¡Carpintero! Haz un féretro pequeño de madera olorosa, se nos ha muerto un sueño, algo que era entre el pájaro y la rosa.
Fue su vida exterior tan imprecisa que sólo se lo vio cuando asomaba al trémulo perfil de una sonrisa o al tono de la voz que lo nombraba...
Mas qué te importa el nombre, carpintero, era un sueño de amor. Tu mano clave pronto las tablas olorosas, quiero enterrar hondo el sueño flor y ave.
¡Al compás del martillo suena un canto! "No vayas al campo santo, porque los sueños de amor No mueren. Se muda en llanto su forma de ave y de flor
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Por Conrado Nalé Roxlo
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Poeta
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