Ensimismado en su ser, vive el ser, siendo cautivo, de la ignorancia de él mismo, sujetos al recio suelo, anclados pisan sus pies. Va transmutando su forma, va mutando su quehacer, y hasta la mirada cambia.
No llega la inspiración, la etérea musa se ha ido, abandona la crisálida, la ninfa deja su nido, piel vieja del corazón, retorcidas emociones, chocan como átomos locos, en un frenético giro, buscando el huidizo gozo.
Cansado de caminar, busca una sombra el viajero, un roble ofrece su cuerpo, y en su sombra acomodado, medita el tiempo pasado, mientras le mira el presente, con ojos de desenfado. La sombra del roble enfría, su insistente calentura.
Qué trasnochada locura, qué poder que te arrebata, qué inspiración desbordada, sueña con ser emoción. Un instante microscópico, crea con ansia la pasión, sale de su cerrazón, ligero como una pluma, liviano como una flor.
Piensa quien posee riqueza, que es su posesión la vida, más no gana la partida, quien a su antojo la apresa, con desinfladas promesas. El sudor de otros la engorda, la sangre de otros la aviva. El poeta es de nosotros, las riquezas son ajenas.
El amor así mitiga, la constante desazón, la insondable sinrazón, la cansada travesía, el inquietante dolor, la libertad constreñida, y el devenir de los años, bálsamo que a todo aviva, con su extraordinario don.
Entre dos sueños, la suerte efímera, certera elige los blancos, de sus certeros disparos, dejando rotas las vidas, malditos dardos. Entre dos aguas, las penas siguen nadando, a brazadas de coraje, contra el ladrón y el cobarde.
Se va agrandando el espíritu, con alas de libertad, y va zurciendo el destino, con hilos del corazón, cada roto, cada herida. La sombra es larga, un sinuoso camino, yerto huerto el del maldito, que perdió su corazón.
Desentrañando mentiras, vive atento el cantautor, destapando el sentimiento, que aletea en el interior. Escalando melodías, alpinista de la vida, en sus arpegios sembrando, de la vida cosechando, la realidad en su canto.
La contradicción se esconde, en cada lúgubre esquina, en la palabra acechando, en la mente sumergida. El ojo todo lo ve, el de quienes ven y miran, siempre sin desfallecer, la inmensidad que te asfixia, la hermosura y el placer.
El corazón se hace trizas, cuando la pena infringida, va más allá que el dolor, no hay canto que se resista, hay corazones que gritan, declama así el cantautor, que siente y así denuncia. El sentimiento camina, conteniendo su estupor.
Habla con el firmamento, quien se mira en las estrellas, luciérnagas pasajeras, de una sentida canción. Amor nacido en la tierra, entre los dedos la arena, que se desliza y se aleja, como insistente rumor, que la canción se lo lleva.
Una melodía se oye, entre los verdes abetos, son cánticos de ilusión, de esperanza entre los sueños. Una cristalina voz, de los corazones nobles, como bellos manantiales, murmurando una canción, mientras el amor responde.
Al despertar en la mañana, primero me acuerdo de ti y de tu sonrisa serena iluminandome el dia. Luego me visto y salgo hasta la esquina de aquel restaurante donde una vez nos quisimos, para ver si tus recuerdos hacen que la felicidad vuelva conmigo. Sigo hasta la otra calle mas animado, sabiendo que una vez me amaste con la pasion de un amor que no sabia de lamentos, ni corazones vacios. Cuando llego puedo ver a lo lejos una pareja de enamorados en el parque, recordando aquel dia en que tus besos se hicieron mios y acaricie tu cuerpo de mujer hasta la noche, mientras me prometias amor eterno con beso lleno de vida. Y hoy al despertar volvi a soñar contigo, sentia como si me hablaras otra vez al oido, diciendome que me querias , que me extrañabas y que volverias a mis brazos como vuelven las aves a su nido en los meses de frio. Quedando un sentimiento de alegria en mi corazon al saber que otra vez te tuve cerca de mis manos , escuchando tus frases de amor, como si se hicieran realidad mis sueños al despertar el dia.
Lo inanimado se anima, sueños vívidos anidan, como gorriones que trinan, frutos del tiempo pasado, pensamientos que culminan, farragosas pesadillas, sobre la almohada respiran, sueños de amores titilan.
Necia ilusión que no llega, pasa de largo la risa, de soslayo mira el necio, y la sombra de la duda, en la mente se eterniza. El valor no tiene precio, ni hay contratos con el tiempo, no hay normas en el amor.
En un lejano rincón, se ha acuclillado el deseo, mientras las luces deslumbran, el devenir de lo auténtico. Amor que vive y respira, en la morada del pecho, y en la voz se precipita, lluvia de pálpitos nuevos.
En el mar de los recuerdos, se ahogan amores viejos, algunos apenas nadan, otros sucumben al miedo, y flotan perdidos restos, como restos de un velero. Inanimados se pierden, por las corrientes del sueño.
La verdad va abriendo paso, entre la negra hojarasca, frena su empuje la farsa, que impregna toda la vida, y a su fuerza la acompaña, la razón que se desvela. La verdad canta tan alto, que hasta la mar se acompleja.
Lo inanimado se aviva, con el valor que palpita, cobra vida en el amor, la verdad lo ratifica. No cree el títere que es títere, su necedad le arrodilla. La sombra campa a sus anchas, por las negruzcas orillas.
La fortaleza se mide, por el valor que la abriga, y en el eslabón más débil, reside la fuerza misma.
Invisible soy cuando te hablo Cuando te escribo y tú no me contestas Me vuelvo invisible ante tus ojos No logro que notes, que por ti me muero.
Invisible soy ante ti como si no existiera Por mas que intento que te fijes en mi Siempre fracaso, siempre noto tu indiferencia Todos los días planeando la estrategia Para que te fijes en mí, pero siempre fallo.
Invisible ante tus ojos, que no me miran Tus oídos no me escuchan, tus manos no me sienten Pero sigo intentando, poder llamar tu atención Siempre fracaso, pero quizás un día lo logre.
Invisible siempre soy, cuando te escribo Pero en mis recuerdos, siempre estas Ese recuerdo hermoso, cuando me hablaste Por ese pequeño instante, no fui invisible Me gustaría que notes mi presencia de nuevo Y me hables como aquel día, Nadia.
Confío en ti pequeña mía me has robado cada instante cada retazo de mi amanecer desprotegido cada caricia perdida en mi galaxia cada llanto bajo la luna mas pacifista.
En ti deposito toda mi mirada toda mi locura por quererte amarte bajo el fondo de mis pensamientos tenerte tan dentro que del alma solo queden retazos alas que supimos tener.
Sin darme cuenta me quede muerto, atrapado en un túnel sin un rayo de luz Pues aquella casa que fue un abismo de Tristeza, llanto, angustia que fría como Un témpano de hielo en el polo Norte
Gracias a ti que llegaste ahí para combatirlo En hogar y poner paz en mi corazón solitario Que difícil fue llegar a estos días sanando heridas Estoy vivo por la magia de tu amor y ternura Sobreviví a la soledad sobrevolando la pempestad Gracias a Dios te encontré y recupere la fe qué perdí
El silenció golpeaba más mi dolor de aquel corazón Maltratado, no pude volver a ser yo me sentía Perdido sin vida gracias a Dios estas aquí y mi nuevo Amanecer desperté con una sonrisa tu entraste en Mi vida como sólo tu puedes hacerlo
Sobreviví la decepción sobrellevando un gran dolor Mientras el tiempo pasaba me sentía el peor ser En cada salida busque mi otro yo y no lo encontré Hasta que él momento menos esperado llegaste tú Gracias a Dios y me reencontré con el amor que vos Me diste y purificarse de alma y esperanza de creer.
Poesía que azota el espíritu, que levanta el sentimiento, en las entrañas anida, como en el nido el jilguero, se gesta en el vientre el ser, el miedo emerge de dentro, y vive el conocimiento, en lo profundo del verso.
Se quedan en el desván, viejos y usados recuerdos, donde reposan silentes, en la memoria sujetos, el polvo cubre sus cuerpos, con ropas de gris acero y es reliquia cada objeto, inanimados y bellos,
El corazón vive atento, cada sutil sentimiento, va acelerando su acento, salta sin ritmo en el pecho, cuando el sentir se desata, como una nota que falla, en la melodía del cuerpo.
Poeta que al verso ama, por la esencia que va dentro, la música de su alma, plasma en el verso sin miedo, pedazos que se desprenden, de su mente y de su cuerpo, sentidas nítidas lágrimas, de su corazón sincero.
Atormentada es la vida, si la melodía termina, y ya no suena la música, y el ritmo pierde la rima, y desentonan los trinos, de las aves que palpitan, inanes o apasionadas, bofetadas o caricias.
Poesía que llena y ocupa, que enamora y que palpita, amante y fiel compañera, fresca, ancestral y ladina, cual áspid que se desliza, como un beso que culmina. Poeta de tiernas letras, y de verdades sentidas.
El amor así se impregna, del verso lleno de vida, es más bello aquel soneto, si hay amor entre sus rimas. Poeta de bellas voces, que empiezan y no terminan, como un eterno concierto, ahíto de melodías.
Con la azarosa esperanza en la sonrisa perdida paso las noches sin tiempo porque tiempo no he tenido
Fui esquivo y tal vez duro agobiado en mi trabajo en calles grises, con cansados ojos luchando por llegar, tal vez a nada
Y en ese aire triste del que todo lo pierde pasé por la vida, resbalando por fuera buscando escalar puestos que nunca obtuviera por la triste esperanza de mi mente obtusa
Hoy doblado por los años, ajada mi esperanza miro hacia atrás y no veo nada tan solo un camino vacío que no dio sus frutos y vivo mi terrible soledad a solas
Bebe el tiempo, del insondable infinito, raudo, veloz y maldito, dueño y señor, de lo vivo, traicionero o permisivo, siempre tenaz y abusivo, en su inmensa sombra vive, agazapado, tranquilo, en su guarida escondido.
El verso cruzó la esfera, lejos su aliento a su ritmo, sembró el orbe con su canto, paro el tiempo en su delirio, y fue marcando jalones, al albur, como un sonido, presto a responder al tiempo, naturalmente ofendido.
Sembrando ideas se desplaza, en las alas de su sino, locuaz, vivaz y sinfónico, el verso encuentra su sitio, no se detiene ante el odio, no le frenan los cuchillos, y va dejando regueros, de la esencia de sus giros.
La senda marca el camino, ni atajos ni encrucijadas, ni vericuetos ni mitos, no hay leyendas que detengan, al verso en su sacrificio, la voz va dejando huellas, en el recóndito olvido, no ceja de ser el mismo.
Las penas son de nosotros, el tiempo siempre es el mismo, con el mismo nivel marca, a todos mide con tino, su voz es un carrusel, que enloquece al más altivo, y no hay muros ni castillos, que se defiendan de él.
Tiempo voraz y ofensivo, a veces como la hiel, otras burlón y ladino, a nadie concede venia, no reconoce al cautivo, su sangre es color de miel, pero su aliento es nocivo, su corazón puro vidrio.
Así danza cada ser, al ritmo que el tiempo marca, no sabe el tiempo de risas, solo el amor le detiene, y a veces, es tan soez, que se burla hasta del hambre, junto al amor le combaten, la sabiduría y el arte.
Que no se detenga el verso, para que el amor se salve.