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Polvo de oro en tus manos fue mi melancolía sobre tus manos largas desparramé mi vida; mis dulzuras quedaron a tus manos prendidas; ahora soy un ánfora de perfumes vacía.
Cuánta dulce tortura quietamente sufrida cuando, picada el alma de tristeza sombría, sabedora de engaños, me pasaba los días ¡besando las dos manos que me ajaban la vida!
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Poeta
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(Último poema antes de suicidarse)
Dientes de flores, cofia de rocío, manos de hierbas, tú, nodriza fina, tenme prestas las sábanas terrosas y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame. Ponme una lámpara en la cabecera; una constelación, la que te guste; todas son buenas, bájala un poquito.
Déjame sola; oyes romper los brotes... te acuna un pie celeste desde arriba y un pájaro te traza unos compases
para que olvides... Gracias... Ah, un encargo: si él llama nuevamente por teléfono le dices que no insista, que he salido.
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Poeta
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Casas enfiladas, casas enfiladas, casas enfiladas. Cuadrados, cuadrados, cuadrados. Casas enfiladas. Las gentes ya tienen el alma cuadrada, ideas en fila y ángulo en la espalda. Yo misma he vertido ayer una lágrima, Dios mío, cuadrada.
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Poeta
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Escrútame los ojos sorpréndeme la boca, sujeta entre tus manos esta cabeza loca; dame a beber veneno, el malvado veneno que moja los labios a pesar de ser bueno.
Pero no me preguntes, no me preguntes nada de por qué lloré tanto en la noche pasada; las mujeres lloramos sin saber, porque sí. Es esto de los llantos pasaje baladí.
Bien se ve que tenemos adentro un mar oculto, un mar un poco torpe, ligeramente oculto, que se asoma a los ojos con bastante frecuencia y hasta lo manejamos con una dúctil ciencia.
No preguntes amado, lo debes sospechar: en la noche pasada no estaba quieto el mar. Nada más. Tempestades que las trae y las lleva un viento que nos marca cada vez costa nueva.
Sí, vanas mariposas sobre jardín de Enero, nuestro interior es todo sin equilibrio y huero. Luz de cristalería, fruto de carnaval decorado en escamas de serpientes del mal.
Así somos, ¿no es cierto? Ya lo dijo el poeta: deseamos y gustamos la miel en cada copa y en el cerebro habemos un poquito de estopa.
Bien. No, no me preguntes. Torpeza de mujer, capricho, amado mío, capricho debe ser. Oh, déjame que ría. ¿No ves que tarde hermosa? Espínate las manos y córtame una rosa.
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Poeta
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Es bajo tus miradas donde nunca zozobro; es bajo tus miradas tranquilas donde cobro propiedades de agua; donde río, parlera, cubriéndome de flores como la enredadera.
Es bajo tus miradas azules donde sobro para el duelo; despierto sueños nuevos y obro con tales esperanzas, que parece me hubiera un deseo exquisito dictado Primavera:
Tener el alma fresca, limpia; ser como el lino que es blanco y huele a hierbas. Poseer el divino secreto de la risa; que la boca bermeja
persista hasta el silencio postrero, bella, fuerte, ¡y libe en la corola suprema de la Muerte con su última abeja!
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Poeta
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Y sabías amar, y eras prudente, y era la primavera y eras bueno, y estaba el cielo azul, resplandeciente.
Y besabas mis manos con dulzura, y mirabas mis ojos con tus ojos, que mordían a veces de amargura.
Y yo pasaba como el mismo hielo... Yo pasaba sin ver en dónde estaba ni el cruel infierno ni el amable cielo.
Yo no sentía nada... En el vacío vagaba con el alma condenada a mi dolor satánico y sombrío.
Y te dejé marchar calladamente, a ti, que amar sabías y eras bueno, y eras dulce, magnánimo y prudente.
Toda palabra en ruego te fue poca, pero el dolor cerraba mis oídos... Ah, estaba el alma como dura roca.
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Poeta
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Seré en tus manos una copa fina pronta a sonar cuando vibrarla quieras... Destilarán en ella primaveras, reflejará la luz que te ilumina.
Seré en tus manos una copa fina. Habrás en ella una bebida suave, nunca más dulce, pues piedad le dona; licor que no hace mal y el mal perdona, dulce licor que de las cosas sabe...
Habrás en ella una bebida suave. Un día oscuro, entre tus dedos largos será oprimido su cristal fulgente y caerá en pedazos buenamente la fina copa que te dio letargos; ¡un día oscuro, entre tus dedos largos!
Cristal informe sobre el duro suelo no ha de ser turbio porque está quebrado: reflejará la beatitud del cielo; pobre cristal sobre tus pies tirado; cristal informe sobre el duro suelo. Daño tan grande Dios te lo perdone: manos benditas las que así lo quiebren, rosas y lirios para nunca enhebren, dulzura eterna su impiedad le abone. Daño tan grande Dios te lo perdone...
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Poeta
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Hice el libro así: Gimiendo, llorando, soñando, ay de mí.
Mariposa triste, leona cruel, Di luces y sombra todo en una vez. Cuando fui leona nunca recordé Cómo pude un día mariposa ser. Cuando mariposa jamás me pensé Que pudiera un día zarpar o morder.
Encogida a ratos y a saltos después Sangraron mi vida y a sangre maté. Sé que, ya paloma, pesado ciprés. O mata florida, lloré y más lloré. Ya probando sales, ya probando miel, Los ojos lloraron a más no poder. Da entonces lo mismo, que lo he visto bien, Ser rosa o espina, ser néctar o hiel.
Así voy a curvas con mi mala sed Podando jardines de todo jaez.
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Poeta
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Si quieres besarme.....besa -yo comparto tus antojos-. Mas no hagas mi boca presa.. bésame quedo en los ojos.
No me hables de los hechizos de tus besos en el cuello... están celosos mis rizos, acaríciame el cabello.
Para tu mimo oportuno, si tus ojos son palabras, me darán, uno por uno, los pensamientos que labras.
Pon tu mano entre las mías... temblarán como un canario y oiremos las sinfonías de algún amor milenario.
Esta es una noche muerta bajo la techumbre astral. Está callada la huerta como en un sueño letal.
Tiene un matiz de alabastro y un misterio de pagoda. ¡Mira la luz de aquel astro! ¡la tengo en el alma toda!
Silencio...silencio...¡calla! Hasta el agua corre apenas, bajo su verde pantalla se aquieta casi la arena...
¡Oh! ¡qué perfume tan fino! ¡No beses mis labios rojos! En la noche de platino bésame quedo en los ojos...
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Poeta
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(A la Sra. María A. S. de Fontán)
Siete vidas tengo, tengo siete vidas. Siete vidas de oro; bellas y floridas. Cabeza cortada, cabeza repuesta: Mi espíritu-árbol retoña en la siesta.
Dragón purpurado de garras floridas, siete vidas tengo, tengo siete vidas. Gigantes y enanos: cortad mis cabezas, crecerán porfiadas como las malezas.
Siete vidas tengo, tengo siete vidas, siete vidas de oro bellas y floridas que hierros fatigan y mellan espadas, mas serán un día por siempre taladas.
Secará las siete cabezas floridas, príncipe que espero. Sin abracadabras, el dragón alado perderá las vidas bajo el tenue filo de dulces palabras.
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Poeta
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