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La sartén en la cocina brinda olores exquisitos, los gastronómicos ritos son pimienta y sal genuina del buen sabor que es la mina en guisos originales las ollas son magistrales y de su hervor hacen gala en la mesa se acicala el placer de comensales.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda Ciudad de México, a 25 de abril del 2024 Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
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Poeta
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CARBONÍFERO FARO
¿Qué remedio tiene el mal, si con el bien es confundido?. El mismísimo oro ora ahora, hora tras hora, como si fuera, cada segundo el primero.
Helo, helo, míralo como va, diciendo cuando viene, cuando ya se fue.
No, no era traición al bien, cuando éste ya había perdido, y en la pérdida los peces andan, en el anzuelo la noche como rayo, y la tarde quiere cazar, la madrugada en su madriguera.
No hagas caso del ruego. Éste, ni en el amainar encuentra fe. Ésta, ya perdió sin fervor el olor. Porque al dolor tanto ignoró, de tanto pan bajo el brazo, a la rodilla hizo halcón, confundiendo serpiente con paloma, como el caballero a la cabra con cabello, dígase lo que se diga de ellos, así ha sido con otros muchos.
Si la noche no duerme sin estrellas. ¿Es acaso menos noche?.
La condenada luz excesiva, a los ciegos no hará ver, ni a las estrellas las fosas iluminan, con el dolor al que enviaron, arrojando rojo rojo más que rojo.
Ni la sangre en el alma, saca y seca la memoria, aún con mil perdones inclementes, las carnes cuando vivas luz tenían.
Ya la luz me mata mucho, mucho de nosotros, mucho ha muerto, vuela y vuela el carbón, hecho diamante solo impuro.
Autor: JoelFortunato Reyes Përez
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Poeta
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LO FUGAZ ___Ricardo Jaimes Freyre (1868-1933) Poeta Bolivia.
Poeta, diplomático, escribió en prosa y verso, iniciador del modernismo, en Argentina, con Rubén Darío fundó la Revista de América en Buenos Aires.
LO FUGAZ
La rosa temblorosa se desprendió del tallo, y la arrastró la brisa sobre las aguas turbias del pantano.
Una onda fugitiva le abrió su seno amargo y estrechando a la rosa temblorosa la deshizo en sus brazos.
Flotaron sobre el agua las hojas como miembros mutilados y confundidas con el lodo negro negras, aún más que el lodo, se tornaron,
pero en las noches puras y serenas se sentía vagar en el espacio un leve olor de rosa sobre las aguas turbias del pantano.
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Poeta
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TALLER MODERNO (Soneto)
Por el aire del cuarto, saturado de un olor de vejeces peregrino, del crepúsculo el rayo vespertino va a desceñir los muebles de brocado. El piano está del caballete al lado y de un busto de Dante el perfil fino. Del arabesco azul de un jarrón chino medio oculto el dibujo complicado. Junto al rojizo orín de una armadura, hay un viejo retablo, donde inquieta brilla la luz del marco en la moldura. Y parecen clamar por un poeta que improvise del cuarto la pintura las manchas del color de la paleta.
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Poeta
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CORAZON DE FLOR
Lo conoció, no era el mismo ya, y mucho menos, ningún otro, el color de clorofila, entre los latidos. Pétalos de tiempo, olor, olvidos en espirales, ahí. Tan cerca del círculo, pálido y triangular de lejos. Leía entre las pupilas, lilas, las lunas, los meses, meciendo, a veces, suaves terciopelos puntiagudos. Y muchos soles, corrían bajo su suelo. Esa vez. Al colgar del techo las estrellas que soñaba. La noche, corriendo las cortinas lentamente, adornadas, entre una montaña doblada. Florecía, marchito del alto fondo. Palpitando. Pero no era el mismo, y lo sabía el reflejo al salir del agua, seco. Más, ahora, que estaba, ausente. Solo, como una vieja sombra, fantasma, tan dulcemente ácido filtraba el color castaño. ¡Quién lo dijera!. Tras el cristal...
Esa vez. Paladeaba la tristeza, su piel, empapelada, vegetal, plástica y vieja tinta de una memoria, que salta en la ventana de tiempos idos, de tiempos que regresan, unos cuantos. Recuerdos, de relojes olvidados en el tiempo amarillento, de las tardes, anudadas en aquéllos años. Tal vez, se soñaba jardinero, en el fondo solo clavel, admiraba, sintiendo palpitar, en las faldas nocturnas de las almohadas, una afilada sonrisa. No obstante, al margen, la depresión teñía, sus hojas y las ramas escribían, los recuerdos, del tallo, del polen, día tras día... Pero, ahora... ¡No era lo mismo!. ¡Claro que no!... En el cuarto, en una esquina arrugada, donde la vieja plancha, detuvo la marcha, del calor, evaporado, al cortar las humedades, las sequías del día. Su corazón. ¡De flor!. Redondo y superficial, el horizonte nada tenía. El jardín de instantes era solo, ese momento, un descanso bajo la puerta, un trabajo sobre la ventana y nada más. De nuevo, el espacio se cerraba, deteniendo al tiempo, al abrigo venidero de la calle. Y él, corazón de flor, cultivó jardines en los desiertos. Y tormentas en una gota. Esa vez, con el eco en cada pétalo, un latido un día, tal vez perdido, cuando el tiempo lo detuvo. Y lo dejó, cristalizado. Siendo lo que era, flor del desierto. ¡Petrificada al sol!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ANUDANDO SILENCIOS
Sumidos en sí mismo, esponja y monje Más allá de un dios escondido. Pensaba. Violenta, la violeta, rápida. Llegada la palabra. Ultima. Silencia. ¡El hermano, sin culpa!. Y en otro más allá. En otro más allá. ¡Qué desfallece! ¡Olor, dolor!. Olor de nudo. ¡Olor, dolor, clamor!. Están agobiados. La esponja, el monje, tres veces quemados. Envidiosos ángeles y crepúsculos. Compartiendo. Compartiendo. ¡Compartiendo lamentos embalsamados!.
Anudando silencios.
La Misteriosa. ¡Misteriosa pasión multiplicada!. Taciturna cultiva velas en el río. ¡Perdón!. ¡Perdón, vacío sin realidad!. Sombra. En La Fluvial ¡Orilla de un espejo! En La Propia ¡Sombra inmóvil!. Anudando, anudando.
Anudando silencios, en la orilla de un espejo.
En la orilla de un espejo. En la propia sombra inmóvil. Anudando. Sombras. ¡Edad de muchas cosas!. Menores y mayores, retumban. ¡Astilla por astilla!. ¡Cada cincelada, cada pincelada!. Una celada celda. Silencios fervorosos, fantasmas lentos ¡Tesoros imposibles azorados!. Nudos de silencio.
Anudando, anudando, silencios, silencios.
A los lejos. Resbalan las ovejas. Con el horizonte. ¡Desgarrados horizontes!. Con el infinito. Con el infinito perdido. ¡Dulces estertores ignorados!. Silencio tras silencio. Tres graznidos, una rana, nido rojo. ¡Rojo, rojo, rojo todo!. ¡Silencio de muerte, silencio de alfombra, silencio salido de la lengua!. Una daga de mil balas cordilleras. Juramentos sin sentido cada día. ¡Sangre, sangre, sangre en todo!. ¡Prolongado paroxismo de soslayo!.
Silencio y silencio, anudando y anudando.
Del Hombro. ¡Látigo!. Azote cualquiera. Del Cadáver, ofendido, confundido. ¡Ofendido, confundido!. Del pantalón, león, lucero. ¡León, lucero!. Anudando. Los silencios. ¡Los silencios anudando!.
¡Silencio y silencio!.
Violenta gloria. Del. Atraso. ¡Desgranado estiércol!. La ceniza viste- Andrajos. Atrás irremediable- Desmesuradamente. Amargos remolinos-Desmembrados. ¡Pura gota en sangre!-¡Salivas del bolsillo!. ¡Abstracta geometría de huesos huecos!. Violenta. ¡Violenta gloria!. ¡Agua viva y sol encima!. Temeraria. ¡Temeraria ola de gesto, indigesto!. ¡Lenguas tragando la consciencia!
Esponja, monje, familias, y cualquier hombre.
Los Silencios anudando, y muriendo en los silencios. Los Honores. ¡Afilados y borrados!. Violeta dicha. ¡Cuánto cuento innúmero!. De sonrisa, mueca. En. El. Mismo. En el mismo abismo, ensimismado.
Anudando silencios. Silencios. Anudando. Esponja, monje, hombre. ¡Sangre, sangre, rojo, rojo todo!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Con cada así
Así es la vida eterna ignorancia ¡Crecida fatiga labriega!Soledad dónde todo llega y todo pasa Las palabras con muletas El olor dolor del humo ¡Porqué puede ser rumor del cielo!Del veneno falso teatro. Muerto qué duerme inextinguible. Que duerme... Que duerme... Inextinguible, distinguible, extensible
Así llora y lloraAsí llora porqué no sabe del polvo ser. Así qué muere. ¡Muere en exceso! Rumor de afiladas distancias Rumor de previstos finales Así de prisa, abejan las ovejas Hormigan los higos.
Con cada así. Con cada así. ¡Estrujan punzantes almohadas!. ¡Rompen los esfuerzos apretando!. Cuando el misterio espiga. En el hoy de cada instante. En el rostro de intimidades lleno. En el disfraz de lirios.
Y todo pasa, un día y otro Nada sin cesar el eco Hora trás hora... Avena el trigal paja Así es el dolor del humo ahora Un ahora corrosivo, un ahora mordiente ¡Con las muletas del cielo! ¡Con el así se viven mil muertes!
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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