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“El poeta indio Tagore, que bautizara como “Mahatma”, es decir, alma grande, a Gandhi, decía que cuando el hombre trabaja, Dios lo respeta, más cuando el hombre canta, Dios lo ama.”
Y aunque siempre irreverente, libre, íntegro en lo que creía y pensaba, Facundo fue amado por Dios y por este pueblo Latinoamericano, que resiente su partida tan repentina, inexplicable, violenta, estúpida…
Cada mañana es una buena noticia, cada niño que nace es una buena noticia, cada hombre justo es una buena noticia, cada cantor es una buena noticia, porque cada cantor, es un soldado menos....“ Cuando me marché de mi casa, niño aún, tenía siete años, mi madre me acompañó a la estación, y cuando subí al tren me dijo: Este es el segundo y último regalo que puedo hacerte, el primero fue darte la vida y, el segundo, la libertad para vivirla.”
Supo apreciar esa libertad, como el mejor espacio para vivir y para cantarlo de tal manera que contagie y sugiera un estilo de vida, sin permitir que su canto se vea limitado por fronteras, por banderas, por nacionalidad alguna, porque Facundo no quiso entender de anclas, ni asentamientos…
Pregunté a un viejo Tarahumara porque no usaban armas para defenderse de los cuatreros, y me dijo: “Si las armas fueran necesarias, habríamos nacido con ellas.”
Dejo su suelo para no permitirle a la dictadura contar con otro mártir ejecutado sin sentencia y se fue a derrochar su canto de paz, de amor, de solidaridad, se vino, se fue, regresó, porque su espacio fue el planeta entero, pocos rincones quedaron sin visitar físicamente, porque seguramente su canto está presente, seguirá estando presente…
“Un día la pregunté a la Madre Teresa; ¿Cuándo descansa? A lo que ella me respondió: Yo descanso en el amor. Le dije, ¿Madre, cual es el lugar del hombre? Donde su hermano lo necesita me dijo.
Ella, la Madre, a la que nunca le escuché hablar de política, un día le pregunté por qué?. Me dijo: Yo no puedo darme el lujo de la política, una vez estuve 5 minutos escuchando a un político y en ese tiempo se me murió un viejecito en Calcuta.
Una señora al ver como la Madre Teresa curaba a un leproso se atrevió a decirle que ella no haría aquello por ningún dinero en el mundo. Y la Madre le respondió: “Ni yo tampoco; esto lo hago por amor.”. Cada vez que yo entraba a la casa de la Madre Teresa, sentía que Dios recién había salido.”
A su desinterés por figurar se desbordó siempre su entrega total en las cosas que nos quiso compartir, en ser íntegro viviendo consecuentemente con lo que pensaba, no le importaron las posesiones y vivió en el entorno que él quiso.
“La pobreza está más cerca del amor, porque la riqueza nos distrae con demasiadas cosas y nos aleja porque nos hace desconfiados.”
Porque Facundo, siempre nos hizo sentir que era de cualquier parte y de ninguna, que se podía ubicar con toda la familiaridad del mundo en cualquier rincón del planeta, porque todos somos hermanos de Demócrito, Heráclito, Macedonio Fernández hasta de la madre Teresa, “…la que sabía que el lugar del hombre está donde sus hermanos le necesitan. ¡Vean que familia! …”
Intentar hacer una aproximación a Facundo Cabral es muy ambicioso y prefiero no ser subjetivo, así que las citas aquí reproducidas únicamente buscan motivar, invitar a percibir a Facundo al natural, explorando su música, su poesía, su filosofía y actitud por la vida; su vida misma, que es un libro abierto para aprender de él.
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Poeta
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