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¡Si una espina me hiere, me aparto de la espina, ...pero no la aborrezco! Cuando la mezquindad envidiosa en mí clava los dardos de su inquina, esquívase en silencio mi planta, y se encamina hacia más puro ambiente de amor y caridad.
¿Rencores? ¡De qué sirven! ¿Qué logran los rencores? Ni restañan heridas, ni corrigen el mal. Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores, y no prodiga savias en pinchos punzadores: si pasa mi enemigo cerca de mi rosal,
se llevará las rosas de más sutil esencia; y si notare en ellas algún rojo vivaz, ¡será el de aquella sangre que su malevolencia de ayer vertió, al herirme con encono y violencia, y que el rosal devuelve, trocado en flor de paz!
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Poeta
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¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente, de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna? -Es un rayo de luna que se baña en la fuente, es un rayo de luna...
¿Quién gritando mi nombre la morada recorre? ¿Quién me llama en las noches con tan trémulo acento? -Es un soplo de viento que solloza en la torre, es un soplo de viento...
Di, ¿quién eres, arcángel cuyas alas se abrasan en el fuego divino de la tarde y que subes por la gloria del éter? -Son las nubes que pasan; mira bien, son las nubes...
¿Quién regó sus collares en el agua, Dios mío? Lluvia son de diamantes en azul terciopelo... -Es la imagen del cielo que palpita en el río, es la imagen del cielo...
¡Oh, Señor! La belleza sólo es, pues, espejismo! nada más Tú eres cierto, sé Tú mi último Dueño. ¿Dónde hallarte, en el éter, en la tierra, en mí mismo? -Un poquito de ensueño te guiará en cada abismo, un poquito de ensueño...
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Poeta
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Por esa puerta huyo, diciendo: "¡Nunca!" Por esa puerta ha de volver un día... Al cerrar esa puerta, dejo trunca la hebra de oro de la esperanza mía. Por esa puerta ha de volver un día.
Cada vez que el impulso de la brisa, como una mano débil, indecisa, levemente sacude la vidriera palpita más aprisa, más aprisa mi corazón cobarde que la espera.
Desde mi mesa de trabajo veo la puerta con que sueñan mis antojos, y acecha agazapado mi deseo en el trémulo fondo de sus ojos.
¿Por cuanto tiempo, solitario, esquivo he de aguardar con la mirada incierta a que Dios me devuelva compasivo a la mujer que huyó por esa puerta?
¿Cuando habrán de temblar esos cristales empujados por sus manos ducales y, con su beso ha de llegarme ella cual me llega en las noches invernales el ósculo piadoso de una estrella?
¡Oh, Señor!, ya la Pálida está alerta: ¡Oh, Señor!, ¡cae la tarde ya en mi vía y se congela mi esperanza yerta! ¡Oh, Señor!, ¡has que se abra al fin la puerta y entre por ella la adorada mía! ¡Por esa puerta ha de volver un día!
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Poeta
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Ego sum quo sum.
Brahma no piensa: pensar limita. Brahma no es bueno ni malo, pues las cualidades en su infinita sustancia huelgan. Brahma es lo que es.
Brahma, en un éxtasis perenne, frío, su propia esencia mirando está. Si duerme, el Cosmos torna al vacío: mas si despierta renacerá!
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Poeta
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-¿Queréis que todo esto vuelva a empezar? -Sí -responden a coro. Also Sprach Zarathustra
En todas las eternidades que a nuestro mundo precedieron, ¿cómo negar que ya existieron planetas con humanidades;
y hubo Homeros que describieron las primeras heroicidades, y hubo Shakespeares que ahondar supieron del alma en las profundidades.?
Serpiente que muerdes tu cola, inflexible círculo, bola negra, que giras sin cesar,
refrán monótono del mismo canto, marea del abismo, ¿sois cuento de nunca acabar?...
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Poeta
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Eres uno con Dios, porque le amas, tu pequeñez ¡qué importa y tu miseria!; eres uno con Dios, porque le amas.
Le buscaste en los libros, le buscaste en los templos, le buscaste en los astros, y un día el corazón te dijo, trémulo: "Aquí está", y desde entonces ya sois uno, ya sois uno los dos, porque le amas.
No podrán separaros ni el placer de la vida ni el dolor de la muerte.
En el placer has de mirar su rostro, en el valor has de mirar su rostro, en vida y muerte has de mirar su rostro.
"¡Dios!" dirás en los besos, dirás "Dios" en los cantos, dirás "Dios" en los ayes.
Y comprendiendo al fin que es ilusorio todo pecado (como toda vida), y que nada de Él, puede separarte, uno con Dios te sentirás por siempre: uno solo con Dios ¡porque le amas!
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Poeta
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»Ya no hay un dolor humano que no sea mi dolor; ya ningunos ojos lloran, ya ningún alma se angustia sin que yo me angustie y llore; ya mi corazón es lámpara fiel de todas las vigilias, ¡oh, Cristo! »En vano busco en los hondos escondrijos de mi ser para encontrar algún odio: nadie puede herirme ya sino de piedad y amor. Todos son yo, yo soy todos, ¡oh, Cristo!
»¡Que importan males o bienes! Para mí todos son bienes. El rosal no tiene espinas: para mí sólo da rosas. ¿Rosas de pasión?‚ ¡Que importa! Rosas de celeste esencia, purpúreas como la sangre que vertiste por nosotros, ¡oh, Cristo!»
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Poeta
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»Espíritu que naufraga en medio de un torbellino, porque manda mi destino que lo que no quiero haga;
»frente al empuje brutal de mi terrible pasión, le pregunto a mi razón dónde están el bien y el mal;
»quién se equivoca, quién yerra; la conciencia, que me grita: ¡Resiste!, llena de cuita, o el titán que me echa en tierra.
»Si no es mío el movimiento gigante que me ha vencido, ¿por qué, después de caído, me acosa el remordimiento?
»La peña que fue de cuajo arrancada y que se abisma, no se pregunta a sí misma por qué cayó tan abajo;
»mientras que yo, ¡miserable!, si combato, soy vencido, y si caigo, ya caído aún me encuentro culpable,
»¡y en el fondo de mi mal, ni el triste consuelo siento de que mi derrumbamiento fue necesario y fatal!»
Así, lleno de ansiedad un hermano me decía, y yo le oí con piedad, pensando en la vanidad de toda filosofía..., y clamé, después de oír «¡Oh, mi sabio no saber, mi elocuente no argüir, mi regalado sufrir, mi ganancioso perder!»
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Poeta
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¿A dónde fuiste, amor; a dónde fuiste? Se extinguió en el poniente el manso fuego, y tú que me decías: "Hasta luego, volveré por la noche"... ¡No volviste!
¿En que zarzas tu pie divino heriste? ¿Que muro cruel te ensordeció a mi ruego? ¿Que nieve supo congelar tu apego y a tu memoria hurtar mi imagen triste?
¡Amor, ya no vendrás! En vano, ansioso, de mi balcón atalayando vivo el campo verde y el confín brumoso.
Y me finge un celaje fugitivo nave de luz en que, al final reposo, va tu dulce fantasma pensativo.
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Poeta
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Pasas por el abismo de mis tristezas como un rayo de luna sobre los mares, ungiendo lo infinito de mis pesares con el nardo y la mina de tus ternezas.
Ya tramonta mi vida; la tuya empiezas; mas, salvando del tiempo los valladares, como un rayo de luna sobre los mares pasas por el abismo de mis tristezas.
No más en la tersura de mis cantares dejará el desencanto sus asperezas; pues Dios, que dio a los cielos sus luminares, quiso que atravesaras por mis tristezas como un rayo de luna sobre los mares.
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Poeta
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