Por gran tiempo mis labios pronunciaron la jaculatoria, que anidabas en mi pecho y en mi espalda; que eras el frenesí que encendía luces en el alma. Jaculatoria, monólogo o padre nuestro, fue lo único que podía pronunciar mi boca mientras a la distancia esperaba ser callada por tus besos.
Te habrás dado cuenta, que he preferido guardar silencio? que ante tus acciones, tus palabras, risas y hasta burlas, he decidido guardar el más sepulcral silencio.
Mis omisiones, son la antesala de lo que podría ser el sepelio, a la devoción que por ti siento.
Hoy, al escucharte y leerte, confirmo que expuesto en capilla ardiente está mi amor prohibido, escondido, silente y quejumbroso; pero fiel, como lo ha sido desde el primer día.
Mi cuerpo mi amor, mi alma, y la posibilidad de acercarnos al umbral del cementerio donde nos espera la tumba, allí donde ha de descansar, éste corazón herido, ten por seguro que ya no ponen resistencia; Si a partir de esta hora, al igual que yo, decidieras hacer silencio, estará consensuado que en aquel sepulcro blanqueado, al que todos llamamos olvido, han de ser sepultados todos mis sentimientos.
Entonces, en nueve días, mi boca jamás invocara tu nombre, porque el frenesí de hacerlo, dormirá en el descanso eterno que le ofrece una tumba fría.
Mientras nuestros momentos, me hacen compañía, hasta el final de éste sepelio, dama y perversa en ataúd, esperan extasiadas, que seas tú, quien ahora digas, lo que verdaderamente sientes.
Autor: Ramir (Tania Natera ©) San Pedro de Macoris, 14/05/2021
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Poeta
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