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Si eres alegria, reúnete con mis nostalgias, si Eres amor, júntate a mis ganas de amar, si Eres un lucero lejano, acércate a mis vespertinas Ilusiones.
Pinta con tus sonrisas un cielo gris Que esconde bajo sus nubes un azul Perpetuo, que tu aliento despejara y Brillara entre tus ojos.
Sonríe y el día será tuyo y la noche Nuestra, ama y las flores morirán de Envidia por los colores de tu cara. Besa Con tu dulce boca y calla.
Caerá un beso y se prendera a tus Manos, estallara con gritos de alegria Jugando entre tus dedos y perdiéndose Entre tus palmas.
Tu sutil encanto encontrara en Mi vano sueño un amor tan grande Que calmara tus ansias y limpiara mis Rastros del pasado.
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Poeta
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Aquí estoy... Intentando, intentando... Con mis ojos, abiertos, mis brazos libres Guardando mi corazón para un Nuevo abrazo, mis manos En busca de ti, para protegerte, te Busco, te busco y sigo buscándote... Yo sé que debes existir, sé que En algún lugar estarás medicina Esperada, buscada y aun no encontrada. Curaras esta enfermedad que ni La distancia quita.
Buscare en cada ojo, en cada sonrisa, en Cada piel, en cada mano, no puedes Ser la única, alguien como tú Hará de nuevo feliz mi corazón, hará Que mis sueños tengan Ilusión, que mis días tengan un principio Feliz y una noche inolvidable, que Unos labios me den de nuevo las Buenas noches y que unos Brazos saluden mis buenos días.
Te daré los últimos de mis mejores Años, te llenare con caricias la piel y de Alegrías la vida, el amor que me dejaron Amontonado y listo es para ti.
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Poeta
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Mi táctica es mirarte aprender como sos quererte como sos mi táctica es hablarte y escucharte construir con palabras un puente indestructible mi táctica es quedarme en tu recuerdo no sé cómo ni sé con qué pretexto pero quedarme en vos mi táctica es ser franco y saber que sos franca y que no nos vendamos simulacros para que entre los dos no haya telón ni abismos mi estrategia es en cambio más profunda y más simple mi estrategia es que un día cualquiera no sé cómo ni sé con qué pretexto por fin me necesites.
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Poeta
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Un recuerdo lejano… El fruto de un amor que sin saber Se fue diluyendo entre los tiempos, que Se juró ante altares de rosas y creencias Que solo la muerte separaría.
Vi como creciste, como tus manos y Tus pies empezaban a enfrentar El mundo, como tu voz nació de tu Pecho con un" Pa" que me volvió Más hombre, como tu pelo delicado Poblaba cada día más tu perfecta Cabeza.
El momento exacto en que tu voz se Convirtió en trueno y tu cara se Lleno de rastros de tu hombría, el día en Que no pude mirarte para abajo y mi brazo No fue capaz de enrollar tu hombro, la Tarde que sentí la fuerza de tu mano Descansar sobre mi espalda.
Mi hijo se hizo grande, dejo atrás los Años que he perdido, como extraño Los besos que no he dado para Decir feliz, hasta mañana, las carreras Despeinado para llegar a tiempo A su futuro y aprender cada día de La vida.
Ahora seguirá enfrentando la nueva Búsqueda de su largo paso, tendrá que Luchar contra la vida y lograr vencer más Que cualquiera la dura prueba de su amado Sueño.
Lo amo, no como a él bebe a quien conté Sus dedos, lo amo como al hombre que Me quita el sueño.
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Poeta
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Esperaré, y en día no lejano, cuando se apiade mi contraria suerte y me depare el ósculo de muerte que ha de salvarme del contagio humano,
pienso que tierra y cielo y océano de gozo temblarán... y que yo, al verte, caeré de nuevo en tu regazo, inerte, después de traspasar el hondo arcano.
Mas luego nuestras almas en un grito de amor se fundirán... y un mismo anhelo nos llevará a los pies del Dios bendito;
y así como esos astros de áureo vuelo que vagan de infinito en infinito, volaremos los dos de cielo en cielo.
Y en unos eternos abrazos confundidos, lejos de las mundanas mezquindades, oiremos, en las altas claridades, de la angélica orquesta los sonidos.
Y veremos con ojos sorprendidos la desaparición de las edades, hasta que el mundo, envuelto en tempestades, caiga en rotos fragmentos esparcidos.
Y cuando en esa vida misteriosa toda mi sed de dicha se mitigue, y tú sientas la calma prodigiosa,
como en el cielo todo se consigue, tú serás una estrella esplendorosa, yo un satélite tuyo... que te sigue.
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Poeta
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Huyeron las golondrinas de tus alegres balcones; ya en la selva no hay canciones sino lluvias y neblinas.
Me dan pesar sus espinas sólo porque a otras regiones huyeron las golondrinas de tus alegres balcones.
Insondables aflicciones se posan entre las ruinas de mis ya muertas pasiones. ¡Ay, que con las golondrinas huyeron mis ilusiones!
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Poeta
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Oye: bajo las ruinas de mis pasiones, y en el fondo de esta alma que ya no alegras, entre polvos de ensueños y de ilusiones yacen entumecidas mis flores negras.
Ellas son el recuerdo de aquellas horas en que presa en mis brazos te adormecías, mientras yo suspiraba por las auroras de tus ojos, auroras que no eran mías.
Ellas son mis dolores, capullos hechos; los intensos dolores que en mis entrañas sepultan sus raíces, cual los helechos en las húmedas grietas de las montañas.
Ellas son tus desdenes y tus reproches ocultos en esta alma que ya no alegras; son, por eso, tan negras como las noches de los gélidos polos, mis flores negras.
Guarda, pues, este triste, débil manojo, que te ofrezco de aquellas flores sombrías; guárdalo, nada temas, es un despojo del jardín de mis hondas melancolías.
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Poeta
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Dime: cuando en la noche taciturna, la frente escondes en tu mano blanca, y oyes la triste voz de la nocturna brisa que el polen de la flor arranca;
cuando se fijan tus brillantes ojos en la plomiza clámide del cielo... y mustia asoma entre tus labios rojos una sonrisa fría como el hielo;
cuando en el marco gris de tu ventana lánguida apoyas tu cabeza rubia... y miras con tristeza en la cercana calle, rodar las gotas de la lluvia;
dime: cuando en la noche te despiertas y hundes el codo en la almohada y lloras... y abres entre las sombras las inciertas pupilas como el sol abrasadoras;
¿en qué piensas? ¿en qué? ¡pobre ángel mío! Piensas en nuestro amor despedazado ya, como el junco al ímpetu bravío del torrente que salta desbordado?
¿Piensas tal vez en las azules tardes en que a la luz de tu mirada ardiente, mis ojos indecisos y cobardes posáronse en el mármol de tu frente?
¿O piensas en la hojosa enredadera bajo la cual un tiempo te veía peinar tu ensortijada cabellera, al abrirse los párpados del día?
¡Quién sabe!... no lo sé, pero imagino que en esas horas de aparente calma, percibes mucha sombra en tu camino, ¡sientes muchas tristezas en el alma!
Mas... otro amante extinguirá tu frío, yo sé que tu pesar no será eterno; mañana vivirás en pleno estío... y yo, con mi dolor... ¡en pleno invierno!
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Poeta
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Oye la historia que contóme un día el viejo enterrador de la comarca: era un amante a quien por suerte impía su dulce bien le arrebató la parca.
Todas las noches iba al cementerio a visitar la tumba de la hermosa; la gente murmuraba con misterio: es un muerto escapado de la fosa.
En una horrenda noche hizo pedazos el mármol de la tumba abandonada, cavó la tierra... y se llevó en los brazos el rígido esqueleto de la amada.
Y allá en la oscura habitación sombría, de un cirio fúnebre a la llama incierta, dejó a su lado la osamenta fría y celebró sus bodas con la muerta.
Ató con cintas los desnudos huesos, el yerto cráneo coronó de flores, la horrible boca le cubrió de besos y le contó sonriendo sus amores.
Llevó a la novia al tálamo mullido, se acostó junto a ella enamorado, y para siempre se quedó dormido al esqueleto rígido abrazado.
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Poeta
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Nunca mayor quietud se vio en la muerte; ni frío más glacial que el de esta mano que tú alargaste al espirar, en vano y que cayó en las sábanas, inerte.
¡Ah... yo no estaba allí! Mi aciaga suerte no quiso que en el trance soberano, cuando tú entrabas en el hondo arcano, yo pudiera estrecharte... y retenerte.
Al llegar, me atrajeron tus despojos; cogí esa mano espiritual y breve y la junté a mis labios y a mis ojos...
Y en ella, al ver mi llanto que corría, pensé que aquella mano hecha de nieve en mi boca al calor... se derretía.
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Poeta
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