Poemas infantiles :  El caballo de hojalata
Un caballo bien domado
extrañando heno y paja
buscó salir de la caja,
llevaba tiempo guardado
estaba muy oxidado
ya que era de hojalata,
brincaba trata que trata
saltaba al ciento por ciento,
mas, no concretó el intento
pues le faltaba una pata.

Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Ciudad de México, a 04 de marzo del 2024
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
Poeta

Poemas :  Amerengada inocuidad
AMERENGADA INOCUIDAD

En esa realidad que ha cerrado la puerta,
en la sierra nonada por menudencias,
la negrura es intachable mízcalo,
peyorativo malévolo insignificante,
postinero procaz insufrible,
¡Qué encuentra agotado el vacío!.
¡Qué libera al mundo que pensó!.
Sin creerse murrio, intacto gruñido.
Sin saberse decadente, pelele vacuo.
Amerengada.
Inocuidad.

Por las ascuas desgajadas del insomnio.
kiosco en ruinas huracanado hospedaje.
Del consuelo contagiado del contrabando.
Del óxido apadrinado de ínfimos pórticos.
Del hielo perturbado bajo la mano vacía.
En esa realidad, en esa realidad, se ostenta.
Conmiserarse de la gazuza infame hartura.
¡Sí, sí!... Aligerándose al deslomar al sol.
En el impreciso crucilabrio intransigente.
Amerengada.
Inocuidad.

¡Vaya, vaya, sí que sí!.
Es la estrictez anacrónica del gusano tundido.
¡Que asfixia a la lividez misma!. Perplejo.
Al caracolear atribulado en petulancia.
Al atragantarse desparpajado el cinismo.
¡Pobre cacumen abundoso en coprolalia!.
Conturbándose trastocado de azoro ingenuo.
¡En esa realidad que ha perdido su ausencia!.
Su figura, su repudio, su respeto, su esbozo.
Amerengada.
Inocuidad.

Entre eso del estorbo usurero.
¡Demudándolo gazmoño infernalmente!.
Por encizañar y embolicarse aventurero.
Entre el escamoteo de una rapsodia.
De un desenfrenarse animalado.
Textil termómetro tertulia torpe.
Dispensa disturbio doloso drama.
Zángano zopenco zozobrando.
¡Convicto de sí y por sus huesos encarcelado!.
Insigne.
Inicuo. Del amerengarse crapuloso, inopinable.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Poemas de naturaleza :  Maderahora
MADERAHORA

Con la mirada en el almendro lejano
cultivando bellotas
ocasión de hacer ciruelos
en la palma de una mano
qué dejamos bajo el mar.


Una vez
En la soledad arrugada
En la silueta pastilla
Natural, huye, arrepentida
¡El alma qué enfermó!
Al poder amargo
Al quitar al pequeño cielo
Las estrellas con el fuego
Encima de la encina
Al cuello...


De una soga entre cucharas
Al pasado sólo prendido
El perro, empobrecido, vive su hambre,
Marchando al marchar, huérfano,
De la cómoda conífera al encender...

La pantalla, qué se mueve,
qué proclama, qué da alas,
¡En las sombras, al pezón seco!
Con el manantial qué, nada respira,
¡Una oruga, tocando al óxido!
En los pedazos
Inerte
Los contornos de la huerta
¡Satisfecho del telar al talar del árbol!
¡Qué ya consume carne!.

Con
El
Ínfimo
Tesoro...¡Sin silueta!

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta