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De bicicletas y limpiabotas
El inmisericorde sol caribeño depositaba su candente beso sobre los techados de zinc en la calle Quiñones. En una de los patios traseros, dos jovencitos trabajaban de forma febril con un martillo que denotaba algunas escarchas de óxido, unos herrumbrosos clavos y un serrucho. Un viejo árbol de mangó francés filtraba el viento cálido y salitrado de la mañana hasta convertirlo en una fresca brisa y de paso protegía con su generosa sombra a los adolescentes. El árbol en una que otra ocasión les obsequiaba con unos de sus jugosos y fibrosos frutos. Tan absortos estaban en su faena que no escuchaban la octogenaria y gutural voz de la abuela de miope mirada y gruesos espejuelos tipo lupa urgiéndoles subir a almorzar o al vendedor de pan de mayorca que recién acaba de incursionar al barrio con su pregón muy particular, "Aquí está el canario cantándole y vendiéndole el pan de mayorca". Habían logrado clavar dos tablas de forma pentagonal a cuatro rectángulos de madera con bastante esfuerzo y poca paciencia. Lo más difícil aún les esperaba, dibujar la suela de uno de los zapatos del tío Julián en la madera y luego cortarla y atacharla a la parte superior del cajón de limpiabotas.
Lugo de terminado el cajón, procedieron a llenarlo con las herramientas tipicas de trabajo del limpiabotas; dos cepillos grandes, canecas llenas de anilina negra y marrón, una botella de alcohol con una negra carabela en su etiqueta, betún jockey del mismo color que la anilina, tambien introdujeron cepillos dentales ya desechados dentro de las canecas.
No ingirieron alimento alguno e hicieron caso omiso a la abuela que seguía suplicando que subieran a almorzar del arroz blanco con tocino, habichuelas coloradas marca Diablo y huevos fritos que había confeccionado en su estufa de gas kerosen… porque el único pedazo de carne que había pertenecía al tío Julián que era el que llevaba el pan y sustento a la casa con su trabajo de aguador en el purgatorio verde del cañaveral.
Salieron de la vivienda y se encaminaron hasta la plaza pública lugar donde se reunía la aristocracia del betún y la anilina negra. El día para los limpiabotas parecía no estar muy bueno, los veteranos jugaban a los topos o al póker las exiguas ganancias del día, los más jóvenes, se dedicaban a correr patines o a saborear una dulce piragua del carrito de Marcelo el piraguero, clientes no había ninguno. La ilusión de la bicicleta que comprarían (Schwinn Majestic negra, con rodilla mecánica, brillante foco eléctrico propulsado por un dínamo adherido a la goma trasera) con su trabajo de limpiabotas se esfumó con la aparición de Millo; un hombrecito rechoncho; de pronunciado vientre, camisilla blanca, sombrero de chulo de barra y diente de oro 24 kilates, que recibió a’’ los queremos ser limpiabotas por favor’’ de manera no muy cordial.
__ Muchachos, ¿dónde carajos piensan enterrar el muerto ése que traen en el cajón? porque que yo sepa el cementerio queda en la carretera 31, apostilló el grasiento limpiabotas.
__ Señor, no llevamos muerto alguno, venimos a ligar pares y a brillar zapatos aquí a la plaza, expresó timidamente uno de los adolescentes.
__Por donde tienen el culo, pongan la cara y arranquen pa’carajo, eso que traen cargando entre ambos no es cajón de limpiabotas, más bien parece caja de muerto; en el mejor de los casos tiene pinta de cajón de carpintero y ¿además quién les dio permiso a venir aquí?, expresó el limpiabotas en tono burlón.
Los Abadía ni chistaron, se marcharon a toda prisa de la plaza, no había por qué discutir con Millo, el hombre había estado preso, tenía un tatuaje que decía "Pérdóname madre mía" en el brazo izquierdo y otro más en el antebrazo con una cruz que rezaba, "Vive tu vida, no la mía" En los 60’ tener tatuajes era privativo de las mujeres de la vida, los proxenetas o algún militar loco recién licenciado de Viet- Nam, en el caso de Millo su segundo oficio era el de proxeneta, con la salvedad que la única Maritornes que poseía era su esposa a la cual vendía en las noches. Además exibía con orgullo media docena de cicatrizes de sable en distintos puntos desde la cara hacia el ombligo. Mejor largarse pensaron los adolescentes antes que contrariar más al limpiabotas.
Los jovencitos observaron detenidamente el cajón que con tanta dilgencia se habían dado a la tarea de construir y pudieron constatar que era cierto lo que decía Millo; el cajón era demasiado grande. La eventualidad no aminaló a los adolescentes, todo lo contrario encendió su entusiasmo por conseguir algunos dólares con el enorme cajón y de paso vengarse del limpiabotas proxeneta. Se detuvieron en la panadería en la calle Betances, ayudaron a los panaderos a envasar galletas palurdas en bolsas de papel, labor que fue recompensada por Cumaná que les obsequió una libra de pan buchipluma recién horneado.
Cumaná además de panadero era músico del bongó, tocaba en la banda de Don Paco Duclerc, era famoso porque durante una presentación en un programa por la emisora WALO de Humacao, al preguntársele al aire que cómo estaba el sabroso ritmo caribeño que interpretaban, su contestación fue…’’ este ritmo es mejor que cagarse’’. Desde ese suceso perdió su trabajo de bongosero y tuvo que dedicarse al sudoroso oficio de panadero.
Los preadolescentes se allegan al negocio de Felito Mendoza donde compran una lata de sardinas "tinapas" y dos Kolitas champán y hacen un emparedado con las tinapas y el pan. Finalizado el frugal almuerzo, se les ocurre que si no pueden brillar zapatos en la plaza, lo mejor entonces era llevar el servicio a domicilo como hacían los revendones de pan, frutas y carne de cerdo.Caminan calle Betances hacia arriba y doblan hacia la calle Celis. Su primer cliente son las maestras Ramos, las cuales fungían tambien como directoras de las Niñas Escuchas. Los "queremos ser limpiabotas por favor" hacen su agosto pues las profesoras tenían cuatro pares de zapatos que recitaban con urgencia de anilina negra para esconder los rayazos. Reciben $1.50 por su primer trabajo del dían que era muchísimo más que lo que un buen limpiabotas conseguía ganar en medio día de trabajo. La estrategia es todo un éxito, en bares, billares, barberías consiguen clientes; es entonces que deciden llevar su negocio ambulante hasta la casa Parroquial.
El Padre Belló no era un sacerdote latinoamericano común y corriente, no porque se pareciera a Camilo Torres Restrepo o a Arnulfo Romero. Lo más notable en él era que durante las fiestas a Nuestra Patrona La Virgen del Rosario subía a la tarima donde después de apurar una botella de vino y media caja de cerveza con su cara redonda y roja profería con voz de trompeta y R velar ‘’ Puerto Rico, la India está buena, buena, buena( refiriéndose a un comercial de televisión sobre nuestra cerveza nacional). Poseía una mirada un tanto rara que en ocasiones dejaba escapar por algún recodo una mujer ansiosa de cruzarse con una buena descarga de testosterona y caricias masculinas.
___ No puedo daros mis zapatos Sundial para brillar, bien sabeis que Enrique es limpiabotas, comprended que se pondrá furioso si otro limpiabotas hace su trabajo, expreso el párroco con voz afectada y con aquella mirada de mujer coqueta y ansiosa por salir de aquel cuerpo que equivocadamente le había sido asignado.
__Además, continuó diciendo, vuestras mercedes últimamente no se les ve en la misa de niños de las 11:00 am los domingos, y cuentan que os habeis robado los panes de hostia para comerlos con Royal Crown junto a los nietos de Doña Benedicta.
__ Debeis ocuparos más de confesar, comulgar y dejar de estar cometiendo semejantes sacrilegios.
Enrique era el monaguillo de confianza del Padre Belló además de ser ahijado del padre, limpiaba zapatos y vendía marihuana en la plaza.Un buen día llegó a su apartamento en Villa Cuernos con más humo en la cabeza que de costumbre y dejó un cigarrillo de cannabis más gordo que su dedo índice en el cenicero. Su abuela, doña Bitó Nieves, nonagenaria, adicta al tabaco y los puros, tomó el cigarrillo de marifinga creyendo que era uno de sus habanos y se lo fumó completo, hubo que quitarle el caldero de arroz con longaniza, pues por poco se le come todo por el efecto de la droga. También mascullaba en medio de una risa incontrolable rumbo al hospital
__ ¡Enrique dame otro tabaquito de esos, jamás había estado tan contenta desde que cogí la jienda con caña luego que tu abuelo se marchó con la corteja que tenía en Salsipuedes!
El regaño y acusación del cura unido a la negativa de que los jóvenes lustraran sus zapatos, condujo a los ‘’queremos ser limpiabotas’’ nuevamente a la plaza de recreo. Pasan frente al banco donde Millo ejercía su oficio y el mas atrevido de los preadolescentes le estruja a Millo en la cara, que gracias a no querer dejarlos brillar en la plaza ya tenían en el día de trabajo algunos diez dólares.
___¿ Cómo, que han hecho siete dólares, si nadie aquí en la plaza ha hecho más de dos dólares, expresó Millo con cierta incredulidad.
____ No dije siete, dije diez dólares, ofrecimos el servicio casa por casa a los Garzot, los Fernández, en el billar de Pedro, en la barbería de Guiche y así por el estilo, expresó el atrevido.
____ ¡Mira, muchacho hijo e’ puta, toda esa gente que has mencionado son mis clientes de muchos años, si es verdad lo que dices,los voy a joder, les daré una catimba que ni sus madres los reconocerán!, expresó el proxeneta lívido por la ira.
Los preadolescentes quedan petrificados por la amenaza y con los ojos más abiertos que caballito de machina. Próximo a convertir en buena su amenaza, la humanidad repleta de colesterol de Millo es atropellada por el Indio de Urania que huía como loco de Gulembo, que blandia amenzante un 6 tiros calibre 32.
Gulembo era cantante de salsa y compositor pero precisamente no era muy angelito que digamos, su canción Pronóstico del Tiempo aún se escucha por las ondas radiales, un bolero clásico de la denominada Época Dorada de la Salsa.
El Indio de Urania buscó refugio en la pizzería de Joe, con Gulembo halando el gatillo del viejo revólver. Todo el mundo se tiró al piso en el negocio y la plaza quedó desierta, incluyendo dos jovencitos que cargaban un cajón de carpintero y corrían como poseidos dejando caer unas botellas de anilina y alcohol en su atropellada carrera . Un ángel siempre defiende a los más inocentes, el negocio estaba repleto de chicos y adolescentes.
El revólver mascó las primeras 5 balas y sólo una pudo abrirse paso a través del metal del cañón, para centésimas de segundo mas tarde anidarse en una de las paredes del negocio.
La tarde comenzaba a morir sobre los tejados del pueblo, los "queremos ser limpiabota" más sosegados, caminaban hacia la Quiñones con las manos y caras ensombrecidas por el betún, pero con su aura resplandeciente. En sus bolsillos cargaban una pequeña fortuna de $9.55 y habían tenido una experiencia única. Habían tenido su primer encuentro con el trabajo y de paso habían incursionado en mundo de los hombres, aunque sabían que sería su primer y último día como limpiabotas.
No importaba, entendieron que ese mismo día la vida le cambiaba, se sintieron por primera ocasión seguros de sí mismos y satisfechos por virtud del puñado de monedas con caras de presidentes estadounidenses; el sueño de la Schwinn Majestic negra, rodilla mecánica y brillante foco delantero, propulsado por el dínamo en la rueda de atrás comenzó a tornarse en realidad.[img align=left width=300]http://files.luis-edgardo-rivera-abadia.webnode.es/200000073-b8a9db9a85/bibi.jpg[/img]
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Poeta
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Quisiera decir que me conoces. Quisiera decir que te conozco más allá de nuestros silencios. Quisiera saber que encuentras en mí en lo general y en lo particular. Quisiera decir que encuentro en ti en lo general y en lo particular. Pero como bien dicen: “eres una estrella fugaz” que viene por las noches solo para desaparecer por las mañanas. Quisiera saber porque te quiero sin conocerte más allá de nuestras sabanas. Quisiera saber si tú me quieres. Quisiera saber porque ahora que duermes en mis brazos siento que te extraño.
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Poeta
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……El sábado 21 de marzo del 2.015 en la Plaza Belgrano del Barrio Centro de San Salvador de Jujuy….Juan un niño de 5 años se perdió…su madre Flavia se preocupó un montón…
….Entonces ella en su desesperación, lo buscó a su hijo en todos los sitios que pudo…se sintió desorientada…porque nadie lo viò…la situación parecía desesperante…
…En esa situación estuvo durante varios dìas dando notas a los medios de San Salvador de Jujuy…como Canal 7, Canal 2, Radio 2, Radio Visión, el Tribuno de Jujuy y el Pregón de Jujuy.
…Llamó su marido Pablo y él lo busco en todos los lugares junto con sus familiares…los dìas y las horas pasaban y no lo encontraban a Juan… no pasaba nada con su aparición…
…Después lo buscaron en los hospitales Pablo Soria y el de Niños y no pasaba nada bueno hasta ese entonces…se encontraban sumamente preocupados porque seguían sin haber noticias alguna del niño…
…Posteriormente la policía de la Provincia entró en acción en su problema, porque se radicó su respectiva perdida dentro de los plazos legales establecidos, es decir en las 24 horas después de sucedida su desaparición personal…
…Sus familiares también lo buscaron en el Neurosiquiatrico “Néstor Sequeiros” del Barrio Mariano Moreno de San Salvador de Jujuy en diversas oportunidades….
….El panorama hasta era sombrío pero sus familiares no dejaron de orar porque eran cristianos…ellos oraron así: “Padre celestial te pedimos por nuestro niño querido Juan, te pedimos por su pronta aparición, Padre perdona nuestros pecados, Padre bendito te alabamos porque sos el Dios de los propósitos buenos, Padre bondadoso te agradecemos por todo los que nos das y por lo que nos quitas todos los dìas Señor nuestro, Padre santo te alabamos porque creemos en Vos, Padre querido te alabamos porque sos nuestro Dios de la Fe, la Esperanza y el Amor, por Jesús, amen”…
…….Oraron al Dios verdadero en múltiples oportunidades y el Dios verdadero finalmente les devolvió a Juan su preciado niño, quien todos estaban esperando su retorno por horas…..Finalmente volvió la felicidad para todos en la familia……..y colorìn colorado este hermoso cuento ha terminado….
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Poeta
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MARIA Y DAVID. (Cuento)
Ha llegado la temporada navideña tan anhelada por la humanidad; es hora de adornar el árbol navideño, y colocar el simbólico nacimiento para esperar la llegada del niño Dios; las posadas, los festejos, regalos, las efímeras gratificaciones o aguinaldos para pagar deudas, adquirir casa, o carro nuevos, las convivencias para departir a la mesa, compartiendo el pan y la sal con la familia y los amigos, los que están y los que llegaran de lejos, en fin. María es una niña de nueve años rubiecita de ojos azules como el mar y David de seis años blanco con pelo ensortijado y castaño, ambos son hermanos, unos niños muy estudiosos, sus padres nunca tenían queja de ellos, ni en escuela, ni en su comunidad; crecieron en un núcleo familiar creyente, bien estructurado y nada agreste, su padre de nombre Carmelo, de presencia y personalidad recia, un hombre de lucha y brega, laboraba en una empresa en el departamento de conservación y mantenimiento, erudito en la albañilería, plomería, carpintería, electricidad, así que nunca le faltaba el trabajo, pero tenía un defecto muy grave, fumaba tanto que parecía la emisión de una ladrillera, su dentadura lucia amarillenta al igual que sus uñas y dedos; y la madre llamada Petra, una mujer grácil de tez blanca, de grandes ojos azules y cabello rubio ensortijado, estaba plena y totalmente dedicada a los quehaceres del hogar y su familia, aparentemente tenían una vida feliz y económicamente holgada. Una fresca mañana de Octubre, Petra se levanto con un fuerte dolor en su espalda, sin pensar más nada la llevo Carmelo al hospital del sector salud, le hicieron exámenes médicos desde la punta de los cabellos, hasta los dedos de los pies. A los pocos días le llamaron a su domicilio para darle una cita médica a la que acudió puntualmente; se le veía desmejorada y tenía demasiada tos, el médico la invita a tomar asiento y le da la infausta noticia, de que estaba padeciendo un cáncer pulmonar avanzado, en fase terminal. Ella escucho la voz del médico como en lontananza. y sintió el vacio bajo sus pies, no daba crédito a lo que le decían, se puso en pie perdiendo el conocimiento de la impresión. Petra jamás había fumado, siempre fue cuidadosa con su salud, pero el médico la diagnostico como fumadora pasiva. Finalmente fallece en el mes de Noviembre perdiendo la batalla contra ese terrible mal, que aqueja a millones y millones de seres humanos en el mundo. María y David que por la misma razón, sufrían de una afección alérgica, quedaron al cuidado de su padre Carmelo, este hombre nunca se perdono el haber propiciado la enfermedad de su querida e inolvidable esposa. Entonces aquel hombre empezó a refugiarse en el alcohol, perdiendo el único sustento de su familia, el trabajo; se fue de casa olvidando que tenía dos pequeños hijos que precisaban de él, convirtiéndose todo en una vorágine, nadie volvió a saber de Carmelo. Pasaron los días y los niños ya no tenían que comer, su hogar no era el mismo, y como ya no había quien pagara la renta, los desalojaron por obvias razones. Los pequeños se fueron a vivir en condición de calle, limpiando carros y buscando en basureros lo que podían para subsistir. Los padres de Carmelo vivían en Santa María del Tule, un pequeño pueblo de Oaxaca, al sur de la república mexicana, pero no falto quien les avisara, a los abuelos paternos, lo que estaba sucediendo con sus nietos. Los abuelos llegaron a la frontera de Mexicali, Baja California, para saber de su paradero, buscándolos por las colonias más cercanas en donde se localizaba la que alguna vez había sido su casa, entre indigentes, hospitales, albergues, delegaciones, sin éxito alguno. Ya había entrado el mes de Diciembre y los abuelos preocupados, seguían sin saber de los niños, mucho menos de Carmelo el hijo de estos, y cansados de tanto navegar, se regresaron a su natal Santa María del Tule Oaxaca, muy tristes y pensando en lo peor. Una noche fría y húmeda de Diciembre, María le dice a su hermanito —David, tengo hambre y frio y tu estas igual que yo, ya no podemos seguir así, vamos a entrar a esa iglesia grande que está ahí en la acera de enfrente, para pedirle a mamá que está en el cielo con Dios, que papá regrese, para que estemos juntos en esta navidad como el año pasado– ¿lo recuerdas? decía María con lágrimas en sus ojitos, —rompíamos la piñata y después nos sentábamos a la mesa a degustar la deliciosa cena que mamá preparaba; tamales, pavo, buñuelos, bacalao y romeritos; llegaban nuestros abuelitos de Oaxaca y cenábamos todos juntos con la presencia del niño Dios, como decía mamá—. Al fin Carmelo fue en busca de sus hijos, a la casa que por mucho tiempo, habitaron en la frontera de Mexicali, Baja California, pero al no encontrarlos pregunto a los vecinos por ellos y le contaron lo sucedido…que hacía semanas no veían a los pequeños. Le —dijeron— que se dieron cuenta cuando los abuelos, habían estado ahí buscándolos, auxiliados por la policía, sin conseguir su aparición— Entonces Carmelo en su desesperación enajenada, en lugar de llamar a sus padres por teléfono, pidió apoyo económico para trasladarse a Santa María del Tule Oaxaca, a la casa de sus padres, pensando en un milagro de Dios, y encontrar a sus hijos ahí, además el sentía que precisaba de una palabra de aliento y del abrazo de sus padres. Mientras en la otra entidad, María y David, se refugiaban dentro de aquella iglesia, implorando, misericordia. María oraba junto a su hermanito,…— “Niño Dios, mi corazón me duele de tanto sufrir, dile a nuestra mamá que traiga a mi papito, que lo necesitamos mucho, que no tenemos casa, ni comida, ni siquiera una cobija para resguardarnos del frio y afuera llueve mucho; por favor, por favor, gracias—”. De pronto entro el mosén de la iglesia, los miro fijamente vio que estaban en desamparo, y les pregunto… — ¿muchachos ya es tarde que hacen aquí?, en su casa deben estar preocupados por ustedes, a lo que los niños contestaron… — no tenemos casa, mi papá está perdido y nuestra mamá murió el mes pasado. Entonces el mosén dejo que pasaran la noche ahí, los llevo hasta el comedor, les ofreció una rica merienda con una taza de un rico y espumoso chocolate caliente, la cual devoraron. Al día siguiente les dijo el mosén—pediré a mis muchachos del coro de la iglesia que les tomen una fotografía y la envíen a las redes sociales, además los llevaré a la receptora televisiva, tal vez alguien los reconozca, y puedan apoyarnos para dar con el paradero de su papá o de sus abuelos—. Afortunadamente los vio uno de los vecinos que hablo con el papá de estos niños, cuando llegó a la colonia y emprendió la búsqueda. Afortunadamente el vecino contaba con el número del teléfono celular de Carmelo, cuando los vio por la televisión, de inmediato llamo a la transmisora, dando aviso también al papá de los pequeños, que de inmediato le contesto, desde Santa María del Tule Oaxaca. Carmelo le informo a sus padres, y ellos le proporcionaron el dinero para que recogiera a los niños y se regresaran a Oaxaca, tomando el primer vuelo hacia la frontera de Mexicali, Baja California, para dirigirse a la iglesia en cuestión, en donde el párroco, los tenía en custodia. La televisora dio parte al mosén el cual se puso tan contento, que de inmediato les comunico a los niños que su padre llegaría en cualquier momento, y que tenían que darle gracias a Dios por el milagro concedido; ya que solo quedaba una semana para el advenimiento del niño Dios, y que gracias a él, pasarían una navidad en unión familiar. Así fue, su padre los llevó al seno de los abuelos, en donde no podían estar mejor acompañados, de tíos y primos, pero sobre todo con el recuerdo de su querida madre Petra. Todos unidos adornaron el nacimiento dándole gran luminosidad y el verde abeto perfumado a, bálsamo de la meca, o bálsamo de Canadá, el cual al aspirarlo, da vida al espíritu, y el verde esmeralda, da color a las festividades navideñas. Y entre algarabía, villancicos y luces de bengala, rompieron la tradicional piñata en forma de estrella con siete picos, repleta de colación, saborearon la cena de Nochebuena, roseada de oraciones, abrazos amorosos y buenos deseos; que no es otra cosa, que el amor de Dios, simbolizado a través de nuestras propias familias y amistades verdaderas. Los niños son el futuro prometedor del mundo, por ende, deben ser valorados protegidos y respetados; porque en ellos se refleja la paz y el amor de Dios.
Cuento de Navidad.
Autora: Mónica Lourdes Avilés Sánchez.
FELIZ NAVIDAD Y VENTUROSO 2015
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Poeta
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En una casa abandonada y vieja falta de ventanas y piso de tierra vivía la hechicera de tres caras, no tenía nombre para que nadie la nombrara. Ella era una malvada bruja que a los muñecos de trapo les enterraba agujas para embrujar el corazón de cualquiera que al andar con ella no quisiera ni siquiera ser su enamorado; aunque en realidad a nadie le hubiera gustado estar con quien hace de la indiferencia un arma destructiva usada con frecuencia, siendo el platillo del día el maltrato que sin pedírselo ella lo sirve de inmediato, este servicio nunca se termina y de momento se ha convertido en rutina. Cuando alguno viene y la rechaza ella enseguida con su conjuro amenaza y va regando desdicha sobre ese cristiano hasta dejarlo convertido en un simple gusano.
Una vez movió su nariz alargada hacia el lado retorciendo la niebla cuando la trajo a destiempo convirtiendo así en poco tiempo a un mancebo en un sapo avejentado. Le dejó dormitando sobre las piedras del río dentro de su alma le creó un enorme vacío, le atontó el corazón hasta sacarle los sentimientos y los transformó en las letras tristes de este cuento. Abandonado a su suerte continuamente croaba era un llanto tan triste que nadie lo escuchaba porque de día o de noche el murmullo del agua sonaba tan fuerte como el motor de una guagua. Y aquel anuro concho y cansado esperando sin ayuda se quedó varado dando así por terminada la esperanza de salir de ese hechizo y ganar confianza para volver a ser normal como antes; pero de pronto vinieron sueños constantes en donde veía llegar a una bella mariposa que le preguntaba- ¿Quién hizo esta cosa de convertirte en rana? ¡Esa brujería desapruebo! Anda, dime porque hasta saber no me muevo.
El frío reinante resultaba ser intenso y el sapo despertó quedándose en suspenso. De repente escuchó la horrible carcajada de la bruja de tres caras acercada, La corriente se detuvo… Y el arroyuelo asustado, pensaba que ya el mundo se había acabado, las piedras temblando lanzaron gritos que a los oídos del bosque les parecía inaudito, los árboles corrían desesperados por camino errado porque a ella todos le temían demasiado. La bruja de tres caras con su escoba misteriosa se mostró asustada cuando vio a la mariposa y se fue volando, y gruñía maldiciendo, mientras el escuerzo observaba lo que estaba sucediendo. Cayó la tarde de ese espantoso día, solo el sonido apacible del bosque unía al silencio majestuoso con el manto nocturno posándose sobre los anillos de Saturno, invitando de nuevo a soñar en el sereno colmado de estrellas distantes y cielo pleno. Los agujeros del anuro fueron cediendo poco a poco y apareció de nuevo este sueño que coloco ante los ojos asombrados de un lirio.
Desbaratando hechizos, sanando el martirio de aquel anfibio caído en desgracia, la mariposa reaparece y con suma eficacia se transforma en la princesa que la hechicería revierte y a aquel sapo a mancebo convierte… El final llega a esta historia, pues la bruja no tuvo escapatoria y fue enviada a vivir en el valle del lamento seco, donde sus carcajadas se mueren con el eco de los trinos de las aves y la caída de la cascada. La princesa ya está felizmente casada con aquel príncipe quien por la bruja fue hechizado; en conclusión este cuento va a ser finalizado con las tres caras que en la ocasión se metieron y en complicadas posturas se convirtieron.
Julio Medina 12 de diciembre del 2014
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Poeta
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EL CANASTO PINTADO A MANO.
Prudencia era una mujer viuda, tenía dos hijos casados y nietos a los que adoraba, pero ella vivía sola, así que tenía toda la libertad y el tiempo de sobra; había trabajado por años hasta que se jubilo y pudo disfrutar más de su tiempo libre. Prudencia, tenía el habito de ser compradora compulsiva, pero no en cualquier tienda, no… le fascinaba y era amante de los bazares; en el lugar donde vivía los conocía todos, los habidos y por haber. También le gustaba viajar y en cada lugar que visitaba, antes que cualquier otra cosa, preguntaba por los bazares, no le interesaba conocer la cultura ni la belleza de los lugares, solo le emocionaba saber que iría a conocer algún bazar. Cuando entraba en ellos daba vueltas por todos lados, como una niña con muñeca nueva; enloquecía, quería llevarse todo lo que encontraba a su paso. Regularmente viajaba con amigas, las mismas que le decían, —Prudencia, no puede ser que no te interese ver lugares bellos, solo bazares—. A esta mujer le encantaba abrazarse a los recuerdos ajenos. Para su suerte un día cerca de su casa, inauguraron un enorme bazar, había objetos valiosos, verdaderas reliquias. Cuando entro volteaba a su derredor con desesperación, porque para ella era como andar en Disneyland Paris; no sabía por qué objeto decidirse, pero jamás salía con las manos vacías; eso sí que lo podía prometer. De pronto volteo hacia una mesa, como si le hubieran tocado el hombro, y ahí estaba un bello canasto de mimbre pintado a mano, cuando lo quiso tocar para levantarlo, sintió como un hormigueo en la palma de la mano y encogió el brazo de inmediato, la amiga con la que paseaba ese día, era Pamela, y le dijo—Pamela, me gusta ese canasto, lo quiero para colocarlo en la mesa de mi comedor, Pamela que bien la conocía, sabía que no habría poder divino que la hiciera desistir. La amiga se acerco a dicho canasto y al tocarlo, sintió lo mismo que Prudencia, ese hormigueo raro, y tuvo un disenso con Prudencia le —decía—no te lleves esa pieza, siento algo extraño como un mal presagio, y la compradora compulsiva le contesto,— no pasa nada, me encanta y lo voy a comprar—. Camino a su casa vio como enzima del canasto, caía como pequeña lluvia de polvo dorado, Prudencia abrió los ojos grandes y dirigió su vista hacia su amiga, que por supuesto había visto lo mismo; llego la noche, Pamela se despidió y se fue a su casa, y ella que vivía sola, se dispuso a descansar—pensando—que tal vez no debió haber comprado la pieza; pero que si se decidía, iría al día siguiente al bazar para regresarlo. A medias de la noche empezó a escuchar una música suave, se levanto y se fue siguiendo la sonoridad que provenía del comedor; cuando se acerco a la mesa, se dio cuenta que salía de aquel canasto. Horrorizada se —preguntaba— ¿qué es esa música?, ¿por qué hace eso? si solo es un canasto; Al querer quitar la tapa, volvió a caer la pequeña lluvia de polvo dorado y de pronto, se escucho una voz que le decía, — no todas las antigüedades que veas las quieras hacer tuyas, ya que antes tuvieron dueño y en ocasiones las vibraciones pueden cambiar el entorno, y no ser las adecuadas para todos— y continuo diciendo… —La lluvia dorada son mis lagrimas y mi canto es de dolor, porque la mujer a quien le servía para guardar sus recuerdos, lloraba y platicaba conmigo; conocí su dolor, esa mujer murió acariciándome, mientras que en sollozos, veía fotografías amarillentas, de la gente amada que la abandono—. Al amanecer Prudencia abrió los ojos exaltada, se sentó al filo de su cama, inclino la cabeza, y —pensó— que bueno que todo fue un sueño, un terrible y triste sueño. Se encamino hacia el comedor, se sirvió una taza de café, y se quedo pensativa mirando aquel bello canasto y —preguntándose— ¿por qué no puedo asir este objeto? qué raro, lo voy a destapar pase, lo que pase. Y aun cuando le trasmitía los pequeños hormigueos en la palma de las manos y como lluvia caía aquel polvo color oro y la suave música que emitía, logro quitar la tapa. Pero cuál sería su sorpresa, que dentro de aquella pieza que Prudencia había adquirido con euforia, se encontraba la fotografía de aquella mujer dueña y señora del bello canasto pintado a mano.
Prudencia tomo la fotografía en sus manos, y —pensó— que hermosa era esta mujer; cuando de pronto recibió una llamada de su amiga Pamela, ella le conto todo lo sucedido, entonces la amiga le aconsejo que quemara la fotografía para que la desconocida mujer, pudiera descansar en paz. Ella tomo la fotografía y la quemo, como le había aconsejado Pamela; después de eso jamás volvió a suceder nada. Esa experiencia fue tan fuerte para Prudencia, que así misma se prometió, — nunca más comprar en bazares—. Los objetos de bazares, e indebidamente las personas mayores tienen una similitud, están inmersos en recuerdos y en ocasiones, también de cierta forma mueren en el abandono total, por considerarlos inútiles.
Cuento de reflexión. Autora: Mónica Lourdes Avilés Sánchez. Derechos de Indautor País México.
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Poeta
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PHYLANTROPOX (Ciencia Ficción)
El metal brillaba transparente como el viejo sol de la tierra despoblada. Se había autorreparado cuidadosamente y bebido un buen trago electro- magnético añejado, flotando ligeramente contem- plaba la luz del nuevo sol que subía radiante por las pantallas. El aroma de las moléculas fluorescentes saturaba el ambiente digital de sus neocircuitos regenerados con el fluido vitalizante, y su memoria ultrasónica se dejaba registrar de tiempo en tiempo casi fotónica, como una nueva propiedad de su gas- tado organismo biomecánico readaptado por el ciclo primaveral controlado. Aquel espacio temporal no amenazó con disolverse. Esta última luna era la que le crispaba en un aspecto cuántico los valores nanométricos de la ética binaria., pues bien sabido es que Phylox, en cuanto concluía sus labores a las x:13 , se internaba en las nubes in- formáticas del planeta hasta quedarse casi transparen- te, hecho un filamento energético. Pero en aquel espa- cio, sentíase alegre con el suave transcurrir electrónico emotivo de su mezcla temporal, despertándose efímera su ancestral memoria y escuchaba el canto de un zen- zontle mecido en un microsueño perdido en el tiempo.
De pronto se oyó un tropel, y frescas ondas lumínicas transmitían: __ ¡Por aquí!__ Detener el flujo, descender...
Y tres seres biomecánicos, semisólidos flotantes, doblaron la esquina y pasaron en turbión. Uno de ellos volvió su rostro-receptor, y viendo el sitio poliédrico, exclamó: __¡Detectado!__ ¡Un espacio de regeneración!... Yo me detengo y solicito servicio mientras ustedes se recargan, y si me demoro, los alcanzo en el tele- transportador.
__ ¡Registrado y automático!__ le señalaron, en tanto que el viajero se dirigía a Phylox: __ ¿Puedo solicitar servicio?. __ ¡Con retribución compatible!. Aceptado y claro, respondió Phylox, molecularmente ágil y cálidamente siniestro. __ ¿Es un servicio estándar solamente?.
El viajero se autoconsultó en su nivel primario y dijo: __ Cableado, aceite plastificado y digital terciario. ¿Tienes experiencia práctica?. Voy a una reunión presencial en el asteroide Centauro Alfa 393 y deseo estar actualizado. No tuve espacio en el tiempo paralelo.
__ ¡Satisfacción garantizada!. Y acorde al último tratado intergaláctico Y-175. Solo que dijo analizando los microcircuitos y los elementos biomoleculares progra- mados del cliente___ Mis instrumentos están mal calibrados y tendrá que esperar algunos macrobiotz.
El viajero, que se había descubierto la unidad central de proceso instalándose en el sillón antigravitacional giratorio, dejó el collar de blindaje extendido en una gran toalla ató- mica limpia y lubricada; se sintió contrariado vibrando a esa escala; pero su presunción victoriosa le venció la impa- ciencia y chasqueando dos apéndices ordenó imperativo: __ ¡A darse prisa!. Y en tanto Phylox echaba a girar sus cálculos, memorias y logística espectral.
El viajero, era un ser de treinta siglos terrestres, y cumplía los requisitos cibernéticos indudables de autoría directa en la eliminación del último ser humano de integridad axiológica natural. (Progenitor gluconeogénico de Phylox).
El viajero había observado algo extraño en el ambiente pero fue incapaz de analizarlo por completo, y no obtuvo nada concluyente. __ ¿Sabes, no tengo remordimientos de nada?. Tal vez sean solo viejas fantasías humanas, pero ahora la autorreparación me fue imposible. Tuvo un sobresalto cuántico y Phylox lo detectó.
__ ¡Nadie sabe que fui yo el ejecutor del último natural axios!. Se dijo murmurándose en monólogo supersónico. Tal vez eso sea. Tal vez...
Mientras el viajero estaba en esto, enervado en una reflexión audible; Phylox escuchaba con avidez, con oscilaciones subatómicas macabras, los ojos eléctricos, las manos magnéticas. ___ ¡Bendito creador extinto!. Era su historia...
La historia destructiva de sus biomoléculas, su desgaste progresivo, la inestabilidad electrónica. El deshonor y la infamia de sus primeros ciclos entrando y saliendo hirientes de sus microcircuitos desintegrados, como buitres electrostáticos, para anidarse en el núcleo interaxónico transmembranal, anulando periódicamente la autorreparación digital de probabilística axiológica. Y aquel viajero, en ese espacio temporal, en ese matemático imposible, como un sueño cristalizado universal.
Estaba en sus prolongaciones magnéticas, como en sus manos, y exacerbando sus heridas cibernéticas internalizadas en el mismo bionúcleo, recrudeciéndose en la medida que terminaban los análisis cada vez más minuciosos, restaurando memorias torturadoras, trastornando la eterna ley de retribución con las distorsionadas ideas de venganza humana y falible. Pero él, no era humano natural en proporción del cincuenta por ciento. En su base metálica el brillo se opacaba pulsátil. El viajero sonreía tranquilo en apariencia, pensando que aquéllo sería rápido y el collar de blindaje tan cercano le calmaba a ratos.
Phylox luchaba con microimpulsos destructivos, negras fuerzas retributivas subatómicas, espaciadas, culminando en un área temporal explosiva. ___ ¡Lo aprehenderían, lo reprogramarían, lo desactivarían, y eliminarían todas sus memorias!. No podría disfrutar del producto de su acción... Pidió al viajero una suspensión animada de su curso biomecánico nuclear un momento. Y luego desintegró todo elemento biológico de un solo tajo en el cuello del viajero, rápido, irreversible.
Finalmente Phylox superó la proporción de su naturaleza.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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RECRUCIFIXIÓN FINAL (Cuento)
__________ I __________
La noche no era la misma, rugía con sus estrellas al fondo, las nubes caían como ríos. Algún relám- pago, tímido, seguido de un trueno, iluminaba aquella choza. Permanecía inmóvil, sentado en el suelo, la mirada dentro del pasado sin hacer caso del entorno, como no lo hacen las rocas escarpadas de las olas en la costa. Aquella mañana había tenido la primera experiencia, aquella mañana también tuvo la primera confusión; el agujero de gusano estaba ahí, en lo profundo de su mente, en un sueño lúcido guardado por años, y cuando el sol acabó de ocultarse en las montañas se vio obligado a pasarlo. Inclinaba el rostro con inquietud en ambas manos y sentía en el pecho un enorme lago de amargura. Cuando pudo darse cuenta de su impotencia, estaba a solas con su vergüenza y con sus recuerdos. Miles de hogares deshechos, miles de huérfanos, opresión, injusticia, robos y engaños descarados. Tuvo un vér- tigo de pudor y lloró, lloró con cada hueso y cada día vivido, hasta el corazón de fuego transformado en hielo, al momento de morir y nacer simultáneo, tem- blando porque representaba su consciencia. Entraba y salía del fondo del abismo, y escuchaba los lamentos de las conchas y carcajadas de cangrejos en los transeúntes de oficinas, señalándose con el dedo jurando que eran buenos, que no sabían como habían podido actuar mejor que callarse, esconderse y fingir que todo sería olvidado, después de ocultado.
_______ II______
Mirándose al espejo, respondía: Tú no entiendes de casos de consciencia; y sería inútil explicarlo en forma extensa a quién no lo ha vivido ni siquiera en la sensibilidad más burda o en la imaginación que prefiere evitar ver todo el sufrimiento ajeno. Parecía que eramos amigos desde hacía doce años; poco a poco fui acercándome a la fe tendida en el suelo, yerta, la mirada seca y fría, muda hasta en los últimos rincones. Me quedé abatido, y por primera vez también comprendí lo que era ver un mundo hecho añicos, muerto para siempre, como un espan- toso desierto que crece en derredor del alma, aho- gando el espíritu ante la pérdida de la más mínima seguridad. Me había perdido a mi mismo, el alma paralítica y sin aliento para un futuro incierto; el tiempo se detuvo, los árboles no tenían vida, la noche era sólo ceniza, el sol perdió su brillo, la aldea entera era sólo un fantasma. ¡Una víctima más!. ___¿Cómo decirlo?. ___ ¡Oh!, exclamó después de algunos instantes de aquel silencio interior. Soy mi propio engaño, mise- rable sentido del deber, ingenuamente genuino, sin escape, desarmado. Ya no soy lo que creí, lo que estaba acostumbrado a creer. La verdad cae por su propio peso__ ¡Sí, sí!. La verdad era su propio abismo... ¿Quién ere ?. ¿Quién eres?. ___Un mal sueño, una fantasía proscrita. ___¿Y tú nombre?. ___La verdad; ya lo sabes. ¡No existo, nadie me conoce, todos me añoran!.
_______ III _______
Se miraba caminando de prisa, con la mirada perdida, ese cielo ya no era su cielo, ese que había visto desde su más tierna infancia. Su luz comenzó a desaparecer de la tierra, esa que recordaba como suya, salió a pa- sear su cansancio, su asco, su esperanza nauseabunda vista la realidad del presente. ¡Del dios muerto!. Con la cabeza dándole vueltas metida en la cachucha, las manos en los bolsillos, y los pasos indiferentes, distraídos y sin rumbo, por calles desiertas, sombras indicando fastidio, ocio, enfermedad del espíritu. En una esquina, bajo una luz mortecina, parpadeante, cruzóse con una mujer enlutada y delgada, más bien pálida, sollozando, sangraba del alma; inerme, impo- tente, toda su vida había sido destruida. En sus pupilas negras se adivinaban miles de dolores, en cada pestaña una lágrima inmensa; era la cara de infinita gente, niños, jóvenes, ancianos. __¡No nacimos juntos, estoy seguro!. Se decía en el lenguaje de la carne, en el polvo terrible del ayer, de los años de la contemplación perpleja, impregnada del espesor de las ausencias diarias. Así permanezco inmóvil, respirando rítmicamente, (según creo), intentando imitar la paz de un místico cruel empeñado en salvarse, en la cumbre del absoluto egoísmo. Pero es falso. ¡Es falso, es falso!. Yo no soy mi sueño, ni la pesadilla colectiva de nadie, tampoco la imagen de un reflejo de un espejo quebrado. A mi no me han aniquilado aún la consciencia, ni toda la consciencia posible en la desgracia.
_______ IV _______
___ ¡Oh!, Paz, dignidad, honestidad y justicia, todos ahora son simples cadáveres. Aquellas dulces vibraciones perdidas por la vaga extensión del tiempo viejo, y que parecían salir incluso de las sombras, de los árboles, de las paredes y los techos, alumbrados débilmente por los últimos reflejos de una fe genuina, crepuscular con la es- peranza segura, sumergieron sus ideas en uno de esos éxtasis que transportan en alas de la fantasía hasta esos espacios de mundos íntegros, protectores, verídicos y honrados. Ahí dónde el mismo honor era venerado.
Su rostro perdió las facciones y tomó un aspecto terrible; sus ojos fijos, metálicos, más allá del hielo, enrojecidos, parecían haber perdido el movimiento; no obstante, una lágrima de lástima brotó lastimando el silencio, rodó por el aire, y su mejilla la evaporó, como un suspiro reprimido todas sus palabras morían en sus labios. La desdicha se anudaba en la garganta y su corazón ya no latía, era como olas de un mar muerto y seco. La razón le temblaba, ya no respiraba ni se movía; miles de hombres derramaron su sangre secando todas las consciencias, seres malditos eternamente, malvados entre sillas, oficinas y aplausos. Aplausos ladrones, infames, destructores y mal olientes, putrefactos productos del poder.
La luz en la choza fue un túnel pulsátil instantáneo, breve y corto en un pozo plateado, y un agujero de gusano se cerró a sus espaldas. ¡Su nombre permanece en el misterio!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Cándido y travieso (Anticuento)
Llovía. Todo había pasado tan rápido. Las alas brotaron de repente, la puerta empalideció, la nube de humo buscaba una salida. No hay escapatoria posible; la noche reclama a grandes voces un plato de silencio sin los pe- ligros de la luna, asegurando que no va a dormir. Leyó un viejo libro, empezaba a tener insomnio, los ruidos de la calle eran extraños. __¿Pero cómo es posible?
No podía entender nada, estaba debajo de la puerta, con la pluma en la mano, pero necesitaba de la inspiración para volar a la ventana. Sin importar que haya aprendido a sondear entre los archivos, y deleitarse en descifrar documentos relamidos. Ahora estaba bajo la influencia del olvido, y de la incomprensión a su nueva visión a distancia. _¿Podría acaso escribirse de esa forma?.
Al volver del campo unos cuervos, se negaron a escuchar el rebuznar de los asnos inquietos. Después del desayuno frugal la sombra de aquel árbol saltaba entre las hojas, las mesas, y el escritorio, haciendo ruidos extraños, y repro- duciendo el último incendio del panteón cercano. La campana suena a lo lejos, tal vez vaya a misa. __ ¡Qué absurdo! ; Son las once de la noche, y todo se habrá olvidado en una hora. Una oleada de recuerdos le trae el aroma salado de la playa miserable atrás de aquel volcán. Limpio de adiciones y restauraciones, sin mandarlo remendar por la censura, ni falsificar de acuerdo a intereses perversos. Dicen que el agua fría está escribiendo cartas al polo, con el anhelo de la nieve enamorada del hielo. Su autoridad deriva de ciertas desviaciones deliberadas que se divierten amenazando ingenuos. Lo grotesco no es lo incongruente, debe de hecho evitarse en el momento que lo estético se este transformando en estático. Y claramente se este expresando la pared interna de la belleza exterior, invisible por si misma en una sola lectura. ___ Volví a dormir, según me recuerda el techo contrario a la lluvia, acusando a la sequía de estupidez. De hábitos vagabundos y mediocres.
El camino sobre el agua cayó al suelo creando una especie de escenario iluminado en el centro de aquel bosque... Los peces felices pescaban insectos en filas. Éstos últimos no ocultaban su ira, y su repugnancia por el vidrio ; algunos ni siquiera quisieron mirar ni una sola vez al espejo; otros se reunieron en círculos de luz y se dividieron entre las luciérnagas. ¡Asamblea!... ¡Qué se presenten los hombres!. Los pantalones arrugados contemplaron con gran disgusto aquellas disposiciones, pero no se atrevieron a despertar ni a los zapatos ni a las camisas; pues habrían tenido que ver a los fantasmas de nuevo. La noche se había aclarado un poco. Abrió de nuevo el viejo libro, y leyó torpemente, algunas palabras le recordaban su origen; sin embargo, seguía sin entender. Sí, sí, sin entender, y le molestó. __¿Serían sandeces o una realidad paralela?.
Creía escuchar con el rabillo del ojo ese olor dulce del pasado alegre. Una perplejidad como esta no hubiera sido imaginable fácilmente si el estilo nada indicara. Observó sus plumas que se empeñaban en volar escribiendo al aire, con la misma imposibilidad del ser. No era, en efecto, demasiado agradable, sobre todo después de haberse sentido humano. ¡Sí, sí, humano!. ___¡Sé lo que quieres decirme!. Dijo a la pared colgado del óleo en ese cuadro. En ese espacio policromo de ultramar y bermellón, entre la obediencia inmaterial de los relieves dispersos. ___¡Qué no hace falta contarle a nadie lo que nos
hemos confesado hoy!. ¡Qué ninguna representación visual permite percibir el molde, el diseño o el estilo de este tipo de relatos, incluso el edificio desconocido de cualquier anticuento que provoque el derrumbe de la realidad que más convenga a la pobreza prolongada!. Si bien ahora, yo aquí hago lo contrario; pensó un tanto indiferente, no queriendo permanecer pasivo por completo, ni dejando de ser receptivo o evitar responder. __ ¿Qué sería de mí si muero después de cinco días?. ___ ¡Así fue el año pasado, y nadie se encargó de revivirme!. Entre tanta hoja y polvo, árbol y mesa,
escritorio y camas... No obstante, aquel librero frío es buen amigo, a veces me comprende al sostener tanta enciclopedia y tratado, como también libretas y revistas orgullosas, periódicos horrorizados y demás. ___ ¿Qué eres tú?. Extraña cosa depositada sobre la imaginación de lectores distraídos o superficiales, y que solo esperan encontrarse a sí mismos en ti . __ ¡Déjenme en paz!. Historietas y chismes, noticias deformes, informes distorsionados a precio bajo, letras vanas amantes del engaño, discursos manipuladores, inútiles y serviles. Durante dos días tuvo la dicha de ser leído, de ser re-elaborado y revivido, de conversar con las pre- guntas y reflexiones, de descansar sus piernas en la fantasía algodonosa de algunos lectores agudos, sensibles, creativos y de especial inteligencia. Intentó tranquilizarse, el camión se puso en marcha, y la pesada caja fue sacudida; la calle estaba llena de baches, y los encargados de su mantenimiento los tenían bien decorados para las próximas elecciones.
Bajo una luz fantasmagórica las letras se escurrían de las frases, destruían las rimas, los poemas saltaban asustados, la censura aterrorizaba la creatividad más débil, los cuentos volaban por los aires, y las novelas estaban mudas, al salir del nido ya eran fósiles. A lo lejos, en el camino de la fantasía se oían unas carcajadas burlonas. ___ ¡Nadie te entenderá!. Y, nadie está ocupado en otras cosas. Todo mundo espera leer sin esfuerzo. ¡Comprender por ósmosis! Entre lo pueril y lo bárbaro. Si no es así... ___ ¿Desde cuando un anticuento tiene vida fuera del texto?.
Y cuantas veces el texto es ininteligible y corregido de acuerdo a los gustos de las épocas sucesivas, por más decadentes y regresivas que sean, dentro de los avances en otras áreas infames. ___Y ser cándido y travieso es lo que menos importa. Llovía y llovía. Todo había pasado tan rápido. Las alas brotaron, la puerta empalideció, la nube de humo buscaba una salida... Y la encontró, cuando él murió en el olvido.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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MARIONETAS DEL DESTINO (Anticuento Fauvista)
Todos lo años hace la música en el mismo sitio un ligero hueco y parece entonces que flota sobre él una hoja de sonrisas con su estupor perdida. ¡Calla, calle!. Repite el cementerio gris, inconsciente de formas y actitudes. Esto dicen, por lo menos, las lápidas asustadas que en ese día se esconden al acercarse mucho al silencio ennegrecido, sobre todo donde el sol se incendia y queda el agua hecha ceniza. Este no era un cielo rosa, bien lo sabía al azular la tarde, aunque no suele ser común cuando el tiempo se detiene, entre un plateado viento y el fuego cada vez más verde.
Dejad un momento. ¡Oh!. Lector inquieto, ese espacio por llenarse con montañas amarillas en el corazón del viejo limón azul que flota bajo el lago de flores y conejos anaranjados; la lluvia frondosa se retira entre los recuerdos y el vaivén refescante de las hamacas. No es la intención atigradora, ni el propósito un rojizo anhelo en la mayoría de los cuadros, ni en las estatuas, ni en el bajorrelieve una ilustración hecha de quejas vanas ante un pueblo sordo.Sin embargo, todo había terminado, las olas añiles salpicaban la música en uno de los primeros des- tellos sobre la morbidez lapislázuli del roble, el horizonte no era el mismo desde aquel día, se arrodillaba, vagaba sobre un tapiz púrpura y miraba el sol sublime por largo tiempo, soñando con la luna morena. Como algo esbozado, trazado de un solo golpe, no existía la decadencia como ahora, ni en los mosaicos recientemente descu- biertos en su modelado confuso y de vago efecto. ¿Qué había pasado?. Apenas lo recordaba. Sus frases, ya de pocas palabras, se redujeron a algunos monosílabos. No le agradaba ver su rostro en tantas fotografías. [color=666600]Los colores se fumaban lentamente el contorno borroso, suave en realidad, pero con algunas manchas fosforescentes en el callejón solitario deslizándose bajo esa almohada. El interés por las raíces casi siempre es un rasgo de esa pedan- tería inmensa que tanto caracteriza al montón de falsedades automáticas. No puede inventar, y tampoco puede exigir algo definido. El destino es el títere en los dedos de la consciencia libre. Tras apagar brutalmente aquella ingenua pesa- dilla se puso en pie, abandonó sus alas en la cama morada y corrió entre los platos sin apetito. Quería hacerlo todo él, y nadie osaba contradecirle. De hecho, él era quien pintaba las sombras, cepillaba los perfumes y planchaba pluma a pluma el vuelo de los techos, pues el escritor basa sus ideas, prejuicios y aversiones sobre el arco multicolor que siente.Cuando se encontraba bajo las escaleras cansado, solo saludaba con un gesto la mano flaca y verde del último fantasma amarillo, le cedía el paso des- colorido para disfrutar del espectáculo invisible para la noche violeta. El aire era carnoso, mordido, palpado y exhibido en la vitrina como un cocodrilo de algodón con la resistencia de los rudos hábitos del primer oficio, salvo solo, cuando la originalidad del instante es demasiado prematura. ¡No es cierto!, ¡No es cierto!. Gritaba él con la selva entre los dientes. ¿Acaso no es verdad que en los sueños todo se vale, todo es absurdo, todo deja de tener sentido al ignorarlos?.
La voz de la razón era la ilustración negativa del ambiente inestable que nadie comprendía. Y no solamente porque no la dibujaban, ni menos en el estado putrefacto de las sensaciones fugaces, de las emociones rentadas, de los impulsos que brotan de las paredes y los pisos, creando mitos visuales, en una sociedad indiferente a las cosas verdaderamente esenciales e importantes.
¡No, no, nunca!. ¡Lo que ellos dicen jamás es cierto!. Las marionetas no tienen reposo en las manos del destino, de hecho siempre grisáceo, individual, pintado al verse reverdear oxidado, empleando estructuras metálicas, enumerando las carencias de voluntad y de cruda lana en los sembradíos de borregos. La realidad es que todo es falso, las ilusiones acaban por romperse, todo el pensar se refugia tembloroso en las faldas de la lógica en camiseta corta y la boca muda. Las marionetas empiezan a maldecir su suerte, el destino es un enemigo invencible, violáceo, con el reino nómada de anaranjado, en las extravagancias verdes del azul. Bien pensado, para que seguir con ésto. ¿Qué interés hay en ello?. ¿Qué me importa?. No soy pintor, ni escultor, ni siquiera sé escribir. Es más. ¡Yo nunca he existido!. Y el futuro me reclama.
Autor : Joel Fortunato Reyes Pérez
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