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El silencio del tiempo ha conmovido El sentido del alma, bocanada De aire puro, en una mañana helada La nieve tapa todo, su temido
Manto no deja nada, ha convertido Playas floridas, en tierra nonada Aves que vuelan, dorada bandada Ángeles del cielo, dejan su nido
En alguna rama, tirano traído En viejas barcazas, esclavizada La sangre del hombre, clavada espada
Que deja la guerra, imagen borrada De recuerdo que se ha ido, censurada Libertad, encerrada en el olvido.
Por Conrado Augusto Sehmsdorf (Kurt)
[img width=300]http://www.todahistoria.com/wp-content/uploads/2010/06/Cristobal-de-Olea.jpg[/img]
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Poeta
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“EL LAGO LÁCAR TIENE SUS SECRETOS” ANA MARÍA MANCEDA
Nació en el cuaternario, cuando los hielos reinaban. Es un largo fiordo azul donde cerros y bosques en el alba se acicalan.
Cuentan que hay una ciudad hundida en el fondo de sus aguas, en la oscuridad de su vientre posee valles, cañadones y colinas solitarias.
El lago tiene secretos que toda la ciudad calla.
Antiguamente este lago formaba parte de un reino, un reino cuya corona de mutisias y amancays perfumaba todo el valle y dicen que era Sayhueque el rey de este paraíso. Era un país encantando de fábulas y leyendas: “En la ciudad de los Césares” se escondían los tesoros y el murmullo de estos pueblos del “País de los manzanos” se fue perdiendo en el tiempo entre maderas y llantos.
Lago complejo, rebelde, tus caprichos enloquecen ¿Por qué tienes que viajar presuroso hacia el Pacífico? ¿Quizás haya una laguna que amorosamente te espera? ¿O será que a tu manera nos vas marcando un rumbo? El pueblo de San Martín de Los Andes tiene su rebeldía; la gente con sus protestas, la nieve con sus silencios las bandurrias llorosas regresando a sus nidos, y las lengas y los ñires en los dorados otoños alfombran como escudos tu maravilloso entorno.
Cuentan que entre las algas se esconden lágrimas de tristeza que fueron atesoradas por nostálgicos inmigrantes. Son pétalos de desarraigo que tratan de formar anclas. En su playa hay peinetones, pulseras, anillos y amores desengañados que escaparon de sus dueños a refugiarse en el barro. Dicen que esposas tristes se sientan en sus orillas y mirando brillar la luna en las noches del estío añoran otros amores, amores que ya se han ido.
Los jóvenes locos…locos se aman en los veranos. Cantan, toman cerveza, se recuestan en la arena y los seres solitarios perdidos en sus delirios buscan en noches oscuras una luz en las tinieblas.
En los crepúsculos del largo invierno no solo llora la gente, el cielo se vuelve cómplice de esta melancolía y derrama sobre el lago lágrimas de algodones. Si alguien desesperado quiere bucear en tus fondos coméntale sin temores que viva con esperanza, que regrese hacia su casa y se permita ternuras, de un hijo, un compañero o de un amigo del alma.
Tantos secretos posee que a veces sufre su peso y el viento levanta el agua como olas de lamentos.
Cuando un rico por ahí te llega a tirar monedas para mostrar su soberbia del poder que lo rodea escóndelas, guárdalas y cuando suba la marea entrégalas a los niños que pasean por tu vera. Son niños muy olvidados por los seres codiciosos que gobiernan sin fronteras. ¡Tan pobres son sus acciones que ignoran que la codicia es tapada por la arena!
Cuando el Pocahullo te acerque relato de los vecinos no seas indiferente; las buenas nuevas las guardas las otras que a la mar lleguen no sea que tanta pena las ilusiones nos lleven.
¡Lago Lácar, fiordo azul! El de la ciudad escondida custodia con tu belleza entre las algas y peces las envidias, los pecados, las miserias, las fatigas. ¡Frágiles humanos somos! Cuando caminemos con cadencioso donaire distraídos, sigilosos, sobre tus caracoles y arenas murmúranos al oído tus secretos con la brisa.
¡Enójate, levanta olas! cuando hieran tus espejos que el ruido se haga murmullo, la piedra se la lleve el viento sólo permite la orquesta de risas y de gorjeos de violines y guitarras, del sonido de los besos que enamorados niños se bañan en tus recuerdos.
Cerca del fin del milenio, en noche de luna llena recíbenos místicos, callados, a prometer religiosos una vida de luciérnagas enterrando los fracasos muy profundo en tus arenas.***
San Martín de Los Andes, diciembre de 1999.
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Poeta
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“EL LAGO LÁCAR TIENE SUS SECRETOS” ANA MARÍA MANCEDA
Nació en el cuaternario, cuando los hielos reinaban. Es un largo fiordo azul donde cerros y bosques en el alba se acicalan.
Cuentan que hay una ciudad hundida en el fondo de sus aguas, en la oscuridad de su vientre posee valles, cañadones y colinas solitarias.
El lago tiene secretos que toda la ciudad calla.
Antiguamente este lago formaba parte de un reino, un reino cuya corona de mutisias y amancays perfumaba todo el valle y dicen que era Sayhueque el rey de este paraíso. Era un país encantando de fábulas y leyendas: “En la ciudad de los Césares” se escondían los tesoros y el murmullo de estos pueblos del “País de los manzanos” se fue perdiendo en el tiempo entre maderas y llantos.
Lago complejo, rebelde, tus caprichos enloquecen ¿Por qué tienes que viajar presuroso hacia el Pacífico? ¿Quizás haya una laguna que amorosamente te espera? ¿O será que a tu manera nos vas marcando un rumbo? El pueblo de San Martín de Los Andes tiene su rebeldía; la gente con sus protestas, la nieve con sus silencios las bandurrias llorosas regresando a sus nidos, y las lengas y los ñires en los dorados otoños alfombran como escudos tu maravilloso entorno.
Cuentan que entre las algas se esconden lágrimas de tristeza que fueron atesoradas por nostálgicos inmigrantes. Son pétalos de desarraigo que tratan de formar anclas. En su playa hay peinetones, pulseras, anillos y amores desengañados que escaparon de sus dueños a refugiarse en el barro. Dicen que esposas tristes se sientan en sus orillas y mirando brillar la luna en las noches del estío añoran otros amores, amores que ya se han ido.
Los jóvenes locos…locos se aman en los veranos. Cantan, toman cerveza, se recuestan en la arena y los seres solitarios perdidos en sus delirios buscan en noches oscuras una luz en las tinieblas.
En los crepúsculos del largo invierno no solo llora la gente, el cielo se vuelve cómplice de esta melancolía y derrama sobre el lago lágrimas de algodones. Si alguien desesperado quiere bucear en tus fondos coméntale sin temores que viva con esperanza, que regrese hacia su casa y se permita ternuras, de un hijo, un compañero o de un amigo del alma.
Tantos secretos posee que a veces sufre su peso y el viento levanta el agua como olas de lamentos.
Cuando un rico por ahí te llega a tirar monedas para mostrar su soberbia del poder que lo rodea escóndelas, guárdalas y cuando suba la marea entrégalas a los niños que pasean por tu vera. Son niños muy olvidados por los seres codiciosos que gobiernan sin fronteras. ¡Tan pobres son sus acciones que ignoran que la codicia es tapada por la arena!
Cuando el Pocahullo te acerque relato de los vecinos no seas indiferente; las buenas nuevas las guardas las otras que a la mar lleguen no sea que tanta pena las ilusiones nos lleven.
¡Lago Lácar, fiordo azul! El de la ciudad escondida custodia con tu belleza entre las algas y peces las envidias, los pecados, las miserias, las fatigas. ¡Frágiles humanos somos! Cuando caminemos con cadencioso donaire distraídos, sigilosos, sobre tus caracoles y arenas murmúranos al oído tus secretos con la brisa.
¡Enójate, levanta olas! cuando hieran tus espejos que el ruido se haga murmullo, la piedra se la lleve el viento sólo permite la orquesta de risas y de gorjeos de violines y guitarras, del sonido de los besos que enamorados niños se bañan en tus recuerdos.
Cerca del fin del milenio, en noche de luna llena recíbenos místicos, callados, a prometer religiosos una vida de luciérnagas enterrando los fracasos muy profundo en tus arenas.***
San Martín de Los Andes, diciembre de 1999.[img align=left]http://www.latinopoemas.com/uploads/img55fc34aa2a475.jpg[/img]
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