A todo peregrino
Todo me hastía peregrino, todo es nada.
La lámpara eterna que alumbra, es la misma que siempre oscila.
La pausa imposible en que todo cavila.
Sigo este ritmo de angustia que me obliga a mirar el horror que miro.
Toda la paciencia del cielo contra el desquiciado pensamiento de los hombres que se aniquilan.
Y comen su pan creyendo que todo está bien en el letargo de sus vidas.
Pero todo es nada y nada son. Y sólo engaño siembran en la desnuda tierra.
Sufrimiento y muerte es la vil cosecha.
Hay una mueca que se esconde de alarma y pesar en sus almas inciertas, al presentir que se acerca el día de tinieblas.
Ingrid Zetterberg
Todos los derechos reservados S.C. Cta. Nº 1006080193112
|
Poeta
|