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Mármol Dúctil
Bebí del nublado, del recuerdo, del olvidado. Esos años como segundos primos. Al deber ameno con gente grave, entre pilares más estériles que nunca, años turbios como cataratas lentos, como pesadísimos dados masticados, con el hábito sueño encrespado.
He muerto demasiado al sol silencio, que por fuerza se adelgaza, perdiéndose ciego por la luz sonora.
No será, pues, partida tablas, en tablero no jugado, ni jugo sin fruto el yugo, de la noche menos noche al estrellarse, que nada quiero morir borrándome, y al nacer pedir permiso, sin acostumbrarme.
Al mar frío dejarían los hielos, al fuego hirviendo sin hacer, nada que parezca yerto, tal vez el viento destruya, y construya, de amargura, dulzura, con sal atrás de la entrada.
Aunque ligeras, las espadas de la lluvia, atormentan los algodones desiertos, con el destino serpenteando recóndito.
Y el ojo mirándose fuerte, y la piel frotándose suave, y el pelo riéndose leve, y la mano dándose alegre.
Arranca encarnizada los flancos, donde torvos lagos hieren.
Y se van las palabras sin voz, y se quedan los gritos anclados, y se van los barcos sin mares, y se quedan los huecos inflados.
Veo una música de color perfumado, donde jamás vivieron panes sin penas, ni pana el piso conoce, con la muerte a cada paso, del polvo huésped alimentado, hasta que viento y nada, nutran la plácida memoria.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez.
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Poeta
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ODA AL FUEGO
Que no quema al mar con la cintura ni los muslos de miel ni los sueños ardientes como una guitarra de arena abajo, arriba, de lado, en la ceniza renace más allá del amor innumerables veces de los labios de la tierra de la madera en el mundo del alma única en la carne del aliento por el agua del vientre y la luna encendida.
¡Oh, fuego!. Juego. Del destino. Hoy como siempre, alimentas la vida verde del amarillo la muerte azul del rojo invierno triste del cielo abandonado con sus estrellas.
Llama canto ígneo. Del hielo alegre, en la boca triste en el viento en la mirada sorda y muda de la noche a la mañana.
Del hogar del tiempo. De la familia del espacio. De la soledad. Del hogar, tu casa de arcilla de carne humana.
Te llama flama del origen de la chispa del ser celeste porque respiras pasiones vivaces pasiones jugosas presiones desbordantes presiones pródigas.
De aquí y más allá, de las cenizas, de las pupilas, de los huesos, de los cuerpos.
Del polvo viviente. ¡Oh, fuego del aliento!. ¡Oh, fuego del sustento!. ¡Oh, fuego del portento!.
De las cenizas que viven. Del vigor invencible. Del calor pétreo, que camina, duerme y despierta, levanta y cobija.
Que sucede, solamente. De mil formas. Infinitas. Más allá del dolor. Más acá del recuerdo. Afuera y adentro. ¡Animoso, brioso!. Sangre de los soles. Aliento de las vidas. ¡Hoy este canto te recuerda!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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PÓCIMA CARA
El Rostro De papel Tiene hambre De tinta fuerte ya Que persigue una calle Por el espejo débil drama Licuando al fuego de casa y cuchara De cama y tenedor de puerta y tristeza Pintando de noche las ventanas sedientas De la vil justicia sanguinaria con el tedio raudo Adulterando al auditorio del armario lento Estrechando los aplausos del cementerio En la obscuridad erguida que inventa En la frenética copa que teje latidos En la caja monedas que afiebran Odios horizontales honorables Pésimas piedades pintables Laudables lenguajes lanza Papeles entintados Licuados caros.
El papel mortecino del humo ha sido piedra en la cabellera del silencio caballero pardo con la tormenta de las algas en las pupilas y la danza de los musgos en la mano suave De miel y fuego, de piel y jugo, en la luz hoy Que sabe a higos con los pechos de alabastro entreabierto en la distancia que estremecida mira la intimidad ardiente de la hormiga alada con la mariposa que arrodillada canta córnea en la cándida montaña bajo el puente papelero
Estando El brebaje Decorando La siesta débil Con la boca seca Inseparablemente Acuática en la memoria De la carne de las tumbas Salvajes reminiscencias ricas Rindiendo rejuvenecidos cultos Al insensible suelo sacrificando zupias.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Museografía Simbólica (Anticuento Neosurrealuista)
Cuando el otoño murió ella cumplía cincuenta veranos junto al fruto en el proceso inverso de las raíces a las hojas las primaveras colgaban verde a verde en la huerta qué asomaba nuevas ventas por el vidrio opaco afuera del mercado llenando con frescura el apetito sobre una mesa qué crecía en la jarra de fervor vegetal.
A veces viene a verme, con la rapidez de un pequeño jugo esperando ver pasar el gato bajo el sillón agobiado por cobijas y almohadas en invierno, es decir, sin pasar los linderos de los huesos temblando como hielos danzando encima de los zapatos cultivando calcetines uno sobre otro más agujeros naciendo tras lavados años de jabón en la película delgadísima del suavizante olor a burbujas cítricas admirables al plancharlas en el trabajo del bordado nombre del dueño caminando muy de tarde en tarde después de que estuvieran bien secos sin dar la impresión de envejecimiento prematuro a los diez años en la costumbre de comprarlos en el supermercado ya enlatados. Sonámbula una cortina sonríe por la hendidura del sol recién salido, y me pregunta si son más de las siete y media de la invención apetecible de esas naranjas en el estruendo del extractor que se oye en la cocina afectando el sueño del vecino bajo el piso que piensa salir corriendo porqué su trabajo empieza a las ocho acosado por la represión de los semáforos seguramente por la predisposición innata a la sincronía del café y los huevos tibios a la vista sobre la mesa siguiendo la tradición familiar en la expectación repugnante de las mismas noticias, y asexuadas pastillas en el humo eróticamente fantasmagórico disparado con orgullo de placa dentobacteriana ampliamente reconocida en las tarjetas del último banco endeudado con la plástica madera contrarrestando la honestidad de los bosques especializados en matar el aire limpio con su ausencia de problemas a la observación de los satélites marcianos en el ciberespacio qué estornuda sin cortapisa al refrenar indigestarse en la concordia aseverada por denostar las dentelladas más honorables buscando la probabilidad instantánea como el polvo contenido en este aluminio de la casa clausurada como museo en mi vaso jugoso...Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Arácnido de techo
Era Solo Una En El Techo Sobre El Lecho.
¿Quién, quién, fuera?. ¿Fuera quién estaba?.
Fuera de suyo pasajero, esperando, encima de nosotros, llegando.
El agua corre lento, si la sed aleja cerca, encantada, humedeciendo, por acantilados desaparece entre fuego secreto debajo en la piel encima las almohadas queman, transparentes muslos, huellas, labios alegres, del rostro relampaguear, dentro del cuerpo.
Arac... ¡Aovar!. Arac... Amar. Arac... Lácteo. Arac Nido Del techo, del lecho... ¡Queso, quiso, casi!. Aquél. Día... ¡Todo, toda, tela, araña, y dactilar!.
Aquél día. Será hilo llameante. Cada noche. Fue duplicada. Esa madrugada. Aquél fruto jugoso. ¡Abundante racimo anida!. Tibia nave de lava llena. ¡Volcánicos manantiales!.
En el sueño tendiendo, extendiéndose blandos. Después... De la rigidez sobre la cama una almohada. Un recuerdo, una magnífica noche húmeda. Mente mana días enrojeciéndose. Y De Plumas nevando inviernos. ¡La frescura vigorosa telaraña!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ODA AL AMAR SOLAR...
La vida En el afán En los espejos danza Y murmura...
La mayor parte En La tarde del paisaje. Sol que sabe De sol a sol Y Sabe...
¡De la tierra... Por cada nube!. ¡Qué la vida quiso!. Ofrecerle De las brumas El simbolismo.
¡En un espejo!.
Donde danzan vibrantes Las edades Los latidos adolescentes Los reflejos De las lluvias, gotas ojos.
El cántaro desnudo La cítara en camisa La página incipiente Afán que danza Por otra Alcoba impaciente Labradora de corceles De jugos, de dulce gozo.
Del De La Y De... El...
Verde murmurar entre las hojas Una vez Donde las montañas Lo encerraron Los muros altivos En las calles sin nombres ¡Calles canas del esplendor espanto!.
El velo, cielo sin hojas. ¡Huésped piadoso lastimoso!. Inmóviles vivimos los cándidos. Metales. Mañanas teñidos con las sombras. Los callos en la cabeza. Los pastos de la noche. El mudo altar al grito. Enfermos y ásperos pantanos. ¡Menudos témpanos efímeros!.
La vida. Del inocente labio despojada. Con la púrpura bordada. En el árido follaje. Del aliento fatigado. En la compasión. De quiméricos delirios.
Un mejor... Mañana. En la tersa frente. De la vida libre. Del suelo, del sol claro reclamo. ¡Dónde aún vivos estamos!. Amor.
Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
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Poeta
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EL HADO TIBIO
Intento el estar suspenso. Donde nace la esperanza. Frente al sollozo de la cuna. Por la noche circular. El viento. Aplaude los colores triangulares. Donde___ Puede ocurrir. ¡Lo inesperado!____ Expresado. En él.
En el cielo___ Quieto de preguntas. En el suelo___ Ausente de respuestas... ¡Aplaude!... (Aplaude, aplaude, si puedes) La duda. ¡Qué no queda!. Hablar. ¡Hablar antes de qué mueras ó te maten!. Afirmar... El filo hielo. ¡Lo qué ni el silencio niega!. En la red que araña cada hueso. En la red del hueco de la consciencia torcida. En el eco de la red atrapada.
La red. Araña. Dulce luz ó engaño. Eco. De un pequeño dedo. Ingenua esperanza. Atrapada. ¡Ahogada de sed y de vacío!. Inflexible. Suave vuela.
Suave Vuela. Suave vuela.
Llanto de una lágrima, un océano. Rígido Innegable, sable, amable. Odiable. ¡Blanco, blasonar de un bledo!. Él...¡Sólo él!. Hado. Tibio, tibio.
Abatido él. Honor de la rodilla. Rueda. El coro lisonjero de orejas vano oro. Una vez... En cada letra. Se perdió... La tinta. Voz. En cada uña. Se partió. La mano.
Intento. Me dices, ojeroso. De las pajas quejas. De un momento en el materno seno. De un momento de albedrío. ¡Sediento!. Como el desierto, de los tiempos del vacío. Desierto de los mil océanos, en un grano de arena. ¡Un grano de arena de consciencia. Libre un instante sólo!.
Vaya, vaya. ¡Ya, ya, solo en el silencio!. ¡Solo, solo!.
Sólo trágicos aplausos. (Retumbando en la consciencia). Traga... El sueño flaco. ¡Ambicioso!. De la misma forma ¡Qué un reflejo cada espejo!. El frío. ¡Fuera del hielo!. El hilo. ¡Primordial de los fantasmas! Todo... Todo. Todo títere. ¡En su jugo!. Fragancia del olvido, que persiste solo un segundo.
En La fragancia. ¡Simétrica hecha carne!. En Lo poco. ¡De la poca alma, opaca, apocado internamente!. El Hado. ¡El Hado. Tibio, tibio!.
El En el gesto del silencio del relámpago. El En la cumbre subterránea inesperada. El En las manos de la noche desplomado.
Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
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Poeta
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SEDUCTORA PERLAFLOR
Esa perlaflor entriangulada enloquece El interno templo qué contempla ¡Mis huesos palpitar! El piñón en jugo de durazno goteando Ese día en la entrada de pestañas ¡Mis huesos palpitan!
Ese rubí floreciente se siente El marfil en flecha y columna ¡Mis huesos palpitando!
El huerto enjuga cada enrojecido labio Esa humedecida oleosa perlaflor ¡Mis huesos palpitarán!
Eso lindo es Corceleándome En cada vena...
Esa hermosa De músicas torrente Almendran ojos...
Y vapores Semejantes noches Torbellinos Brotan Del dulce hierro Duro dura El Durazno Fragua De los ecos... Ecos Tiernos... Tiernos Tiernos palpitares En cada hueso Cada Cada día... Y noche noche... ¡Qué... Veo... Una... Perlaflor! ¡Qué veo una perlaflor!
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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