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Fiera de amor, yo sufro hambre de corazones de palomos, de buitres, de corzos o leones, no hay manjar que más tiente, no hay más grato sabor, había ya estragado mis garras y mi instinto, cuando erguida en la casi ultratierra de un plinto, me deslumbró una estatua de antiguo emperador.
Y crecí de entusiasmo; por el tronco de piedra ascendió mi deseo como fulmínea hiedra hasta el pecho, nutrido en nieve al parecer; y clamé al imposible corazón... la escultura su gloria custodiaba serenísima y pura, con la frente en Mañana y la planta en Ayer.
Perenne mi deseo, en el tronco de piedra ha quedado prendido como sangrienta hiedra; y desde entonces muerdo soñando un corazón de estatua, presa suma para mi garra bella; no es ni carne ni mármol: una pasta de estrella sin sangre, sin calor y sin palpitación...
¡Con la esencia de una sobrehumana pasión!
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Poeta
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¡Si la vida es amor, bendita sea! Quiero más vida para amar! Hoy siento que no valen mil años de la idea lo que un minuto azul de sentimiento.
Mi corazón moría triste y lento... Hoy abre en luz como una flor febea. ¡La vida brota como un mar violento donde la mano del amor golpea!
Hoy partió hacia la noche, triste, fría... rotas las alas, mi melancolía; como una vieja mancha de dolor
en la sombra lejana se deslíe... ¡Mi vida toda canta, besa, ríe! ¡Mi vida toda es una boca en flor!
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Poeta
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¡Pobres lágrimas mías las que glisan a la esponja sombría del Misterio, sin que abra en flor como una copa cárdena tu dolorosa boca de sediento!
¡Pobre mi corazón que se desangra como clepsidra trágica en silencio, sin el milagro de inefables bálsamos en las vendas tremantes de tus dedos!
¡Pobre mi alma tuya, acurrucada en el pórtico en ruinas del recuerdo, esperando de espaldas a la Vida que acaso un día retroceda el Tiempo...!
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Poeta
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¡Ojos a toda luz y a toda sombra! Heliotropos del Sueño! Plenos ojos que encandiló el Milagro y que no asombra jamás la vida... Eléctricos cerrojos de profundas estancias; claros broches, broches oscuros, húmedos, temblantes, para un collar de días y de noches... Bocas de abismo en labios centelleantes;
natas de amargas mares nunca vistas; claras medallas; tétricos blasones; capullos de dos noches imprevistas y madreperlas de constelaciones...
¿Sabes todas las cosas palpitantes, inanimadas, claras, tenebrosas, dulces, horrendas, juntas o distantes, que pueden ser tus ojos?... ¡Tantas cosas
que se nombraran infinitamente!... Maravilladas veladoras mías que en fuego bordan visionariamente la trama de mis noches y mis días!... Lagos que son también una corriente...
¡Jardines de los iris! devorados por dos fuentes que eclipsan los tesoros sombríos más sombríos, más preciados.. Firmamentos en flor de meteoros;
fondos marinos, cristalinas grutas donde se encastilló la Maravilla; faros que apuntan misteriosas rutas... Caminos temblorosos de una orilla
desconocida; lámparas votivas que se nutren de espíritus humanos y que el milagro enciende; gemas vivas y hoy por gracia divina, ¡siemprevivas! y en el azur del Arte, ¡astros hermanos!
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Poeta
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En el regazo de la tarde triste Yo invoqué tu dolor... Sentirlo era Sentirte el corazón! Palideciste Hasta la voz, tus párpados de cera,
Bajaron... y callaste... y pareciste Oír pasar la Muerte... Yo que abriera Tu herida mordí en ella -¿me sentiste?- Como en el oro de un panal mordiera !
Y exprimí más, traidora, dulcemente Tu corazón herido mortalmente, Por la cruel daga rara y exquisita De un mal sin nombre, hasta sangrarlo en llanto! Y las mil bocas de mi sed maldita Tendí á esa fuente abierta en tu quebranto.
...
¿ Por qué fui tu vampiro de amargura ?... ¿ Soy flor ó estirpe de una especie obscura Que come llagas y que bebe el llanto ?
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Poeta
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Vibre, mi musa, el surtidor de oro la taza rosa de tu boca en besos; de las espumas armoniosas surja vivo, supremo, misterioso, eterno, el amante ideal, el esculpido en prodigios de almas y de cuerpos; debe ser vivo a fuerza de soñado, que sangre y alma se me va en los sueños; ha de nacer a deslumbrar la vida, y ha de ser un dios nuevo! Las culebras azules de sus venas se nutren de milagro en mi cerebro...
Selle, mi musa, el surtidor de oro la taza rosa de tu boca en besos; el amante ideal, el esculpido en prodigios de almas y de cuerpos, arraigando las uñas extrahumanas en mi carne, solloza en mis ensueños: -Yo no quiero más vida que tu vida, son en ti los supremos elementos; déjame bajo el cielo de tu alma, en la cálida tierra de tu cuerpo!- -Selle, mi musa, el surtidor de oro la taza rosa de tu boca en besos!
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Poeta
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A veces, cuando el amado y yo soñamos en silencio, -un silencio agudo y profundo como el acecho de un sonido insólito y misterioso- siento como si su alma y la mía corrieran lejanamente, por yo no sé que tierras nunca vistas, en un raudal potente y rumoroso...
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Poeta
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Su idilio fue una larga sonrisa a cuatro labios... En el regazo cálido de rubia primavera amáronse talmente que entre sus dedos sabios palpitó la divina forma de la quimera.
En los palacios fúlgidos de las tardes en calma hablábanse un lenguaje sentido como un lloro, y se besaban hondo hasta morderse el alma!... Las horas deshojáronse como flores de oro, y el destino interpuso sus dos manos heladas...
¡Ah! los cuerpos cedieron, más las almas trenzadas son el más intrincado nudo que nunca fue... En lucha con sus locos enredos sobrehumanos las furias de la vida se rompieron las manos y fatigó sus dedos supremos Ananké.
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Poeta
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Amor, la noche estaba trágica y sollozante cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura; luego, la puerta abierta sobre la sombra helante, tu forma fue una mancha de luz y de blancura.
Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante; bebieron en mi copa tus labios de frescura; y descansó en mi almohada tu cabeza fragante; me encantó tu descaro y adoré tu locura.
¡Y hoy río si tú ríes, y canto si tú cantas; y si duermes, duermo como un perro a tus plantas! ¡Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera;
y tiemblo si tu mano toca la cerradura; y bendigo la noche sollozante y oscura que floreció en mi vida tu boca tempranera!
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Poeta
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Hoy, en una mano burda instintiva, deforme, he visto el diamante más bello que pueda encender el Milagro... Parecía vivo y doloroso como un espíritu desolado... Vi fluir de su luz una sombra tan triste, que he llorado por él y por todos los bellos diamantes extraviados en manos deformes...
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Poeta
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