Poemas de alegría :  Ya no estás con los huesos de los patos en flor
Ya no estás con los huesos de los patos en flor
y ya no llevas brazos de noche y pasaporte,
la imagen que renueva su recuerdo en la fuente
es distancia a la realidad la única unidad.

Hoy no vino el poema con una musa o hada
ni con las hojas rojas de luces y corales.
Si te cruzas de pronto con luna deformada
todo tu cuerpo queda delgado y estirado.

No existe la neblina terca errante asolada
en los árboles de revoloteo y de túnel
quizá el destino de niñez sin roturas llegue
como la dama del arco como tarde fresca.

No puedo terminar esta ortiga de alabanza
sin decir además que este puente se sostiene
con brazos y con piedras y golpes de cariño
¡Ay qué bien se venden los espejos mentirosos!

José Pómez
Poeta

Poemas de alegría :  Bello viaje
Bello viaje

Dedicado a LATONA.

Llegó a su hora, con el latir tirante.
De la música precursora del salterio.
¡Cristalino linternal!.
¡Tapiz de brisa!.
En el vaivén de diáfanas hamacas.
Resucitando con encantado cincelar.
La mano deslumbrante del camino.

Llegó collar de soles.
Fluvial flota de nubes.
Espejo con lenguaje confortable..

Serena la ventura suena.
Diadema musical en miniatura.
Manteles blancos a ritmo de campana.

Llegó plantando sonrisas.
En el alma de la sorprendida.
Alfombra desvestida de memorias impregnada.

Fueron las horas corchetescas.
Índigas perlas y bermejas.
¡Pedrería cariñosa de paciencia!.
Luz disuelta de la ausencia.
¡Arquitectura y fragante delicia!.
La historia del clavel acuoso.
Terciopelo distante de cortinas.

Sublime llegada.
Laurel.
¡De sonajas intactas!.
Alegórica.
Ribera.
¡Del espacio!.


Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
Poeta

Poemas de alegría :  Comerciando seda
COMERCIANDO SEDA

La seda de la gran montaña.
Tejen
Los caminos las sandalias.
Ruedan
Los caballos delante, carros.
Corriendo
Las aguas bajo las aves.
Vuelan
Los días, soles y lunas son.
Iguales...

En la gran montaña.
Tejidos ruedan.
¡Sandalia a sandalia!.
Los caminos, los caballos.
El agua bajo.
Vuela igual corriendo.
¡Rueda y rueda!.

Los caminos de la ruta.
Seda.
Son en el comercio.
Blancos cabellos.
Esfuerzos, peligros.
¡Alegrías multicolores!.
Recuerdos...

Sequía, lluvia, frío.
Los días y noches.
Siempre.
Vivos. ¡Mientras viva!.
El
Hombre
¡Qué los vive!.
Y
Hace
Con
Su vida. ¡Subida la montaña!.
¡La seda!.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Poemas de alegría :  La charca tejedora
LA CHARCA TEJEDORA

Antigua charca cerca bordaba nubes.
En el polen atardecer del río.
Al sentir sus dedos.
Miel de luna.
Porcelana.

Antigua caída lejos del acantilado.
En la franja noble naranja.
Al ver sus bordes.
Sal de sol.
Reflejo.

Antigua calidez y vientos espumosos.
En el corazón nacidos girasoles.
Al soñar dos soles.
Piel de luz.
Aroma.

Antigua lluvia.
Voz de cielo.
Paz de suelo.
Luz de anhelo.
¡Jade charca!.
La charca tejedora.

Antigua.
Y.
Tejedora.
La.
Charca.
¡De nubes bordaba girasoles!.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Poemas de alegría :  ILUSIONES

Ilusiones perdidas,
Ilusiones encontradas,
Ilusiones pasajeras,
Ahora duraderas.

Ilusiones maravillosas,
Que aún siendo fantasía,
Son el Sol, de cada día.

Ilusiones que producen las pasiones,
Ilusiones placenteras,
Ilusiones que mecen corazones!

Ilusiones a flor de piel,
Motivando mis razones,
Ilusiones de ambrosía,
Por tus besos de miel.

Ilusiones compartidas...
Ilusiones por hoy.....
!!solo mias!!!

Claudia Alhelí Castillo
Poeta

Poemas de alegría :  Gracias...
Sonríe para desentonar con el mundo,
respira, tomate este mismo segundo,
el momento es este ningún otro,
para disfrutar el sol en tu rostro,

siente en tus manos el viento soplar,
mira a la gente que a tu lado pasa,
aprende a ver, aprende a observar,
deja que todo lo malo salga de casa,

y disfruta de un buen café en la mañana,
corre para tu hogar, para que el corazón lata,
no te encasilles en un pensamiento,
que fluyan todos, disfruta el momento,

en la medida de lo posible agradece,
por estar aquí, por los que están aquí,
que esté sueño no es imposible...
este sueño es tuyo, solo por ti.



Poeta

Poemas de alegría :  Mis Impuntualidades
¡Oh, mis impuntualidades!
Las llevo como cencerro,
siempre anuncian mi visita.
Desde mis idilios me consagré impuntual por doquier.
A muchas novias sorprendí
recapacitando citas anheladas
e increpándome tras sus telarañas.

En mi matrimonio lucí
mi impuntualidad más destacada.
Mi mujer la colgó en un marco de ira
sobre nuestra cabecera
y la archivó solemne en su enciclopedia
del rencor.

No podía yo ser menos
si mi abuelo bucanero
perdió su bergantín allá en Papudo,
ancló en Salamanca sus amores,
sedujo brujas y lució por Aconcagua
su impuntual prestancia
de corsario galo.

Como él
me consagré impuntual por doquier,
perdí aviones,
en las misas con gran suerte alcancé los ofertorios.

Rechacé con alergia el reloj control.
Decidí ser poeta independiente.
En el ciclo del aura orbité de contramano.

Mi impuntualidad vistió sus acuarelas.
Descifró auroras a mediodía
y fue crepuscular rayo de sol
en madrugadas.

Mis atrasos me anticiparon a cada minuto,
hasta que le hurté al planeta
un circuito vital.

Desde entonces
me congratularon las gaviotas
por mi reencarnación aventurera.

Yo venía del ayer con mis apuros,
priorizando lo simple,
jerarquizando los besos escondidos.
Ellas me pensaron –pobrecitas-
portero secular de la mañana.

¡Oh, mis impuntualidades!
Tintineantes certificaciones
de mi corta burocracia,
de mis insensateces blancas,
de la cartomancia que distrajo
mis deberes.

¿Cómo les explico ahora a los rectores
que si llego a tiempo
es por traslación de un siglo entero?

¿Cómo convencerlos de mi acierto,
si impuntualidad mediante,
hoy llegué primero?
Poeta

Poemas de alegría :  Cementerios
Nunca me gustó

ir a los cementerios

Cuando lo hacía

la vida rebasaba mis ojos


Se prendía a la piel pálida

de las mujeres de negro

en encabritado deseo

que hasta juzgué sacrílego


Me horrorizaba

el campo de lápidas

y la flor agonizando


Siempre quise salir ligero

Prenderme al viento

y soñar frenético

con dos viudas dolidas


Sí,

nunca me gustó ir a los cementerios

Pero eran escala obligada

de las quintas de recreo


Cuando suene la sirena de mi turno

-voy a quejarme por anticipado-

no se les ocurra archivarme

en un frío ambiente de soltero


No me torturen

con el agua mustia

que dejará vuestro olvido


Ahórrense la visita formal

los primeros de noviembre


Déjenme zarpar sereno

hasta el litoral del limbo


Déjenme recalar sin prisa

allí donde me envíe

el gran portero
Poeta

Poemas de alegría :  Antipoema de amor
Cuántas fantasías
evolucioné,
sudoroso,
luchando con
las rodillas apretadas
de Edelmira.

Hasta alcanzar, locuaz,
grotesco
o cibernético,
su casto jeroglífico.

Hasta ascender,
ilusionado,
el penúltimo camino,
esgrimiendo los besos más furtivos.

Hasta quedar,
pétreo y mordido,
suplicando
conclusión del compromiso.

Porque ella,
mi Edelmira enamorada,
prisionera
de atavismos ancestrales,
en algún estoico
aliento
victoriano,
censuró
mis embestidas alocadas…

Virginalísima
Edelmira apasionada,
con la organza crepitante
en clarines constreñidos,
esquivó
mis estocadas bizantinas,
alejándose
tras hosca despedida.

Y fue así,
con Edelmira acalorada,
que aprendí,
vía orgullo macerado,
y en escandaloso
latín languidecido, el punzante significado
del:
“coitum interruptus”.
Poeta

Poemas de alegría :  Sobreprotección
¿Por qué me sobreprotegiste, madre?
¿Por qué anudaste mis zapatos y me entraste
antes que el sol con tanto abrigo?

¿Acaso me temiste encandilado
por las flores de organza?
¿Por las trenzas azabaches?
¿O me creíste bendito?

¿Acaso me temiste callejero, enredado en las pandillas, o pelotero?
¿Por eso me impediste gozar la trifulca genial de las pichangas?

¡De cuántas acequias me privaste!
¡De qué magulladuras de luna y río
libraste mis rodillas escarchadas!

Absurdo, pues, madre, si me enviaste
como un jilguero a la campiña
para entender a diario, en mis costillas,
que la vida es calle del medio, simulada.

Quisiste resguardarme de los Zurita,
el cité, su bullicio y sus bravatas.
soñaste para mí ser clase media,
conviviente carnal de las corbatas.

Quisiste protegerme de esas sueltas
que enseñaban la piel y que tuteaban.
No entendiste que mis desvelos niños
intuían sus pechos inflamados.
No supiste que andaba atormentado
intentando imaginar ninfa completa
y que al medio
siempre algo me faltaba.

Afortunadamente, madre, te confieso,
mientras casto y ordenado me guardabas,
el Kama Sutra, flameante de enseñanza,
empañaba mis ojos demudados.

Compartiendo tan sabia geografía
con primas y vecinas voluntarias,
tras los sombreados aromos de la quinta,
desentrañé mis dudas escoláticas.

El sortilegio libró mis ataduras.
Kamasutré cama adentro,
querubín desorientado.
descubrí el anatema de la suave lujuria
y tuve por harem, vecinas respingadas.

Así, practiqué mis artilugios
con excusas de estudios esforzados
y la única aritmética comprensible
que los muslos de seda me inspiraron.

Y con tan mortal pecado a cuestas,
me persigné con temor, con insistencia.
Negocié con oraciones muy contritas
un ingreso al Edén, con indulgencias.
En las Novenas exploré junto a Patricia, Rosa, Carmen, Margarita,
la alegría de vivir desorbitado.

Como ves, madre, no sirvieron
tus recaudos, tus temores ni tus celos,
Nada se saca con cerrar cada postigo,
si la vida brinca igual como un tiovivo.

Y, tal vez, jamás sea caballero
que procura aprobación contemporánea.
Persistiendo, río arriba, torpemente,
he ensayado
ser persona relajada.

Eroscidio, amática contra el Desamor, 1988
Poeta