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Palacio, buen amigo, ¿está la primavera vistiendo ya las ramas de los chopos del río y los caminos? En la estepa del a1to Duero, Primavera tarda, ¡pero es tan bella y dulce cuando llega!... ¿ Tienen los viejos olmos algunas hojas nuevas? Aún las acacias estarán desnudas y nevados los montes de las sierras. ¡Oh mole del Moncayo blanca y r0sa, allá, en el cielo de Aragón, tan bella! ¿Hay zarzas florecidas entre las grises peñas, y blancas margaritas entre la fina hierba? Por esos campanari0s ya habrán ido llegando las cigüeñas. Habrá trigales verdes, y mulas pardas en las sementeras, y labriegos que siembran los tardíos con las lluvias de abril. Ya las abejas libarán del tomillo y del romero. ¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas? Furtivos cazadores, los reclamos de la perdiz bajo las capas luengas, no faltarán. Palacio, buen amigo, ¿tienen ya ruiseñores las riberas? Con los primeros lirios y las primeras rosas de las huertas, en una tarde azul, sube al Espino, al alto Espino donde está su tierra. ..
(Baeza, 29 de abril de 1913.)
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Poeta
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Te odio con el odio de la ilusión marchita: ¡Retírate! He bebido tu cáliz, y por eso mis labios ya no saben dónde poner su beso; mi carne, atormentada de goces, muere ahíta.
Safo, Crisis, Aspasia, Magdalena, Afrodita, cuanto he querido fuiste para mi afán avieso. ¿En dónde hallar espasmos, en dónde hallar exceso que al punto no me brinde tu perversión maldita?
¡Aléjate! Me invaden vergüenzas dolorosas, sonrojos indecibles del mal, rencores francos, al ver temblar la fiebre sobre tus senos rosas.
No quiero más que vibre la lira de tus flancos: déjame solo y triste llorar por mis gloriosas virginidades muertas entre tus muslos blancos.
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Poeta
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No silêncio, este grilo... Olho para o céu: “Mundo mundo vasto mundo” As estrela me chegam com um atraso de milhões de anos luz. E eu toco a esperá-las...
O que é que há entre o céu e a terra? Hamlet sabe. Eu, penso.
Os meus olhos combinam com o meu pensamento. Então, alimento a minha mente com o meu olhar.
Tenho pressa, aperto os passos... Voam movimentos e as distâncias se diluem.
Mas, tudo é isto: Drummond, que Bandeira! Os grilos me tocam uma canção de ninar.
A.J Cardiais 23.10.1989
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Poeta
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Sí, yo me muevo, vivo, me equivoco; agua que corre y se entremezcla, siento el vértigo feroz del movimiento: huelo las selvas, tierra nueva toco.
Sí, yo me muevo, voy buscando acaso soles, auroras, tempestad y olvido. ¿Qué haces allí misérrimo y pulido? Eres la piedra a cuyo lado paso.
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Poeta
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Mis nervios están locos, en las venas la sangre hierve, líquido de fuego salta a mis labios donde finge luego la alegría de todas las verbenas.
Tengo deseos de reír; las penas que de donar a voluntad no alego, hoy conmigo no juegan y yo juego con la tristeza azul de que están llenas.
El mundo late; toda su armonía la siento tan vibrante que hago mía cuando escancio en su trova de hechicera.
Es que abrí la ventana hace un momento y en las alas finísimas del viento me ha traído su sol la primavera.
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Poeta
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¿Qué hacen tus ojos largos de mirarme? ¿Qué hace tu lengua, de llamarme, larga? ¿Qué hacen tus manos largas de tenderse hasta mis llamas?
¿Qué hace tu sombra larga tras mi sombra? ¿Por qué rondas mi casa? En el beso de ayer hice mi viaje. Conozco tu alma.
¿Para qué más? He terminado el viaje. Tus catacumbas inundadas de aguas muertas, oscuras, cenagosas, fueron con mis manos palpadas.
Tus manos ni se acerquen a las mías, apártame tus ojos, tus palabras. .. los mohos de tus zócalos secaron raíces de mis plantas.
Odio tus ojos largos. Odio tus manos largas. Odio tus catacumbas llenas de agua.
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Poeta
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Para decirte, amor, que te deseo, sin los rubores falsos del instinto. Estuve atada como Prometeo, pero una tarde me salí del cinto.
Son veinte siglos que movió mi mano para poder decirte sin rubores: "Que la luz edifique mis amores". ¡Son veinte siglos los que alzo mi mano!
Pasan las flechas sobre mis cabellos, pasan las flechas, aguzados dardos... ¡Son veinte siglos de terribles fardos! Sentí su peso al libertarme de ellos.
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Poeta
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Es una boca más la que he besado. ¿Qué hallé en el fondo de tan dulce boca? ¿Que nada hay nuevo bajo el sol y es poca la miel de un beso para haberlo dado?
Heme otra vez aquí, pomo vaciado. Bajo este sol que mis espaldas toca a la cordura vanamente, invoca mi triste corazón desorbitado.
¿Una vez más?... Mi carne se estremece y un gran terror entre mis manos crece, pues alguien da mi nombre a los caminos
y es su voz de hombre, cálida y temida. Ay, quiero estarme quieta y soy movida hacia la sombra verde de los pinos.
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Poeta
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Es alta y es perfecta, de radiadas pupilas azules, donde acecha, perezosa una Eva. Su piel es piel de fruta. Su blanca carne nieva y sus trenzas se tuercen como gruesas anguilas.
Un bosque de oro crece en sus blancas axilas. De los árboles rompe la yema fina y nueva. Su boca es de la muerte la tenebrosa cueva. su risa daña el pecho de las aves tranquilas.
Pasó ayer a mi lado, las caderas redondas, los duros muslos tensos soliviando las blondas, los labios purpurados, y miedo tuve al verla,
pues de tal modo es ella, ya, la predestinada que, se comprende, al verla, camina, abandonada hacia el hombre primero que debe poseerla.
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Poeta
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Andas por esos mundos como yo; no me digas que no existes, existes, nos hemos de encontrar; no nos conoceremos, disfrazados y torpes por los caminos echaremos a andar.
No nos conoceremos, distantes uno de otro sentirás mis suspiros y te oiré suspirar. ¿Dónde estará la boca, la boca que suspira? Diremos, el camino volviendo a desandar.
Quizá nos encontremos frente a frente algún día, quizá nuestros disfraces nos logremos quitar. Y ahora me pregunto... cuando ocurra, si ocurre, ¿sabré yo de suspiros, sabrás tú suspirar?
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Poeta
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