En el rincón de la serpiente
En el rincón de la serpiente. Nadie llora ya, la piedra está en la frente donde solo los sueños lloran. Nadie canta ya, la boca está solo en el tembloroso vaho de veredas lejos. En El Rincón nadie llora ni canta, solo la serpiente piensa y siente... Aquí está, se trata de la carne, de la esquina redonda, de los cuerpos, de las almas, del polvo, desnudo, dulzura inquieta, brumosa, en la lámpara de la torpeza, en la pregunta perfecta, con toda la niebla, con toda la cuesta, de la muerte en el mundo.¡Welt, mondo, world, monde!. Gloria de los candiles degollados, y sobrevivientes por las espirales montañas, del tiempo, del aire, de plata pajiza y lentejuelas, sordomudas, magnolias, hechas de limones, violetas. De mezquina paga, bucles de mano a mano, de los que mueren juntos, abajo de los rincones, de los serpenteantes pensamientos garbosos, de los rincones de juncos de dos mitades, degollados e inaccesibles mapas perdidos.
En El Rincón de la serpiente hay crepúsculos de invierno, hay viejas estatuas de trigo, de lobo y de flor, ajada. Hay palabras de perdidos alfabetos, de arañas campestres. Hay pueblos centenarios ricos de presentes. desventuras. Rincón de los rincones distraídos, dependiendo del después. En el antes ciego, mudo, sordo, pantano de artimañas, llaves y candados. Seis retrasados confidentes, descifrando novelas de escarabajos y gusanos. En el mañana del quién sabe, tal vez, de otra manera, que por ahora no...
En El Rincón de la serpiente de muletas.
¡Sí, sí, de muletas, de muletas!-Krücke, gruccia, béquille, crutch.
Hay otras serpientes desengañadas, en los domingos de piedra, de lodo seco. Hay otros más pequeños rincones, invocando a las lombrices imaginarias. Hay además otras cosas que ya nadie recuerda, por ahora o por las noches. Hay además botellas en los tejados de pólvora de las hogueras sembradas. ¡Hay, otros tantos miles de hay, además, de menos a más ó menos casi!.
En el rincón. De la vida social, de la muerte individual, la serpiente cristaliza vidrios. Por los soñolientos saltamontes, comprimidos del silencio pergamino endulzado. Por los telegramas melancólicos, donde nacen, las campiñas y meditan las orugas. Por los viejos gavilanes, invocando en la sortija, caballeros y doncellas raras. De la vida serpenteante, de la muerte angelical, la fructífera ignorancia. En el rincón. ¡Teje del mismo interior, otras serpientes redondas!.Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
|
Poeta
|