FUE ODIO OÍDO
En ese oído que la mano huele,
y duele a la voz amarillenta,
macilenta a su medida,
ajustando el rostro al viento.
Al aliento. ¡Que inquieta y que deja!.
Al sustento. ¡Quieto y ralo!.
En el aplauso indiferente.
En el recuerdo perdido.
De espaldas atrapadas de rodillas.
De frentes preocupadas de ignorancia.
De párpados ardientes de salitre.
De pieles obedientes de lechuza.
Ese oído viaja rojo,
el odio viejo rosa,
el alba marca gris,
el orbe muele verde.
Ese oído odia el silencio sordo,
el sable sabe ave avecindada,
cuando nadie lo esperaba,
y nunca llegó tarde.
El odio oído fue,
por lo que después se fue,
antes que el tiempo fuera,
más allá de la palabra dentro.
El odio oído fue.
No entendido ni soñado.
Sin principio ni final.
El odio oído fue.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez