Asoleado Deambulando
Al anzuelo suelo ver,
desde el suelo sin raíz,
en el olvido hosco óseo.
¡Irrecusable incomprensible!.
Tan equívocamente diáfano.
Vernáculo en el limbo aureolado.
Tan horrísono, tan truculento.
Deambulando, deambulando, asoleado.
Como recalcitrante es la consternación volátil.
Por el cercear algodonoso pusilánime.
Por ser avilantez abulia filiación.
Por la diátesis amonedada en sucesión.
Por ser proclive a ungir al prócer.
¡Que agita hercúleo creso!.
¡Que al perillán exime eximio tunante!
Asoleado, deambulando después.
Del inclementemente tarantulado.
Del diminutamente temedero.
En el suelo gemebundo y elegíaco.
Al que suelo desesperanzar indocto.
En el ostracismo prudente trillado.
¡Idólatra de la paz insulso!.
¡Ígnaro de la incandescente abyección!.
Asoleado, asolado... ¿Estará el sol alado?.
Por el suelo en su desconsuelo.
Tan utopista como en la destemplanza.
Cuando suelo pensarlo.
¡Excéntrico afanoso del sosiego!.
Porque el desencanto es el colofón.
¡Que en la suela atrapa al anzuelo!.
Desde el suelo que clama y suelo ver.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez