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¿Mitómana? (Cuento experimental) Dejar de ser en la tierra cuando las cosas suceden desgajándose; desgastando ánimo y memoria, fuerza y esperanza, colgando plegarias al viento, pagando tributos al cielo. Vivimos siendo hojas, laberintos y volcanes en el pecho y alas y nubes y acantilados en la frente en el sueño. El espejo se traga nuestro reflejo, nos abandona en el fondo. De pronto se deja la existencia, se muere sin aviso, sin sentirlo. Los labios no se mueven, el tiempo se detiene, y el espacio se encoge y desaparece la mirada. El cuarto está frío. ¿ Dónde se ha ido?, se preguntan las paredes silencias, solemnes, rugosas. Ella siente una soledad espantosa. Una soledad pegajosa, se le abre un enorme hueco en el pecho, solo respira dolor, bebe recuerdos. Son unos cuervos blancos, rojos, murciélagos plateados, burbujas sanguinolentas, pulpos amarillos, con toda la ira enredada en esos momentos. Pensó eliminarlos, ahogarlos, desmembrarlos, convertirlos en piedra, con un firme alarido, pero antes de poder moverse quedó petrificada... ___ ¡Qué bella, qué tierna, qué real!. Comentaba la gente___ El escultor debió de inspirarse en el alma de la cantera. ___ ¡Juntos materia y artista infunden espíritu a la obra!. Increada, en potencia, hasta ese instante...
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Tiene sabor y textura el tiempo vivido, el existir. Un sabor a frescura de agua tierna en la infancia; una textura agradable, blanda en las cosas, ordinariamente fantásticas. Cuando hablaba, sus palabras eran de arena, cálidas a veces, otras con la lentitud monótona de un reloj que se cansaba tanto y tan bien que quedaban unidos; voz, arena, reloj, tiempo... ¿Cuándo había penetrado a la inexistencia? ___ No lo sabía, no lo recordaba, o tal vez solo lo imaginaba. ¿Dónde estuvo ella, en qué mundo, sin hoy estaba aquí, en la calle, y a su lado todo era vida y movimiento?. Aquellos hilos que la unían al cincel la intrigaban, cielo y tierra, esencia y forma, tiempo y espacio... Aquella inmensa soledad había sido su realidad, su ser en el mundo, la existencia eterna del instante. La materia había tomado forma, su vida, su apariencia, su reflejo más allá de su muerte. Detrás del acto estaban la piedra el actor la inexistencia en esencia, antes que todo. Usted pensaría en términos de luz y obscuridad, abierto a juzgar, pronto tendrá mucho para hacerlo. Sin ha llegado hasta aquí sin más iluminación ni ventilación es que tiene una abertura, un espacio para lo increíble. Un vacío voluntario, una área de creatividad receptora, una zona re-creativa en la intimidad inefable...
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De no ser así... ¿Cómo podría haberlo sabido? ¿Qué clase de arte podría sobrevivir?... ¿Qué era... Acaso ...? Era una sombra de incendio, con la esperanza en un globo nadando en el río que bajaba por la calle y dictaba conferencias. Esta sombra es diferente, es nueva, como la que sale al final de una vieja película suspendida de una libreta. De libros antiguos, de bibliotecas perdidas, quemadas... Aunque para ser justo, es un poco inquieta, a veces sale por la escalera de humo, y duerme en los tejados sorprendidos. Como en esta ocasión, camino hacia la barda, evitando la noche al huir entre la luna y el espejo que la refleja, como un lago tranquilo, y trato de repetir lo que entonces hizo y pensó: Algún día dejaré de ser simple sombra como interesante cantera; mejor es que yo muera de la mejor manera. ¡Siendo otra cosa!. Y en efecto, así sucedió. Y aún ahora se pregunta... ¿Cómo fue que sucedió?... Pero no hay quien responda. ¡Y ella... Nada recordaba de Medusa y el espejo!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Mi nombre es Simón Pascual , de apellido Torrecilla, descendiente de vascos españoles, naci en los años cuarenta y tantos en una Buenos Aires convulsionada políticamente, inmersa en una dictadura militar de la cual sobresalía ,el Nombre de un tal Juan Domingo Perón, mi edad no tiene importancia para este relato, así que no se las pienso decir.
Mis padres oriundos de Aragón, en la zona norte de España, vinieron a la Argentina en busca de un lugar para vivir, ellos querían alejarse de la guerra, la pobreza y la muerte y pues lo hallaron en aquel viejo barrio de Villa Urquiza, en la Capital Federal, una tierra tranquila y generosa, allí es donde se asentaron y vivieron por décadas, allí es donde pase mi niñez junto a latas de galletitas y olor a bacalao, que ahora por un capricho de la vida ,son el perfume que tengo impregnado en el recuerdo de mis padres.
Mi ilusión por aquel entonces era ser una persona famosa, como un boxeador, un futbolista, o algo por el estilo, pero…mi padre quería tener en la familia un “Doctorcito”, como le llamaban en aquella época a los abogados, necesitaba algo para presumir delante de sus amigos coterráneos, en aquellas largas charlas de café de los días sábados, que a decir verdad ya no existen, se perdieron en el tiempo en algún rincón del pasado.
A mi padre a cabeza dura no le iba a poder ganar, ni que pasaran mil años, por eso y además porque era el mejor papa del mundo, le di el gusto y comencé a estudiar abogacía en la Universidad de Buenos Aires.
Hoy recuerdo tantos y tantos sacrificios , que hicieron por mi y que la vida no me dio la oportunidad de poder devolvérselos…pucha, que se me pienta un lagrimón, al acordarme de esto ,se desliza por mi mejilla y se entremezcla con el lodo de la calle, perdiéndose para siempre o tal vez quizás, alguien puede encontrarlo algún día.
Con 10 años de carrera, hoy me encuentro con un dilema y es el de tratar de salvar de la cárcel a José Alcalá, un viejo amigo de la familia un paisano de mis padres, aunque más joven que ellos, el fiscal de la causa lo acusa de haber asesinado a su mujer, de dos disparos en la cabeza.
Tal vez por esta razón, recordé a mis viejos, hacia mucho que esos recuerdos los tenia guardados en un rincón del corazón, pero no afloraban por una cuestión de autodefensa los sentimientos en nuestra profesión, nos distraen y nos hace ser más débiles, pero al tratarse de José, me llevó a sacarlos a flote y a exponerme a lo que me expuse.
Según las investigaciones que realicé, en el propio lugar de los sucesos, en aquel para mi entrañable Barrio de Urquiza, el cual no pisaba hace más de una década, me decía que este hombre no podía ser el asesino, por una simple razón cuando ocurrieron los hechos, él no se encontraba en el lugar, cosa que al fiscal no le pareció relevante.
Aquella investigación, me llevó a saber que había alguien que fue citada a declarar por el juez solamente en carácter de testigo de la causa y posteriormente a eso, desapareció, no había rastro de él por ningún lado y eso para mí era más que sospechoso, aunque no estaba imputado en la causa, yo seguí esa línea, mi padre me había enseñado que la intuición puede hacer milagros.
Para constatar que no me equivocaba en mis presunciones, debía viajar a Aragón, lugar donde habían nacido mis padres, de donde era oriundo también José y/o casualidad también, este hombre que había sido testigo. Supe por vecinos que se había marchado del país Aragón era una zona de España donde los Pirineos son los dueños del paisaje y del horizonte ,yo llame esto la pista española, no era un tipo de creer mucho en casualidades pero si de manejarme por intuiciones personales.
Condiciendo por el tránsito de Buenos Aires, cosa que no le recomiendo a nadie, llegué a mi oficina en el Barrio de Palermo, cansado y aturdido por el ruido de la calle, mis bagallos siempre estaban preparados por si tenía que viajar de urgencia, este era ese caso, por eso agarre mis cosas y baje por las escaleras, el ascensor del edificio nunca funcionaba el consorcio no se ocupaba mucho de esto hace años, aunque me quejara seguía sin funcionar.
Llegue al hall del edificio y le dije al encargado que me pidiera un taxi, tardo un rato en venir mientras, me fume un cigarrillo, al final el taxi llegó me subí y le dije que me llevara cuanto antes al aeropuerto, aborde el primer avión que salía para Madrid, primera escala en busca de la libertad de José.
El volar para mí era una costumbre casi como viajar en subte, pero claro con mi trabajo, debía hacerlo en reiteradas ocasiones y al contrario de lo que gente dice, uno no se acostumbra, no es tan así, pues nacimos para tener los pies sobre la tierra y siempre el temor de que el avión se caiga existe, en cada pasajero y en cada persona de la tripulación.
Así luego de un vuelo no tan tranquilo, llegue al aeropuerto de Baraja, donde alquile un auto de esos que te ofrecen en los halls centrales con carteles en varios idiomas, esto pasa en todos los aeropuertos del mundo. El auto, un Seat okm, aunque no bien cuidado, funcionaba aceptablemente y a mí me servía, ya que no estaba allí de vacaciones y eso me ayudaba a ser más cuidadoso en mis acciones se entiende ¿no?.
Tome la autopista que une Madrid con Barcelona y que pasa por Zaragoza, lugar de mi destino según los datos que pude obtener la Autopista se llamaba A2” recién inaugurada, es una vía rápida y cómoda que llega hasta los Pirineos Aragoneses, lugar donde alguna vez salió mi sangre para recalar en la Argentina.
Tardè en llegar a Zaragoza un poco más de tres horas y media, eran las 9.00 de la mañana y la ciudad recién comenzaba a despertar, esto me hacía pensar que era la hora de comenzar mi búsqueda ,la cual no sería fácil pues no conocía el lugar, más que por las referencias que alguna vez mi padre me describió.
En algo tenía razón, el lugar de su nacimiento tenía por guardianes aquellas montañas en el horizonte, que le daba al paisaje una belleza inusual, al llegar estacioné el auto y me dedique a preguntar a cada persona que pasaba algún dato relevante, que me sirviera para encontrar aquel personaje enigmático.
Necesitaba encontrarlo y saber porque de su extraña desaparición de mi país, pero al llegar la noche nada tenía, mis manos estaban vacías y mi cuaderno de anotaciones en blanco, cansado y preocupado casi nervioso, por no tener nada me fui a las afueras de la ciudad y alquilé una habitación en un hotel, que no tenía más de tres estrellas ,pero era barato y yo no era muy quisquilloso con eso.
Me recibió el conserje un hombre robusto de piel oscura y de un gran vozarrón, me atendió con amabilidad, pero le tiro las llaves de mala manera al maletero, un hombre de unos 50 años de abundante cabellera blanca y con un cuerpo bastante cuidado para la edad que tenia, mientras nos dirigíamos a la habitación, escuche a lo lejos que el conserje refunfuño en voz alta
__”Estos que vuelven de la Argentina, están acostumbrados a no trabajar ¡coño! y acá en este hotel, se trabaja”.
Aquella frase, no era cualquier frase para mi, repercutió en mi cabeza una y otra vez, me decía a mí mismo, si podía tener tanta suerte o era mera casualidad, como dije no creía en ella, pero sin embargo me preguntaba, ¿Ese hombre venía desde Argentina, sería el que buscaba?, o era todo producto de mi imaginación o de mi cansancio, bueno de cualquier manera era tarde ya para hacer algo al respecto y decidí descansar, mañana por la mañana trataría de indagarlo de alguna manera.
Me duche me cambie de ropa y me recosté en la cama que era mullida y cómoda apague la luz de la mesita de noche y el reflejo del cartel luminoso, entro por la ventana cubriendo de líneas azules y rojas toda la habitación, luego no recuerdo nada más.
Cuando sonó la alarma de mi reloj eran las 10 de la mañana, un poco tarde para mi gusto, pero estaba agotado, la verdad que dormí como un beduino, decidí entonces que tenía hambre y pedí el servicio de cuarto, llame por teléfono y dije que me subieran, un café con leche con pan y manteca, así me gustaba, así mi vieja me lo servía, las mañas no se quitan con la edad y yo no era la excepción a la regla.
Mientras espera el servicio acomode mi ropa en la maleta y cuando sonó la puerta ,pregunte quien era ,me dijo que el botones trayendo el pedido, cuando abrí la puerta mi sorpresa fue mayúscula ,delante mío tenía otra vez a aquel hombre de cabellera abundante y blanca y sin pensarlo le dije.
__ adelante déjelo allí sobre la mesita de noche __ Como usted diga señor, respondió.
Cuando hubo de estar espaldas a la puerta la cerré con llave, para que no pudiera escapar y le dije pausadamente.
__ Oiga don, usted ¿por casualidad es argentino?
__ No, me respondió. __ Solo viví allí, pero decidí volverme después de muchos años __ Perdón no le molesta si le pregunto si vivió por el barrio de Villa Urquiza.
__ Sí señor ¿cómo lo supo?.
___Es que busco a una persona que se fue de mi país hace algunos meses, yo soy abogado y represento a José Alcalá ,¿usted es la persona que fue testigo en la causa por la cual lo incriminan por asesinato? porque si es así debo preguntarle algunas cosas, que no me quedaron claras en su declaración testimonial.
El hombre se encogió de hombros y no opuso ninguna resistencia, se sentó en el borde la cama y afirmo que sí, que era él, el testigo que yo buscaba, pero enseguida me respondió diciendo.
__ Le aclaro que nada tengo que ver en el asesinato solo fui testigo y esta todo en los papeles del juzgado, más que eso no puedo decirle.
__ Entiendo lo que usted me dice, pero debo hacerle ciertas preguntas de todas maneras.
_ Usted no tiene ningún derecho a retenerme acá en su habitación ni a indagarme, no es nadie para hacerlo.
Casi no alcanzó a terminar sus palabras, cuando mis manos tomaban su solapa y mi cara estaba tan cerca que podía sentir mi aliento en su piel.
__ El que no tiene derecho es usted, a dejar a un hombre en la cárcel siendo inocente, ¿no es verdad? y si no quiere hablar, hablará por la fuerza de todas maneras.
Sujetando su saco con mas furia ,me aparto con sus manos yéndose para atrás, note entonces que su cara ya no era la misma, el hombre de cabellera abundante se sintió acorralado e indefenso, era un hombre que no parecía peligroso pero sabía que algo escondía, de repente me sorprendió con esta frase.
__ Ya estoy cansado de esconderme abogado.
__ Le contare como fueron las cosas si usted me tiene paciencia.
A lo que le respondí.
__ Toda la paciencia del mundo, hable hombre de una vez.
Y entonces comenzó su relato, su versión de los hechos, muy pausadamente y sin ponerse nervioso.
__ Ese día llamé por teléfono a Orosia, con la cual mantenía una relación amorosa extramatrimonial desde hace mas de dos años, ella quería cortar esta relación y yo no tenía intención de hacerlo, porque la amaba, lo que nadie sabía es que ella fue mi novia en mi juventud, pero un día se marchó para Argentina, porque su familia no me quería como marido para ella, aquellos días fueron para mí los peores de mi vida, hasta que decidí viajar a su país yo sabía donde vivía ,porque tenía contactos dentro de la familia de ella.
El hombre hizo una pausa y yo lo interpele.
__ Siga no se detenga.
Me pidió un vaso de agua, porque su boca estaba reseca, a lo que accedí, luego siguió con su relato.
__ Yo sabía que de alguna manera ella me seguía amando y por eso me atreví a querer recobrar ese amor perdido, por algún tiempo pudimos tener una buena relación pero ella no podía manejar la ambigüedad de la situación y me dijo que quería terminar nuestra relación así como así, sin más explicación a pesar e que su matrimonio no pasaba por una buena etapa y usted sabe que pasa en esos casos.
__No, no lo sé, dígamelo usted ¿qué pasa en esos casos?. __ Nada solo que la mujer se siente sola y necesitaba cariño y yo se lo di sin pedirle nada encontró en mi un hombro donde apoyarse, pero un día apareció en mi casa diciéndome que amaba a su marido y que no podía seguir con esto y así como así ,se fue dando un golpe a la puerta.
__ Al día siguiente la llame por teléfono y le dije que iba a ir a verla a su casa yo sabía que José estaba trabajando a esa hora en un bar de la calle Lavalle al 500 y no llegaría sino hasta la noche bien tarde, ya por ese entonces estaba dispuesto a todo si ella seguía con su negativa pues, si no podía ser mía no sería de nadie. Cuando creí que ahí dejaba de hablar siguió explicando sin ningún tapujo y con lujos de detalles como había asesinado a la mujer de José.
__ Una de las posibilidades era suicidarme doctor, pero no tuve el coraje de hacerlo y por eso huí de la Argentina, cuando me confirmó que su decisión de alejarse de mí era indeclinable, no dude un instante y con el revólver que le había robado a su marido un día en que ella se descuido, ya que no lo usaban frecuentemente ,no notaron su ausencia, le disparé dos veces en la cabeza, cayó desplomada sobre la alfombra y quedó tendida como la encontró la policía, en un gran charco de sangre.
__ Recuerdo abogado, que antes de escapar del lugar volví mi cabeza para verla y luego me refugie en mi casa para no despertar sospechas, el revólver quedo tirado tras de mí, sin mis huellas digitales, porque tenía puestos unos guantes. __ Eso es todo lo que puedo contarle no tengo más nada que decir, de todas maneras no tiene pruebas y mi relato no puede usarlo en mi contra, no existe ninguna conexión entre el asesinato y yo.
Fue sino entonces que le dije que cuando había comenzado su relato no dudé en accionar la grabadora de vos de mi celular y que todo había quedado registrado para su desgracia y para mi alegría el caso para mi había sido resuelto un poco gracias a mi padre que me había enseñado a usar mi intuición ,hace ya muchos años de eso.
Después de que terminara y antes que pudiera decir nada, la policía ya estaba en la puerta de la habitación el hombre de abultada cabellera blanca, fue llevado esposado a la delegación más cercana al hotel, el pedido de interpol para que lo enviaran a la Argentina había sido despachado y su regreso fue de inmediato, ya que llame al juez de la causa y este pidió la captura internacional a lo que España no pudo negarse.
Volví a Buenos Aires, pero no sin antes recorrer aquellas callejuelas de Zaragoza, que tenían impregnado el olor de los Pirineos, aunque quedaban a 150 kilómetros de la ciudad en la parte más alta se llegaba a divisar la cadena montañosa, camine por donde alguna vez lo había hecho mi padre y fue como trasladarse al pasado, supe entonces que de alguna manera fue como pagarle algo, de todo lo que ellos me habían dado en su vida de trabajo.
Cuando volví a Buenos Aires la ciudad me recibió, con una lluvia de esas que estamos los porteños a soportar, levante la solapa de mi abrigo, mi figura se reflejaba oscura en los charcos de la calle, ya era tarde y la luz del sol casi había desaparecido, cuando lleve a José a su casa este se despidió con una sonrisa pero yo sabía que era una mueca de tristeza por la muerte de su amada esposa. Me despedí de él y caminè esquivando algunos charcos y baldosines flojos de los que siempre hay en nuestra bendita ciudad, bajé por las escaleras del subte, dejando atrás la lluvia fría, pensé, mi trabajo había terminado, pero en verdad nunca lo hace, porque solo es el comienzo, un Torrecilla jamás descansa, así somos los Torrecilla, testarudos y tenaces, una herencia que llevo en mi sangre, por el resto de mis días.
Por Conrado Augusto Sehnsdorf (Kurt) Y Nicolas Augusto Sehmsdorf.(Nico)
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Poeta
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CAPITULO I
Él esperaba junto al lago; a su alrededor todo era de un tono rosado por el efecto del sol que de a poco se ocultaba en el horizonte; sobre el lago brillaban millones de destellos, como si de sus aguas fueran a nacer las estrellas que al anochecer subirían hacia el cielo; la brisa era como habían sido todas las brisas de los veranos pasados; frescas, con ese peculiar toque entre romanticismo y nostalgia. Nada había cambiado, nada… incluso el viento silbaba de la misma manera mientras se abría paso entre las hojas de los mismos árboles que se mecían resistiéndose a él. En aquel lugar, precisamente en aquel lugar, él esperaba con las manos en los bolsillos, sacando la izquierda de cuando en cuando para mirar la hora en su reloj; en tanto, sus pies un poco ansiosos, pateaban quedamente las hojas secas que no habían resistido los embates del tiempo y yacían en el suelo; nada había cambiado… el mismo paisaje, el mismo nerviosismo, la misma emoción invadía su cuerpo; todo es como la última vez, pensó, y ante aquél paisaje y aquellas sensaciones, a sus recuerdos se sometió.
CAPITULO II
Unos veranos atrás… Él caminaba con la mirada clavada en el pasto, como si fuera contando sus pasos al mismo tiempo que por su mente cruzaban todos esos problemas que en algunos días le eran tan cotidianos y que en otros no lo eran tanto. Como siempre y sin importar cual fuere el día; de los ligeros o de los pesados, él iba al lago cada tarde y sentado bajo la sombra de un árbol, solía pensar y escribir. Siempre el lago y siempre el mismo árbol, no había otro lugar que le llenara de semejante paz; no sabía si era el olor de la hierba húmeda; los sonidos del pequeño oleaje producido por el viento y que rompía contra la ribera o el canto de aquellas aves que en “su” árbol habían ceñido su hogar; o el color verde de los árboles y arbustos que se extendían al otro extremo del lago como una pared; o el agua que según la hora del día o la posición del sol iba cambiando de color, a veces incolora, anaranjada de vez en cuando y a veces gris si el cielo se hallaba nublado. No sabía que era en realidad, pero no había otro lugar que le produjera aquél efecto tan hipnótico que a veces tanto sentía necesitar para escribir o para olvidar. Esa tarde no parecía fuera de lo normal; a sus oídos llegaban ya los sonidos del agua y de las aves, el lago, ese día, brillaba con un tono naranja intenso, ya podía respirar esa tranquilidad en el ambiente, hasta que unos débiles sollozos detuvieron abruptamente su andar; aquellos pequeños lamentos le hicieron alzar la mirada y pudo notar que del costado de “su” árbol, sobresalían unos "jeans" azules y tenis blancos con las agujetas sin anudar, mientras trocitos de papel volaban en todas direcciones y sin cesar. Lentamente se acercó al lugar, no era para nada su intención provocar algún susto en aquella persona, aunque ello parecía, en ese momento, toda una hazaña; -un completo extraño… en un paraje desolado… acercándose…- a nadie le pintaría nada bien aquella escena, pensó, pero él nunca había podido ser indiferente ante nadie que sufría, no era de las personas que fingían que nada ocurría tan sólo para evitar la incomodidad; por eso y con un ápice de indecisión se detuvo a un par de metros frente a ella, quizás más nervioso él que ella; se aclaró la garganta y casi como un suspiro ahogado, pudo decir: -Hola… Ella alzó la vista frunciendo un poco la nariz y entrecerrando sus ojos húmedos, y por un segundo, que a él le pareció toda una eternidad, sus miradas se cruzaron…
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Poeta
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La volvió a ver y esta vez era urgente, ella había enviudado no hace mucho y José había esperado casi con ansiedad, que pase su duelo, debía mucho respeto además, a la memoria de Pedro, su entrañable amigo de la infancia, con quien creció, jugó, divirtió, compartieron tanta vida y hasta se enamoraron de la misma hermosa jovencita, que llegó de la costa a vivir en el barrio: Micaela, su belleza brotaba desde cualquier ángulo, su piel tostada por el sol, cabellera negra como la noche sin luna, dueña de unos ojos pardos que atrapaban la atención de cada adolescente que tuvo la suerte de conocerla, su figura felina, grácil, inquietante, completaba el embrujo de su presencia y como si fuera poco, su boca… su boca cautivaba con tan solo mirar su deliciosa estructura. Micaela formó un trío de amistad impresionante con José y Pedro, los entrañables amigos que sabiendo que estaban los dos, perdidamente enamorados de ella, dejaron a que sea ella, quien finalmente decidiera con quien se iría… la espera terminó poco después que culminaron sus estudios secundarios; José tuvo que acompañar a su padre al sepelio de su tía y en la semana que estuvo fuera pasaron muchas cosas, entre ellas lo que él tanto temía, ceder espacio a Pedro y perder la oportunidad de ser el novio de Micaela. Tan solo un día después del viaje de José, en las fiestas de la ciudad, Pedro y Micaela, que fueron a cada evento que se había organizado, se acercaron mucho más, sin la presencia del amigo con el que guardaba distancias de respeto, hasta que Micaela decidiera y aquella noche de fiesta, ella decidió, que Pedro sea su pareja, como que los juegos pirotécnicos, la música, el jolgorio total, eran en su honor; todos fueron testigos de esa irrupción de amor en esa joven pareja. Para José, la noticia, fue el inicio de un luto mucho más adusto e introvertido, se distanció de sus amigos y optó por alejarse del pueblo y estudiar en la capital; totalmente concentrado alrededor de su carrera, no pudo evitar enterarse que Pedro y Micaela se casarían… no regresó a su pueblito, aunque se daba los modos para conocer qué sucedía con ellos, en parte por la insistencia de Pedro que nunca dejó de llamarlo y hablarle; entre las pocas llamadas que José aceptó, se enteró por el mismo Pedro, que en un choque en la moto que tuvo a los 14 años, se había lesionado los testículos y no podía tener descendencia. Sabía por otra parte que Micaela, siendo hija única, moría por tener una familia numerosa, se había confesado de ello con sus queridos amigos; Pedro vivía un suplicio por esa situación, poco después de su matrimonio, sus suegros fallecieron en un accidente automovilístico y la noticia sobre las consecuencias de su lesión se las habían entregado en esos días. Tuvo que esperar un tiempo para compartir su frustración con su mujer, que impresionada al conocerlo, tuvo que resignarse y más tarde, para no renunciar a su inclinación materna, había empezado a buscar alternativas para adoptar un par de muchachitos, si, habían decidido que sean dos y criarlos juntos de una vez. Le habían entregado la documentación para iniciar los trámites, pero fatídicamente, Pedro fue víctima de un accidente, cuando regresaba a su casa y un auto perdió el control, arrollándolo en la vereda, sobre la cual caminaba absorto, pensando en las adopciones… José no asistió a los funerales, aunque Micaela se lo pidió, es que debía completar unos exámenes médicos que le exigía el Ministerio, al cual había entrado a trabajar, antes de salir a realizar una especialización en el exterior, se dio los modos sin embargo, para llamarla cada día y noche, para ser paño de lágrimas y llorar con ella a través de un aparato, imaginando su dolor y desconsuelo. Salió al curso de especialización, y a su regreso continuó trabajando con total dedicación, pues debía realizar de inmediato, capacitaciones a otros funcionarios, para replicar los conocimientos adquiridos y eso le llevo el tiempo suficiente para creer que Micaela estaría mejor, terminó con sus obligaciones y pidió de manera urgente sus vacaciones, se las merecía y además tenía de por medio, toda su vida en vilo, esperando la reacción de su amor por Micaela, que jamás lo dejó de lado, no tuvo reemplazo ni permitió que quede en el olvido. Hizo los arreglos para tener un almuerzo en un espacio libre de la multitud, que haya privacidad y que pudieran compartir todas las emociones y sentimientos que tenían represados, es que para Micaela también, José era un referente de paz, seguridad, cariño, respeto, ternura y lo necesitaba tanto, mucho más ahora que la ausencia de Pedro era desgarradora y estaba más sola que nunca, las adopciones no podían prosperar para una mujer sola y eso la hundió aún más en tristeza y desolación. El encuentro fue sublime, dos almas necesitadas en grado sumo, que se conocían de siempre y se esperaban… tantos eventos ocurridos con demasiada rapidez e intensidad, los mostraba ahora mucho más maduros y seguros de lo que querían: Micaela en esos meses aciagos encontró a través del teléfono y los mensajes constantes de José, todo el soporte y aliento que le hizo falta, fue su confidente y él fue capaz de escuchar hasta el más quedo sollozo; por su parte José consiguió que Micaela, sienta que siempre la amó, pero que por lealtad a la profunda amistad con Pedro, aceptó su elección y se alejó -casi derrotado-, tenía que hacerlo, para que su desconsuelo no nublara la felicidad de ellos. Cuando José llegó ya Micaela esperaba en el saloncito más interno… se fundieron en un solo ser, abrazados hasta sus sombras, lloraron juntos y entre lágrimas, sus mejillas se juntaron para abrir paso a un beso desesperado, casi terminal, interminable también… la pausa necesaria que finalmente llegó, les permitió dejar el restaurante y pasar a las habitaciones de la planta alta, donde se amaron con vehemencia, sin límites, sin tiempo, sin nombres, sin memoria… Vivieron impetuosamente cada segundo de esos días, irreverentes se olvidaron del mundo y sus prejuicios, había que apagar el dolor y las heridas que dejara Pedro, con todo el amor que él, supo siempre que su amigo José, sería capaz de dar a la hermosa Micaela… no lo mencionaron, porque siempre iba a doler y su felicidad era ahora prioridad, José puso todo su empeño, detalles y amor, para conseguir que Micaela sonriera, vibrara, disfrutara de cada día, desde que despertaba, hasta que cayera rendida dormida en sus brazos. Las vacaciones extendidas por José terminaron y debía regresar al Ministerio en la Capital a arreglar sus asuntos, más que su trabajo, José tenía mucha expectativa por visitar el Hospital de Especialidades, donde había dejado nuevas muestras de sangre, para encontrar una segunda opinión, es que su vida estaba llegando a su final y sin saber qué ocurriría en su encuentro con Micaela, le apostó a la esperanza, de cualquier manera, de alguna manera quería vivir. El primer diagnóstico le sentenciaba una Leucemia aguda avanzada, que terminaría con su existencia en menos de un año y a ese momento habían transcurrido poco más de seis meses, no quiso aceptar tratamiento alguno, porque Micaela le esperaba y ella significaba más vida, que lo que ningún tratamiento podría brindarle. Llegó al Hospital y junto al sobre con los resultados de sus exámenes, se agudizaron los síntomas y aparecieron los más críticos; cuando había abandonado el pueblito, tenía ya claras demostraciones de cansancio, debilidad, falta de apetito, que supo disimular con Micaela, aduciendo que era una gripe muy fuerte, pero en el hospital tuvo que pedir un baño, para descargar su primera hemorragia de sangre a través del vómito, que le hizo perder el sentido. Cuando habló con Micaela, ya internado en el Hospital y recuperado en una sala de observación, no pudo hacer la menor mención de su condición de salud, porque ella no cabía de felicidad, hablaba llena de contento, es que ella también había vomitado y tenido mareos, pero debido a su condición de embarazo, sí, estaba embarazada y se sentía una mujer bendecida, alegre, recuperando esa aura de bienestar y luz que contagiaba, iba a tener un hijo, dios, la vida, el universo de alguna manera estaba gestando también alguna compensación para todos… La fiebre, dolores óseos y hemorragias de los siguientes días, fueron tan violentas que apenas le permitieron escribir, para disimular su incapacidad de hablar por teléfono con su amada Micaela, sin dejar en evidencia su terrible condición de enfermedad, le dijo que estaba afectado a su garganta y que tenía una tos muy fuerte, por lo que prefería escribir en el chat, de manera esporádica… alcanzó también a escribirle una carta, donde detalló entre desvaríos sus vivencias, su pedido fervoroso, para que su hijo se convierta en aliento, ilusión... Cuando replicó el curso que realizó con excelencia en el extranjero, entendió que podía así retribuir la confianza, por haber sido beneficiado con ese viaje de estudios y si la vida le brindara la oportunidad, quería estar seguro, de dejar sembrado en el vientre de Micaela, más que un hijo: vida… aquella que no puede morir, como la esperanza, como las ganas de perseguir los sueños más preciados, como José, que había alimentado su amor por ella, aun en la desesperanza, en la distancia, en el casi olvido… también en esto, le quedaba entre muecas de dolor por la enfermedad, la sonrisa satisfactoria de lograrlo, porque ese hijo que crecía en Micaela, fue concebido con todo el amor, en la entrega total de sentimientos cultivados como un sublime ceremonial … No iba a poder ofrecerle un matrimonio de ensueño, tampoco la casita añorada, pero si, la vida, las risas nuevas, los ojitos límpidos sonriendo y haciendo sonreír, porque iban a convertir a Micaela en esa madre perfecta, con la que ella tanto soñó…
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Emilia… Este era un valle de ensueño -escondido entre unas pequeñas montañas, que suavizaban las agrestes y escarpadas altas montañas de la oscura cordillera, que se levantaba a lo lejos-, que había sido invadido desde hace unos pocos meses, por una oleada de emigrantes campesinos, que huyendo de las pestes que acompañan a las guerras de conquista, encontraron alborozados ese paradisíaco rincón, para quedarse. Era primavera cuando llegaron y todos aprovecharon las bondades del lugar para levantar una pequeña villa, granjeros y artesanos trabajaron sin descanso, para seguir dando forma a ese singular pueblito pequeño, que enternecía por su organización y diseño... cuidando de todos los detalles que armonicen con la naturaleza, rica y esplendorosa, que les ofrecía de todo: excelente clima, tierra fértil, aire puro, agua en abundancia que irrumpía desde numerosas fuentes, un hermoso lago, riachuelos y un río amplio que se movía corrientoso y alegre por todo el valle describiendo espectaculares sinusoidales, engalanando mucho más el paisaje; en suma un espacio fantástico, que se mostraba seguro, para ver crecer a sus hijos. De todos estos colonos, eligieron una pareja que regresara al otro lado de la cordillera, para traer de lo que fue su pueblo, algunas semillas y animales de granja, para cultivar y cuidarlos en este nuevo lugar al que prometieron, convertir en una comunidad próspera, acogedora y de completa paz; se preparó para ellos, los caballos más fuertes y las carretas más grandes, para que cumplan con su encargo. Adrián y Leonela, era esa pareja, que se preparó para salir de inmediato a cumplir con su tarea, una vez que habían terminado de levantar una hermosa cabaña de madera, en medio de un frondoso bosque de guayacanes en flor, cerca del cual, como un jardín de ensueño, descansaba una pequeña laguna, de cristalinas aguas azuladas, adornadas sus riberas con un sutil encaje de nenúfares, hogar además de una numerosa bandada de patos, cuyos graznidos apenas se escuchaban, entre los sonidos diversos del resto de fauna e insectos del bosque. Acopiaron cuantos alimentos les fue posible y encargaron a la colonia entera, el cuidado de su pequeña Emilia -que contaba con apenas casi 10 años-, quedaba además bajo la responsabilidad y mimos de la abuela materna: Josefa... una dulce y bonachona viejecita que gustaba de leer a su nieta y de prepararle una inimaginable variedad de manjares. En este viaje tendrían la ayuda de Joaquín, el joven hermano de Leonela, que aparte de ayudar incansablemente en todo, era el fiel compañero de juegos de la pequeña Emilia. Las actividades en el acogedor valle, se desenvolvían con mucha alegría y desborde de energía, las ilusiones y planes desbordaban, había mucha expectativa por lo que traerían Adrián y Leonela, para mejorar aún más lo que hasta allí, habían construido y labrado. Pero en medio de ese verano, ocurrió algo muy extraño e inesperado... es que en menos de un día se produjeron dos eclipses, uno de sol, un poco después del mediodía, sumiendo en la penumbra el encantador valle y poco antes del amanecer un eclipse total de luna, el cielo de esa mañana se presentó enrarecido y nuboso, hasta casi entrada la tarde, cuando llegó un maléfico visitante: un viejo dragón que soltaba bocanadas de fuego para rostizar sus víctimas, glotón y malvado... en muy pocos días consiguió aterrorizar a los colonos, algunos los cuales, perecieron al intentar enfrentar al dragón, la mayoría empezó a empacar, optando por emigrar una vez más
Aquel malvado dragón, asolaba la región y de a poco iba a terminar con todo lo que sobrevivía… unos cuantos colonos, terminaron emigrando sin rumbo, esperando encontrar otros valles, aunque sean más lejanos; empacaron cuanto pudieron y entre lastimeros adioses, llanto y frustración, abandonaron sus cabañas, lo que les quedaba de sus sembradíos y se alejaron cobijados de las sombras de la noche, es que el dragón, ese malvado dragón, con el atardecer desaparecía, al ponerse el sol, se le veía alejarse hacia las escarpadas montañas, donde probablemente dormía después de saciarse de todo lo que devoraba. Emilia… era una niña que reflejaba mucha ternura, sus facciones de una verdadera muñeca y sus maneras de princesa, daban cuenta de los cuidados que habían tenido sus padres en educarla y formarla desde muy temprano… Adrián y Leonela, además habían cultivado en ella, a un ser muy espiritual, que cautivaba por su dulzura, hasta la naturaleza se sentía feliz de tenerla cerca. Emilia y la abuela Josefa, que habían pasado desapercibidas por su casita en el bosque y porque tenían suficientes víveres, se enteraron de los terribles ataques del dragón, por los amigos que fueron a despedirse, pidiéndoles que abandonen el lugar con ellos… terrible noticia, es que el valle al que habían llegado, había sido gracias a algunas pistas, que había dejado en viejos mapas, el difunto esposo de Josefa, por ese legado y porque era un valle de veras, tan encantador, decidieron quedarse, además debían esperar por Adrián y Leonela que en pocos días más, estarían de regreso. Emilia que se desplazaba con gran facilidad en el bosque, para traer algunas frutas y legumbres sembradas por Leonela, había encontrado un refugio de paz y alegría, en ese paraje exuberante, de la pequeña laguna, en el cual se aposentaban aquella bandada de mansos patos, que alegraban el lugar y acompañaban con sus graznidos la presencia de Emilia. Esos pequeños animalitos percibieron el nerviosismo de Emilia, que estaba enterada de los desmanes del dragón y su peligrosidad; había salido casi en contra de la voluntad de la abuela Josefa, en busca de fruta, pero más para encontrar en ese rincón maravilloso, la paz y consuelo que le hacía falta. Josefa lloraba y se angustiaba por el regreso de su hija, hijo y su yerno, y ante las noticias de los nuevos crímenes del malvado dragón, no había podido conciliar el sueño dos noches enteras… pensando en ello Emilia, no pudo evitar derramar algunas lágrimas en compañía de los patos juguetones; alguna de esas lágrimas rozó una diminuta mariposa, que de súbito, se transformó en una simpática hada, hermosa y apacible, que cautivó y consoló a la pequeña Emilia. Casi sin recibir explicaciones, la dulce hada, convirtió la bandada de juguetones patos en un ejército de temibles águilas harpía, que salieron inmediatamente a dar caza al malvado dragón, terminando con su existencia mientras dormitaba, después del último sanguinario festín, en las agrestes y oscuras montañas. Cuando volvieron, el cielo irisado del atardecer dejaba ver muchas aves formadas, como la bandada de alegres y bulliciosos patos, los compañeros de juegos de Emilia, en el mágico rincón del bosque. La dulce hada acarició la frente de Emilia, que llevó casi en el aire, hasta la cabaña junto a Josefa, a la cual también consoló, animó y luego junto a la chimenea, las dejó en una despedida que fue como un sueño, es que cayeron en un profundo sueño, del cual despertaron para hacer sus actividades normales, en la seguridad de que el malvado dragón no volvería nunca más. La pequeñuela mariposa, volvió a volar traviesa y juguetona, como parte de ese concierto mágico de la naturaleza, junto a la lagunilla de juegos y paz de Emilia. El valle recuperó de inmediato, un esplendor mágico que se veía de lejos, el cielo ya no estaba enrarecido, era límpido y azul, radiante como cuando llegaron allí por primera vez... ese solo hecho, consiguió enviar como mensaje, las buenas nuevas, de que el valle volvía a ser el espacio ensoñador que todos querían... varios de los colonos que estaban alejándose, miraron el cambio de ese especial cielo que les conminaba a retornar, así lo hicieron y con alegría se pusieron a reconstruir sus cabañas. Adrián, Leonela y Joaquín, llegaron en unos pocos días, encontrando la villa recuperándose y una comunidad de amigos, que vivía con más alegría y entusiasmo que cuando habían salido de viaje; la nuevas semillas y los animalitos de corral, completaron ese paisaje mágico, con equella exquisita imagen de la cabaña en el bosque, protegida de una gran cantidad de patitos bulliciosos que jugaban con Emilia y la abuela Josefa, que riendo felices, corrían a su encuentro…
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Manuel, bordeaba los cinco y esa tarde repetía la misma rutina, desde hace ya algunos días, es que al llegar el inicio de la noche, miraba con avidez dentro de la cocina... Volvió a mirar, era la cuarta vez que lo hacía, la leña estaba apagada, el fogón frío, entonces no había razón para que saliera humo por la chimenea... eso era, lo que quería descartar, una y otra vez... Es que nadie le había comentado antes, sobre ese extraño personaje, hasta que por fin pudo de alguna manera describir a la mamá –aun tembloroso-, sobre esa extraña figura pequeña, que se formaba como de humo, de vapor, arriba del tejado, cerca de la chimenea... semejaba un hombre enano, con un sombrero grande casi de su tamaño, usaba leva corta y guantes blancos, que hacían posible distinguir que lo llamaba, moviéndolas para que se acerque... Por extraño, deforme y lúgubre, le causaba temor y para no volverlo a ver, prefería cruzar el patio de la casa hacia los dormitorios, con la cabeza baja y asido de una esquina de la falda de la mamá, como si fuera a caer... las insistentes y exageradas gesticulaciones, del hombrecito como de humo, consiguieron que esa tarde, Manuel le hablara a la mamá... y las mamás, son esos seres de luz poderosos, que pueden contra cualquier mal, su presencia permanente y la compañía de un faro muy luminoso, tiraron para siempre las apariciones del fantasmagórico enano... Al cabo de algunos días, de este simple y valiente enfrentamiento... el chico visitante no volvió a aparecer... -¡Se asustó!, ¡logramos desvanecer su figura!-, le decía su madre, mientras conseguía con su ternura y cariños, que Manuel volviera a mirar con seguridad al techo de su casa, en la confianza que el hombre pequeño del sombrero grande, ya no aparecería más...
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ENCAJONADO... (Cuento)
Más allá de lo visible te encontré, reflejo, inmerso en medio de la intensa acción del tiempo imaginado, insólito, inesperado; Así que en esa caja confiadamente se revelan los secretos. Y sólo a quién con esfuerzo y talento creativo, sabe leerlos, y lee a fondo.
___ Las palabras resonaban en su memoria. Caminaba con lentitud. Después de haberse interesado y ver la nota sobre el viejo libro. Público y sensible. La desesperación le dio fuerzas; Iniciando una dura lucha por comprenderlo. Una sombra ociosa que estaba a su lado, asustada por su aspecto meditabundo, dejó escapar su vacío sobre el piso, escapándose como una niebla tímida.
___ ¡Oh!. Es una historia difícil de contar. Tenía él una sonrisa en la frente, el tren nocturno se preparaba para dormir, el aire caminaba con paso rítmico, y de sus manos fluía un líquido agridulce. Quedó quieto en la obscuridad y esperó. Se desprendió de su piel y nadó entre las nubes. A lo lejos, una bulliciosa metrópolis brillaba con la promesa en los labios, y un vientre anunciando que tendrían una vida mejor. Su punto de partida fue el equipo de propagación de los estragos para todo aquel que no quisiera cooperar con su desgracia. En los casos más desafortunados el éxito es la regla.
Y las motivaciones para perder no son casualidad. ___ Pensaba en lo que sería sin su ayuda. El problema es que sólo una minúscula parte de las plantas pueden ser domesticadas, y la economía es otro factor que solo los animales más salvajes entienden, por el bienestar de las mariposas que se han dejado amaestrar, en las vitrinas emplomadas. Tomó asiento, esperando que la inspiración le cayera del techo, con un piloto, cámaras y mapas enrollados en una voluntad de acero; lo cual no es una hazaña despreciable, después del haber desaparecido los mamuts y mastodontes, además de las especies de hienas, buitres y chacales en las oficinas cercanas.
Sin embargo. Un espejo, viéndolo repentinamente, lanzó un grito leve y desapareció en seguida. Maravillado, un pez contemplaba el rostro de las olas. Durante unos breves momentos el tiempo dejó de correr, dándole ánimo y consejos. Era joven, tenía poco más de quince años, la luz del amanecer acuoso le dejó la boca seca. Las pausas se hacían más y más frecuentes. Al caer, abrían un boquete negro en el espacio y desaparecían bajo la capa de nieve... Había olvidado cuanto llevaba ahí, no mostraba ninguna emoción, ni tampoco parecía entender lo que pasaba. Se acercó al escritorio y colocó suavemente su fantasía bajo el sombrero. Los recuerdos saltaban sobre la mesa. Con un zapato en la mano sintió la presencia que lo cubría tibiamente. Delgada y fina como un velo, sonreía sin hacer ruido.
__¡No es nada!. Unas cuantas miles de esperanzas rotas y el futuro boca abajo dejará de ser tartamudo. Pero... Si usted quiere el suyo mudo, aquí lo tiene también. Muchos han recibido la orden de volver al cielo y pueden escoger su tumba. Yo ya no oí lo que dijo, pues en cuanto me vio trepó por la escalera y se ocultó en aquella caja.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Perfección Absoluta
El exacerbamiento y malestar de Evalexa Portillo era producido por ver su hermana tan cercana a ella. Siempre a su lado, como una irritante extensión de su vida. Ellas son gemelas idénticas, mas Evalexa es unos minutos mayor que su hermana.
El texto bíblico de Génesis 1:3, "Hágase la luz y la luz fue hecha, "martillaba sus sienes con sonido de péndulo oscilante. Su hermana había nacido para atormentarla.
Evalexa tiene una característica distintiva que la diferencia de su hermana. Ella puede comunicarse, mientras su hermana permanece absorta y en el más abyecto de los silencios. Esto la atemoriza más pues sabe que ella y su hermana están entrelazadas, unidas por siempre. Transpira profusamente al hilvanar este pensamiento desde lo profundo del corazón hasta su raciocinio.
La joven no obstante, está convencida que su sombra puede y debe hablarle, después de todo son gemelas idénticas. Sin pensarlo dos veces, decide encontrar el momento propicio para establecer el diálogo anhelante con su hermana gemela. Espera a que el sol esté en medio del cielo, justo cuando alcanza un ángulo de 90 grados sobre su cuerpo. Su hermana parece evitar toda oportunidad de hablar con ella. Nuevamente una fría transpiración comienza a tomar forma geométrica en su espíritu.
Evalexa es determinada y persistente en su gesta. Selecciona otra oportunidad y decide esperar hasta la hora en que el atardecer languidece y el sol está próximo a terminar su viaje hasta el otro lado del hemisferio. Le demanda a su hermana que cese de atormentarla dentro de un frenético e histérico pedido, aunque vana y fútil es su gestión.
En medio de un denso y compacto silencio que puede cortarse, su sombra parece informarle que su agonía sólo cesará, cuando pueda alcanzar un estado de perfección absoluta. Evalexa continúa musitando y murmurando, envuelta en un soliloquio prolongado, confuso y extraño. Cavila sobre la posibilidad que su hermana gemela pueda ser, uno de estos impuros y sobrenaturales seres que circunnavegan el universo para atormentar los humanos.
Evalexa Portillo decide deshacerse de esta obsesión por siempre, se viste de chaqueta negra y pantalones de cuero llevando un rifle de cacería. Diligentemente camina por las calles del pequeño poblado. Continúa en su recorrido hasta cerca de las 11:30 de la mañana. Exactamente a las 11:47 se detiene y se suscita el encuentra con su hermana. Evalexa levanta el arma temblorosa, tratando de apuntar con el mayor cuidado posible a su sombra.
La estridencia de un disparo rompe con la monotonía compacta y aletargada del poblado. Una multitud comienza arremolinarse alrededor del cadáver de una mujer de recién comenzados veintiún años.
A las 12:00 pm, con el sol en su punto más alto en el cielo, los oficiales de policía y paramédicos llegan a la escena. La mayor de las hermanas gemelas yace sobre un negro charco de sangre. Ya nunca más verá a su sombra, de hecho nadie más jamás. Evalexa duerme la obsesión de su corta y atormentada existencia tendida sobre su propia sombra.
Evalexa ha alcanzado el estado de perfección absoluta tan esperado y anhelado por cada alma habitante de las vastas regiones del inmenso y balanceado universo.
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Depois que o bicho “Hei de Ir Mais Cedo” (dizem que Deus ajuda a quem cedo madruga) instalou a sua “Igreja de Lavagem Cerebral”, alguns de seus fiéis seguidores descobriram o milagre da multiplicação: “Hummm... Vender a fé é muito bom. Não preciso comprar nada, não é perecível, não paga nenhum imposto, que é justamente isso que encarece as coisas, e o povo está muito carente disso. É só reparar esse bando de otários que fica endeusando o “bicho” e doando seus pertences em busca de salvação”. E como ambição não anda junta, só anda sozinha, cada um resolveu fazer carreira solo: com o “cala a boca” que ganharam do “bicho”, montaram uma banda podre do “evangelho” com nomes bem idiotas e pomposos, para chamar bem a atenção do povo idiota, e começaram a cantar seus sucessos “em nome de Jesus”. O pai da ideia da “Igreja Malandra”, quando viu seus antigos “fieis seguidores” roubando parte do seu tesouro (diga-se rebanho), mandou chumbo grosso: jogou pragas e comprou redes de comunicações para prender seu rebanho e ainda atrair mais algumas ovelhas desgarradas, porque quanto mais ovelhas, maior a fortuna. E se conseguir atrair ovelhas lanzudas, melhor.
Mas os “seguidores caídos” não comeram reggae. E para mostrar ao seu antigo “senhor” que aprenderam bem a malandragem, alugaram emissoras que estavam à beira da falência, e mandaram ver: e tome reggae, xote, roque, xaxado, axé e baião pra cima dos bestas... Imitando o Raul Gil, começaram a cantar: vamos faturar, vamos faturar! E de real em real as “Igrejas Malandras” (diga-se os malandros) realizaram milagres “em nome de Jesus”: ficaram milionárias. Essa corja da “Igreja da Malandragem”, não satisfeita com a fortuna “abençoada”, descobriu que o somatório de fé+fortuna+política é igual a Deus. Então malandramente fundaram um Partido, infiltraram-se na política e estão em busca desse milagre. Mas acontece que Deus é um só, eles são muitos e todos querem esta “função”. Então, enquanto eles não se reúnem e resolvem quem será coroado (a) o (a) Deus (a), nós ficamos fingindo que está tudo bem, e vamos levando nossa vidinha. Porque se eles resolverem escolher um (ou uma) para ser o (a) Deus (a) do Brasil, a nossa vida virará um inferno. Que o Deus do céu não permita, em nome de Jesus!
Obs. Esta é uma “obra” de ficção, qualquer semelhança com pessoas vivas ou mortas e mera suposição. Exceto Raul Gil, que todos sabem que é um showman brasileiro.
A.J. Cardiais
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Poeta
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Hoy puedo admitir, que hay una edad en que se fijan comportamientos y pueden hasta tatuarse: emociones, sentimientos, escenas definitivas, contundentes… esa edad supera la cronológica, porque podrían suceder situaciones muy complejas y fuertes, en medio del proceso de gestación o desde hace mucho más atrás, en la conducta de los padres, porque los patrones de conducta son sin espacio a dudas… hereditarios. Desde el baúl de mi memoria, sacudía hace poco las imágenes terribles, de una historia contada en una película que la miré en mi temprana niñez y que relata una historia de amor, de una pareja que trágicamente tiene que separarse… en esa despedida, casi al final de la obra, emerge la figura de un tren, que marcaba esa separación irrenunciable, amputando sueños, cortando sin más una vida de fantasías, de felicidad y toda la alegría que puede explosionar un par de amantes en la plenitud de su fusión de vida, encanto, caricias, pasión, de todos los besos, de los delirios todos… En ese tren sin retorno, debe partir ella y él remuerde entre dientes, labios y un nudo de espinas en la garganta, toda la frustración y angustia de una casi sentencia a muerte, aquella que se aproximaba feroz, sin la ternura, formas, dulzura, cuidados y el cobijo de tentaciones y amor que solamente su mujer, podía darle… Desde entonces, han pasado los años que debieron… y ahora hace poco, sentí que la vida confabulaba contra mi felicidad, acercando ese tren funesto a mis días, a mi amada, a la erupción de delicias compartidas, a la paz que restaña contrariedades y tensiones… Que si es pánico esto, lo es, es que la desolación que cubrió mi espalda y ojos como imberbe espectador de aquella aparente simple película, se me venía ahora… no en imágenes, sino como un real alud, devastando todo a su paso. No imagino, nunca he querido siquiera suponer, lo que sería mi vida sin ti, vivirlo por espacios, en la certeza de volver a casa, ya ha sido difícil para superar minuto a minuto tu ausencia, para intentar con la mirada acercar las distancia de regreso a casa, para volar y sentir pronto la calidez de tus besos incendiando mi boca, para que se remuevan las raíces del volcán de pasiones que colisionamos juntos, para romper la orfandad de caricias y descargar todas las ganas de recorrerte y volver a pintar de mis tremores toda tu piel. Tú y yo somos los protagonistas de la mejor historia de amor jamás contada, no pudo con nosotros el tiempo ni distancia alguna, no puede mi pluma, intentar describir la exquisita experiencia de amarte y de sentirme el hombre privilegiado de saberte mía, de poder tejer contigo todos los sueños y las ilusiones más utópicas. Se equivocó de ruta ese fantasmagórico tren que atisbaba nuestro hogar, no renunciaré jamás a pelearle a la vida este espacio único en medio del universo, que juntos desde siempre en lo que reste de nuestras vidas, vamos a seguir visionando con datos ciertos, cada sueño contigo ambicionado, tú eres mi fortaleza y mi más caro aliento y voy a ser el mejor soporte para tus momentos de quiebre, de confusión, voy a estar allí mi amor, vamos a estar juntos y todo va a estar bien. No pueden haber trenes que se lleven nuestra historia, el tiempo tiene los mejores años para construir nuestras vidas, tenemos tanto que revisar en la memoria de los años que no estuvimos juntos, hay en tus manos el bálsamo de luz y energía que necesitan mis días, mi cuerpo, la inspiración, tengo en tus ojos, el remanso de quietud y esperanza que abre alamedas de nuevos horizontes e ilusiones en nuestro futuro, siento en tu piel y desde toda tu geografía, la vibrante fuente de todo el amor con que soñamos; tienes en mi pecho todo el amor y el lecho de descanso para esos días solariegos en cualquier rincón del planeta, con tu sonrisa de cobijo, el alimento de tus besos y ningún tren que no tenga asientos para los dos. Estamos juntos mi cielo y eso es todo lo que importa…
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