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¿Por qué si tus ojos miro me miras tú con enojos, cuando por ellos deliro, y a la luz del cielo admiro en el éter de tus ojos?
Cansado de padecer y cansado de cansarte, y queriendo sin querer, finjo amor a otra mujer con la ilusión de olvidarte.
No es mi estrella tan odiosa: que en fugaces amoríos, como ave de rosa en rosa yo voy de hermosa en hermosa y no lamento desvíos;
Pero el favor de las bellas irrita mas la pasión que ardiente busca tus huellas, y al ir mis ojos tras ellas vuela a ti mi corazón.
Asi un proscrito tenía goces en extraño suelo y volvió a su patria un día por mirar en su agonía la linda luz de su cielo.
De ti proscrito y dejando las rosas por tus abrojos, vuelvo a tus pies suspirando, por mirar agonizando la linda luz de tus ojos.
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Poeta
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Huyó la dulce sonrisa Nació el sarcasmo sangriento... (J. E.)
Coplero a quien inspira el desencanto, trovador sin futuro y sin amores, sobre la tumba de mis sueños canto al colocar mi búcaro de flores.
Odia el mundo mi canto descreído, el estigma social tiznó mi frente... cárabo del dolor, cada gemido me concita el sarcasmo de la gente.
Sin luz el alma la ilusión desdeña, el pesar no la irrita ni la abate, y ni la frente envejecida sueña, y ni el leproso corazón me late.
Repugna a todos mi fatal delirio repelen todos mi sufrir eterno, que brilla en mi aureola de martirio la fatídica flama del infierno.
Devorado por negra pesadumbre lanzo en vez de sollozos carcajadas; porque de infame crápula en la lumbre arrojé mis creencias adoradas.
En aras de la fe vertí mi llanto; perdida ya la fe, busqué la orgía; pero el vicio acreció mi desencanto, y el vicio, la virtud, todo me hastía.
A mi gastado corazón de lodo nada, en fin, es capaz de conmoverlo, y perezoso, indiferente a todo no puedo ser feliz, ni quiero serlo.
Mi vida ha sido decepción horrible, el mundo sin piedad ha envenenado mi corazón que, un tiempo tan sensible, no sufre al encontrar un desgraciado.
Y si me duelo del dolor ajeno mi risa burla ese dolor profundo, que si a mi corazón queda algo bueno me da vergüenza que lo sepa el mundo.
Cuando la pena torturó mi vida, la cruda pena la insulté yo mismo, porque soberbio disfracé la herida con el torpe descaro del cinismo.
En el albor de juventud sensible amaba todo, porque fui creyente yo deliré buscando lo imposible y de mentiras se pobló mi frente.
Yo combatí con ánimo esforzado contra la saña de mi suerte adversa; pero en la lucha atleta fatigado, sentí agotarse mi gigante fuerza.
Me presentó pensiles engañosos en su espejo ese mundo fementido, cual presenta cambiantes primorosos débil burbuja en su cristal fingido.
yo también la ilusión vestí de gala del placer en los cármenes risueños, yo también de Jacob fijé la escala para subir al mundo de los sueños.
Soñé con la virtud cándidos lirios y quise, necio, de ilusión beodo, subir a la región de los delirios; pero al querer subir, caí en el lodo.
Yo rebusqué sediento de placeres, de amistad y de amor las emociones, y turbas mil de amigos y mujeres vinieron a matar mis afecciones.
Al ver mis sentimientos chasqueados burlé yo mismo mi amoroso empeño, y ya no alcé castillos encantados sobre la base efímera del sueño.
De mi pobre ilusión asesinada los restos profanó mi ánima impía; porque el cadáver de mi fe burlada alumbré con las luces de la orgía.
Y di culto a ese mundo estrafalario, y en mi gastada juventud inquieta, vestido de arlequín subí al calvario y empapé con mi llanto la careta.
En irritantes goces crapulosos escarneciendo mi penar ingente, hice cabriolas y tragué sollozos, y lleno de ira divertí a la gente.
Mas penitente ya, sufro callando y consumido de letal tristeza, por la vía dolorosa voy cargando la ridícula cruz de mi pobreza.
Histrión a quien el mundo no perdona, héroe de carnaval, mártir maldito, un birrete de loco es mi corona y por túnica llevo un sambenito.
Y nutrido de negras decepciones, avergonzado en mi vejez, reniego del enjambre de locas ilusiones que acarició mi juventud de fuego.
Ilusiones brillantes halagaban a mi edad juvenil que yo maldigo, y sediento de gloria me agitaban sueños de rey en lecho de mendigo.
Soñé en la gloria con delirio tanto, fue tal la audacia de la mente loca, que la gloria de Dios, único y santo, a mi osada ambición pareció poca.
Más Dios abate mi soberbia rara, y encuentro justa la expiación severa; que si la gloria que soñé alcanzara Satanás vencedor acaso fuera.
Fue mi sueño una ráfaga ilusoria; no existe ese laurel que busqué loco, que para darme mi imposible gloria el orbe es nada, lo infinito poco
Para pedir la gloria que yo anhelo es débil, impotente la palabra; que desván estorboso encuentro el cielo do el pensamiento audaz se descalabra.
Ya no me importa mi dolor presente, ya no me importa mi dolor pasado, el porvenir lo espero indiferente... lo mismo es ser feliz que desgraciado.
Sólo ambiciono de fastidio yerto, cansado ya de perdurable guerra, el acostarme en mi cajón de muerto dormir en paz debajo de la tierra.
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Poeta
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¿Y temes que otro amor mi amor destruya? qué mal conoces lo que pasa en mí; no tengo más que un alma, que es ya tuya, y un solo corazón, que ya te di.
¿Y temes que placeres borrascosos arranquen ¡ay! del corazón la fe? Para mi los placeres son odiosos; en ti pensar es todo mi placer.
Aquí abundan mujeres deslumbrantes, reinas que esclavas de la moda son, y ataviadas de sedas y brillantes, sus ojos queman, como quema el sol.
De esas bellas fascinan los hechizos, néctar manan sus labios de carmín; mas con su arte y su lujo y sus postizos, ninguna puede compararse a ti.
A pesar de su grande poderío, carecen de tus gracias y virtud, y todas ellas juntas, ángel mío, valer no pueden lo que vales tú.
Es tan ingente tu sin par pureza, y tan ingente tu hermosura es, que alzar puede su templo la belleza con el polvo que oprimes con tu pie.
Con razón me consume negro hastío desde que te hallas tú lejos de aquí, y con razón el pensamiento mío sólo tiene memoria para ti.
Yo pienso en ti con ardoroso empeño, y siempre miro tu divina faz, y pronuncio tu nombre cuando sueño. Y pronuncio tu nombre al despertar.
Si del vaivén del mundo me retiro, y ávido de estudiar quiero leer, entre las letras ¡ay! tu imagen miro, tu linda imagen de mi vida ser.
Late por ti mi corazón de fuego, te necesito como el alma a Dios; eres la virgen que idolatro ciego; eres la gloria con que sueño yo.
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Poeta
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Y ya al pisar los últimos abrojos De esta maldita senda peligrosa Haz que ilumine espléndida mis ojos De tu piedad la antorcha luminosa (García Gutiérrez)
Flor de Abraham que su corola ufana abrió al lucir de redención la aurora: tú del cielo y del mundo soberana, tú de vírgenes y ángeles Señora;
Tú que fuiste del Verbo la elegida para Madre del Verbo sin segundo, y con tu sangre se nutrió la vida, y con su sangre libertose el mundo:
tú que del Hombre-Dios el sufrimiento, y el estertor convulso presenciaste, y en la roca del Gólgota sangriento una historia de lágrimas dejaste;
tú, que ciñes diadema resplandente, y más allá de las bramantes nubes habitas un palacio transparente sostenido por grupo de querubes
y es de luceros tu brillante alfombra donde resides no hay tiempo ni espacio, y la luz de ese sol es negra sombra de aquella luz de tu inmortal palacio.
Y llenos de ternura y de contento en tus ojos los ángles se miran, y mundos mil abajo de tu asiento sobre sus ejes de brillantes giran;
tú que la gloria omnipotente huellas, y vírgenes y troncos en su canto te aclaman soberana, y las estrellas trémulas brillan en tu regio manto.
Aquí me tienes a tus pies rendido y mi rodilla nunca tocó el suelo; porque nunca Señora, le he pedido amor al mundo, ni piedad al cielo.
Que si bien dentro del alma he sollozado, ningún gemido reveló mi pena; porque siempre soberbio y desgraciado pisé del mundo la maldita arena.
Y cero, nulo en la social partida rodé al acaso en páramo infecundo, fue mi tesoro una arpa enronquecida y vagué sin objeto por el mundo.
Y solo por doquier, sin un amigo, viajé, Señora, lleno de quebranto, envuelto en mis harapos de mendigo, sin paz el alma, ni en los ojos llanto.
Pero su orgullo el corazón arranca, y hoy que el pasado con horror contemplo, la cabeza que el crimen volvió blanca inclino en las baldosas de tu templo.
Si eres ¡oh Virgen! embustero mito, yo quiero hacer a mi razón violencia; porque creer en algo necesito, y no tengo, Señora una creencia.
¡Ay de mí! sin creencias en la vida, veo en la tumba la puerta de la nada, y no encuentro la dicha en la partida, ni la espero después de la jornada.
Dale, Señora, por piedad ayuda a mi alma que el infierno está quemando: el peor de los infierno... es la duda, y vivir no es vivir siempre dudando.
Si hay otra vida de ventura y calma, si no es cuento promesa tan sublime, entonces ¡por piedad! llévate el alma que en mi momia de barro se comprime.
Tú que eres tan feliz, debes ser buena; tú que te haces llamar Madre del hombre, si tu pecho no pena por mi pena, no mereces a fe tan dulce nombre.
El alma de una madre es generosa, inmenso como Dios es su cariño: recuerda que mi madre bondadosa a amarte me enseñó cuando era niño.
Y de noche en mi lecho se sentaba y ya desnudo arrodillar me hacía, y una oración sencilla recitaba, que durmiéndome yo la repetía.
Y sonriendo te miraba en sueños, inmaculada Virgen de pureza, y un grupo veía de arcángeles pequeños en torno revolar de tu cabeza.
Mi juventud, Señora, vino luego, y cesaron mis tiernas oraciones; porque en mi alma candente como el fuego, rugió la tempestad de las pasiones.
Es amarga y tristísima mi historia; en mis floridos y mejores años, ridículo encontró, buscando gloria, y en lugar del amor los desengaños.
Y yo que tantas veces te bendije, despechado después y sin consuelo, sacrílego, Señora, te maldije y maldije también al santo cielo.
Y con penas sin duda muy extrañas airado el cielo castigarme quiso porque puse el infierno en mis entrañas; porque puso en mi frente el paraíso.
Quise encontrar a mi dolor remedio y me lancé del vicio a la impureza, y en el vicio encontré cansancio y tedio, y me muero, Señora, de tristeza.
Y viejo ya, marchita la esperanza, llego a tus pies arrepentido ahora, Virgen que todo del Señor alcanza, sé tú con el Señor mi intercesora.
Dile que horrible la expiación ha sido, que horribles son las penas que me oprimen; dile también, Señora, que he sufrido mucho antes de saber lo que era crimen.
Si siempre he de vivir en la desgracia, ¿por qué entonces murió por mi existencia? si no quiere o no puede hacerme gracia, ¿dónde está su bondad y omnipotencia?
Perdón al que blasfema en su agonía, y haz que calme llorando sus enojos, que es horrible sufrir de noche y día sin que asome una lágrima a los ojos.
Quiero el llanto verter de que está henchido mi pobre corazón hipertrofiado, que si no lloro hasta quedar rendido ¡por Dios! que moriré desesperado.
¡Si comprendieras lo que sufro ahora!... ¡Aire! ¡aire! ¡infeliz! ¡que me sofoco!... Se me revienta el corazón ... ¡Señora! ¡Piedad!... ¡Piedad de un miserable loco!
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Poeta
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Cuando te encuentres sereno y felíz, en cualquier parte; cuando todo el mundo sea tu país... cuando no teniendo nada, sientas que lo tienes todo; cuando en la opulencia luzcas humildad; cuando devuelvas bien por mal, sin importar a quien y veas a tu hermano en cada ser; cuando apliques que Amar es sólo dar y dar sin importar, más que tan sólo dar; cuando indiferente avances, entre aquellos que te insulten y en silencio les envíes tu perdón... cuando nadie pueda herirte, ni por nada has de afligirte, cuando a quien te odie tu le des Amor...
Cuando ejerzas la inocencia con conciencia; cuando busques el saber, así como hoy buscas el pan...
Cuando Ames todo sin pasión, ni posesión... cuando la realidad se imponga al fin a la ilusión; cuando sepas aliviar las penas, de aquellos que sufren y tus labios digan sólo la verdad... cuando hagas del deber un placer y el placer, no sea más para ti un deber... cuando vivas el presente como lo único urgente... cuando la bondad sea tu voluntad... cuando el egoísmo ceda al altruismo... cuando la impureza ceda a la pureza y la virtud...
ENTONCES, SERÁS UN HOMBRE, SERÁS UNA MUJER. SERÁS UN SER QUE ALCANZÓ LA HUMANIDAD... SERÁS UN HIJO DEL PLANETA QUE ALCANZÓ LA META... SERÁS UN EGRESADO DE LA TIERRA... SERÁS AL FIN UN HOMBRE, SERÁS UNA MUJER. SERÁS UN SER QUE ALCANZÓ Y REALIZÓ LA HUMANIDAD...
Madre Teresa de Calcuta ♥
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Poeta
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Yo dí un eterno adiós a los placeres cuando la pena doblegó mi frente, y me soñé, mujer indiferente al estúpido amor de las mujeres.
En mi orgullo insensato yo creía que estaba el mundo para mi desierto, y que en lugar de corazón tenía una insensible lápida de muerto.
Mas despertaste tú mis ilusiones con embusteras frases de cariño, y dejaron su tumba las pasiones y te entregué mi corazón de niño.
No extraño que quisieras provocarme, ni extraño que lograras encenderme; porque fuiste capaz de sospecharme, pero no eres capaz de comprenderme.
¿Me encendiste en amor con tus encantos, porque nací con alma de coplero, y buscaste el incienso de mis cantos?... ¿Me crees, por ventura, pebetero?
No esperes ya que tu piedad implore, volviendo con mi amor a importunarte; aunque rendido el corazón te adore el orgullo me ordena abandonarte.
Yo seguiré con mi penar impío mientras que gozas envidiable calma; tú me dejas la duda y el vacío, y yo, en cambio, mujer, te dejo el alma.
Porque eterno será mi profundo que en ti pienso constante y desgraciado como piensa en la vida el moribundo como piensa en la gloria el condenado.
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Poeta
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Toma, niña, este búcaro de flores: tiene azucenas de gentil blancura, lirios fragantes y claveles rojos, tiene también camelias, amaranto y rosas sin abrojos. rosas de raso cuyo seno ofrecen urnas de almíbar con esencia pura.
Admítelas, amor de mis amores, admítelas, mi encanto; que en sus broches de oro se estremecen las cristalinas gotas de mi llanto, tibio llanto que brota del alma de una madre que en ti piensa, y por eso hallarás en cada gota emblema santo de ternura inmensa.
Una tarde de abril, así decía, sollozante, mi esposa infortunada, a mi hija indiferente que dormía en su lecho de tablas reclinada; y como Herminia, ¡nada! nada en su egoísmo respondía a esa voz que me estaba asesinando: "Déjala, -dije- tu dolor comprendo...". La madre entonces se alejó llorando, y ella en la tumba continuó durmiendo.
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Poeta
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Me hizo nacer la suerte maldecida, de sombra y luz conjunto inexplicable; que oculta en mi corteza despreciable arde un alma grandiosa y descreída.
Llevo en mi frente, do la audacia anida un mundo de ilusiones impalpable; soy, en fin, un misterio impenetrable, que me agito en el sueño de la vida.
Por el cielo a sufrir predestinado, me llena el mundo de ponzoña y duelo; mas yo siempre orgulloso y resignado
contra mi propia pena me rebelo, y, en cada golpe, al mundo malhadado doy mi desprecio, y mi perdón al cielo.
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Poeta
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Te dejo con tu vida tu trabajo tu gente con tus puestas de sol y tus amaneceres sembrando tu confianza te dejo junto al mundo derrotando imposibles segura sin seguro te dejo frente al mar descifrándote sola sin mi pregunta a ciegas sin mi respuesta rota te dejo sin mis dudas pobres y malheridas sin mis inmadureces sin mi veteranía pero tampoco creas a pie juntillas todo no creas nunca creas este falso abandono estaré donde menos lo esperes por ejemplo en un árbol añoso de oscuros cabeceos estaré en un lejano horizonte sin horas en la huella del tacto en tu sombra y mi sombra estaré repartido en cuatro o cinco pibes de esos que vos mirás y enseguida te siguen y ojalá pueda estar de tu sueño en la red esperando tus ojos y mirándote.
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Poeta
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Compañera usted sabe que puede contar conmigo no hasta dos ni hasta diez sino contar conmigo. Si alguna vez advierte que la miro a los ojos y una veta de amor reconoce en los míos no alerte sus fusiles ni piense qué delirio a pesar de la veta o talvez porque existe usted puede contar conmigo. Si otras veces me encuentra huraño sin motivo no piense qué flojera igual puede contar conmigo. Pero hagamos un trato yo quisiera contar con usted es tan lindo saber que usted existe uno se siente vivo y cuando digo esto quiero decir contar aunque sea hasta dos aunque sea hasta cinco no para que acuda presurosa en mi auxilio sino para saber a ciencia cierta que usted sabe que puede contar conmigo.
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Poeta
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