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Sabía que a pesar de ser para mí una diosa, que inundabas mis sueños y provocabas más y más ilusiones, devaneos innúmeros… Estabas tan distante como imposible sueño… Y aunque no sé cuántas veces me acerqué a algo menos de uno de aquellos suspiros, que solían hacer levitar con mis fantasías… toda mi atención, la inspiración completa, para intentar grabar más detalles de tu belleza, para darle a mi memoria nuevos capítulos y a mis noches más motivos para ansiar otro día…
Tu sola existencia, mi motivación más preciada, alimento de mis ansias por crecer, por soñar más, para pretender que cada nuevo día, serían menos centímetros que debía crecer y menos los suspiros para alcanzar acercar aquella imagen anhelada, convirtiéndome si preciso fuera, en un caballero de cuentos que asalte la realidad y la fantasía… El ímpetu con que derroché todas las quimeras, consiguieron que quedes forjada en mi corazón, con cada gesto y todos los matices tatuados como mi primera sempiterna ilusión de cristal…
Y de ilusiones de cristal, seguramente poblamos parte de nuestros caminos y crecimiento… del espectro de sus haces iluminamos aún: días, noches y son senda para despegar más suspiros, aprender a ubicar el espacio exacto y nunca olvidar toda la vehemencia con que la construí, alimenté y deje ir… ha sido el tributo más tierno que concebí, para sostenerla en mi memoria sin fragmentarla… Ilusión de cristal, incólume en mis suspiros y sueños…
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Poeta
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Tú mi dama yo tu caballero
Alguien tuvo que casarse y contaron, con que serías parte del bouquet de damas que acompañarían a la novia, ¡Qué honor más oportuno, pues caballero tuyo, yo sería…
Tú… en medio de azucenas, rosas blancas y las más suaves y exquisitas melodías, fondo celestial que hizo invisible, todo cuanto en el templo había y podía ocurrir…
El Ave María estremeció profundamente nuestra piel y corazones, el roce furtivo, inocente de manos y miradas nos elevaron, juntaron, bendijeron…
No hizo falta promesas ni compartir con el sacerdote, tu mi dama, mi compañera, centro de mis ilusiones, de mis ambiciones todas, de mi voluntad de ser bueno…
Para merecer mi dama, para convertirme en el real caballero que te merecías, el que protege y respeta, que ama y no deja de enamorar, el que siempre estará allí…
Que sucedió años después… no cambiaría un tan solo detalle, de esa noche de simbolismos y encanto que resaltó como un sueño: tú, mi cenicienta dama y yo… tu más noble y leal caballero.
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Poeta
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Aun no amanecía tu adolescencia y con tu inocencia desbordando alegría, encontraste en la figura de gitana un espacio de identidad de tu espíritu, libre, aventurero, ávido de espacio, de compartir y vivir los sueños…
Entonces… la blusa de vuelos, las candongas, los pañuelos vistosos, las faldas amplias y llenas de colores, llegaron a conjugar fantásticamente… pureza, inquietud, curiosidades innúmeras, que llegaban a borbotones como tu risa…
Que importa cuán grandes sean horizontes, cielos y mares, no importaba siquiera el mañana, había que explosionar toda la energía y el espacio de tiempo y personas que luego de a poco se van como el agua…
Gitanita hermosa, quiero detener todo y pretender abstraer un instante, de tanta vida derrochada con pasión tras de aquellas ropas sugerentes, para recibir el entusiasmo, la magia, la contagiante felicidad de tu sonrisa…
Sigue abriendo horizontes con tu vuelo, el mundo no es ancho y ajeno… es tuyo, no hay fronteras, no hay límites, hay el vendaval de tus ganas de vivir, buen viento gitanita hermosa… sigue buscando tus sueños con alegría…
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Poeta
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Los años en que la fantasía de la temporada navideña, la urgencia por renovar sueños y afianzar el consuelo de que vendrán mejores días y hasta un feliz nuevo año, contrastan muchas veces en nuestros pueblos, con una realidad terrible que, en la supervivencia del día a día, apenas queda un poquito de aliento para avivar la esperanza, aunque esta parezca casi una enfermedad terminal más, de aquellas que tienden mantos de muerte sobre los hogares pobres de nuestra Latinoamérica. Es que a la lucha por conseguir el pan del día, hay que enfrentar enfermedades, muchas de ellas no graves, pero por la falta de recursos, alimentación adecuada, infraestructura sanitaria básica, descanso, etc., se convierten en males crónicos con consecuencias fatales. En medio de las dificultades de ser el quinto de nueve hijos de una humilde familia luchadora, que tuvo que enfrentar con denuedo, para sobrellevar los anhelos y sueños de un hijo con deficiencia renal, apenas dos años mayor que yo. La vida quiso que un generoso joven de gran corazón, haya aceptado ser mi padrino de bautizo, creo que tenía como 3 años cuando me bautizaron con mis dos hermanos Tayron -el del problema renal- y Raymundo, mi hermano menor. Mi padrino, que no vivía en mi pueblito, estudiaba en la capital, pero en temporada navideña, siempre llegaba…, como estrella, como alegría y llenaba mi cara de una sonrisa inmensa y mi corazón de confianza, de esperanza, de cariño; es que al juguete siempre grato, novedoso, mi padrino añadía alguna ropa y caramelos; ¿qué más podría ambicionar? Este se convertía además en un regalo para mis padres, que ya no tenían que preocuparse en algún regalo para mí y es que varias veces fue tan especial, que mi hermanito menor, era quien se adelantaba a dar encuentro a mi padrino, saludándolo como ¡Padrino!, ¡Padrino! Ese fue el remanso más grato, con el que paliaba las angustias y carencias de esta temporada; pero particularmente de la sombra que remordía la vida de Tayron, las dolencias de su enfermedad y su férrea esperanza en que se pondría bien, -aunque no habían señales de ello-, sus cartas al niño dios, a papá Noel, a diosito pidiéndole únicamente salud, poder correr, volver a la escuela, arrancaban quebrantos y rompía cualquier residuo de fantasía que aún resistía. Cuando falleció Tayron, fue más terrible todavía, sobrevivir estas festividades; sólo cuando la vida volvió a florecer con primaveras nuevas, con otras generaciones, sólo entonces se afirmaron algunas cicatrices en el alma y llegaron nuevos suspiros para buscar luces, para renovar aliento, para ser parte de la algarabía y de la marejada que multiplica alegría e ilusiones. Ahora con el paso de los años siento que así es como la vida, restaña heridas y prepara nuevos amaneceres, porque los niños que vienen, tienen como nosotros, tsunamis de sueños, de confianza en la vida y ansiedad por saberse seguros, respaldados, protegidos. La vida debe seguir y siempre va a ser mucho mejor que siga con nosotros como parte, poniendo pasión y muchos sueños en esto de alimentar la ilusión, de derrochar corazón y todo lo que queramos compartir. Padrino, estas líneas quizás estuvieron represadas mucho tiempo, entre esos sentimientos y vivencias encontrados, pero lo importante es que lleguen a sus manos, que dios lo bendiga por su presencia generosa en mi vida, por los detalles que llenaron de felicidad y alborozo mis navidades; agradezco especialmente, haberme obsequiado un ejemplar referente de ser humano solidario, sensible. Mis respetos para usted, su familia, que la temporada contagie nuestros corazones y que sigamos confiando en un mejor mañana, nuestros hijos seguramente nos quieren a su lado, brindándoles lo que usted me regalo también con sus detalles: seguridad y esperanza.
¡Un abrazo fervoroso, felices fiestas!
Milton.
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Poeta
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