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Mi padre duerme. Su semblante augusto figura un apacible corazón; está ahora tan dulce... si hay algo en él de amargo, seré yo.
Hay soledad en el hogar; se reza; y no hay noticias de los hijos hoy. Mi padre se despierta, ausculta la huida a Egipto, el restañante adiós.
Está ahora tan cerca; si hay algo en él de lejos, seré yo. Y mi madre pasea allá en los huertos, saboreando un sabor ya sin sabor. Está ahora tan suave, tan ala, tan salida, tan amor.
Hay soledad en el hogar sin bulla, sin noticias, sin verde, sin niñez. Y si hay algo quebrado en esta tarde, y que baja y que cruje, son dos viejos caminos blancos, curvos. Por ellos va mi corazón a pie.
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Poeta
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Color de ropa antigua. Un julio a sombra, y un agosto recién segado. Y una mano de agua que injertó en el pino resinoso de un tedio malas frutas.
Ahora que has anclado, oscura ropa, tornas rociada de un suntuoso olor a tiempo, a abreviación... Y he cantado el proclive festín que se volcó.
Mas ¿no puedes, Señor, contra la muerte, contra el límite, contra lo que acaba? ¡Ay, la llaga en color de ropa antigua, cómo se entreabre y huele a miel quemada!
¡Oh unidad excelsa! ¡Oh lo que es uno por todos! ¡Amor contra el espacio y contra el tiempo! Un latido único de corazón; un solo ritmo: ¡Dios!
Y al encogerse de hombros los linderos en un bronco desdén irreductible, hay un riego de sierpes en la doncella plenitud del 1. ¡Una arruga, una sombra!
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Poeta
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EL FÚNEBRE AMARÁS
El fúnebre. ¡Amarás!.
Llenó de eco los grandes huecos, los ideales envejecidos. ¡Ataúdes de libertad amarga!. El negocio, vende, al hombre... ¡Muerte viva!. Con La extraña musicalidad, enmohecida. Con Ausencias qué traspasan, ahogando. ¡Allá, en el fondo de este espacio!. ¡Aquí, en la misma esencia del tiempo!. Por ¡Dónde el umbral apila, enseres!. El Caos Como Morada. ¡Amarás. Amarás. El fúnebre amarás!. Al encarnar quizá las pesadillas. Los dioses, arrepentidos, ajenos al clima. De la tradición rehenes. ¡Fúnebres!. Del polvo, humano manantial, inagotable. ¡Arruinado descendiente, de las tinieblas!
La misma oscuridad.
Falleció aquella misma noche. Entre las velas de cera.
Al favor de las estrellas desfigurando. Al llamado de la puerta humilde. Entre los harapos desmoronados. ¡Una hoja del calendario!. E-l-d-í-a.
Elfun...Ebre...¡Amar...ass! Con El Otoño escritor de los veranos. Digno invierno de primaveras. Del cuadro, en el vestíbulo, abriendo. ¡Las cartas al bostezar!. ¡Las piernas torneadas por el jugo!.
El Desconcertado. ¡Triángulo, de naipes!. ¡Amarás, la muerte qué perdonan las rodillas!. ¡Amarás, al más hermoso fúnebre y tierno, desconsuelo, con la miel más lúgubre en la hiel!. Y Hasta el claro disturbio. de los pantalones nuevos, y las mangas del tallar, los pliegues menos apresurados.
El Fúnebre Amarás Está... En la ventana sentada. En la puerta recostada. Donde. El sofá en la cama preveía cavilaciones.
Inevitables sombreros bebiendo. ¡La confesión sorprendida de los trenes!. ¡Las barras bautizando mandarinas!. ¡Las estrellas conserjes del cementerio!.
.¡Amarás!.
Entre Tres nuevos nombres. ¡La misma cosa!. Entre La sana costumbre de atacar. El barniz digno del mismo engaño. ¡La libertad!. De partículas, innecesario.
¡Ah!. El fúnebre. ¡Amarás!.
La envidia del mismo abismo. De las libélulas talones. ¡Del oportuno sable ignorante!. Los millones, decapitados, cañones, multicolores. Al gorjeo monótono empedrado. Las maletas del abejorro de moda. Y la pólvora, elegante.¡Embargada!.
El amarás, fúnebre, amarás, fúnebre. Ante los ojos evidentes de la ceguera.(Semillones).¡Mejillones y aguijones!. Fun Ebre.
Al cómodo ceremonial incinerando. Al esfuerzo destrozado. Al vecino, débil, en la impiedad. ¡Indecible!. Jugando al dios embalado.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Noche clara en plenilunio de mi pasión te apoderas, y al ritmo de tus caderas, danza el viento Sordo y Mudo...
El brillo de las Estrellas, del espacio se apodera Cuarto Menguado que llega con su luz que se repliega...[/b]
Mistico sueño despejan tus nubes en el firmamento comienza tu Luz en aumento Cuarto creciente que entrega Un Amor como de cuento...
Aumenta el fulgor de tus ojos mi Ser de tu Paz hoy se plena, consintiendo mis antojos Regresaste, Luna Nueva!!![/b]
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Poeta
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Pinta de "shushetín", visto a la moda porque el sastre me cobra el mismo precio; al pantalón planchado no lo desprecio, y el "yuguillo" encolao no me incomoda...
Remato una verbena con whisky y soda; encurdelao no soy matón ni necio. Le tengo "al carro de la vida" aprecio, pero emberretinao... ¡la juego toda!...
Como no soy vicioso, ni la "carpeta" ni el burro más ligero ni el más maleta le han sacao mucho vento a este bacán
Pero, artísticamente, soy "milonguero", porque..., a una opereta de Lehar, prefiero los canyengues que siempre tangueó Cobián...
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Poeta
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Barrio piringundín, barrio malevo donde aprendí a mancar la vida maula en mis días papusos de purrete compadrito y piernún, callao y taura.
Barrio de contras bravas, tus hazañas que rubricaron fieras puñaladas deberían saberlas los mocosos... En la escuela tendrían que enseñarlas...
Mirador de Seghezo, arquitectura estilo medieval..., medio-romántica: parecía decir con voz de macho: el que no es malandrín, de aquí no pasa.
La quinta de la Lunga, los perales, tentación de pandillas malandrasas, entrevero de piernas y de alambres cuando el tano tiraba la mancada.
La academia San Jorge, la academia... donde cobraban cinco la bailada; "Si me habré compadriao mis chirolitas despatarrando cortes y quebradas".
El Mocho, el Cachafaz, Pata de Alambre, David, La Portuguesa y el Lagaña; los hermanos Balijas y Fresedo (El pibe Paternal, de larga fama).
Allí manqué debute las miserias de los fiocas varaos a pan y agua, y el amor que se acaba en el ayuno del que quiere vivir de salto y carta.
El café Venturita y los Istueta, los matinés y los bailes de Peracca. El café La Morocha y el barbijo de Arolas, compadreándole en la cara.
Arroyo Maldonado, barbijo taura que en las aguas del Plata desangraba, cara al sol, como un hombre sin renuncios del que acecha en la sombra y no da cara.
Arroyo Maldonado, cuneta rea, agua-fuerte brutal de mi barriada, hablar de Villa Crespo y no nombrarte es tirar las palabras a una zanja...
Es decir que a este barrio milonguero como a vos lo ha tapado la ignorancia... Yo florezco en jardines con mis versos, vos ahora no sos más que una cloaca...
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Poeta
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La bacana está triste, ¿qué tendrá la bacana? Ha perdido la risa su carita de rana y en sus ojos se nota yo no sé qué penar; la bacana está sola en su silla sentada, el fonógrafo calla y la viola colgada aburrida parece de no verse tocar.
Puebla el patio el berrido de un pebete que llora, tiran bronca dos viejas y chamuya una lora mientras canta "I Pagliacci" un vecino manghín, la bacana no ríe, la bacana no siente, la bacana parece que ha quedado inconsciente con el mate ocupado por algún berretín.
¿Piensa acaso en el coso que la espera en la esquina? ¿En aquel que le dijo que era muy bailarina con tapín de mafioso, compadrito y ranún? ¿En aquel que una noche le propuso el espiante? ¿En aquel cajetilla, entallao de elegante? ¿O en aquel caferata que es un gran pelandrún?
¡Oh la pobre percanta de la bata rosa! quiere tener menega, quiere ser poderosa, tener departamento con mishé y gigoló, muchas joyas debute, un peleche a la moda. Porque en esta gran vida el que no se acomoda y la vive de grupo, al final se embromó.
Ya no quiere la mugre de la pieza amueblada, el bacán que la shaca ya la tiene cansada, se aburrió de esa vida de continuo ragú; quiere un pibe a la gurda que en el baile con corte les dé contramoquillo a los reos del Norte, los fifí del Oeste, los cafishios del Sú.
-"¡Vamos, vamos pelandra! -dice el coso que llega-, esa cara de otaria que tenés no te pega, levantate ligero y unos mangos pasá". Está el patio en silencio, un rayito de luna. se ha colado en la pieza mientras la pelandruna saca vento de un mueble y le dice: -¡Tomá!
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Poeta
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Pinturita de ambiente, brochazo rante de las noches caneras de mi arrabal, donde el barro te enchastra los caminantes y se diluye en sombras la flor del mal.
Pasará un organito que mueve a risa a babucha colgado de un cusifai, donde un loro la oficia de pitonisa y nos tira la manga un rengolai.
El morrongo de casa sorteando el barro atraviesa la calle conquistador, y en el bache profundo que dejó un carro a la luna le bate no sé qué amor.
A unas cuadras el lujo del empedrado deschava del progreso su loco afán... Y en un mateo rante y destartalado una mersa de crudos cantando van.
Y la nota de un tango, triste y doliente, se hace carne, en la noche, artera y cruel... Mientras el del bagayo Maffia se siente y el que se canta un tango... Carlos Gardel...
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Poeta
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¿Que no cante en reo... que pase a degüello la viola encordada de mi inspiración? ¿Que mande a baraja mis musas caneras, mis paicas runfleras, mis pobres malevos y la encrucijada de mi callejón? ¿Que no cante en reo? ¿Que deje el suburbio temeroso y turbio que me vio nacer? ¿Que por qué en el fondo de mi musa brava siempre una garaba abandona al hombre que la quiere tanto para no volver?
¿Que no cante en reo? ¿Que no glose el tajo que de arriba 'bajo le cruza la cara al viejo matón? (que lleva en su hombría la marca tajante que es más denigrante que aquel costurón).
¿Que deje tranquila a la pobre viejita?... ¿Que no haga sonetos para Milonguita que no lo merece por mala y desleal? ¿Que por qué me ocupo de la vieja Lora que es la entregadora que pica más alto en el arrabal?
¿Que por qué pretendo entronar al tango si según algunos es reo, guarango y bajo y procaz? ¿Que si continúo cantando en lunfardo el fragante nardo de mi poesía se marchitará?
¡Y eso... me lo has dicho vos que sos mi amigo, que me querés tanto y has sido conmigo tan noble, tan leal!... ¡Parece mentira!... Te pido por lo que más quieras que me dejes solo con mis milongueras, mis pobres malevos y con mi arrabal.
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Poeta
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Soy el hijo natural de no sé qué aberración y de cuya tradición puede hablar el arrabal; he sido la flor del mal, el tenorio del facón, el que ganó la elección cuando el caudillo imperaba y el malevaje buscaba para usarlo de escalón. Fue el que tuvo por bandera, como ley, como atavismo, reconocer en sí mismo a toda la hombría entera. No tuve quien se opusiera a mis odiosos antojos, por mí bajaron los ojos hombres que fueron muy machos y marqué muchos escrachos con largos barbijos rojos.
El comisario sagaz me tuvo por un aliado, fue mi tutor obligado en el barrio, el Juez de Paz, y fue mi apodo procaz un insulto que altivaba porque una historia guardaba que era para mí un laurel y me lucía con él cuanto más me degradaba.
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Poeta
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