Como serán los besos de tu boca Mítico palacio de secretos insolubles Que tal vez mis labios nunca Lleguen a probar…
Serán frescos y dulces como el agua quieta de los lagos Con el aroma de las flores crecida en sus orillas Y esos pececillos de colores nadando sin cesar En lo hondo y delicado de tu marco celestial…
O serán broncos, torrentosos, como el agua de los ríos Desbordadas las orillas por un cielo roto que no cesa de llorar Aquella que se hace docente y cambia lo decente No importa la ignominia, en busca de la mar…
Podría yo sin duda hallar miles de símiles Y llevarte, por el amor que aun te tengo A los excelsos confines del cielo Y hacer de ti, la diosa que yo quiero.
O podría también si al caso viniera Enterrar tu recuerdo en el mismo centro de la tierra… Y arrancarte para siempre de mi corazón Y de mi historia.
Pero el amor sólo es amor cuando duele Cuando hiere, cuando mata… Por eso yo prefiero rendirme ante la vida, pensándote, amándote, Aunque eso signifique, escribir el capítulo final de mi novela.
Dora, tu oro leve que mece la brisa es el abanderado cabello que fascina a este triste que en el alba declina y que lanza hechizos que no hehiza
a su variada suerte para domarla y hacerla un poco de su forma Dora, fuiste fiesta, juicio y norma la que sus ojos de cielo me hacia amarla
la que su nombre dorado derramaba sobre el atento oido halagado por ese sonido en que encontraba
todo lo que Dios me ha regalado Dora, yo te juro que jamas un hombre venero mas la ambrosia de un nombre
II
Alejandra, mujer morena de clara luna entallada en tus ojos color madera nuestras almas cual arbol y enredadera fusionabanse intimas, plural y una
Alejandra, mi dulce amor postrimero en el jardin de tu idilio cuatro años vivi, mas gelido llego el desengaño cuando te fuiste a pesar de tantos te quiero
Dora y Alejandra, en mi pecho no hay rencor sabran estas mujeres que en el alba pienso en ellas sueño de mis sueños soy, mas el amor
que en ellas verti, me hizo real. Bella mi vida puedo decir que ha sido Dora y alejandra, por haberlas conocido
Dora, tu oro leve que mece la brisa es el abanderado cabello que fascina a este triste que en el alba declina y que lanza hechizos que no hehiza
a su variada suerte para domarla y hacerla un poco de su forma Dora, fuiste fiesta, juicio y norma la que sus ojos de cielo me hacia amarla
la que su nombre dorado derramaba sobre el atento oido halagado por ese sonido en que encontraba
todo lo que Dios me ha regalado Dora, yo te juro que jamas un hombre venero mas la ambrosia de un nombre
II
Alejandra, mujer morena de clara luna entallada en tus ojos color madera nuestras almas cual arbol y enredadera fusionabanse intimas, plural y una
Alejandra, mi dulce amor postrimero en el jardin de tu idilio cuatro años vivi, mas gelido llego el desengaño cuando te fuiste a pesar de tantos te quiero
Dora y Alejandra, en mi pecho no hay rencor sabran estas mujeres que en el alba pienso en ellas sueño de mis sueños soy, mas el amor
que en ellas verti, me hizo real. Bella mi vida puedo decir que ha sido Dora y alejandra, por haberlas conocido
Dora, tu oro leve que mece la brisa es el abanderado cabello que fascina a este triste que en el alba declina y que lanza hechizos que no hehiza
a su variada suerte para domarla y hacerla un poco de su forma Dora, fuiste fiesta, juicio y norma la que sus ojos de cielo me hacia amarla
la que su nombre dorado derramaba sobre el atento oido halagado por ese sonido en que encontraba
todo lo que Dios me ha regalado Dora, yo te juro que jamas un hombre venero mas la ambrosia de un nombre
II
Alejandra, mujer morena de clara luna entallada en tus ojos color madera nuestras almas cual arbol y enredadera fusionabanse intimas, plural y una
Alejandra, mi dulce amor postrimero en el jardin de tu idilio cuatro años vivi, mas gelido llego el desengaño cuando te fuiste a pesar de tantos te quiero
Dora y Alejandra, en mi pecho no hay rencor sabran estas mujeres que en el alba pienso en ellas sueño de mis sueños soy, mas el amor
que en ellas verti, me hizo real. Bella mi vida puedo decir que ha sido Dora y alejandra, por haberlas conocido
Dora, tu oro leve que mece la brisa es el abanderado cabello que fascina a este triste que en el alba declina y que lanza hechizos que no hehiza
a su variada suerte para domarla y hacerla un poco de su forma Dora, fuiste fiesta, juicio y norma la que sus ojos de cielo me hacia amarla
la que su nombre dorado derramaba sobre el atento oido halagado por ese sonido en que encontraba
todo lo que Dios me ha regalado Dora, yo te juro que jamas un hombre venero mas la ambrosia de un nombre
II
Alejandra, mujer morena de clara luna entallada en tus ojos color madera nuestras almas cual arbol y enredadera fusionabanse intimas, plural y una
Alejandra, mi dulce amor postrimero en el jardin de tu idilio cuatro años vivi, mas gelido llego el desengaño cuando te fuiste a pesar de tantos te quiero
Dora y Alejandra, en mi pecho no hay rencor sabran estas mujeres que en el alba pienso en ellas sueño de mis sueños soy, mas el amor
que en ellas verti, me hizo real. Bella mi vida puedo decir que ha sido Dora y alejandra, por haberlas conocido
Dora, tu oro leve que mece la brisa es el abanderado cabello que fascina a este triste que en el alba declina y que lanza hechizos que no hehiza
a su variada suerte para domarla y hacerla un poco de su forma Dora, fuiste fiesta, juicio y norma la que sus ojos de cielo me hacia amarla
la que su nombre dorado derramaba sobre el atento oido halagado por ese sonido en que encontraba
todo lo que Dios me ha regalado Dora, yo te juro que jamas un hombre venero mas la ambrosia de un nombre
II
Alejandra, mujer morena de clara luna entallada en tus ojos color madera nuestras almas cual arbol y enredadera fusionabanse intimas, plural y una
Alejandra, mi dulce amor postrimero en el jardin de tu idilio cuatro años vivi, mas gelido llego el desengaño cuando te fuiste a pesar de tantos te quiero
Dora y Alejandra, en mi pecho no hay rencor sabran estas mujeres que en el alba pienso en ellas sueño de mis sueños soy, mas el amor
que en ellas verti, me hizo real. Bella mi vida puedo decir que ha sido Dora y alejandra, por haberlas conocido
Ninfa Erótica y Hermosa Bajo la luna celosa voy bebiendo las mieles de tu rosa y mi lengua va gozando por ir recorriendo tu silueta frondosa que conduce a mis manos a tu jardín floreciente que anhela ser surcado por mi arado templado Bajo la luna celosa voy sembrando la semilla que da placer a tu vida y pone a tu mente tranquila Bajo la luna celosa voy bebiendo de tus mieles que embriagan mi pasiones y ponen mi flor jugosa que busca tu cueva olorosa Ninfa erótica y hermosa ECM 21122013
Sólo por ti, por tu tenaz indagación, paleontológica labor de dulce afán en pos del fósil recobro de mi amor, redivivo, descubre el fuego mi versar producto de mi intrínseca incursión a mi salvaje condición sentimental.
Así que hoy, en desusada vocación, enamorado te dedico esta bestial, extrovertida, troglodita inspiración. Runa rupestre de mi anhelo pasional de la que torpe cincelara traducción mi primitiva erudición de pedernal.
Ya sabrás tú, capaz por condición, tal rudimento literario refinar; cual restauraste mi tozudo corazón. Ufana arqueóloga podrías afirmar, (siendo yo prueba si difiere la razón) que es el amor, pura raíz existencial.
………………
Es para ti. Comprende mi emoción. Mucho te ama: Juan Neandertal.
Qué desvarío es este amor entre tú y yo, sintiéndonos notables uno y otro: "Eres mucho para mí, pues poco soy”. "Soy más que para ti, pues no eres todo".
Eso expresamos riñendo furibundos, con ira y miel enfatizando nuestros ojos. Así sangramos al herirnos tan profundo y luego a sexo, suturamos nuestros odios.
Y cuando ruge nuestro celo por lo suyo con el instinto de las bestias apareadas, sin claudicar jamás, hasta ambos triunfos, ¡fervorosas, hieren dando nuestras garras!
Feroz alquimia preconiza nuestra unión; tanta, que dudo ser feliz con alguien más. Como tú dudas concebir en otro amor, lucha y lujuria de este duelo pasional.
Y yo no quiero vivir si tú me excedes. Y tú no quieres morirte sin mi espasmo. Bien, que si trocamos en aureolas, estiletes, ya no sería nuestro idilio, ¡extraordinario!