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VACUIDAD OSTENTOSA (Neodadaísta)
Salvaje, el humo, ha dejado de ser… ¡Violeta doble, tijera retorcida!. Dada paralizadora y purgado purgatorio. Y camioneta de palabras, periódicos, fieles, pecados preventivos, ósculos y agujas lilas.
Aunque por fuera, segura la bolsa, vaya. Y los dientes dientes, de desechos deshechos. No tengan la edad del verdadero género. Con laxantes para grillos gordos y lunares. Con los mangos desvelados desventrados. Con el tiempo masticado y seco, saco malo.
Por extraño que parezca, y una foca incube focos, pisando aplausos, cultivando clavos… Por ahí donde nacieron, las enfurecidas sillas. ¡Es inútil tratar de explicarles!. El software a mandriles. Y la única característica está en huelga. Encubierta. El primer absurdo es vinagre negro. Nulo, nugatorio. Con la rueda ruda y rauda oruga. Obcecada oblicuidad.
Vaya, balla, bella, vaina. Nulo numen nubloso. Para lavar la falda. El cosmos falta, y salta y al mar encierra en píldoras, con el ropero, conocido literato, nato, elástico, espiral, deferente, solvente, inútil. Nuez, con su polémica carrera trigo, avena y paja. Ejemplo son, esos extremos, del exterminio sano.
¡Ésos no, no, no hechos ladrillos! ¡Hechos perrillos, ésos sí, sí, sí!. Niégalo nube y ahórcalo presto. Porque infecto, infausto infesta. Donde el plagio es plaga honesta. ¡Oh, marmota!. La historia sigue usada. Con las viejas, vigas, vagas, salpicando al pulpo. ¡Desmontando acongojados cuadros blandos!.Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez Información útil es...https://es.wikipedia.org/wiki/Dada%C3%ADsmo
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Poeta
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SILENCIOSOS SOLAMENTE (Neodadaista)
Caminan los sueños anudando, dulces serpientes, y se alejan las lentejas, los aviones descalzos y todo. Abajo, una abeja me ha dibujado. Un tiburón temeroso. Un ostión confeso, mil perdones sin rodillas. Una mañana, con mañas y acordeones, entre las cajas del hielo menos frío.
Ni lo pienses. Es la mentira menos cierta, con uñas pintadas. Con píldoras para puertas inquietas. Ni lo escribas. Las letrinas, letras, beben del vidrio. Es el dado un dedo, soldado, y quitado del dormitorio. Tanto, que casi lo cree el foco, la foca y el faro del foro. La piedra, escapa en la espuma y la piel del polvo enardece.
Más allá, los cangrejos ofenden a un mandril de cera, y cada barco esconde su vela, su vuelo, su primer recuerdo. La seda suda con la noche, en una botella, en una gota. Porque llueven llaves cerradas, en la sierra que ha cerrado. El Valle se ha ido, un poco amarillento en el ojo de madera. Los colmillos tienen miedo, y un jabalí ayuna. Cada jueves jala, y teje al jamón con alambres alarmas.
El hambre ha muerto intoxicada de la risa lisa. Al sapo capo. Le cupo media copa en la cocina. Y el humo a medias. Como al último volcán la minifalda. Ya ni la sopa suple al hule, ni el sombrero acaricia gallos.
Si todo es excesivamente claro, tu espacio es mi vacío, y en la casa, la vendedora remienda sus dudas al cepillo. El trapeador tiene náuseas. Por el camino del comino. Aunque hace tiempo que olvidó su tiempo. Nadie lo extraña, ni son rojas sus entrañas, solo nubes. Por eso es tan tarde debajo del vino que se fue haciendo añejo, en vano, en una telaraña y cientos de asientos sin café.
Ya las rodillas duelen, la humedad perdió el agua, el humo se ha enredado y es sensible como acero sin las espinas del pescado. Por eso se le debe buscar, negarle las cadenas y molerlo. Así que iremos a recalentar las pesadillas del florero. Y nadie sabrá lo que quieren decir, los olores del silencio yerto.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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