Tendida tú en la arena dócil (que envidiaba tus formas nuevas) mi boca en llamas bajó sobre tu boca en brasas y derramadas estériles nuestras sales esenciales por el beso, rabiosos y calmos, mixturamos sólo salitre marino y de una lágrima.
Cuánto de mí lidiaba a duras penas meterse como espíritu dentro tuyo. Cuánto de ti me tragué con el alma (y tus padres de espaldas a unos metros). Aunque lo nuestro no pudo ser posible, ¿qué desalmado, qué persona glacial puede decirme hoy que aquel beso fue sólo un beso de verano?...
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Poeta
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