“Fue de la tatarabuela . . .”
Es un mueble antiguo con albor exiguo, su fina caoba el alma me arroba.
Madera morena sentida, serena, dura cual cobalto de aprecio muy alto.
De abolengo oscuro del tronco más puro, su puerta da paso en prístino abrazo.
Al vivo recuerdo del ayer que pierdo, del añejo tiempo la memoria templo.
Pasan por mi mente, en antes vigente, los cinco cajones pequeños arcones.
Resguardo de alhajas dignas de las majas, de cosas eternas, de prendas fraternas.
Preciosas rarezas de reinas, princesas, bizarros herrajes sus otros linajes.
Como el sacro espejo de sobrio reflejo que cuida esforzado el marco sagrado.
Cristal de diamante que evoco distante como aquella luna del cielo fortuna.
De luz que refleja y jamás lo aleja de efigies reales, de sombras virtuales.
De cuerpos presentes, lejanos, ausentes, del vivo recinto de tal laberinto.
Su lámpara alumbra toda la penumbra de los corazones plenos de ilusiones.
Muy digno testigo de esto que les digo la silla de un hada, mullida, soñada.
Uso prolongado no ha deteriorado al leal tocador, sigue lucidor.
Sin restauración es bien de pasión, siempre tan querido no sufre de olvido.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda. Reino de Tacubaya, México, a 17 de noviembre . . . Dedicado a mi abuelita “Conchita”, Doña Concepción Amaya de Ramos Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
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Poeta
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