Poemas :  Hombres que juegan
Hombres que juegan a ser hombres,
mentes que inventan a sus miedos
miedos que crean a sus dioses,
dioses psicópatas, culpables
rigen un mundo decadente,
hombres inseguros y violentos
con el poder espantan a sus miedos

Vida letárgica, indiferente
al agónico quejido de la mente
vida que ignora lo que es vida,
vida que se escapa sigilosa
camuflada de necesidades y de anhelos,
vida que se estanca, se evapora,
porque busca en el consumo su consuelo

Sueños que se pierden malogrados,
inconclusos por fantasmas destrozados
fantasmas que se agitan en la noche,
nos asustan como a niños y dan miedo,
fantasmas... solo fantasmas,
nos hacen olvidar,
ya no recuerdo.

Aun en mis sueños siento el arrullo,
que ella le cantaba a su vientre,
aun en mis noches sueño que ella
me sueña feliz, hombre valiente,
mi despertar a encontrado
salobre oscuridad muy dentro mío,
húmeda mi alma, mi mirada...

...y el eco de su canto en mis oídos
...a ro ro mi niño...a ro ro mi sol...

Creado 23/05/2011
Poeta

Poemas :  Solo tu sabes la verdad
"Cada segundo que paso sin ella,
es un segundo que añoraria pasarlo
junto aquella dama mia...

Que es mas castigo para el alma
que no acariciar su bella y tersa piel
cuando en verdad estas enamorado?...

He de ver el sol
reflejado en su tierno rostro
cuando llegue su tiempo...

Mientras tanto,
me conformo perdiendome en el recuerdo
del aroma de su perfume...

Te amo
Poeta

Poemas :  Realidade, deixe-me sonhar!
Realidade, deixe-me sonhar!
Ah, realidade, realidade...
Você não respeita
minha privacidade.

Você me invade,
detonando meu sonho,
transformando-o
num pesadelo medonho...

Depois falam por aí
que eu não lhe acompanho...
Por que vou acompanhar
quem não me deixa sonhar?

A.J. Cardiais
imagem: google
Poeta

Poemas :  Arraigada nitidez... (Experimental)
ARRAIGADA NITIDEZ

Con la memoria,
paternal.
De la madera.
Creían atarse cien sentimientos.
Azulados desnudares alentados.
En
Aquéllo
Qué
Húmedo el nogal observa.
Por el aliento.
Claveles rosados,
en la piel verter,
después del alma,
jadeantes.
Del después...¡Quién sabe!.

Entre
La sombra carcomida en mansedumbre.
Pechos y latidos.
¡Relámpagos!.
Del agua.
Entretejidos.
La lumbre que al llorar pudre.
Agua y fuego.
En la barba de los lirios.
Creían atarse.
Lo que fueron.

Campos florecidos, simultáneos amoldares.
Atónita la frente, estelares las rodillas.

¡Escriben en criptas en copto,
copos granates y tabacos despreciados,
al rumor amenazando!.

Arraigada nitidez.
Las memorias del espejismo aventureras.
Las señales sin patria del alabastro.
¡Sórdidos terciopelos incoloros!.
Al ritmo clandestino.
De los tórridos relojes.
¡Nitidez arraigada!.
En las noches sonámbulas de lunas.
Nitidez.
En las brumas escarpadas del canguro.
Arraigada.
En las blandas arpas del antílope.
Nitidez.
En los nidos sonoros del pino.

Esgrimires.
Del anfibio cañas.
Dulces moviéndose.
¡Más agudas las cicatrices!.
Limpias se ofrecieron.
Al verter.
Después del alma.
Nuevamente.
Sus ritmos.
Naturales animosos alentando.
Por...
La honda superficie de las cúpulas patéticas.
Por...
Las almas ambulantes del arrecife.
Por...
El iris de la sal teñida lágrima.

¡Qué lo fugaz delata inundando!.
Las arterias... Vertiginosas de la espuma.

Al
Romper
El
Viento
Con
Las
Plumas.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Poemas :  El seminarista de los ojos negros
Desde la ventana de un casucho viejo
abierta en verano, cerrada en invierno
por vidrios verdosos y plomos espesos,
una salmantina de rubio cabello
y ojos que parecen pedazos de cielo,
mientas la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.

Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo,
marchan en dos filas pausados y austeros,
sin más nota alegre sobre el traje negro
que la beca roja que ciñe su cuello,
y que por la espalda casi roza el suelo.

Un seminarista, entre todos ellos,
marcha siempre erguido, con aire resuelto.
La negra sotana dibuja su cuerpo
gallardo y airoso, flexible y esbelto.
Él, solo a hurtadillas y con el recelo
de que sus miradas observen los clérigos,
desde que en la calle vislumbra a lo lejos
a la salmantina de rubio cabello
la mira muy fijo, con mirar intenso.
Y siempre que pasa le deja el recuerdo
de aquella mirada de sus ojos negros.
Monótono y tardo va pasando el tiempo
y muere el estío y el otoño luego,
y vienen las tardes plomizas de invierno.

Desde la ventana del casucho viejo
siempre sola y triste; rezando y cosiendo
una salmantina de rubio cabello
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.

Pero no ve a todos: ve solo a uno de ellos,
su seminarista de los ojos negros;
cada vez que pasa gallardo y esbelto,
observa la niña que pide aquel cuerpo
marciales arreos.

Cuando en ella fija sus ojos abiertos
con vivas y audaces miradas de fuego,
parece decirla: —¡Te quiero!, ¡te quiero!,
¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo!
¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero!
A la niña entonces se le oprime el pecho,
la labor suspende y olvida los rezos,
y ya vive sólo en su pensamiento
el seminarista de los ojos negros.

En una lluviosa mañana de inverno
la niña que alegre saltaba del lecho,
oyó tristes cánticos y fúnebres rezos;
por la angosta calle pasaba un entierro.

Un seminarista sin duda era el muerto;
pues, cuatro, llevaban en hombros el féretro,
con la beca roja por cima cubierto,
y sobre la beca, el bonete negro.
Con sus voces roncas cantaban los clérigos
los seminaristas iban en silencio
siempre en dos filas hacia el cementerio
como por las tardes al ir de paseo.

La niña angustiada miraba el cortejo
los conoce a todos a fuerza de verlos...
tan sólo, tan sólo faltaba entre ellos...
el seminarista de los ojos negros.

Corriendo los años, pasó mucho tiempo...
y allá en la ventana del casucho viejo,
una pobre anciana de blancos cabellos,
con la tez rugosa y encorvado el cuerpo,
mientras la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.

La labor suspende, los mira, y al verlos
sus ojos azules ya tristes y muertos
vierten silenciosas lágrimas de hielo.

Sola, vieja y triste, aún guarda el recuerdo
del seminarista de los ojos negros...
Poeta

Poemas :  Mis muertos
Aun en el calabozo mas oscuro,
en la profunda mazmorra
donde Satanás
muestra su cara,

Aun con mi cuerpo
quebrado ya vencido,
con las carne hecha jirones,
por los golpes del verdugo triturada,

Aunque el terror y el espanto
se ciernan sobre mi mente
y el sonido de la locura
escape de mi garganta,

¡Nunca! mi alma será doblegada,
porque en ella habita
el espíritu de mi libertad,
y la orgullosa memoria de mis muertos,

Son ellos los jueces que observan mis actos,
son ellos los que coraje dieron a mi alma
y pacientes esperan mi regreso como el ultimo creyente,
custodio de su casta

Creado 11/10/2010
Poeta

Poemas :  Sin inhibiciones, ni reglas impuestas
En medio del desierto… reposando sobre una duna
Se pierden en la oscuridad de la noche mis pensamientos;
Mis esperanzas se desvanecen, justo cuando un claro de luna
Abre el cielo mostrándome un sentimiento.

Se cuela tras un terciopelo de nubes,
Arropado con la luz de un billón de estrellas,
Sin darme cuenta por mi se trepa y me sube,
Y me lleva a admirar cada una de ellas.

Como agua para el sediento ahora se muestra,
Hace su entrada deslizándose por la arena,
Con cada detalle y con cada paso humedece mi tierra,
Y donde había aridez,ahora florece la hierba.

Tu deseo de aventuras se ha incrementado,
Ya no eres tan rígido ahora tu pensamiento vuela,
Dejas escapar sueños y deseos encerrados,
Poniendo el corazón en la mesa como mayor apuesta.

Se encuentran dos personalidades en la laguna,
El pasado y el presente que se devela
Se funden estas dos fuerzas en una,
Dejando atrás lo que el cometa deja en su estela.


Saltamos los dos hacia una nueva aventura
Que el deseo y la pasión con sigilo nos muestran
Señalan el camino hacia la locura
A una vida sin inhibiciones, ni reglas impuestas

By: Antonio Fuenmayor Sep 2012.
Poeta

Poemas :  Peón de obra
Pastón húmedo,
andamio oxidado,
brazo cobrizo
tatuaje carcelario

soga de cáñamo
balde colgando,
pared que crece
a ritmo de esclavo

sudor que quema
cal y destajo
tablón reseco
hierro aleteado,

manos heridas,
curtidas manos
crean con arte,
el orgullo de extraños,

alma de tierra
ladrillo de barro
mente dormida,
ojo irritado,

cuerpo que grita
desde el cimiento
por ver su reflejo
al encofrado pegado,

la plomada péndula
como la vida,
no hay nivel ni hilo
que sirva de guía

piedra partida,
agua y cemento
van atrapando
futuros y sueños

peón de obra,
bracero mal pago
nacido en pesebre
para ser pecado

Creado 19/09/11


Catriel Cuestas Acosta
Poeta