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Cuando abrazo al amor, abrazo al odio, veo la felicidad, veo la tristeza.
Existe la vida, tambien existe la muerte, las dos caras de la luna, su claridad, y su oscuridad.
La balanza de la vida, en su máximo equilibrio, lo divino, y lo siniestro, conviven entre si.
Siento el romance, siento la tragedia, ambas cosas son necesarias, al igual que la unión entre hombre y mujer, la balanza no debe ser alterada.
Erick R. R. Torres (Ángel Negro)
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Poeta
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Cuando abrazo al amor, abrazo al odio, veo la felicidad, veo la tristeza.
Existe la vida, también existe la muerte, las dos caras de la luna, su claridad, y su oscuridad.
La balanza de la vida, en su máximo equilibrio, lo divino, y lo siniestro, conviven entre si.
Siento el romance, siento la tragedia, ambas cosas son necesarias, al igual que la unión entre hombre y mujer, la balanza no debe ser alterada.
Erick R. R. Torres (Ángel Negro)
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Poeta
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La unión entre tu y yo, la luz y la oscuridad, se fusionan, para ser uno con la noche, para ser un solo equilibrio.
La velada perfecta, la hora indicada, el lugar indicado, el momento indicado.
La atracción que tengo por ella, es un magnetismo que se desata, es una oportunidad, donde las emociones están al acecho.
Toda la noche, es el clímax, es el momento, de desatar nuestro lado salvaje.
Erick R. R. Torres (Ángel Negro)
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Poeta
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Eres mi sol, soy la noche, eres vida, soy la muerte.
El equilibrio perfecto, eres mi ángel, soy el mismo demonio, nos enamoramos.
Algo especial tengo para ti, eres mi inspiración, soy el poeta oscuro, eres mi musa blanca.
Muchos nos critican, nos dicen que no somos el uno para el otro, se equivocan, somos parte de este equilibrio.
Erick R. R. Torres (Ángel Negro)
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Poeta
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O poeta sempre está à cata do que absorver... O poeta precisa viver para escrever.
O poeta precisa amar, precisa sofrer, precisa sonhar...
Precisa se embriagar de vida para se realizar. O poeta é um precisado.
Enquanto o mundo pende para um lado, ele pende para o outro tentando “equilibrar” os sentimentos.
A.J. Cardiais imagem: google
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Poeta
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Algunas veces, si tu y yo estamos aquí, sin decirnos nada, sin mirarnos, es por algo que no hicimos. Una noche de luna llena, aun sigues a mi lado, sin decir nada, toda la noche, esperando una respuesta. Eres como la vida, amada y querida, en cambio yo, soy como la muerte, que tanto odian. Pero me dices algo, una sola pregunta, ¿porque la gente me ama, en cambio a ti te odian? Yo le respondí, porque tu eres una hermosa mentira, y yo una dolorosa verdad, eso fue lo que te respondí. Es parte de este equilibrio, nacemos, vivimos y crecemos, después morimos al final. Erick R. R. Torres (Angel Negro)
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Poeta
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La vida y la muerte, la luz y la oscuridad, en equilibrio perfecto, en un balance natural.
La soledad y la compañia, el amor y el odio, el romance y la tragedia, son parte de nuestro universo.
En completa armonia estoy, con la vida y la muerte aqui, presentes aqui, en forma de una bella mujer.
Tiempo y espacio, el sol y la luna, en una sola entidad, en un equilibrio.
Erick R. R. Torres (Angel Negro)
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Poeta
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Monólogo del bronce acobrado
Pensaba, solo cobrizada, cada pregunta al extraño. ¡Qué al bronce, niquelado, le parece, el clarín, la campana de cañones, ó la trompeta, sin suerte, pacífica!.
¡En el deseo de cambiar!. En la fascinación de lagos lejanos.
En lo esencial metálicos fracasos. En...
El río de telarañas, deseo con alas, de tres rostros. Cambiar quieren, los cabellos, en emblemática sabiduría, contra cada pueblo y tribu. ¡De lagos insaciables!.
La púrpura, pareja. ¡Fascinación del territorio!. De los infelices seres humanos. En lo profundo de los anales. ¡Desconocido, el vientre, del jabalí!.
Deseaba, la piel roja, en el vacío de las entrañas.
La gente de pelos altos, puras y simples aleaciones, analfabetos, En los bronces, arrobados, en los estaños.
Paseaba, los deseos amonedados. Fondo de los nuncas, y ahogada sed. En el deseo de la madera, líquido de primaveras morenas.
Todas las leyendas, desmenuzando, las astas del ciervo. ¡Emociones con apariencia!. Logran degradarse las estatuas, y un recién nacido.. ¡Equilibrio, de la devoción santuario!. Momentáneo entre metálicas razones.
¡Preguntarse respondiendo!. En él.
El aliento de los plomos, avispas de campanas ingenuas.
¡Discurso del perdido curso!. Se pregunta. ¿Qué recurso lo contradice?. ¿Se lamentará de vez en cuando?. ¿Comprenderá en sí, la tercera flama?. Lo plantado, y lo Arrancado.
¿Qué la mano desempleada, se lee, con la noche desclavada, y siente hastiada la prohibida vida?.
En Esto... ¡Qué provocan, hacen de alpargata, y blusa a la gente!. ¡Inhumanos!. Humos infrahumanos.
Agrioaculturado trigal. ¡Perdida cada estrella!.
¿Perdonará cada grano de arroz, al hirviente aceite, embriagado de la escarcha, humedeciendo, los sagrados alimentos, los desiertos ahogados en sangre?.
¡Ninguna bala piensa pescadora Ni lana luna en cada vena vana!. Así Es... Así Es...
Esto del bronceado ¡Asoleándose!.
La cigarra de la arena, ardiente de veranos enrojecidos.
A veces, dices, de noche, en los párpados, soñando mejores tardes, cálidas, fresas, serenas, las horas vuelan. Creo, escucharlas bajo. Aquéllas estrellas apagadas, por las pestañas despiertas.
¡Piénsalo y siéntelo...Si puedes!.
De la piel, bronceada. Artificial-mente.
En la lentitud de los caminos, de los minutos inmediatos, de los elefantes diminutos. ¡Está la rapidez de las montañas!.
Una vez, los delfines de bronce, abrieron las plantas, antes del bronceado, suelo niquelado, entre pañuelos. ¡En su cándido, ocaso!. Ignorando a los cobres cerrados.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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RUEDA NÉMESIS RUEDA
Fuerza divina del orden invisible, Sí. Sí. Némesis, la madre. El verdugo ha cortado el cuello. Del Yugo... ¡Qué lo aprisiona!. ¡Verdura... Fulminante!.
De Calle A Calle... ¡Némesis, madre de Helena!. Y de Erecteón también. Obra... ¡Obra ya el equilibrio!.
Fuerza divina. Del orden invisible. Los zapatos. Aún. Moribundos. ¡Claman!.
El cuello entre los dedos. El canto entre las plumas. El ciervo entre las dunas. Alto y bajo. Allá y aquí. Ya, ya. ¡Qué laten dientes nuevos!.
Rueda. Némesis. Rueda. ¡Divina Némesis!. Justa y sagrada. Y que todo. ¡Todo se equilibre por ti y todos!. ¡Y los volcanes rueden redondos!. ¡Obra!. ¡Obra, ya el equilibrio!.
Fuerza divina del orden invisible. Recuerda, recuerda a... ¡Océano, tu padre!. Rueda divina, rueda el equilibrio.
Las olas. Vienen y van. Los cantos. Inician y terminan. Las olas, como los gansos. Los cantos como zenzontles.
Los dedos. Los dados. ¡Moribundos y huellas!. Cortadas y alargadas. Unos mucho. Del yugo por las calles y casas. Daño... Daño... ¡Reciba su justo pago!.
Del yugo. Por las calles. Por el aire y las casas. En toda familia hay dolor. ¡Cuidado el pez pasa con gusanos!. ¡Obra!. Obra ya el equilibrio.
Fuerza divina del orden invisible. No, no... Némesis recuérdanos. Los lazos del verdugo. Los huracanes del búho. Los colores del clamor. ¡Padres, hijos, hermanos y amigos!.
Los nobles. ¡Escorpiones verán danzar!. ¡Perlas justas y diamantes!. ¡Obra!... Obra ya el equilibrio.
Fuerza divina del orden invisible. Una espada... ¡Vuela melodiosa!. En dulces anhelos... ¡Cumplidos!. Van. ¡Jaguares y tigres!. En. La. Miel. ¡Del enjambre!.
No lo olvidemos. No, no lo olvidemos. ¡Compañero!. ¡Grazna el ganso verdura!. Alado el tiempo circular. ¡Dónde. Brilla. El grillo!. ¡Obra!. Obra, ya el equilibrio.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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NEGADO EL PRESENTE
Se niegan millones de ojos. ¡Cómo los desiertos granos!. En su arenosa memoria. ¡A ver claro!. ¡Al enemigo verdadero!.
Equilibrio del último gigante. Del último canto. ¡De un pájaro!. ¡Qué!. ¿Qué?. ¿Qué?.
¡Qué pintó un águila, y ella se creyó!.
En los insepultos huesos. De un cuchillo, desafinada guitarra. ¡De empobrecidas cuerdas!. Los relojes, son ahora. Son Ahora... ¡Intemporales!. Intemporales límites perdidos.
¡Intemporales, inmortales!.
Como son... Inestables las partículas. ¡De geométricos arroyos!. Yo... Yo... Yo... ¡Simple balero!. Plomo de perlas. En los cerdos.
¡Infinitos, pieles, sedas!.
Se quiebran entre octavas. ¡Corcheas!. ¡La sinfonía de bancarrota!. Mesa, masa. ¡Mece alegre!. El sendero inexistente. Del asesino involuntario.
Del obligado. ¡Peón!. ¡Peón, simple, de tablero!. Enroque falso. ¡Enroque falso de gambitos!.
Los ojos, en los dados. ¡Cargados!. De curvos cuervos. ¡Cómo arena en la playa!. De mentiras, cada vena, cada día.
¡Viven muertos!. Los colores. ¡En los añicos!. Del espejo. ¡Perdido del presente!.
¡Negado... Negado... Negado...!
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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