Soy un alma que busca la certeza de Dios, nada queda en el mundo que me pueda agradar ni me siento ya oriundo de este basto lugar y me irrita y me ofusca lo que tarda mi adiós.
Soy la sombra pardusca, denodada y en pos de un saber más profundo que el saber escolar; y segundo a segundo ya me acerco a un altar que el pecado chamusca, que acrisola mi tos.
Soy mi vana sentencia, mi latido final una llama ya extinta desde un fuego servil; solo pido licencia para un vuelo jovial
que no sea falsa finta sino viaje gentil hacia sitios distantes, hacia orbes serenos con aromas fragantes y con cantos amenos.
Ya no aguanto más frenos: Solo ruego al edén que reciba mi andanza y deshaga el vaivén que al infierno me lanza.
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Poeta
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