Mi nombre es Simón Pascual , de apellido Torrecilla, descendiente de vascos españoles, naci en los años cuarenta y tantos en una Buenos Aires convulsionada políticamente, inmersa en una dictadura militar de la cual sobresalía ,el Nombre de un tal Juan Domingo Perón, mi edad no tiene importancia para este relato, así que no se las pienso decir.
Mis padres oriundos de Aragón, en la zona norte de España, vinieron a la Argentina en busca de un lugar para vivir, ellos querían alejarse de la guerra, la pobreza y la muerte y pues lo hallaron en aquel viejo barrio de Villa Urquiza, en la Capital Federal, una tierra tranquila y generosa, allí es donde se asentaron y vivieron por décadas, allí es donde pase mi niñez junto a latas de galletitas y olor a bacalao, que ahora por un capricho de la vida ,son el perfume que tengo impregnado en el recuerdo de mis padres.
Mi ilusión por aquel entonces era ser una persona famosa, como un boxeador, un futbolista, o algo por el estilo, pero…mi padre quería tener en la familia un “Doctorcito”, como le llamaban en aquella época a los abogados, necesitaba algo para presumir delante de sus amigos coterráneos, en aquellas largas charlas de café de los días sábados, que a decir verdad ya no existen, se perdieron en el tiempo en algún rincón del pasado.
A mi padre a cabeza dura no le iba a poder ganar, ni que pasaran mil años, por eso y además porque era el mejor papa del mundo, le di el gusto y comencé a estudiar abogacía en la Universidad de Buenos Aires.
Hoy recuerdo tantos y tantos sacrificios , que hicieron por mi y que la vida no me dio la oportunidad de poder devolvérselos…pucha, que se me pienta un lagrimón, al acordarme de esto ,se desliza por mi mejilla y se entremezcla con el lodo de la calle, perdiéndose para siempre o tal vez quizás, alguien puede encontrarlo algún día.
Con 10 años de carrera, hoy me encuentro con un dilema y es el de tratar de salvar de la cárcel a José Alcalá, un viejo amigo de la familia un paisano de mis padres, aunque más joven que ellos, el fiscal de la causa lo acusa de haber asesinado a su mujer, de dos disparos en la cabeza.
Tal vez por esta razón, recordé a mis viejos, hacia mucho que esos recuerdos los tenia guardados en un rincón del corazón, pero no afloraban por una cuestión de autodefensa los sentimientos en nuestra profesión, nos distraen y nos hace ser más débiles, pero al tratarse de José, me llevó a sacarlos a flote y a exponerme a lo que me expuse.
Según las investigaciones que realicé, en el propio lugar de los sucesos, en aquel para mi entrañable Barrio de Urquiza, el cual no pisaba hace más de una década, me decía que este hombre no podía ser el asesino, por una simple razón cuando ocurrieron los hechos, él no se encontraba en el lugar, cosa que al fiscal no le pareció relevante.
Aquella investigación, me llevó a saber que había alguien que fue citada a declarar por el juez solamente en carácter de testigo de la causa y posteriormente a eso, desapareció, no había rastro de él por ningún lado y eso para mí era más que sospechoso, aunque no estaba imputado en la causa, yo seguí esa línea, mi padre me había enseñado que la intuición puede hacer milagros.
Para constatar que no me equivocaba en mis presunciones, debía viajar a Aragón, lugar donde habían nacido mis padres, de donde era oriundo también José y/o casualidad también, este hombre que había sido testigo. Supe por vecinos que se había marchado del país Aragón era una zona de España donde los Pirineos son los dueños del paisaje y del horizonte ,yo llame esto la pista española, no era un tipo de creer mucho en casualidades pero si de manejarme por intuiciones personales.
Condiciendo por el tránsito de Buenos Aires, cosa que no le recomiendo a nadie, llegué a mi oficina en el Barrio de Palermo, cansado y aturdido por el ruido de la calle, mis bagallos siempre estaban preparados por si tenía que viajar de urgencia, este era ese caso, por eso agarre mis cosas y baje por las escaleras, el ascensor del edificio nunca funcionaba el consorcio no se ocupaba mucho de esto hace años, aunque me quejara seguía sin funcionar.
Llegue al hall del edificio y le dije al encargado que me pidiera un taxi, tardo un rato en venir mientras, me fume un cigarrillo, al final el taxi llegó me subí y le dije que me llevara cuanto antes al aeropuerto, aborde el primer avión que salía para Madrid, primera escala en busca de la libertad de José.
El volar para mí era una costumbre casi como viajar en subte, pero claro con mi trabajo, debía hacerlo en reiteradas ocasiones y al contrario de lo que gente dice, uno no se acostumbra, no es tan así, pues nacimos para tener los pies sobre la tierra y siempre el temor de que el avión se caiga existe, en cada pasajero y en cada persona de la tripulación.
Así luego de un vuelo no tan tranquilo, llegue al aeropuerto de Baraja, donde alquile un auto de esos que te ofrecen en los halls centrales con carteles en varios idiomas, esto pasa en todos los aeropuertos del mundo. El auto, un Seat okm, aunque no bien cuidado, funcionaba aceptablemente y a mí me servía, ya que no estaba allí de vacaciones y eso me ayudaba a ser más cuidadoso en mis acciones se entiende ¿no?.
Tome la autopista que une Madrid con Barcelona y que pasa por Zaragoza, lugar de mi destino según los datos que pude obtener la Autopista se llamaba A2” recién inaugurada, es una vía rápida y cómoda que llega hasta los Pirineos Aragoneses, lugar donde alguna vez salió mi sangre para recalar en la Argentina.
Tardè en llegar a Zaragoza un poco más de tres horas y media, eran las 9.00 de la mañana y la ciudad recién comenzaba a despertar, esto me hacía pensar que era la hora de comenzar mi búsqueda ,la cual no sería fácil pues no conocía el lugar, más que por las referencias que alguna vez mi padre me describió.
En algo tenía razón, el lugar de su nacimiento tenía por guardianes aquellas montañas en el horizonte, que le daba al paisaje una belleza inusual, al llegar estacioné el auto y me dedique a preguntar a cada persona que pasaba algún dato relevante, que me sirviera para encontrar aquel personaje enigmático.
Necesitaba encontrarlo y saber porque de su extraña desaparición de mi país, pero al llegar la noche nada tenía, mis manos estaban vacías y mi cuaderno de anotaciones en blanco, cansado y preocupado casi nervioso, por no tener nada me fui a las afueras de la ciudad y alquilé una habitación en un hotel, que no tenía más de tres estrellas ,pero era barato y yo no era muy quisquilloso con eso.
Me recibió el conserje un hombre robusto de piel oscura y de un gran vozarrón, me atendió con amabilidad, pero le tiro las llaves de mala manera al maletero, un hombre de unos 50 años de abundante cabellera blanca y con un cuerpo bastante cuidado para la edad que tenia, mientras nos dirigíamos a la habitación, escuche a lo lejos que el conserje refunfuño en voz alta
__”Estos que vuelven de la Argentina, están acostumbrados a no trabajar ¡coño! y acá en este hotel, se trabaja”.
Aquella frase, no era cualquier frase para mi, repercutió en mi cabeza una y otra vez, me decía a mí mismo, si podía tener tanta suerte o era mera casualidad, como dije no creía en ella, pero sin embargo me preguntaba, ¿Ese hombre venía desde Argentina, sería el que buscaba?, o era todo producto de mi imaginación o de mi cansancio, bueno de cualquier manera era tarde ya para hacer algo al respecto y decidí descansar, mañana por la mañana trataría de indagarlo de alguna manera.
Me duche me cambie de ropa y me recosté en la cama que era mullida y cómoda apague la luz de la mesita de noche y el reflejo del cartel luminoso, entro por la ventana cubriendo de líneas azules y rojas toda la habitación, luego no recuerdo nada más.
Cuando sonó la alarma de mi reloj eran las 10 de la mañana, un poco tarde para mi gusto, pero estaba agotado, la verdad que dormí como un beduino, decidí entonces que tenía hambre y pedí el servicio de cuarto, llame por teléfono y dije que me subieran, un café con leche con pan y manteca, así me gustaba, así mi vieja me lo servía, las mañas no se quitan con la edad y yo no era la excepción a la regla.
Mientras espera el servicio acomode mi ropa en la maleta y cuando sonó la puerta ,pregunte quien era ,me dijo que el botones trayendo el pedido, cuando abrí la puerta mi sorpresa fue mayúscula ,delante mío tenía otra vez a aquel hombre de cabellera abundante y blanca y sin pensarlo le dije.
__ adelante déjelo allí sobre la mesita de noche __ Como usted diga señor, respondió.
Cuando hubo de estar espaldas a la puerta la cerré con llave, para que no pudiera escapar y le dije pausadamente.
__ Oiga don, usted ¿por casualidad es argentino?
__ No, me respondió. __ Solo viví allí, pero decidí volverme después de muchos años __ Perdón no le molesta si le pregunto si vivió por el barrio de Villa Urquiza.
__ Sí señor ¿cómo lo supo?.
___Es que busco a una persona que se fue de mi país hace algunos meses, yo soy abogado y represento a José Alcalá ,¿usted es la persona que fue testigo en la causa por la cual lo incriminan por asesinato? porque si es así debo preguntarle algunas cosas, que no me quedaron claras en su declaración testimonial.
El hombre se encogió de hombros y no opuso ninguna resistencia, se sentó en el borde la cama y afirmo que sí, que era él, el testigo que yo buscaba, pero enseguida me respondió diciendo.
__ Le aclaro que nada tengo que ver en el asesinato solo fui testigo y esta todo en los papeles del juzgado, más que eso no puedo decirle.
__ Entiendo lo que usted me dice, pero debo hacerle ciertas preguntas de todas maneras.
_ Usted no tiene ningún derecho a retenerme acá en su habitación ni a indagarme, no es nadie para hacerlo.
Casi no alcanzó a terminar sus palabras, cuando mis manos tomaban su solapa y mi cara estaba tan cerca que podía sentir mi aliento en su piel.
__ El que no tiene derecho es usted, a dejar a un hombre en la cárcel siendo inocente, ¿no es verdad? y si no quiere hablar, hablará por la fuerza de todas maneras.
Sujetando su saco con mas furia ,me aparto con sus manos yéndose para atrás, note entonces que su cara ya no era la misma, el hombre de cabellera abundante se sintió acorralado e indefenso, era un hombre que no parecía peligroso pero sabía que algo escondía, de repente me sorprendió con esta frase.
__ Ya estoy cansado de esconderme abogado.
__ Le contare como fueron las cosas si usted me tiene paciencia.
A lo que le respondí.
__ Toda la paciencia del mundo, hable hombre de una vez.
Y entonces comenzó su relato, su versión de los hechos, muy pausadamente y sin ponerse nervioso.
__ Ese día llamé por teléfono a Orosia, con la cual mantenía una relación amorosa extramatrimonial desde hace mas de dos años, ella quería cortar esta relación y yo no tenía intención de hacerlo, porque la amaba, lo que nadie sabía es que ella fue mi novia en mi juventud, pero un día se marchó para Argentina, porque su familia no me quería como marido para ella, aquellos días fueron para mí los peores de mi vida, hasta que decidí viajar a su país yo sabía donde vivía ,porque tenía contactos dentro de la familia de ella.
El hombre hizo una pausa y yo lo interpele.
__ Siga no se detenga.
Me pidió un vaso de agua, porque su boca estaba reseca, a lo que accedí, luego siguió con su relato.
__ Yo sabía que de alguna manera ella me seguía amando y por eso me atreví a querer recobrar ese amor perdido, por algún tiempo pudimos tener una buena relación pero ella no podía manejar la ambigüedad de la situación y me dijo que quería terminar nuestra relación así como así, sin más explicación a pesar e que su matrimonio no pasaba por una buena etapa y usted sabe que pasa en esos casos.
__No, no lo sé, dígamelo usted ¿qué pasa en esos casos?. __ Nada solo que la mujer se siente sola y necesitaba cariño y yo se lo di sin pedirle nada encontró en mi un hombro donde apoyarse, pero un día apareció en mi casa diciéndome que amaba a su marido y que no podía seguir con esto y así como así ,se fue dando un golpe a la puerta.
__ Al día siguiente la llame por teléfono y le dije que iba a ir a verla a su casa yo sabía que José estaba trabajando a esa hora en un bar de la calle Lavalle al 500 y no llegaría sino hasta la noche bien tarde, ya por ese entonces estaba dispuesto a todo si ella seguía con su negativa pues, si no podía ser mía no sería de nadie. Cuando creí que ahí dejaba de hablar siguió explicando sin ningún tapujo y con lujos de detalles como había asesinado a la mujer de José.
__ Una de las posibilidades era suicidarme doctor, pero no tuve el coraje de hacerlo y por eso huí de la Argentina, cuando me confirmó que su decisión de alejarse de mí era indeclinable, no dude un instante y con el revólver que le había robado a su marido un día en que ella se descuido, ya que no lo usaban frecuentemente ,no notaron su ausencia, le disparé dos veces en la cabeza, cayó desplomada sobre la alfombra y quedó tendida como la encontró la policía, en un gran charco de sangre.
__ Recuerdo abogado, que antes de escapar del lugar volví mi cabeza para verla y luego me refugie en mi casa para no despertar sospechas, el revólver quedo tirado tras de mí, sin mis huellas digitales, porque tenía puestos unos guantes. __ Eso es todo lo que puedo contarle no tengo más nada que decir, de todas maneras no tiene pruebas y mi relato no puede usarlo en mi contra, no existe ninguna conexión entre el asesinato y yo.
Fue sino entonces que le dije que cuando había comenzado su relato no dudé en accionar la grabadora de vos de mi celular y que todo había quedado registrado para su desgracia y para mi alegría el caso para mi había sido resuelto un poco gracias a mi padre que me había enseñado a usar mi intuición ,hace ya muchos años de eso.
Después de que terminara y antes que pudiera decir nada, la policía ya estaba en la puerta de la habitación el hombre de abultada cabellera blanca, fue llevado esposado a la delegación más cercana al hotel, el pedido de interpol para que lo enviaran a la Argentina había sido despachado y su regreso fue de inmediato, ya que llame al juez de la causa y este pidió la captura internacional a lo que España no pudo negarse.
Volví a Buenos Aires, pero no sin antes recorrer aquellas callejuelas de Zaragoza, que tenían impregnado el olor de los Pirineos, aunque quedaban a 150 kilómetros de la ciudad en la parte más alta se llegaba a divisar la cadena montañosa, camine por donde alguna vez lo había hecho mi padre y fue como trasladarse al pasado, supe entonces que de alguna manera fue como pagarle algo, de todo lo que ellos me habían dado en su vida de trabajo.
Cuando volví a Buenos Aires la ciudad me recibió, con una lluvia de esas que estamos los porteños a soportar, levante la solapa de mi abrigo, mi figura se reflejaba oscura en los charcos de la calle, ya era tarde y la luz del sol casi había desaparecido, cuando lleve a José a su casa este se despidió con una sonrisa pero yo sabía que era una mueca de tristeza por la muerte de su amada esposa. Me despedí de él y caminè esquivando algunos charcos y baldosines flojos de los que siempre hay en nuestra bendita ciudad, bajé por las escaleras del subte, dejando atrás la lluvia fría, pensé, mi trabajo había terminado, pero en verdad nunca lo hace, porque solo es el comienzo, un Torrecilla jamás descansa, así somos los Torrecilla, testarudos y tenaces, una herencia que llevo en mi sangre, por el resto de mis días.
Por Conrado Augusto Sehnsdorf (Kurt) Y Nicolas Augusto Sehmsdorf.(Nico)
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Poeta
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