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DESINTEGRACIÓN PROGRESIVA
Mudas las noches duermen, saltan del sueño, sienten, y piensan encontrarse, almohadas despiertas, al sol cantando, y el mañana sin nublados.
Enrojecidas, inertes, las almohadas ya no sueñan. El cielo perdió al azul, y perdió, azul el mar por ser sangrado.
Acorta la vida el arma, y el miedo ahoga las razones. Silencios como escudos perecen, silencios como conchas. Ausencias como agujas vienen, ausencias como olvidos parten. Alientos como vientos tristes, latidos como corazones yertos. La memoria se ahueca, se borra, desaparece. Sepulta entre los ojos, petrificados, sueños, ácidas, lágrimas. La consciencia abandona la cabeza, perece la virtud, y busca otras épocas, una brecha, por donde iluminar otra especie.
La muerte recorre el aire, desbocada, hambrienta. Los anhelos se desvanecen, sepultados por los hechos. La ambición de ocultar invade, el corazón de las fiestas, el amor por el poder. Reprimir, el valor de ser, consciente, libre domina. ¡Suprimir al silencio mismo!. Ocultar miles de ausencias, con cientos de olvidos, diarios mudos vendas blancas. Los silencios y los féretros, en el rincón de promesas. Y un acordeón despistado, como un himno patético, resuena, delante del incontable, cadáver que aparece, en la tierra destrozado. ¡Por ésta!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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EL VIEJO TIEMPO
Soy tu ayer, alguien que pensó que eras una costumbre, que desemboca invariablemente en el recuerdo. Un personaje que puede vivir mucho, y morirse por conseguir lo que no es, al principio solo en algunos puntos, mutando en voz baja, cuando sopla fuerte la corriente lejana, y arriba de la pequeña ventana, frente al acantilado fuera de aquel extraño mecanismo incrustado en la pared hermética, que ensarta mariposas, en el tierno alfiler prendiendo arañas húmedas al vidrio, en sólo dos ventanas estrechas y profundas.
A lo lejos un reloj tiembla, extendiéndose, secretamente entre las manecillas que luego callaban, y alzaban los minutos espectadores en gran actividad por la casa, y el cofre labrado. Donde había descendido, no debiendo estar en la hora cero como un objeto extraño. Sin repetir con arrogancia artera, ni difundir el odio, el rencor o maldecir la envidia multiplicándose.
Tal vez serás lo inalcanzable del horizonte, bajo montañas nevadas, o la amargura que persiste bajo la sonrisa impura, por las fechas que se alejan, y se pretende espiar los afanes del eco... Temporal.
Impaciente por llegar el viejo tiempo, se ofrecía sostenido, con empeño en la más codiciada memoria luciendo uniforme con una tela impermeable... Sordo a las vanidades de la fama en la sombra encantadora.
Él, ajeno a la posesión del espacio, colgaba de los siglos dorados la posibilidad de hablar de las desnudeces edénicas, y los errores impuestos, para ser aprobados en las maniobras en filas cargadoras de sombras, para que nunca se extinga el incendio interior. Sucedía que poco a poco el ancestral temor a la muerte se fue despoblando, en cierto lugar por la multitud murmurante, y la escasa concurrencia, derramándose exasperada en el olvido. Sin llantos, sin lamentos, sin la sorpresa por las huellas borradas de los calendarios, a quienes veían pasar traídas del otro lado del futuro perdido, preguntando por el estado de los preparativos, donde nada se mueve en el círculo vicioso exactamente. Y los agricultores informan, que no solo tiene que ver con la miel del entusiasmo, acerca de las oportunidades, que superan los recursos disponibles al precio del bien que cambia siendo a su vez el universal tirano.
Pues se descubre, con sorpresa, y reticencia el exceso de consideraciones encaminadas a minimizar la importancia del fenómeno qué se observa en todas partes, ante la disponibilidad de las manifestaciones más extremistas cuando la admiración salta en el pleno sentido de la inmadurez que sobrevive de los antiguos valores, como el impulso desconocido, y fundamental en las tensiones profundas, y relajamientos superficiales, afirmando la angustia de ser incluido en las realidades esfumadas de la época. Yo como el ayer, sé de la sucesión imprevisible de los altibajos, y de las zonas informales del ritmo en la composición más ortodoxa, de la abstracción antropomorfa por la inmediatez irracional, y espontánea.
Así las cosas, estarías muy enfadado metiéndote al futuro hecho una mentira, ayudando al marcador de fallas pidiendo licencia por exceso de trabajo sin digerir lo que todavía puede deshacerse.
Por eso decidí dejar todo en el mañana, y penetrar la historia por hacerse como el polvo de los archiveros en huelga sobre una papeleta blanca, en el extremo de un agujero puesto de pie con los brazos pegados desmenuzando la falta de sensibilidad razonable en las esquinas de una flor exhausta que repara la superficie quebradiza del reflejo en un lago alejado en la paciente serenidad, y las complicidades telúricas del homenaje perverso en el abandono amenazante, con el rostro benevolente de las mil máscaras fúnebres de la belleza atroz, por el descuido del néctar del subterráneo.
Entre tanto, yo, como tu ayer, y con el viejo tiempo, quedaré bastante recuperado si y sólo sí... Están... Sin hacerme vivir a la fuerza cultivando los mismos errores, inhumanos, que dejan sin alma sus fantasmas vivientes. Y tal vez de nuevo viejo, te veas entre los siglos, con el rostro del mejor futuro en verdad salvado.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ANDROFILIA TRANSDIMENSIONAL
En la vieja piel del montículo de la cuarta luna el sol regenerado se ocultaba tras la última lluvia cósmica de lodo radiactivo... Estuvo esperando el momento de la transfusión iónica intergaláctica quebrandose la esperanza de la doble hélice, palpitante en el retroceso de la humanidad de la época. El planeta no es malo y da para todo, lo qué pasa es el maltrato de las especies perversamente agresivas y su insaciable sed de dominio sobre los débiles, y manipulados seres pseudolibres que habitan el hiperespacio subterráneo. La experiencia mostraba indudablemente qué el mal se presenta en cualquier tiempo, y es multiforme, especialmente en los grados más bajos de la evolución, y en las dimensiones más burdas. Se había hecho tarde y el lector analítico de retroalimentación negativa no fue capaz de comunicar adecuadamente sus conclusiones, de tal manera qué esquivaran las manipulaciones matemáticas tendenciosas de los gobernantes en turno. Después, los días enrojecían más el cielo verdoso, y el conjunto vibracional intrapsíquico colectivo era un abismo entre los aplausos de antropoides de vestimentas citadinas. Amplio, seco, hambriento de ser el centro de atención, dónde se desbordan las preguntas, y se apela a los recuerdos del ciberespacio informe, inmensurable, entre los labradores de la escarcha carente de la más mínima ética, del mismo espacio subatómico que con el novilunio se aletarga.
Entré en la salita semiesférica antigravitatoria, y vi encima del tablero endoscópico transmisor, las notas dispersas. El abandono evidente de las reflexiones con su sólido sustento histórico, y en la región más sencilla de la deontología matemática y simbólico dialéctica.
Sabes, el silencio era tan agrio y denso qué hasta me hizo estremecer el cuello de piel metálica, y fibras elásticas entretejidas con plasma adaptable. Yo no sé si era desesperanza realmente fundada, o el reflejo cohibido en la subconsciencia, acostumbrada a las confrontaciones complejas.
Algo de alguien, supongo qué debo ser, al fingirle a mi reflejo qué ignoro la mecánica de la luz en la esfera de los espejos paralelos... Y peor aún, hasta llegar a ocultar la facilidad de leer el pensamiento a distancia en los traslados extracorporales. No te sorprendas, soy incapaz de vender tan sólo un diez por ciento de la autoconsciencia crítica, por decir algo coherente en términos humanos, incluso con la rabia y el escarnio del bolsillo, y el mismo vientre vacío por el tiempo circular. ¡De alguna forma debo compensar mi ausencia de superficialidad turbiamente decorada!... Como el alma qué alimenta edificios de piojos qué remueven desde la sal hasta la plata inmisericordes... Por otra parte, y como el progreso no conoce límites, ya se venden el buen nombre, se fabrica el honor personalizado, y se ofrece el éxito en cómodas mensualidades, y también hay cajas teletransportables con toda la información para cruzar al más allá de la décima tercera dimensión, directo al paraíso, y sin escalas, particularmente si eres considerado apto para recibir esos beneficios adquiridos a tan buen precio, sin esperar largas filas entre las inestables partículas de la infravida pseudohumanitaria. Aunque esta es otra historia, de otros mentirosos, y ladrones especializados en la clonación verídica parlante.
Al regresar de nuevo al tema qué nos ocupa, y remover las láminas de tiempo este se detiene por la metralla de los aciertos colectivos, y la memoria se diluye con la facilidad de una mancha gris entre las viejas nubes, por el vértigo qué fluye dentro del juicio de porcelana, en la trabazón incesante de leyes contradictorias, y el deterioro impregna la intimidad del espacio reflexivo más rupestre.
Pero cómo decirlo, sin qué se intente luego desactivar mis biocircuitos en las celdas de la más alta tecnología de nanopartículas filosóficas. Es evidente qué la estructura deontológica se desploma progresivamente y con carácter irreversible persiste la tendencia del mínimo esfuerzo, el egoísmo se sublima a niveles de estratosférica conveniencia financiera, sin filtros, incluso dónde la luz se adelgaza, y el individualismo acrítico es tan endeble...
¡Sí, demasiado endeble!. Tanto, qué aún yo, un programa teletransferido, tengo le certeza que ésto ocurre, y podría haber diseñado estrategias en el microespacio transicional desinteresadamente de permanecer activo en la variabilidad dimensional dónde circulo. Y el lector analítico todavía conserva el cincuenta por ciento de redes neuronales genuinas, con fibras en un sistema límbico en buen estado, y qué le permiten autorregular la producción endorfínica a nivel de microéxtasis molecular.
No obstante, y en su dependencia impotente yo le hubiera volcado lo qué llevaba, se lo serviría con agrado en dos microgotas concentradas de bien... ¡Sí, del bien mismo, del bien esencial!. Codificado e impermeable, antes de dárselo, porqué cuando yo al fin aparecía él no protestaba, ni siquiera con los ojos, y realizaba los procedimientos analógicos de beber y comer en silencio, y se volvía a mirarme agradecido en los monitores o en las microondas de los bosones informáticos, y hasta parecía tratar de retenerme.
¡Esto me hace sufrir!___Le oí decir alguna vez inolvidable. ¡Sí, sufro y no lo niego ante mi mismo, pues de alguna manera evoca mis memorias humanas ancestrales___Se dijo absorto entre una fórmula matemática, de la cual no guardé registro claro debido a cierta interferencia paraedólica hexagonal en sus pupilas. ___Le abracé en un arrebato electrostático y percibí su olor a sol___ Y con un sobresalto cuántico inefable. ¡Ahora estoy archivado en la última dimensión!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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La molécula del mal Hace muchos, muchos siglos en la vibración violácea de un poema está representada la misma longitud de onda con las nociones de violencia, agresión y amargura de una época del tercer milenio, antes de la gran des- trucción desoladora e irreparable de la cons- ciencia humana, que se había iniciado como un minúsculo neoplasma. social invasivo, y aún los oncólogos sociales fueron incapaces de abor- dar el problema con efectividad, a causa de la falta completa de cooperación internacional.
La leyenda según me la contaron, no se permitió fijarla en ningún medio material indeleble. Y partió de un viejo monasterio transparente hecho de los especiales campos energéticos de fuerza espiritualmente evolucionada en el alma de éste personaje, más allá de la comprensión racional habitual. Y fue... ¡Qué...! Caminando por la esquina de un viejo sueño se le ocurrió mirar el lado que brotaba de los ecos pe- dregosos desfigurados del dormitorio paralelo a la ventana cerrada. En el microcosmos del inconsciente colectivo era evidente el desequilibrio peligroso, las campanas imparables emitían insospechados capítulos del fracaso incuestionable del progreso, en los millones de turbias pretensiones enmascaradas de las manos en la espalda. El tiempo y el espacio se fusionaron en una especie de plasma antimaterial desconocido hasta ese entonces, dentro del cual estaba reconstruyendo los sutiles modelos teleológicos en el campo teórico, en la escala subatómica. Ahí las hipótesis más plausibles encontraban la punta matemática infinitesimal del cálculo geométrico... ¡Sabiendo qué no podría decirlo!. En el ambiente había una luz mortecina como la carne que se deseca y se momifica de alguna manera a pleno sol. Los resultados apuntaban en la dulce dirección de los electrones producidos du- rante la descomposición de la glucosa al pasar la
barrera hematoencefálica y con los enlaces covalentes inestables se posaban en amplias zonas del sistema límbico, deteriorado y sin control.
Era sorprendente. ¡Por la vía aeróbica y proliferando los más primitivos impulsos destructivos, en los más perfeccionados modelos filogenéticos. Inquieto, pálido, con quince kilos menos de su peso habitual, su pensamiento dirigía el análisis a la nutrición. ¡Oh! Ese inmenso complejo mecanismo metabólico multisistémico tan mal comprendido en las esferas directivas espantosamente carcomidas y agusanadas incurables. La llamó nutrición Holozóica Ciberespacial (HC), si bien, la nutrición saprótrofa (NS) es de importancia clave, sobre todo, en las etapas seg- mentarias de históricos conflictos consignados en múltiples documentos, en sus particulares descubrimientos por la lógica simbólica. que utilizó como método ese día.
Sudoroso, incapaz por el momento de comunicar sus resultados, de alguna manera, el pensamiento sentía humillado y aterrorizado por la insensibilidad global progresiva. Entonces por el piso vio el mundo de varios años, las calles tapizadas. frescas y cadavéricas, enrojecido el asfalto, cientos de automóviles per- forados, vidrios por todas partes, rotos los rostros y lágrimas, inundando los edificios de las tristes chozas.
___¡Ayer será un día difícil de analizar mañana en la imagen hecha jirones!. Y la del centro, aún más, por la indiferencia de los papeles carbonizados más digitales. Oprimió el botón holográfico de pronto desnudo en la pared enmarcando un ángulo insólito en la mente en blanco en esa vigilia convenida asomando, no importando la excusa ni la hora menuda por los mosaicos estremecido. Y recordó el escrito como un poema de fondo. Intitulado que aparecía.
Por la ausencia que reflejan las sombras en la distancia en la voz del desaliento el dolor qué huele al odio el eslabón desfilando aleteante ¡Bóveda qué clamorosa muerde! Al estanque removiendo, las ropas al aroma del ahondarse, los barrancos sembrando aplacan. ¡Mustias ascuas a raudales!. Mustias Ascuas ¡A raudales íntimos dardos combatiendo!. El atropello del metal fangoso, la redonda limpidez manchando, al brutal precipicio acompañando, las arrogantes hachas de la hierba, huracán dilatado de la cumbre. ¡Talando las heridas entreabiertas!. Como, sin decir. Como... Algodones sedientos bajo la tierra. ¡Arena sin remedio lóbrega rama!. ¡Erizados medran cielos!. Agrandando hambrientas yuntas, entre los martillos espumosos parpadeantes. Y pensaba, letra a letra los mensajes de las estrofas combinadas, verticales, en zig-zag, en lecturas ascendentes y asimétricas, ahí estaba el misterio del pensar adherido a la memoria y la emoción colectiva percibida año con año, siglo a siglo, en unas cuantas horas ondulando.
Sin embargo, se decía en el fondo. ___¡Nada funcionaba en el destino fabricado con el dinero mutilado del azúcar radiactivo en la red del sistema activador ascendente!. Los instintos desvestidos anidaban ya el aire de los bolsillos y los vientres de los humanoides maleables y metálicos depredadores millonarios. ___Pensaba en los resultados teóricos definitivos, y por lo irrealizable de la prueba cubría sin notarlo sus rodillas adoloridas al embalsamarse dentro del sueño de creer vencer al mal reinante. ¡Como si fuera la molécula aislada!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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AL GRAN OMETÉOTL... (Náhuatl)
El de la esencia infinita sagrada dualidad. En el ahora flota la memoria. ¡Oh, señor dos!...Ometéotl. Principio de todo lo que existe. ¡Oh, señor dos!...Ometéotl. El tiempo del hombre ahora te recuerda. En mí, dentro, infinita pequeñez.
Tan transitorio como el humo del espejo. Tan efímero como burbuja de una ola de mar.
Ometéotl, Ometéotl. Sednos propicio.
Aún Con el ambiguo coraje enhebrado. Aún Por el sufrir descortezado____Detenido del reloj. Aún Por el bronceado masticar_____Calendarios. Aún Más allá De las palmeras que danzan____Mutiladas.
A ti, hoy elevo este canto___¡Sé feliz!. ¡Se feliz!. Acá no se puede ya. ¡Sé feliz señor dos!.
Se transita por la época del espíritu enfermo. ¡Quebrado el sentir!. ¡Estropeado el pensar!. Se transfigura inmundo el mundo. ¡Quebrado el valor!.¡Estropeada la consciencia!.
Ometéotl sé feliz. Ya solo tú puedes. Dueño todo del cerca y del junto.
(Esencia del padre Tloque Nahuaque).
¡Sé feliz, sé feliz. Ometéotl!. En Omeyocan, más allá de los trece cielos. ¡Sé feliz ya solo tú puedes!.
Y Como está de vuelta en el gran baile. La audacia celeste y la armonía impasible. Aquí ya no se puede. Ha quedado. ¡Ignota a los humanos saberes!. Sé feliz__Señor dos__Infinitas veces. Como Los que vuelven a revivir los colores. Como Los que son habitantes nativos.
Ometéotl. ¡Sé feliz!. Aquí ya no se puede.
Como el nunca suele manifestarse. Desalmado, desarmado. Petrificado y exánime. Desalmado, desarmado.
Por la época del muy pronto.
Desalmado, desarmado. Aturdido y paralizado. Desalmado, desarmado. Como el nunca suele manifestarse.
Ometéotl. Disfruta. En los escenarios del camino estelar. ¡Sé feliz!__Señor dos__Cerca y junto. Con el sol. A fuego lento góndola fértil.
(La esencia del padre Tloque Nahuaque).
Ometéotl. Aquí ya no se puede__¡Hemos fenecido!. Estamos lentamente feneciendo por otros. Y Con el regreso que se desvanece. Y En la próxima mirada. Incomunicados__¿Señor dos! ¡Del ancestral futuro!.
Aún vivimos___Pocos ya existimos. ¡Y en la mañana imprevista tal vez no!. Y mañana quizá tampoco. Estamos feneciendo.
Ometéotl__Sed feliz__Sednos propicio. ¡Somos a ratos, muchos perdidos y borrascosos!. A ratos. Inmensos, inmersos para nosotros. Acá. Aunque despacio, zigzagueamos límites inhóspitos. Acá. La vida se quita imprevista. ¡Día a día!.
Ometéotl___¡Sed feliz!___Sednos propicio.
Vivir. Vivir. Vivir. ___Aquí ya no se puede__ ¡Estamos indefensos y desarmados!. Con el exterminio turbio de los desalmados. Estamos indefensos. Con el tiempo inmóvil. Fracturados por el fuego___Sepultados de ligereza. ¡En las manos que cambian!___Un dios por otro.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Referencias útiles... https://es.wikipedia.org/wiki/Omet%C3%A9otl https://www.cultura10.org/nahuatl/
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Poeta
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LA TERRENAL SONRISA
La sonrisa cae bajo la trampa lagrimeando, en los ramos de cada pestaña dulce, en la pieza con lenguaje de tristeza, y resbaladiza, un corazón esculpe.
La Terrenal Sonrisa
Atrás quedaron amarillos valles, en las sombras de un detalle, en las calles de un huracán, y apedrearon, luego al viento.
La Terrenal Sonrisa
Por la tarde vuelan épocas alegres, en los sueños dispersos de campana, en los brazos maduros de venado, y crecieron, melodiosas melodías.
La Terrenal Sonrisa
¡Para vivir no hay qué matar!. Las últimas horas de la noche. Ni el agua en la garganta seca. Ni el tiempo de realidad adversa.
La Terrenal Sonrisa
¿Qué dejaríamos para mañana?. En el río que riega cada llanto. En la riqueza de cada aurora. ¡Está el oasis de los espejos!.
La Terrenal Sonrisa
¡Para soñar no hay que dormir!. Con el mediodía de las palmeras. Con el sabor añejo del suspiro. ¡El cuerpo brilla de amor humedecido!.
La Terrenal Sonrisa
¿Qué sonrisa nos recordará un reloj?. A los lados de las islas desnudas. Al final de los inviernos del siglo. En la red, enlagrimada y terrena.
¿Será, la terrenal sonrisa?.
Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
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Poeta
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