Poemas de amor :  El Rincón de los abrazos
cuando seas mas romántica que práctica
te invito a caminar por el filo de
los andenes haciendo equilibrio con
los brazos, a correr como niños
esquivando charcos a los brincos, a
darnos un beso a escondidas en el
transmi, cuando quieras escapar de
la etiqueta te invito a bailar descalzos
entre sombras, cuando te aburras de la
seriedad de tantos años, te vienes
para el rincón de los abrazos y hablamos
de cosas sin sentido, cuando no quieras
estar hermosa para el mundo ven a mi desarreglada, que yo amo tu alma más
que el orden de tu aspecto, cuando
quieras soñar cierra tus ojos y
deja que tu sueño sueñe junto al mio.

Después...
Al otro día regresa a tu vida
de trabajo, se seria nuevamente, preocúpate
de las cosas de los grandes, habla
de las cosas que cambiarán el mundo y
recuerda que puedes ser feliz
con pocas cosas.
Poeta

Poemas :  En las pálidas tardes
En las pálidas tardes
yerran nubes tranquilas
en el azul; en las ardientes manos
se posan las cabezas pensativas.
¡Ah los suspiros! ¡Ah los dulces sueños!
¡Ah las tristezas íntimas!
¡Ah el polvo de oro que en el aire flota,
tras cuyas ondas trémulas se miran
los ojos tiernos y húmedos,
las bocas inundadas de sonrisas,
las crespas cabelleras
y los dedos de rosa que acarician!
En las pálidas tardes
me cuenta un hada amiga
las historias secretas
llenas de poesía;
lo que cantan los pájaros,
lo que llevan las brisas,
lo que vaga en las nieblas,
lo que sueñan las niñas.
Una vez sentí el ansia
de una sed infinita.
Dije al hada amorosa:
—Quiero en el alma mía
tener la aspiración honda, profunda,
inmensa: luz, calor, aroma, vida.
Ella me dijo: —¡Ven!— con el acento
con que hablaría un arpa. En él había
un divino idioma de esperanza.
¡Oh sed del ideal!
Sobre la cima
de un monte, a medianoche,
me mostró las estrellas encendidas.
Era un jardín de oro
con pétalos de llama que titilan.
Exclamé: —Más...
La aurora
vino después. La aurora sonreía,
con la luz en la frente,
como la joven tímida
que abre la reja, y la sorprenden luego
ciertas curiosas, mágicas pupilas.
Y dije: —Más...— Sonriendo
la celeste hada amiga
prorrumpió: —¡Y bien! ¡Las flores!
Y las flores
estaban frescas, lindas,
empapadas de olor: la rosa virgen,
la blanca margarita,
la azucena gentil y las volúbiles
que cuelgan de la rama estremecida.
Y dije: —Más...
El viento
arrastraba rumores, ecos, risas,
murmullos misteriosos, aleteos,
músicas nunca oídas.
El hada entonces me llevó hasta el velo
que nos cubre las ansias infinitas,
la inspiración profunda
y el alma de las liras.
Y los rasgó. Allí todo era aurora.
En el fondo se vía
un bello rostro de mujer.
¡Oh; nunca,
Piérides, diréis las sacras dichas
que en el alma sintiera!
Con su vaga sonrisa:
—¿Más?... —dijo el hada.
Y yo tenía entonces
clavadas las pupilas
en el azul; y en mis ardientes manos
se posó mi cabeza pensativa...

Rubén Darío, 1887
Poeta

Poemas de amor :  El adios
Vete tranquila, disfruta tu vida, en algunas
mañanas recuerda a la rana, en algunas tardes
recuerda mis caderas que casaban perfecto
en tu cintura, como era imposible caminar sin
estar muy juntos...
cuando mires tus manos recuerda
que las adore y cuando te mires al espejo no te
atemorices, soy el único que puedo atemorizarme
con la belleza de tus ojos.

Yo te recordaré a diario y te saludare en mis silencios
todas las mañanas y en las noches no te faltará a la
distancia un dulces sueños.
Te amo
Ya no me deben quedar muchas lágrimas, todas las
he usado limpiado mi rostro de tu recuerdo, prometo
mi amor que no diré nada más, tu recuerdo será en
total silencio, sólo espero que por lo menos te amen
la mitad de lo que yo te amo.
Poeta