EXCESO ESCASO
Embriagada la muerte la vida deseaba,
delgada, triste y vagando por la noche.
La incógnita la sombra la espina espera,
donde sólo el horizonte estallaba libre.
¡No!. La torre ha perdido la quietud,
antigua, en cada espuela, sin rodillas.
No nació esquiva, ni falsa, ni endeble,
y en sus caderas, las cadenas dulcifica.
¡Ven, mira y no calles!.
En la boca está el cristal muerto,
por el carácter indomable frío,
por el cráter insensible convertido.
Escucha el eco ahumado sin miedo,
al viento resplandeciente del ayer,
del crepúsculo que florece y revive,
y mueve la fragua fiera fiel fogosa.
Por el duro trigo que avena alfalfa,
por el cuervo cable curvo ciervo,
al final de la asustada limonada,
al sabueso que lluvia regio cobre.
Nadie desnuda al nudo espejo,
ni a la tarde gramo a gramo lima,
en las ramas del verano en una rana,
con la evidencia temerosa del crótalo.
Porque han huido las aguas minerales,
del papel descalzo del rumiante,
en el ocaso de la oca sin casa,
y el seso escaso de sordidez brumosa.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez