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Cuando dejé de verte era verano. En la sangre caliente renacía un racimo de besos, y corría un viento....un claro viento por el llano.
(Bien lo recuerdo amor...era verano) Y quise retenerte. ¿Con qué lazo había de atarte para no perderte? ( Cuerpo de agua en el cristal de un vaso ) Acaso...si te amarras mi lazo fue más fuerte.... que siendo tú la ausencia ibas cercano como vida en el pulso de la muerte.
Al fin estoy contenta y tú lejano. Tan lejano de nieblas y de olvido que mueres en un verso arrepentido en un tiempo de amor y de verano.
(Quizá no era el amor ni era verano).
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Poeta
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¿Y para qué quieres un tesoro sino para perderlo? ¿Y si no es para perderlo, para qué quieres un tesoro?
Todo al ayer uncido. Lo único que tengo es lo perdido. Propiedad absoluta del pasado. Conciencia de haber sido y no ser más que aquel instante bello y preterido.
Yo soy aquella tan feliz criatura que sintió la infinita quemadura de tu caricia inmensa y generosa y el aire de tu voz triste y amiga. (Yo... yo... que soy tan pequeña lo mismo que una hormiga)
Y si pasa la fuente rumorosa lo mismo que un espejo que camina y en el jardín la rosa con su espina, arde aún más constante y más hermosa, me digo: cuando muera... la fuente seguirá diciendo su mentira verdadera y la rosa arderá con más ardor quizá que en la nuestra dorada primavera.
Otros días vendrán sin dejar huella, sin ton ni son, sin gracia sin sentido. Pero tú y yo vivimos. Vivimos sólo un día y aquel que vive un día ya todo lo ha vívido. (Larga vida tenemos como la mariposa y una historia tenaz como la rosa).
La fuente pasa sin pasar. La fuente a su desnudo espejo caminante uncida va, sedienta y delirante, de su gran albedrío prisionera diciendo su mentira verdadera.
(Sólo me quedas tú, como la fuente presa de su albedrío).
Sólo me quedas... porque te he perdido y los duros espejos, blandamente, con azogadas lunas rememoran tu frente y te salvan del tiempo y del olvido. (Indefinido indefinidamente tu rostro con mi verso confundido).
Que soy la misma. La feliz criatura que sintió la absoluta quemadura de tu caricia inmensa y generosa... como quien dice: toda la dulzura, la razón de la espina y de la rosa.
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Poeta
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Cómo adoré tu gesto ilusionario, tu gesto sin igual, tu gesto de ceniza y de metal cómo adoré...
Tú y yo en la vida, en la muerte, en la tormenta, entre la tempestad. Yo sedienta y hambrienta y arrecida.
(S.O.S. de soledad a soledad) Cómo no haber amado tu gesto iIusionario, si hacía tempestad y la noche en tu gesto estaba confundida ilusoria y tenaz como la vida?
Este recuerdo... Aurora boreal este recuerdo... hoja que al polvo vuelve y del polvo retorna irreductible... abisal... Así el amor que fue. Tu gesto de metal cómo adoré!
( S.O.S. de tempestad a tempestad )
Mentira! Como la hoja que en el viento gira y torna y vaga y treme y vencida y fugaz victoriosa y vencida el viento vengativo en su brazo robusto la levanta, así el amor que fue... ilusorio vario vano banal imaginario como en espejo ustorio repetido, así el amor que fue...
(tu gesto de metal cómo adoré)
Tu gesto distraído, tu dinástico gesto y el olvido que en tu gesto venía confundido.
Tu gesto era tu voz que transcurría fl como un agua cantando hacia el olvido. (y yo adoré tu gesto distraído)
Y era la eternidad! La del momento... eterno en su ansiedad y su osadía.
-Oyes el S.O.S. hambriento que da mi soledad en la iracunda noche de tu noche y la mía?
(Alegría... Alegría! Ya todo lo perdimos. Podemos ir sin miedo entre la tempestad)
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Poeta
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Iba mi corazón -caracol sin lamento- impulsando, sangriento, su pequeña canción...
Y luego la ilusión... engaño... ensueño... La muerte grande... lo demás, pequeño. Ah qué inútil empeño Corazón! Corazón!
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Poeta
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Llueve una lluvia fácil... negligente. Casi sin desazón. Casi sin ruido... Y en un sitio del alma... en el olvido los recuerdos me asaltan de repente.
Recuerdo cosas... cosas... todavía como si todavía las viviera. (Aquel amor que tanto me mintiera acaso sin saber que me mentía).
Una ciudad tan buena como el trigo surge de pronto en tierras desiguales. Un calendario pulcro... sin señales. (Voy por las calles de anteayer contigo). Nuestras miradas con amor -sin dudas- redescubrían cosas evidentes: la tierra con sus árboles, las gentes, nuestras manos vacías y desnudas.
La lluvia por las calles recorría con el sol enredado en sus cristales. -Noble ciudad de agudas catedrales (Me cuentan que allí vives todavía).
Todo nos separaba y nos unía. Un gesto, una canción, una mirada. El amor era todo... y era nada... y era eterno no más porque moría.
Y nadie puede sepultar sus muertos tan verdaderamente sepultados que no puedan volver, si recordados, a los brazos amantes y desiertos.
Las horas no se pueden devolver ni lo que en ellas fue pasión o grito. (Aquí todo es igual porque está escrito y ya no es cierto porque está en ayer).
Aquí todo es igual. Nada envejece al margen de las horas sin fortuna. El mismo grillo con la misma luna... y todo como estaba permanece.
Y como en los recuerdos no varía, el viento lleva aún sobre sus hombros de aquella nube grande los escombros. (Y nunca acaba de pasar el día).
Nuestros rostros se miran a través de la lluvia o la luz recién nacida. Aquí la muerte pasa inadvertida bajo el verde implacable del ciprés.
Los rostros de este sitio no regresan jamás al ejercicio cotidiano. (Aquí mi mano vive entre tu mano. Aquí los corazones no nos pesan).
Eres. Soy. Cuánta soledad en torno. Aún vivo y vives. Sorprendente llama. Viajamos bajo el sol. Sobre la grama. (Aquí en el calendario no hay retorno).
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Poeta
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Aquellas almas grandes que tuvimos y estas de ahora, iguales y distintas, siguen ardiendo y consumiendo vida. Ardientes almas nuestras... ávidas, delirantes, violentas, vengativas, tenaces, hechizadas, sedientas, con sus flamas en rojo, negro y blanco, en gris, en amarillo y en violeta, -iris y fuego- sometidas al viento ineluctable, al incendio... Con cauda de cometas locos, con colas y con crines de caballos apocalípticos para imponer el miedo. Ah! nuestras almas jóvenes! aquellas que tuvimos y tenemos, fieles a la gran aventura irreversible de la vida y al signo irrevocable del acontecimiento, siguen viviendo a través de la sangre inextinguible, en hélices y elípticas, en el misterio. Almas rudas, flagrantes y filudas como lanzas de acero. Nuestras almas de ayer, de nunca y siempre, ígneas, incandescentes, implacables, ultravioletas, ultrarrojas, ultrasolares, ardiendo...
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Poeta
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Yo se que eres una ave fugitiva, Un pez dorado que en las ondas juega, Una nube del alba que desplega Su miraje de rosa y me cautiva.
Se que res flor que la niñez cultiva Y el hombre con sus lágrimas la riega, Sombra del porvenir que nunca llega, Bella a los ojos, y a la mano esquiva.
Yo se que eres la estrella de la tarde Que ve el anciano entre celajes de oro, Cual postrera ilusión de su alma, bella.
Y aunque tu luz para mis ojos no arde, Engáñame ¡oh mentira! Yo te adoro, Ave o pez, sombra o flor, nube o estrella.
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Poeta
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Dios dijo al ave de los bosques canta, al tierno caliz de la flor, perfuma a la estrella, los mares abrillanta, al sol invade en la azulada bruma
al ambiente suspira, al mar encanta con tus bellezas de argentada espuma y a ti mujer para el odio nacida, te ha dicho acaso dios ¿ ama y olvida ?
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Poeta
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¡Oh! cuánto tiempo silenciosa el alma mira en redor su soledad que aumenta como un péndulo inmovil: ya no cuenta las horas que se van! No siente los minutos cadenciosos a golpe igual del corazón que adora aspirando la magia embriagadora de tu amoroso afán.
Ya no late, ni siente, ni aún respira petrificada el alma allá en lo interno; tu cifra en mármol con buril eterno queda grabada en mí! Ni hay queja al labio ni a los ojos llanto, muerto para el amor y la ventura esta en tu corazón mi sepultura y el cadáver aquí!
En este corazón ya enmudecido cual la ruina de un templo silencioso, vacío, abandonado, pavoroso sin luz y sin rumor; Embalsamadas ondas de armonía elevábanse a un tiempo en sus altares; y vibraban melódicos cantares los ecos de tu amor.
Parece ayer! ...De nuestros labios mudos el suspiro de ¡"Adiós" volaba al cielo, y escondías la faz en tu pañuelo para mejor llorar! Hoy... nos apartan los profundos senos de dos inmensidades que has querido, y es más triste y más hondo el de tu olvido que el abismo del mar!
Pero, ¿qué es este mar? ¿qué es el espacio, qué la distancia, ni los altos montes? Ni qué son esos turbios horizontes que mira desde aquí; si al través del espacio de las cumbres, de ese ancho mar y de ese firmamento, vuela por el azul mi pensamiento y vive junto a tí:
Si yo tus alas invisibles veo, te llevo dentro del alma estás conmigo, tu sombra soy y donde vas te sigo por tus huellas en pos! Y en vano intentan que mi nombre olvides; nacieron, nuestras almas enlazadas, y en el mismo crisol purificadas por la mano de Dios.
Tú eres la misma aún; cual otros días suspéndense tus brazos de mi cuello; veo tu rostro apasionado y bello mirarme y sonreír; aspiro de tus labios el aliento como el perfume de claveles rojos, y brilla siempre en tus azules ojos mi sol, ¡mi porvenir!
Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido; mi nombre está en la atmósfera, en la brisa, y ocultas a través de tu sonrisa lágrimas de dolor; pues mi recuerdo tu memoria asalta, y a pesar tuyo por mi amor suspiras, y hasta el ambiente mismo que respiras te repite ¡mi amor!
¡Oh! cuando vea en la desierta playa, con mi tristeza y mi dolor a solas, el vaivén incesante de las olas, me acordaré de tí; Cuando veas que una ave solitaria cruza el espacio en moribundo vuelo, buscando un nido entre el mar y el cielo, ¡Acuérdate de mí!
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Poeta
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Y he pasado la vida humilde como aquellas fuentes que en la montaña su frágil copa líquida modelan o entretienen las horas tejiendo manteletas de algodón y azúcar de vidrio para los hombros de la piedra. He tenido ese culto apasionado de las cosas pequeñas... he sido ingenua como el chal de encaje de la nube viajera... y más bien que ser águila he querido ser rosada falena... Esta autobiografía fue bien fácil hacerla si es tan trivial la historia de una vida discreta.
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Poeta
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