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Bajo el cielo fiel Junio corría arrastrando en sus aguas dulces fechas, ardientes horas en la luz deshechas, frutos y labios que mi sed asía.
Sobre mi juventud Junio corría: golpeaban mi ser sus aguas flechas, despeñadas y obscuras en las brechas que su avidez en ráfagas abría.
Ay, presuroso Junio nunca mío, invisible entre puros resplandores, mortales horas en terribles goces,
¡cómo alzabas mi ser, crecido río, en júbilos sin voz, mudos clamores, viva espada de luz entre dos voces!
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Poeta
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Atrás el cielo, atrás la luz y su navaja, atrás los muros de salitre, atrás las calles que dan siempre a otras calles.
Atrás mi piel de vidrios erizados, atrás mis uñas y mis dientes caídos en el pozo del espejo. Atrás la puerta que se cierra, el cuerpo que se abre. Atrás, amor encarnizado, pureza que destruye, garras de seda, labios de ceniza.
Atrás, tierra o cielo.
Sentados a las mesas donde beben la sangre de los pobres: la mesa del dinero, la mesa de la gloria y la de la justicia, la mesa del poder y la mesa de Dios —la Sagrada Familia en su Pesebre, la Fuente de la Vida, el espejo quebrado en que Narciso a sí mismo se bebe y no se sacia y el hígado, alimento de profetas y buitres…
Atrás, tierra o cielo.
Las sábanas conyugales
insomnes, cubren cuerpos entrelazados, piedras entre cenizas cuando la luz los toca. Cada uno en su cárcel de palabras, y todos atareados construyendo la Torre de Babel en comandita. Y el cielo que bosteza y el infierno mordiéndose la cola y la resurrección y el día de la vida perdurable, el día sin crepúsculo, el paraíso visceral del feto.
Creía en todo esto. Hoy duermo a la orilla del llanto. También el llanto sirve de almohada.
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Poeta
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Así como del fondo de la música brota una nota que mientras vibra crece y se adelgaza hasta que en otra música enmudece, brota del fondo del silencio otro silencio, aguda torre, espada, y sube y crece y nos suspende y mientras sube caen recuerdos, esperanzas, las pequeñas mentiras y las grandes, y queremos gritar y en la garganta se desvanece el grito: desembocamos al silencio en donde los silencios enmudecen.
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Poeta
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Arquitecturas instantáneas sobre una pausa suspendidas, apariciones no llamadas ni pensadas, formas de viento, insubstanciales como tiempo y como tiempo disipadas.
Hechas de tiempo, no son tiempo; son la hendedura, el intersticio, el breve vértigo del entre donde se abre la flor diáfana: alta en el tallo de un reflejo se desvanece mientras gira.
Nunca tocadas, claridades con los ojos cerrados vistas: el nacimiento transparente y la caída cristalina en este instante de este instante, interminable todavía. Tras la ventana: desoladas azoteas y nubes rápidas. El día se apaga, se enciende la ciudad, próxima y remota. Hora sin peso. Yo respiro el instante vacío, eterno.
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Poeta
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Ardan todas las voces y quémense los labios; y en la más alta flor quede la noche detenida.
Nadie sabe tu nombre ya; en tu secreta fuerza influyen la madurez dorada de la estrella y la noche suspensa, inmóvil océano.
Amante, todo calla bajo la voz ardiente de tu nombre. Amante, todo calla. Tú, sin nombre, en la noche desnuda de palabras.
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Poeta
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¿Quién canta en las orillas del papel? Inclinado, de pechos sobre el río de imágenes, me veo, lento y solo, de mí mismo alejarme: letras puras, constelación de signos, incisiones en la carne del tiempo, ¡oh escritura, raya en el agua!
Voy entre verdores enlazados, voy entre transparencias, río que se desliza y no transcurre; me alejo de mí mismo, me detengo sin detenerme en una orilla y sigo, río abajo, entre arcos de enlazadas imágenes, el río pensativo. Sigo, me espero allá, voy a mi encuentro, río feliz que enlaza y desenlaza un momento de sol entre dos álamos, en la pulida piedra se demora, y se desprende de sí mismo y sigue, río abajo, al encuentro de sí mismo.
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Poeta
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Aquí los antiguos recibían al fuego Aquí el fuego creaba el mundo Al mediodía las piedras se abren como frutos El agua abre los párpados La luz resbala por la piel del día Gota inmensa donde el tiempo se refleja y se sacia
A la española el día entra pisando fuerte Un rumor de hojas y pájaros avanza Un presentimiento de mar o mujeres El día zumba en mi frente como una idea fija En la frente del mundo zumba tenaz el día La luz corre por todas partes Canta por las terrazas Hace bailar las casas Bajo las manos frescas de la yedra ligera El muro se despierta y levanta sus torres Y las piedras dejan caer sus vestiduras Y el agua se desnuda y salta de su lecho Más desnuda que el agua Y la luz se desnuda y se mira en el agua Más desnuda que un astro Y el pan se abre y el vino se derrama Y el día se derrama sobre el agua tendida Ver oír tocar oler gustar pensar Labios o tierra o viento entre veleros Sabor del día que se desliza como música Rumor de luz que lleva de la mano a una muchacha Y la deja desnuda en el centro del día Nadie sabe su nombre ni a qué vino Como un poco de agua se tiende a mi costado El sol se para un instante por mirarla La luz se pierde entre sus piernas La rodean mis miradas como agua Y ella se baña en ellas más desnuda que el agua Como la luz no tiene nombre propio Como la luz cambia de forma con el día
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Poeta
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Ruidos confusos, claridad incierta Otro día comienza. Es un cuarto en penumbra y dos cuerpos tendidos. En mi frente me pierdo por un llano sin nadie. Ya las horas afilan sus navajas. Pero a mi lado tú respiras; entrañable y remota fluyes y no te mueves. Inaccesible si te pienso, con los ojos te palpo, te miro con las manos. Los sueños nos separan y la sangre nos junta: somos un río de latidos. Bajo tus párpados madura la semilla del sol. El mundo no es real todavía, el tiempo duda: sólo es cierto el calor de tu piel. En tu respiración escucho la marea del ser, la sílaba olvidada del Comienzo.
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Poeta
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Aparece Ayúdame a existir Ayúdate a existir Oh inexistente por la que existo Oh presentida que me presiente Soñada que me sueña Aparecida desvanecida Ven vuela adviene despierta Rompe diques avanza Maleza de blancuras Marea de armas blancas Mar sin brida galopando en la noche Estrella en pie Esplendor que te clavas en el pecho (Canta herida ciérrate boca) Aparece Hoja en blanco tatuada de otoño Bello astro de pausados movimientos de tigre Perezoso relámpago Águila fija parpadeante Cae pluma flecha engalanada cae Da al fin la hora del encuentro Reloj de Sangre Piedra de toque de esta vida
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Poeta
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Altos muros del agua, torres altas, aguas de pronto negras contra nada, impenetrables, verdes, grises aguas, aguas de pronto blancas, deslumbradas.
Aguas como el principio de las aguas, como el principio mismo antes del agua, las aguas inundadas por el agua, aniquilando lo que finge el agua.
El resonante tigre de las aguas, las uñas resonantes de cien tigres, las cien manos del agua, los cien tigres con una sola mano contra nada.
Desnudo mar, sediento mar de mares, hondo de estrellas si de espumas alto, prófugo blanco de prisión marina que en estelares límites revienta,
¿qué memorias, qué rocas, yelos, islas, informe confusión de aguas y nada, qué mares, encendidos prisioneros, dentro de ti, bajo tu pecho, cantan?
¿Qué violencias recónditas, qué labios, conmueven a tu piel de verdes llamas?, ¿qué desoladas aguas, costas solas, qué mares invisibles, mar, alías?,
¿dónde principias, mar, dónde te viertes?, ¿dónde principias, tiempo, vida mía, ejército de humo y de mentira, adónde vas, latido, carne, sueño?
¿Dónde te viertes, avidez de nada? No soy la piedra que se precipita, soy su caída, y más, soy el abismo, el círculo de sombra en que se ahonda.
Tiempo que se congela, mar y témpano, vampiro de la luna —o se despeña: madre furiosa, inmensa res hendida, mar que te comes vivas las entrañas.
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Poeta
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