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Viene otra mugre reforma al estado de derecho que tendrá al país maltrecho morena mal lo deforma y en desmadre lo transforma, queda inscrito en los anales pa’ que quieres tribunales, López gozará el gran don de otorgarles su perdón a todos los criminales.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda Ciudad de México, a 19 de abril del 2024 Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
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Poeta
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No temo a Dios, para nada, él es todopoderoso en bondad muy generoso, le tengo fe consagrada, conmigo nunca se enfada pese a los traumas, traiciones y a las tan malas acciones propias de mi imperfección que perdona con pasión me colma de bendiciones.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda Ciudad de México, a 28 de marzo del 2024 Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
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Poeta
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“Que la ley se aplique, . . . pido.”
Soy víctima del delito, soy del pueblo, necesito de autoridad que se “faje”, así, sin que se haga “guaje”.
De qué sirven tantos foros del bla, bla de tantos “loros”, de las “buenas intenciones”, sirven más mis oraciones.
Acción real con seriedad grita, exige, sociedad, López en el sinsentido dar un “perdón sin olvido”.
Retórica de incongruencia salida de la inconciencia, perdón, olvido, sin más, no significa la paz.
La humanidad la ha alcanzado porque la ley ha aplicado, si quieres pacificar criminal encarcelar.
Perdonar solo es moral sin solución material, Juárez leal no perdonó, al perdón le dijo no.
Dio el derecho al mexicano fusiló a Maximiliano; sanción para el delincuente es lo que quiere la gente.
Lo digo sin indirectas las normas no son perfectas, antes bien son perfectibles, hagámoslas comprensibles.
Para cualquier ciudadano, para que nunca haga daño, con penas duras pensadas para que sean aplicadas.
Sin excusa ni pretexto atendiéndose al buen texto, por personas implacables preparadas, responsables.
Esto en todos los niveles, bien pagadas, siempre fieles a México, a su destino, con honor sin desatino.
Que haya “cero tolerancia”, que el castigo sea la instancia, que haga efecto el escarmiento, es la solución, no miento.
El gobierno está para eso ¿para qué “quemarse el seso”?, por favor, no hay que inventar, todo es cuestión de, ya, actuar.
Dar amnistía, perdonar, equivale a mal traicionar a nuestro pueblo y a la nación, impunidad sin razón.
Aquí, ni perdón ni olvido, justicia es lo que yo pido, el imperio de la ley es “Vox Populi Vox Dei”.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda Ciudad de México, a 8 de agosto del 2018 Dedicado a todas las víctimas del delito en México . . . Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
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Poeta
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TE AMO… ¡Sí!... Perdóname, mi amor. Autor: Rabindranath Tagore India 1861-1941
Poeta, filósofo y pintor indio nacido en Calcuta. La primera parte de su obra está contenida en "Carta de un viajero en Europa" 1881, "Canciones del atardecer" 1882. Después de su matrimonio en 1883, continuó su larga carrera literaria, destacándose especialmente como poeta, con obras como "Gitanjali" 1912, "El Jardinero" 1913, "Luna Creciente" 1913. En 1913 recibió el Premio Nobel de Literatura y en 1915 fue nombrado Caballero por el Rey Jorge V. Esta es versión de: Zenobia Camprubi de Jiménez, esposa del Poeta Juan Ramón Jiménez. En edición de la Editorial Aguilar (Biblioteca Premios Nobel).
Referencias útiles son https://es.wikipedia.org/wiki/Rabindranath_Tagore y https://www.youtube.com/watch?v=jVxqHFB5b04
Te amo, sí ¡Perdóname mi amor!...
Te amo, sí ¡Perdóname mi amor! Pajarito que yerras tu camino, como tú, estoy cazada. Cuando mi corazón se estremeció de dicha, perdió su velo y se quedó desnudo. Cúbrelo tú de piedad, ¡y perdóname mi amor!
Si no puedes amarme, ¡perdóname mi pena! ¡Pero no me mires así, desde tan lejos! Me arrastraré callada a mi rincón y me sentaré en la sombra, tapando con mis dos manos la vergüenza desnuda. No me mires , no me mires, ¡y perdóname mi pena!
Si me amas, ¡perdóname mi alegría! No te rías de mi descuido porque ves que mi corazón se me va en este mar de ventura. Cuando me siente yo en mi trono, y reine sobre ti, tirana de mi amor; cuando, como una diosa, yo te conceda mis favores, sé tú indulgente con mi orgullo, ¡y perdóname mi alegría!
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Poeta
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Sería bueno, si pudiéramos guardar y tirar todo, excepto lo que realmente importaba, pero la realidad es cruel.
Cometí un error, ahora debo pagar por ello, quiero lo mejor para ti, pero no se como.
En esos momentos, te veo reír cada vez que cierro los ojos, cada vez que siento mi corazón en ti.
Dije cosas sin pensar, si te lastime, te pido perdón, solo quiero volver a verte.
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Poeta
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MANIATADOS PESARES
Por ser en el mundo, un muro magro, la soledad vacía, palpitando tierna, en la esquina, de dolores agrietados, por el rostro de la voz, violeta, y el corazón, de la falsa luz, balsa que desgarra, la fe forzada, por el premio, el perdón, y el castigo, del mismo polvo, devaluado e inconsciente.
Por la deshumanización, polémica del llanto, en los resortes de las ranas, que se oponen, al camello que contempla una ballena, en las noches de la palabra ingenua, y cándida, es la madera astuta, confundida con el plástico, encerrado en el regreso de las moscas ilustres, sentadas en la miseria, lo suficientemente seria, como flexible, es el impacto, que lo oculta, a diario.
Maniatados pesares están entre las cortinas, tejiendo las cándidas luciérnagas, con archipiélagos sonrientes, en el mármol mudo de miedo, de burbujas angustiadas, en la noche bajo la cama, del pantalón sorprendido abajo, y la camisa sobre el corpiño.
Maniatados pesares de la inocencia, cruda y dulce conjetura digna del espejo, de las preguntas que engendraron, y donde las respuestas murieron, entre camas solas, mesas tristes, migajas de hogares destrozados, en los aires ahogados, ausentes, por el bendito olvido, que se fabrica obligado.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Oda Mortal
Canto. Sin lira. Transparente Píndaro. ¿Qué duele?. Ya sin cuerpo. El polvo con el viento nada. ¡Es maravilloso!. No pedir perdón, no. Desear ni al deseo mismo. Con la vida yerta ni el paraíso. A fuerza.
Injusto paga él. ¡Qué sufre sin culpa!. ¿Hay injusticia más grande?. No deseo ni esa justicia, Ni ése perdón ofrecido. ¿Es justo que alguien me despoje de mis culpas?. No, no, tampoco esto ni lo otro. Solo deseo, solo deseo. Muerte absoluta, perfecta, completa. ¡Eternidad sin mí!. Si soy algo, polvo en la historia. ¡Más qué ignorancia!. ¡Más allá del más allá!. Dime, Píndaro. ¿Qué duele sin cuerpo?.
Y a ti. Oda: ¿Qué, qué?... ¿Temes vivir?. Oda implacable. ¿Crees en ésto, tu fin?. Oda del camino circular. Hoy como nunca nadie te escribe. Nadie te quiere, nadie te lee. ¡Si te escribo, es porque nadie dirige esta pluma!. Bien sabes. ¡Qué estoy en todas partes!. En ese lugar.
Antes de la primera palabra. ¡Sin luz ni obscuridad!. ¿Acaso, Oda, hay quién lo entienda?. Nadie juzga, nadie perdona, nadie comprende. Y nadie ahora te escribe te quiere. Porque nadie puede. Desear no desear. ¡Y lo hace!... ¡Vaya que sí!.
Oda, oda... Donde vayas no te me escapas. Tengo la vida, de nadie, en mis manos. ¿Dónde podrás esconderte?. Nadie está detrás de ésta tinta. ¡En opinión docta, solo polvo, polvo solo!. Pero nadie ama el polvo, y nadie ahora te escribe. Oda... ¿Qué temes?. ¿Lo sabe Píndaro, Tánatos, Caos, Voltaire, Cronos?. ¿Lo sabe alguien qué está en la nada?. Nadie puede saberlo. ¡Pregúntale a él!.
Porque nadie te escribe, nadie te quiere. Nadie te lee, nadie te comprende. ¡Oda mortal nadie te ama!. Y nadie puede todo. Y nadie ya logró no desear nada, ni a sí, ni a ti.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Hace tiempo que cambiaste de romance a devoción por familia, y un desgaste engañó a tu corazón.
Ser madre te completaba esposa sin objeción pero algo allí añidaba y era ausencia de pasión.
Creíste que nunca más sentirías algo así y no quisiste intentar tus sentimientos abrir.
Aceptaste bien las reglas de una triste burguesía aquella de ver a ciegas adonde lleva la vida.
Pero hoy, mujer divina aunque algo aburguesada no puedo evitar decirte que mereces ser amada.
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Poeta
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Pedirte, señora, quiero De mi silencio perdón, Si lo que ha sido atención, Le hace parecer grosero.
Y no me podrás culpar Si hasta aquí mi proceder, Por ocuparse en querer Se ha olvidado de explicar.
Que en mi amorosa pasión No fue descuido ni mengua Quitar el uso a la lengua Por dárselo al corazón.
Ni de explicarme dejaba, Que como la pasión mía Acá en el alma te hablaba
Y en esta idea notable Dichosamente vivía; Porque en mi mano tenía El fingirte favorable.
Con traza tan peregrina Vivió mi esperanza vana Pues te puedo hacer humana Concibiéndote divina.
¡Oh, cuan loco llegué a verme en tus dichosos amores, que aun fingidos tus favores pudieron enloquecerme!
¡Oh, cuán loco llegué a verme en tus dichosos amores, que aun fingidos tus favores pudieron enloquecerme!
¡Oh, cómo en tu Sol hermoso mi ardiente afecto encendido, por cebarse en lo lúcido, olvidó lo peligroso!
Perdona, si atrevimiento Fue atreverme a tu ardor puro; Que no hay Sagrado seguro De culpas de pensamiento.
De esta manera engañaba La loca esperanza mía, Y dentro de mí tenía Todo el bien que deseaba.
Mas ya tu precepto grave Rompe mi silencio mudo; Que él solamente ser pudo De mi respeto la llave.
Y aunque el amar tu belleza Es delito sin disculpa, Castíguense la culpa Primero que la tibieza.
No quieras, pues, rigurosa, Que estando ya declarada, Sea de veras desdichada Quien fue de burlas dichosa.
Si culpas mi desacato, Culpa también tu licencia; Que si es mala mi obediencia, No fue justo tu mandato.
Y si es culpable mi intento, Será mi afecto preciso; Porque es amarte un delito De que nunca me arrepiento.
Esto en mis afectos halló, Y más, que explicar no sé; Mas tú, de lo que callé, Inferirás lo que callo.
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Poeta
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Si antes te amaba con locura –fuerza platónica del destino– hoy comprendo que jamás dejé de hacerlo, más aún sabiendo que me recuerdas...
El lunar que resalta tu rostro fue mi perdición y aunque nuestros destinos son caminos separados en mi corazón sigue plasmándose con fuerza tu nombre...
Muchas veces sujetaba el ímpetu de besarte y no tan sólo decirte en poemas lo que siento. ¿Qué te quise? con el alma y tú lo sabes, mi delirio siente viva la esperanza...
Quiero que la mirada nos invite a devolvernos el amor que creímos haber perdido, no será fácil el silencio que debemos vencer, pues tu y yo nos dejamos arrastrar por la soledad y pretendimos aceptar que buscando otro amor acabaríamos con la rutina de recordarnos –pasión–
Autor: Quituisaca Samaniego Lilia
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Poeta
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