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LA SOMBRA DEL SILENCIO
Te presto mi silencio, anda, calla. En su superficie he navegado por siglos, y la nueva luna se baña ligera, con las extremidades en contorsión inerte. En flor de leche e instantes de oro. Por eso anoche, antes de dormirla bajo una almohada la música danzó geométrica con sus tonos más vivos, incapaz de soportar la cuesta más difícil de las palabras iniciando los preparativos para el despegue, si bien no se descarta la probabilidad del diálogo automático. La nave estaba instalada en un brillante aro intermitente de finos rayos propulsores desde el cual se contemplaban montañas blandiendo una tarde moribunda. No lejos, la sombra inmóvil era nítida diluyendo el secreto intacto del cielo limpio entre la firmeza, evitando mayores dudas y complicaciones. Con un ritmo rotundo y un compás poderoso. Pues aparte de la microinyección de fragmentos de ondas planas también usamos otros métodos para crear espacios vacíos de cadena sencilla como material complementario dentro de una matriz armónica.
Con la vista insospechadamente ágil, busca el amparo en la esférica nebulosa electrónica, como un himno al fuego interno del alma, en un intento de precisar sus límites, la zona de sombra, abisal soberbio, insondable y formidable. __¡No es posible!___ La ve reptar, extenderse por el piso, refugiarse serena, aunque piensa... Tal vez sea un espejismo, una sola ilusión desdibujada acosada por los recuerdos, entre el asombro y el marasmo, entre lo fascinante de un proemio especulativo, recuerdos sin fin donde medran mefíticos la insipidez y desgana, entre la contrariedad y el desconcierto. Como la claridad entre rendijas. ¡Si por lo menos hubiera otros caminos más agradables!. Parecía como si solo hubiese dos opciones: Vivir dentro de la información deformado a conveniencia ajena. O ser un marginado en la auténtica interioridad hundido. Preguntándose bajo el esplendor de un cielo taciturno, entre la brisa qué cariñosa mece el portento candoroso, de interrogar al vendaval qué azota, qué estremece y palidece la vívida corriente inagotable del mismo abismo fustigado, y soñando al firmamento. ¿Porqué no buscar una cuadratura alternativa?. Miles de años se destinaron a la búsqueda de la cuadratura perfecta, en la sombra desconocida de la geometría del espacio subjetivo, y tal vez ahora la solución fuera una cuadratura de mediana profundidad.
¡Anda usa este silencio acumulado en la noche circular!. Es como la colina en la gentil ladera, bajo el peso de todos los olvidos , que despierta el grillo una mañana y en la banda microfílmica se ha grabado desde hace siglos. Tiene una fuerza dinámica que se expresa en el transcurso del tiempo. ¡Cómo el premio al mejor combate dónde nadie pierde, la victoria máxima!. Pues hay un orden cósmico simultáneo entre la palabra y el pensamiento donde se define el nuevo ser, y se reagrupan acción y reacción. En el fondo musical de las esferas, reflexionando dentro de sí mismo. Donde se despliega el vuelo a las alturas, y se hospedan las mayores profundidades.
En esta dimensión, con la emergencia de los sensores remotos, y el análisis comparativo de las ventajas y los inconvenientes de resolución espectral sombreada, se identifica una vasta región, saliente de fragancias como puertas esculpidas en el núcleo más creativo. ¡Una región sonogénica, amorfa, atípica!. En el fondo eso le lastimó lo más íntimo, y cuando trató de hablar nuevamente, el extremo de la habitación se tornó brillante, reflejando en su actitud algo de extrañeza y confusión, haciendo saltar unas chispas en un manojo de murmullos, enmascarando muy bien un sistema de alarma con celdas fotoeléctricas, distribuidas por millares, en todas las paredes, suelo y techo.
Después, tras una pausa suspende el aliento en forma alucinante, insólita, multiplicándose por todo el cuerpo. Tomó asiento, cansado el cuerpo, delgado, intrigado, y efectivamente en el silencio se realizó una mutación, una especie de luminosidad embrionaria en la región codificada en gris, poniendo de manifiesto las alteraciones sufridas en los pensamientos como propósito central. Siendo así que determinó los detalles de la fantasía que había sido extraída de su regresión molecular, programada en el primitivo acelerador de partículas, de diseño no isócrono, pero extremadamente sensible a las numerosas variaciones en el campo electromagnético y sensoperceptivo amplificado a enorme magnitud. Trató de recomponer en el cerebro las dimensiones del cambio operado, sin variaciones del tono ni la tibieza que antaño emanaba del espacio, y descubría mirándose a hurtadillas detrás de cualquier espejo flexible, o de una sencilla vasija, en el agua de lentas y sucesivas sacudidas desde su mecedora. Fue allí, en el perímetro de los objetos más próximos, donde se rodeó de una breve claridad vigorosa, una claridad beatífica en la región musical encortinada, de un libre silencio encendido por la sombra, de la silueta de Harpócrates. Una pequeña estatua de bronce comprada ese día en la tienda de antigüedades.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Pasadizo
El pasado creció palpitante, obstinado, del dolor completo hollado, una vez, hirviendo al bálsamo, sin aliento, de una hoja, goteando la obscuridad abierta.
Bosques del aire semillas, la flecha delante, con el nivel amargo, inhalando, el sol ágil, al terruño, de hormigas, en puños, del óleo, celosa la frágil hierba, sangrante, del árbol.
Con la tempestad de cántaros y rocas, las ruedas de los caballos bajan, al escondrijo, curvando, los espesos helechos, largas olas del invernal reposo.
Cada año, el silencio, más se pudre, contemplando largos tubos pobres, en las palabras, turbias, mil veces, dichas a las puertas, mudas y solas.
En el primer extremo, sin límite, estrecho, la sal necesaria del deshielo, estreno, en el lugar previsto, diferente, extraño, lejos de la verdad insoportable, esquivo.
El deseo por completo, claramente, seco, con el árbol ebrio el nido, saludable, del prójimo la corteza delgada, espina, del respaldo ilusorio culpable, ceniza...
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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