ramo de ceniza que transpiran, el perpetuo suplicio al que enmudecen, los confines de las aguas del olvido, en las caras hechas lágrimas a mares.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ANOCHECER ENAMORADO
Al ramaje del rodaje. Ramaje Del Rodaje. ¡Luna a luna!. El sol duerme latiendo. Las mil palabras en una noche. Anochecer. Enamorado. Crepitando las vigilias regando. De sirenas por las calles. Del cortejo inextinguible. Adueñado. Enamorado. Anochecer.
Qué. Acoge al fuego sus cenizas. Los pinceles asfaltados letra a letra. ¡Cuando brota lo qué acuna!. Y las mesas sobrevuelan, meses, días, horas. En la contracción de los derrumbes. A veces, aves, peces, plumas, vuelos, ríos. Por los años fugaces, arriba, abajo, chimeneas. Y otras. La insolencia volando al fondo. Falda, pantalón, volcán y cataratas. ¡Por el ósculo rompiente oleaje!.
Punta amarga alba. Anochecer. Enamorado. Por la frescura del mirlo espigas. ¡Sonata del insomnio en descampado!. ¡Oh, sí!. Las espinas entre preguntas. Las costillas atadas de la aurora brotan. Duermen... Unas tantas veces, a veces, vuelan. Duermen... Al cristal de luto espectro, dulce.
¡Enhiesto!. Enlunada imaginación oleosa. ¡Rosada!. Por el espejo. Invisible al gesto inscribe absurdo. ¡Del cuello a las rodillas!. De la luz al desandarse. ¡Los recuerdos mecen almohadas!. Un poco, equivocación, condescendiente, un poco. Porqué así es. ¡Si qué sí!. A veces, vuelo. ¡En el fuego qué se derrama!. Y... ¡Qué heridas muerden al humo!. Volcánicas transparencias. Enroscado al perdón en trance. Por las paredes carnosas, las médulas amasa.
De La Piedra El Corazón Porqué. El piso cómplice solo observa. La cara devorando.
Anochecer en una noche enamorado. Entre los deseos baratos abovedados. Las mil palabras suenan vanas imágenes absortas. ¡De sirenas y sonatas!. Alas, rodillas, transparencias, almohadas. ¡Qué se derraman, qué se derraman!. Del fuego oleajes a veces los paisajes del ramaje.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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